Sanando nuestra feminidad

Escrito por Marié

24 de febrero de 2023

Amigas lectoras, hoy mi entrada es para vosotras, porque creo que debemos brindarnos la oportunidad de mirarnos aunque sea un momento al día. Unos minutos de autosanación, es un deber, ¡dedícate unos minutos!. Es imprescindible para poder vivir la vida sanando nuestra feminidad.

Si os digo la verdad, yo lo necesito, y como mujer creo necesario hacerlo para poder continuar dentro de un relativo orden dentro de mi caos.

Los últimos años han sido realmente más caóticos de lo normal, han sido desafiantes y creo que puedo hablar por todas cuando lo afirmo. Han sido unos años que parecen borrados del mapa, al recapacitar sobre ellos, no encontramos apenas recuerdos, han sucedido cambios irreversibles, y nos hemos sentido más frágiles y vulnerables.

Realmente lo somos, pero igual que somos fuertes y casi invencibles. Nuestra tendencia es sobrevivir por encima de todo…

Frente a las circunstancias que nos han rodeado, ha quedado un residuo en todas, como de tristeza. Unas sentimos tristeza por las personas que han marchado, y realmente en este corto periodo han sido muchas, al menos en mi vida y eso supone vencer duelo sobre duelo.

Afortunadamente, he encontrado la forma de apoyarme en los más cercanos, los que obvian mi caos y se acercan a ayudarme. Siento un orgullo enorme por ellos, por tenerlos siempre a pesar de todo. Me han cuidado y han contribuido a que mi esperanza siga conmigo. Gracias a ellos todo ha vuelto a su ser de manera perfecta.

Y si me preguntas mi deseo de hoy, es que todo mejore y en adelante las circunstancias sean maravillosas para absolutamente todo el mundo… para todos.

Vamos acercándonos poco a poco a la estación de los renacimientos, aunque hoy nos ha recibido el día más frío de los que yo recuerdo de este invierno; y esta época me recuerda a vientres hinchados, nidos y úteros repletos, trabajando todos a la potencia máxima. Cualquiera de los animales y las plantas de este planeta, que es en el que habito hoy, fluye en dirección del precioso ciclo natural de la vida, en este caso metáfora de nuevos nacimientos…

Ahora es cuando hay que preparar la tierra, dejar todo absolutamente perfecto para recibir las bellas flores y en el futuro los maduros frutos. Y de la tierra debemos tomar el mejor ejemplo. Somos tierra.

La perfecta senda anual que vamos reviviendo debería enseñarnos a mejorar año tras año. Para así mejorar nuestro propio crecimiento.

Los días vas sucediéndose sin pausa, uno tras otro, y cuando nos demos cuenta dará comienzo el nuevo ciclo de este año.

Pronto, algunas ya, debemos sembrar las semillas de lo que queramos recoger. Así que te invito a sembrar simbólicamente tus semillas o sueños en el interior de la tierra.

Y ahora te invito también, a sembrar semillas reales de plantas reales, a meter tus manos en la tierra y dejar que esa sensación de pertenencia te envuelva. Es algo que disfruto enormemente, manchar mis manos, para sembrar algo que veré nacer y crecer. Para mí es una sensación maravillosa, aunque no deja de ser cotidiana…

Mancha tus manos, introduce en la tierra las semillas que yacerán aparentemente inmóviles, acumulando la energía que las envuelve para crecer llenas de la pasión y la pureza de la estación de la luz creciente.

La tierra es semejante a un útero, es acogimiento, calor, alimento, protección, vida. Mira sus ejemplos y aprende a liberar los comportamientos con los que no estés identificada. Libera todo lo que no te representa, pero que igualmente haces, libéralo porque eso no eres tú, así podrás acercarte más a tu centro.

Feminidad porque me siento muy identificada con mis abuelas, sin desmerecer a mis abuelos, pero ellas estaban siempre a mi alrededor y son ellas las que me llevaban siempre a mi centro, por eso feminidad.

Me siento amada y ese amor me empodera. Quiero que tengas también esa sensación y el poder que acerca a nuestra vida.

Pero como todos los ejemplos, debes empezar por amarte tú, por reconocer y amar tu identidad, sea cual sea. Y femenina porque no quiero que se pierda la feminidad. Después siéntete amada por tu pareja, sea la que sea y por tus padres o tus hijos si los tienes, y además por esos pocos amigos que todos tenemos… déjate llenar por todos esos amores.

Como mujer, como fémina, tu sanación empieza por sanarla a ella, a la feminidad que te envuelve. Y ello conlleva los cambios emocionales propios de todas nosotras, nuestros cambios cíclicos, similares a la tierra… similares a la luna… similares entre nosotras y todos engloban características comunes a todas que podemos usar para facilitar el proceso.

Como ves no estás sola, no eres la única y nunca lo has sido. Ha sido siempre igual para todas y todas debemos acercarnos a nuestra feminidad para poder sanar cualquier síntoma que aparezca. Son síntomas que para muchas son molestos y lo son por la no aceptación, poco a poco podrán ser sanados y aceptados, de forma que puedan ser vividos naturalmente y sin dolor.

¿A que si piensas en alguna persona de tu vida que te ama profundamente, te provoca un subidón de energía? Pues ahí es donde hay que llegar, a ese santuario que devuelve paz y calma.

Romper con lo que siempre se ha pensado sobre nosotras logrará dejar ver nuestro verdadero potencial. El potencial que tiene de manera exclusiva la intuición femenina. La facilidad de inspiración y creación de soluciones.

Regresa a ese amor que te sirve de sostén y ayúdate de él para entrar en la calma de tu fuerza interior. Déjate llevar por esta sensación y tu corazón te inspirará para elegir la mejor opción en cada situación.

Y si estás en un momento difícil de tu ciclo, enfermedades o trastornos, aumenta el amor incondicional tan potente y sanador para sostenerte.

Grábate una meditación guiada con tus palabras, y con consejos que sepas te pueden brindar sanación. Escúchala al menos dos o tres veces a la semana, o más si es posible.

Escribe primero lo que te quieres decir como si fuese un diario.

Con estas rutinas estarás creando una especie de santuario interno y externo en el que poder decir adiós a lo que te haga daño y recibir nuevas energías, recargar tu parte femenina y salir al mundo fuerte y segura.

Dependiendo de la parte de tu ciclo en la que te encuentres, observa bien como te hace sentir, toma notas para comparar con el siguiente ciclo y el siguiente mes. Observa tus necesidades, dolores, deseos…

Si observas cosas que no te aportan beneficios físicos o emocionales, haz los cambios necesarios paso a paso para poder disfrutar de cada parte de tu ciclo y de cada una de las energías. Todo ello para armonizar las fases por las que inevitablemente tienes que pasar. Intenta llegar a conseguir el bienestar necesario para poder alcanzar los sueños de manera femenina. Utiliza las energías únicas de cada ciclo y observa como cada uno aumenta tus capacidades y habilidades.

Si no tienes ciclo por el que observar tus cambios, seguramente tendrás una manera más lineal de sentirte, pero no del todo lineal. Así que intenta guiarte por nuestra más amorosa aliada, la luna y sus similares ciclos. No dejes que esta parte de tu vida te aleje de tus ciclos femeninos, sigue conscientemente los arquetipos femeninos, las energías y la sintonización con sus características únicas.

Sigue los consejos de tus meditaciones personales, sanaciones, creación de un santuario físico en algún lugar privado y que te ofrezca calma. Busca mensajes espirituales, femeninos, sensuales… personales…

Después de llevar un orden en los sentimientos y sensaciones comunes a cada fase de tu ciclo anotadas en cada uno de ellos, intenta conectar con lo que te acerca esa fase, y expresa algo típico de esos sentimientos, crea algo tuyo, que te represente. Pinta, haz poesía, teje… medita.

Y si quieres profundizar algo más en tu naturaleza cíclica, o deseas un despertar personal, pídeme una cita y entre las dos iremos introduciéndonos en tu naturaleza íntima. A medida que investigues iras notando la llamada de tu corazón para sentir tu parte femenina y poder ayudar a las féminas que tengas a tu alrededor.

Y aquí seguiremos juntas, recuerda a tu madre, a tus hermanas, a tus abuelas, a tus hijas, a tus amigas.

Aquí seguimos, yo escribiendo y tú leyendo. Estoy contenta. Mucho más que contenta, enormemente agradecida, por todas las cosas que me enseñáis cada día, por cada una de vuestras cartas, por cada pregunta y cada agradecimiento. No me creo muchas de las cosas que me decís. Como que escribo con soltura, a mí no me lo parece.

Creo que no lo hago, que soy repetitiva, que no soy elocuente, y esas sensaciones son más habituales unos días que otros.

Lo que si es cierto es que intento pensar desde el corazón. Y en ocasiones no me fio de mi capacidad de comunicar.

Pero, quizás es mi percepción, no lo sé. Me gusta sentir y hacer sentir, hacer que la vida nos atraviese de parte a parte, que entre y salga de nosotras por cada uno de nuestros poros. Sentir esa luz, esa energía femenina purificándonos.

Dejarme llevar por la dicha que provocan las sanaciones. Los espectaculares resultados, independientemente de como has venido. Dejarme llevar por la plenitud de que algo se ha realizado a la perfección.

Te doy unas cuantas razones para que elijas la que te hace sentir la sanacion femenina: alegría, felicidad, presencia, conexión, contento, confianza, pasión, apertura, disfrute, plenitud, placer, bienestar, arraigo, seguridad y existen otras muchas que tambien son beneficiosas.

Invito a cada uno de vosotras a experimentar estas sensaciones. No tengáis miedo. Muchas habéis probado y sabéis de la magia que se crea entre todas. Es la vida que nos atraviesa, sentida, expresada y experimentada por mujeres.

Ponte de acuerdo con unas cuantes amigas, tres o cuatro y vamos a hacer juntas una sanación, es tan bonito que no lo puedo explicar, es vivencial.

No tengáis miedo de decirme todo aquí en los comentarios, para que haya más féminas que se puedan beneficiar de los cambios profundos. Estoy encantada con vuestras cartas a mi correo, pero si lo escribís aquí todas aprenderemos más.

El amor y la compasión es el mayor poder y la comunicación de lo experimentado, el mayor beneficio.

Te invito a ello.

 

¡Namasté!

 

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