Y ¿Qué puedo decir que no haya dicho ya? Ante todo, nunca dejes de sonreír.
– Yo siempre tengo algo que decir… Puedo decir muchas cosas, puedo repetir hasta la saciedad otras muchas, y las puedo decir de muchas formas diferentes… siempre con la intención de ayudar. De ayudar a otros y egoístamente ayudarme a mi misma.
Realmente no sé si tendrá alguna utilidad esto que hago, pero como todo en la vida, puede ser útil para ciertas personas e inútil para otras.
¿No os ha pasado alguna vez entrar a una habitación en la que hay amigos hablando?, vosotros estáis cerca y están hablando de vosotros sin saber que estáis presentes. ¿Quién optaría por decir hola? ¿Quién sonreiría y se alejaría sin decir nada? ¡Cuantas posibilidades… infinitas! Igual que decisiones…
Supongo que cada persona reaccionaría de un modo diferente. Incluso la misma persona puede reaccionar de un montón de formas distintas. Es difícil saber como vas a reaccionar a algo… depende de muchas cosas, de como te encuentres de ánimo, de las vivencias que hayas tenido ese día, de si estás de bajón o si, por el contrario, tienes la energía a tope, nadie lo sabe. Y hasta que no sucede algo no sabrás la reacción que te va a provocar.
Imaginad que tenéis un negocio, un negocio familiar en el que entran muchas personas conocidas. Casi nunca entra nadie desconocido.
Es un lugar entrañable en el que siempre se habla de todo y en el que todo el mundo se siente a gusto. Tan a gusto que se puede hablar sin temor a nada. Todos se conocen, pero… realmente nadie se conoce, nadie sabe si de lo que el otro habla es cierto o no. Eso es la vida. Hay que aprender a confiar, ¿o no? ¿Es mejor desconfiar de todos?
Otra nueva situación en la que se pueden dar infinitas posibilidades.
Y regresando al negocio, imaginad que es un negocio antiguo, de un pequeño pueblo, en el que la caja no es una caja registradora como las actuales, el dinero se guarda en un cajón de madera bajo el mostrador.
Todas las personas que entran en ese pequeño negocio saben donde está guardada la caja diaria. Hay días en los que en esa caja falta efectivo. Todos los que entran son de confianza, amigos o familiares. Todos son personas que han crecido y se han educado juntas. ¿Realmente se conocen? ¿Pueden confiar unos en otros? Según este hecho, no.
Los dueños observan y descubren quien es esa persona. Es un familiar de mucha confianza al que ellos aman profundamente… Es un familiar que no necesita dinero, no saben por qué lo hace y deciden no decir nada, a nadie. ¿Qué haríais en esta situación? ¿Diríais algo? ¿Dejaríais que siguiese ocurriendo? ¿Otra posibilidad? De nuevo infinitas posibilidades, tantas como personas hay en el mundo. ¿Y cuál es la correcta?
Cada persona toma sus decisiones y para ello se basa en sus principios, en sus ideas, en su forma de amar, de perdonar… Y ante cualquier situación y cualquier posibilidad ¿Quién va a tirar la primera piedra? ¿Quién decide que pesa más en la balanza?
¿Podrías perdonar? Si os enteraseis de algo así, ¿perdonaríais u os alejaríais de esa persona?… Complicadas decisiones frente a cualquiera de estas posibilidades…
¿Os ha pasado alguna vez que alguien a quien amáis decide sacaros de su vida? Puede ser por muchas causas, tantas como pensamientos. Quizás alguna de ellas puede ser porque no pensáis igual… por un malentendido, un desacuerdo, o porque ese día era un mal día para esa persona, unas cuantas entre infinitas posibilidades. ¿Qué haríais? Dejar de cruzar los mares o sonreír y mirar a otro lado.
Es un poco complicado, todos diferentes, todos con vivencias distintas y distintas formas de ver la vida, ¿quién puede juzgar un comportamiento? ¡Nadie!
Mi consejo, inclusive después de pasar por diferentes duelos: Nunca dejes de sonreír, sacude tu cabeza y aléjate.
Cada uno de nosotros debe decidir como enfrentar cada una de las infinitas posibilidades que dan lugar a otras tantas. Es a la vez sencillo y complicado. Todo depende de la elección. Y en encrucijadas difíciles hay que tomar la decisión sobre quien te acompañará el resto de tu viaje y quien se bajará en la siguiente estación.
De cualquier forma, creo que uno no debe vivir enfadado, yo intento no hacerlo aunque mi trabajo me cuesta. De verdad que vivo intentando no reaccionar, pero hay cosas que explotan en tu interior y tienen que salir, porque si no, el daño sería eterno.
Y si hay algo que hace daño, alguna traición, alguna decepción, creo que lo mejor sería intentar seguir sonriendo, sobre todo en nombre del amor de quien lo acepta y de la amistad, ya sea esta de amor o de sangre.
Egoístamente, hay que pensar en uno mismo, si no estamos bien, nada está bien. Pero sin que ese egoísmo nos engulla. Sería una vida de sufrimiento, soledad… desgracia.
Vamos a quitarnos el sombrero ante cualquier situación, intentando disfrutar el viaje, cada decisión desde el amor, es la correcta.
Cada decisión y cada posibilidad encontrará un premio o un castigo, no hace falta juzgarla. Estos efectos son inevitables y nadie puede escapar a ellos… no importa donde se escondan, hay cosas de las que no te puedes esconder. Llegarán tarde o temprano, en ti o en él o ella, tu ser más preciado.
¿Cómo se aprende de las vivencias? Es difícil, cada persona se queda con lo que le sirve y desecha el resto. Ese resto que quizás otra persona sepa utilizar.
Por eso, nada hay definitivo, nada es la verdad absoluta, no hay nada que sirva a todo el mundo, por eso nunca nos pondremos de acuerdo. Lo importante es querer vivir en una convivencia equilibrada e intentar no hacer daño a nadie.
¡Y, nunca dejar de sonreír!
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