¿Qué estamos haciendo?

Escrito por Marié

26 de marzo de 2021

Vamos a recapacitar

 

No existe nada en la madre naturaleza, no importa su condición, que viva para sí mismo. ¿Qué estamos haciendo nosotros?

Los frutales no se alimentan de su propia fruta, ni el resto de los árboles de sus semillas. Los ríos no escancian su propia agua, ni los lagos, ni los profundos océanos. La infinitud de flores y plantas aromáticas, no esparcen sus embriagadores aromas para sí mismas. ¿Qué estamos haciendo nosotros?

Si nos pudiésemos desplazar y ver por un pequeño agujerito como comenzó todo, el plan original de la vida que compartimos con todo el universo, nos convenceríamos de esta realidad: El sol es nuestro mayor alimento, alimenta a todo ser vivo, sin él no existiría la vida. El agua, sobre todo si la alcalinizamos, es el mejor elixir para frenar la oxidación de los organismos. Todo árbol que de frutos comestibles nos regala el mejor alimento y nos proporciona semillas para continuar viviendo… Todo en el mundo vive para los demás ininterrumpidamente.

Vivir para el resto del universo es un patrón fijo en la naturaleza. Ese universo es el creador de todos  y nos toca aprender de lo que nos muestra con tantos ejemplos.

¿Qué estamos haciendo nosotros?

Pregúntate, ¿Cuántas plantas, cuantas hojas, cuantas flores has tomado de su lugar en la tierra?, sin ninguna razón, sin un motivo importante, solo por distracción, sin pensar en ellas y sin agradecer el sacrificio que eso les supone.
Y si las tomas con algún fin, tampoco agradeces su contribución, ni ves el dolor que le causas, solo ves tu propio beneficio.

Después de esta actitud interesada, ¿Cuántos árboles has plantado, cuanto has hecho para que sigan viviendo? ¿Cuántas semillas has sembrado y has visto germinar sin interés propio?

¿De cuántos animales te has alimentado sin pensar en su sacrificio?, sin agradecer lo que hacen por ti, sin ver la luz, la parte divina que hay en ellos y que te sirve de sustento.

¿Cómo has devuelto lo que has tomado? ¿Cuántos animales has acogido, has adoptado como familia y los has hecho parte de tu hogar? ¿A cuántos les has brindado techo y les has alimentado?

¿Te produce vacío pensar en estas cuestiones? ¿Qué estamos haciendo? Continuemos.

A lo largo de los años ¿Has roto algún corazón? Por amor, por amistad. ¿Lo recuerdas? Quizás tú no lo recuerdes, pero el corazón roto tuvo que invertir un precioso tiempo en volverse a unir y probablemente el sí lo recuerde.

Y en el lado contrario ¿Cuántos corazones has sanado? ¿A cuántos has ayudado a recomponerse?

Mantén un equilibrio siempre con las cosas que realices. Si no lo haces no puedes responsabilizar a nada  ni a nadie de lo que sientas, de lo que te pueda ocurrir después. Cuando no haces las cosas bien, siempre queda un resto en tu vida, que más adelante te pedirá cuentas y se te presentará de cualquier forma dolorosa.

Echa de tu vida el odio, las maldiciones, la soberbia, las presiones a los demás, porque puede que la vida te lance un boomerang. Todo regresa igual que lo envías al mundo. No lo dudes.

¡Toma las riendas ya! Eres el único, la única responsable de lo que haces. No te mantengas oculto en ti, no tengas miedo de lo que piensen de ti, ni de lo que puedan decir.

Basta de ser invisible, sé el cambio que el mundo necesita, no te gobiernes por arcaicos tabúes. Basta de permanecer encerrado en un pequeño espacio donde solo tú puedes percibir tu propia luz.
Rompe la cerca, y muestra esa preciosa luz al mundo.

Ya se agotó tu tiempo para pensar, para mostrarte y sentirte siempre como el eterno aprendiz, aunque siempre lo seamos en otros entrenamientos.

Llegó sin darte cuenta el tiempo de recordar, de reconectar contigo mismo, de reiniciarte y abordar el camino del arte,  el sendero de la maestría. Ya llego la hora de dejar salir al maestro que hay en ti.

Visualización

Busca un momento de quietud y dirígete sin miedo a lo sagrado que siempre ha vivido en tu interior.

 

Puede que no lo hayas conocido nunca, que no entiendas sus enseñanzas, pero está ahí para ti.

 

Tú yo razonable no conoce esta parte sagrada, porque no puede verla ni entenderla, por eso tienes que ir a ella desde tu parte más loca, más infantil, más limpia e ingenua.

 

Ve allí, quédate un rato hasta sentir a ese niño tuyo y déjale aumentar tus vibraciones, deja que las eleve lo más alto posible, siéntelo en tu corazón y deja que esa sensación marque tu dirección.

 

Agradece a tu instructor, a tu maestro interior, tú guía, tu ser superior, como lo quieras llamar; la oportunidad que te dá de cambiar tu realidad.

Agradécele que te ayude a soltar esa realidad absurda y ajena a tus íntimos deseos, a las necesidades profundas de tu alma… Las necesidades que asoman siempre a ella, pero que no dejas que salgan.

 

Siente como la vida puede darte abundancia, sé lo que eres, lo que has venido a ser, siente la bendición infinita de tu vida y no desperdicies la oportunidad de mostrarte y mostrar al universo tu mejor versión.

 

Date por entero, no vivas hacia dentro, vive para el mundo, es muy gratificante.

 

Vuelve de este ensueño y aplica lo que has sentido, estando en él, todos los dias.

 

Aquí y ahora.

¡Siente la gran inspiración que provoca tocar los corazones de los demás!

 

Siente la luz y sal: Nada en la naturaleza vive para sí mismo.

 

¡Namasté!

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