Hay muchas técnicas, terapias y sanaciones energéticas.
Como terapeuta de varias, y en particular, maestra de una de ellas, Reiki, voy a escribir un poco sobre ella.
Tras veintidós años de trayectoria como Reikista, pongo mis terapias al servicio de las personas, para ayudarlas a ellas, a sus animales, sus hogares, sus trabajos, sus relaciones, su pasado, su futuro, a su entorno, situaciones particulares… a la tierra.
No me siento dueña de las energías, ni siquiera de mi propia persona. Me siento canalizadora y comprendo que los acontecimientos son diferentes en cada ocasión y en cada persona.
El sentimiento que pone en movimiento las energías y las acerca es, por encima de los demás, el amor, pero también la humildad y la compasión.
Desde mi modesta posición intento servir de guía a las personas que se ponen en mis manos hasta llevarlas al umbral de su propio refugio interno. Para que desde ahí, puedan avanzar camino de su sanación.
En mis terapias no escondo ninguna percepción, aunque para mí no tenga ningún sentido, y quizás, en el momento, tampoco para quien estoy tratando. No suelo dar consejos, solo si me piden opinión. Y también solamente para ayudar a abrir los ojos al mensaje que me dejan, a su propia verdad y al momento presente. Tampoco busco la complacencia, ni convencer a nadie de nada, solo abrir el camino.
No me siento responsable de la sanación, porque realmente ella está únicamente en manos de quien ha venido a buscarla.
Cuando inicio la terapia siento una fuerza sobrenatural, pero tengo perfectamente claro que no proviene de mí, sino que viaja a través de mí. Pero produce en mis emociones y sentimientos una sensación extraordinaria que dejo viajar libre a través de mi cuerpo.
Siento una conexión profunda con mi acompañante y con mis ayudadores, y todos sentimos el poder carismático que se genera en el ambiente.
Estas sensaciones me anclan en el ahora y en el beneficio que en ese presente estoy brindando.
Las percepciones que, en ocasiones, siente mi acompañante me enseñan a conocerme cada vez más porque me muestran partes de mí que eran desconocidas hasta esa terapia. En la mayor parte de las ocasiones, tengo que servir de intérprete aunque no entienda el mensaje, normalmente es para ellos. Pero también en otras ocasiones los mensajes son para mí.
Esto es habitual, y en cada nueva terapia aparecen nuevos aprendizajes y conocimientos para ambos. Cada uno de ellos me da la posibilidad de seguir avanzando por mi camino personal, hacen prosperar mi propia evolución. Aumenta mi conexión a los mensajes de la naturaleza y de la creación. Siempre en continuo movimiento y permanente desarrollo.
Las reacciones y efectos también me sirven para comprender que lo ajeno a mí, es similar a mis propias reacciones. Y me muestran ciertas cosas personales que desconocía hasta entonces. Todo ello aumenta mi compasión y mi amor por la humanidad.
Cada persona que acepta ser tratada por mí, me hace reconocerme en ella. Por muy diferentes que seamos, la terapia sirve de alquimia transformadora y nos une en espíritu.
Me reconozco en cada persona y en cada asunto que trato, independientemente de lo diferentes que podamos ser, en cuanto a orígenes, cultura, ideologías o posición social.
Aunque estemos en diferentes puntos dentro de nuestros caminos, en la terapia nos reunimos en el mismo plano y nuestras energías crean una ecuación en la que formamos parte los dos junto con la presencia divina. Y se mezclan en nosotros las funciones de canalizadores, maestros, receptores y portadores de paz.
Cuando tienen alguna percepción, permito e intento que la comprendan, la expresen con la mayor amplitud e intenten entenderla para poder integrarla en su sanación. Nunca la comparo con cualquier otra, porque no hay posibilidad de comparación, cada persona es diferente y cada terapia diferente, aunque sea en la misma persona.
Si ya has experimentado una sanación energética, con Reiki o con alguna otra terapia que utilice las energías, puedes reconocerte en estas explicaciones.
Como antes he dicho, dentro de las sanaciones energéticas, hay muchas, y cada una aporta algo diferente al tratamiento. Todas tienen un propósito, mueven diferentes energías en la persona, y también de maneras diferentes. Por eso, me gusta utilizar varias de estas sanaciones en mis terapias, para complementarlas y hacerlas más efectivas.
Como base fundamental utilizo Reiki porque me parece que ofrece una sanación que da al receptor herramientas para autoconocerse, evolucionar y acercarse a su parte espiritual. Como consecuencia pone a su cuerpo en el camino de la autocuración.
Desde el contacto con esta mágica y luminosa energía, todo, alrededor de la persona que la recibe, comienza a equilibrarse y crear una armonía con el universo y la tierra. Generando una energía propia mucho más natural.
Como resultado puedes percibir, desde ese contacto y en días sucesivos sin límite de tiempo, como se liberan energías o bloqueos de tu cuerpo y de tu mente. Una mayor sensación de tranquilidad y bienestar. Un aumento en la conexión con la naturaleza. Un incremento en la percepción por los sentidos físicos y por los etéreos. Una apertura, alineación y recarga de los centros energéticos o chacras. Eliminación de estrés y ansiedad, Limpieza del aura o esfera energética que nos rodea y como consecuencia de todo ello una sanación de cualquier problema físico, mental, emocional o espiritual.
Quiero hacer un apunte y es que en cualquier sanación, tanto energética como en medicina tradicional, la curación es posible si dejamos de interponernos en ella.
Debemos permitir que fluya el poder auto curativo del cuerpo, dejando que cada circunstancia se deslice flexiblemente por nuestra vida.
Tenemos que alejarnos de cuestionar, ayudando a que las circunstancias permitan que las energías salgan a la luz.
Si no nos interponemos provocaremos que nuestro cuerpo vibre con la frecuencia adecuada.
Con dada sensacion o emocion, podremos purificar nuestro organismo si la damos rienda suelta, haciendo lo que nos provoque: risa, lagrimas…gritos… sin sentir verguenza al mostralos.
Debemos en cada uno de estos momentos, ofrecer nuestra apacible presencia. Viviendo cada respiración, instante a instante. Sin interferencias, sin preguntas, sin prisas. Honrando el poder que se mueve en nuestro interior. Conservando la fe en nuestra inteligencia para sanarnos. Teniendo en cuenta que puede haber un empeoramiento antes de la mejoría, la llamada crisis de sanación, debida a la depuración y liberación de bloqueos antes de la reorganización energética.
En algunas ocasiones, nuestro corazón puede romperse para abarcar más amor, el amor necesario para aumentar la estabilidad, la libertad, la paz, la presencia cálida y apacible del aquí y ahora.
Después de estas explicaciones, pregunto, ¿si no las conocéis, os animaríais a conocer estas terapias y comprobar sus preciosos beneficios?
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