¿Porque vuelan las brujas?

Escrito por Marié

28 de junio de 2024

La verdad detrás del mito: pensamos que las brujas vuelan con escobas. ¿Por qué vuelan las brujas?

Para empezar, vuelvo a reiterar que sí, me considero una bruja. Puedes elegir otro nombre, pero todos ellos definen unas aptitudes que nos caracterizan, y cada vez somos más.

Por eso, entre vosotras encontraré muchas que os sintáis identificadas, eso es porque también lo sois. ¡Estáis tardando en mostrarlo al mundo!

¡Vamos a transformarlo, compañeras!

Di conmigo;

 

Todavía no lo había percibido, pero soy una bruja.

 

Soy una bruja que se enamora día a día susurrándole a los elementales. Ellos, mis amiguitos naturales también me susurran a mí y estoy aprendiendo a escuchar sus pequeñas voces. Cuando estoy en contacto con sus dominios naturales me siento protegida y sobre todo instruida.

 

Siento sus sutiles y pequeños espíritus a mi alrededor. Tengo lejanos recuerdos de la infancia en la que hablaba con ellos y les pedía ayuda en mis afanes.

 

En cada lugar en el que estoy aprendo a percibir a los genios que los habitan.

 

Soy una bruja porque me ayudan los elementos junto a los elementales.

 

Esos elementos de los que ya se escribía en la antigua Grecia siglos antes de Jesucristo.

 

En la mitología griega, la creación comenzó con Caos emergiendo de una grieta seguido de Gaia, la diosa primordial personificando la Tierra, y Eros, personificando el Amor. Gaia, identificada como la “Diosa Madre”, alumbró por partenogénesis a Uranos (el Cielo), que vino a envolverla junto a Pontos (el Mar) y los Oureos (las montañas), así como a las ninfas. Con ayuda de Uranos, dio vida a los Cíclopes (constructores de muros colosales que más tarde dieron a Zeus el rayo, y, por tanto, el fuego), y los Titanes y Titánides.

 

Para Tales de Mileto, el agua era el elemento primario. Para Heráclito, era el fuego. Según Anaxímenes, el aire era la esencia de todo.

 

Pero fue Empédocles de Agrigento, un filósofo griego del siglo V a.C. quien primero escribió: “Hay cuatro elementos, fuego, agua, tierra y aire. La amistad los une y el odio los separa”.

 

Por eso, sigue diciendo: las brujas somos amorosas, es una característica innata que nos ayuda a tener los cuatro elementos en equilibrio. Ellos son la raíz de todo lo creado.

 

Ellos tienen cualidades antagonistas: húmedo y seco, caliente y frío.

 

La tierra, Gaia, nos sustenta, asienta las civilizaciones, es el principal elemento y el primero, en ella podemos percibir a gnomos, duendes, hadas, gremlins, goblins, dríadas, trasgos, trolls, orcos, faunos o sátiros… Todos son evocaciones del invierno y representan estabilidad física y material.

 

El agua y sus ninfas, nereidas, oceánidas, sirenas, ondinas… se asocian a la vida, las emociones que fluyen libremente y a la purificación. El agua es la balada del otoño y personifica las emociones y los sentimientos.

 

El aire es el elemento esencial para nuestra vida, es en el que se mueve el espíritu y la intelectualidad. Es el elemento de sílfides, silfos, sylvestris, elfos… El aire encarna la primavera y simboliza la inteligencia y la inspiración.

 

El fuego es la constante transformación, el renacimiento e igual que el agua, representa la purificación. Él es alimentado o alimenta a salamandras, dragones, vulcanos, Djinns, Fénix… Es el elemento del verano y genera energía y fuerza vital.

 

Soy una bruja amante de todos ellos y de la libertad que me permite su utilización y sus enseñanzas. Acompáñame a seguir aprendiendo como resurgir de tus propias cenizas.

 

¿Ya vas sintiendo el calor que estas palabras y nuestros elementos acercan a tu vida?

 

¡Seguimos para persuadirnos!

 

Yo soy una bruja que bendigo todo lo que me rodea, no soy bruja de maldiciones. Con mis bendiciones todo a mi alrededor se transforma en sagrado, divinizado. Como consecuencia el mundo se transforma en un lugar hermoso donde vivir.

 

Soy una bruja y adoro la felicidad, amo ver a cualquier persona disfrutar, disfruto cuando alguien sonríe, cuando oigo carcajadas a mi alrededor. Es el sonido más embriagador y satisfactorio para mí.

 

Soy una bruja y no vuelo en una escoba, aunque tengo una escoba de bruja en la entrada de mi casa… regalo de mis amigos… ja, ja, ja.

 

No, no vuelo en escoba y al final de estos decretos que tienes que repetir, explicaré por qué se pensaba que las brujas vuelan.

 

Puedes seguir diciendo:

 

Soy una maga que habla con rocas, las abraza, siente sus profundidades y deja de existir al mundo físico a su contacto. También hablo con los árboles, las plantas y los animales, las mariposas se acercan a mis dedos y me hacen cosquillas con sus pequeñas patitas. Con todos ellos comparto energía, unas veces les ofrezco y otras veces me la ofrecen.

 

Soy una hechicera que adora la noche, la madrugada, el anochecer y el atardecer, bruja que vive observando las estrellas, para aprender también de ellas. Soy la mágica bruja de luz de estrellas.

 

Soy la bruja encargada de que las personas logren conectar con sus corazones. Y con cada persona que lo consigo aumenta mi facultad y mi felicidad.

 

Soy una bruja que se acuesta cada noche lanzando plegarias por nuestra madre tierra, por la humanidad, por los océanos y lagos, por los seres que habitamos en todo ello.

 

Soy una bruja que canta a la luna, aúlla a la luna.

 

Mi bruja interna vive amando, danzando, bendiciendo y aprendiendo.

 

Yo soy una bruja que convierte cada maldición enviada a mi persona o a cualquier persona, ser o lugar en tres veces lo mismo de bendiciones para quien lo envió. Vivo desde el amor y deseo que toda la abundancia se multiplique para todo el mundo, sobre todo para las personas que vibran bajito.

 

Soy una maga, una mujer medicina que ama y sana…

 

Que cada maldición lanzada a brujas sean convertidas en el doble de lo que ya hacen desde el amor, que las bendiciones sean multiplicadas para esas personas que las maldicen.

Una bruja no es maldita, es todo lo contrario, una mujer sanadora…

 

Chicas, cuidado con las maldiciones, nunca maldigas a nadie, no sabes quién es ni la consecuencia que tendrá en ti esa maldición, y si maldices a una bruja te maldices a ti misma.

Ahora sí, el objeto de esta entrada… las escobas.

Las brujas, las mujeres, las escobas… todo con implicaciones machistas y por eso la tergiversación de la información. Pero la información sobre las escobas de bruja tenían un origen real, ¿Vemos cuál es?

Desde antaño en cualquier medio, al principio de boca en boca y despues en radio, novelas, cine, televisión, libros… se ha intentado que imaginemos a las brujas volando en escobas, con verrugas, arrugas y pelo gris.

Todo forma parte de la ficción, pero estudiando los posibles comportamientos de algunas mujeres podemos observar que las escobas están asociadas a ciertos alucinógenos utilizados para diversos fines.

Algunos científicos del siglo XIV fueron los que comenzaron a intentar averiguar e investigar porque una mujer era acusada de brujería. Querían dar una explicación a los encantamientos, fantasía, “demonios” con los que se relacionaba a las brujas, sobre todo por parte de la iglesia.

La iglesia y las autoridades fueron las que tildaron a ciertas mujeres de brujas. La triste realidad es que solamente se trataba de mujeres que experimentaban con plantas medicinales y que se preocupaban por aprender el significado real de la naturaleza y la vida en el planeta. Eran mujeres que deseaban aprender y seguir una carrera medicinal. A causa de todo esto, la iglesia bautizó como diabólicas, pecadoras y malvadas, tanto a estas mujeres como a la ciencia.

Indudablemente, muchas mujeres permanecieron con su ambición de instruirse y experimentar con plantas buscando detener sus sufrimientos (dolores menstruales, y otros males que los médicos de entonces no tenían en cuenta… ¡eran hombres!).

Por supuesto todo ello estaba prohibido e incluso penado por ley, bajo la atenta mirada de la iglesia.

Esta es la razón de que estas prácticas se efectuaran de manera secreta y aumentase el recelo de quien no conocía su ambiente. Consecuencia: ahogamientos y hogueras.

El estudio de los científicos encontró que debido a que muchas mujeres experimentaban con plantas, finalmente conociesen usos peculiares de ellas.

Buenos ejemplos son el beleño, el hongo del centeno o la mandrágora, que en algunas dosis son venenosas, pero en las dosis adecuadas pueden generar efectos alucinógenos.

Muchas de estas mujeres se hicieron adictas a ellas, como ocurre con cualquier otra «droga». Las alucinaciones y la sensación de placer que producía en ellas provocó un uso frecuente de este tipo de plantas.

No obstante, todos los alucinógenos tienen efectos secundarios… náuseas, vómitos, problemas en la piel. Así que ellas comenzaron a probar a utilizarlas de distintas formas.

Descubrieron que la mejor manera de obtener mayor efecto sin efectos nocivos era en forma de ungüento sobre la piel.

Y probando, probando, también descubrieron que los mejores lugares para absorber los principios de las plantas eran las zonas mucosas del cuerpo. Así que comenzaron a utilizarlos en los genitales.

Comprobaron que el efecto en esas zonas se elevaba al máximo sin vómitos ni otros efectos.

También comprobaron que las alucinaciones venían acompañadas de un intenso placer, con lo que utilizaban el palo de una escoba para frotarlo en sus zonas íntimas.

En el año 1324 se acusó a Lady Alice Kyteler de brujería por encontrar evidencias de estas prácticas.

“En el armario de la dama se encontró un ungüento con el que afirmaba embadurnar un palo que luego montaba para trasladarlo a sus partes íntimas”.

Jordanes de Bergamo, otro investigador de brujería del siglo XV, asegura que:

“Las brujas han confesado que durante algunos días y noches untan un palo con ese ungüento especial y “mágico” que hacen y lo pasan por sus partes íntimas, debajo de los brazos y en otros lugares del cuerpo para obtener el efecto deseado”.

Quizás esta sea la razón de que en los siglos XV y XVI se representase a las supuestas “brujas”, desnudas y volando sobre escobas.

La explicación puede ser que manteniéndose en un estado alterado de conciencia, ellas percibían como si volasen sobre praderas, montes y su amada naturaleza. Al regresar a la conciencia, ellas pensarían que había sido real, un pequeño engaño del astral sobe el espíritu.

Esto es sabido por confesiones realizadas durante los juicios. Lo más habitual era adormecimiento e intensas alucinaciones.

¿Ha cambiado tu opinión sobre las brujas?

Todas tenemos una bruja en el interior.

Mujeres que comenzaron a utilizar hierbas para controlar sus dolores y terminaron alucinando y teniendo experiencias psico sensoriales intensas pensando que eran reales.

¡Namasté!

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