No sé qué hacer

Escrito por Marié

14 de junio de 2024

No sé qué hacer, tengo ganas de de hacer algo, pero no puedo averiguar ahora mismo que es, así que me acabo de sentar en mi rincón favorito a garabatear.

Esto trae paz a mi alma y ya no necesito elucubrar más.

Aquí sentada he desempolvado recuerdos con mi padre, este sillón era el sitio que elegía para esperarnos cuando venía a llevar a mis hijos al cole en días lluviosos. Si cierro mis ojos puedo verle sentado con ese semblante amado, aunque siempre enfadado con el mundo (tiene varios herederos con esos síntomas). Se sentaba siempre con su pierna derecha estirada, su pierna lesionada.

Me hablaba de muchas cosas, le gustaba mucho hablar y escuchar, era la persona que mejor me ha escuchado, y que mejor ha atendido a cualquiera que tuviese necesidad de hablar.

Me hacía alusiones sobre muchos temas, pero algo que recuerdo en gran medida es cuando hacía referencias sobre la sabiduría.

“Los sabios”, ellos no se hacen, los sabios nacen, solía decir. “Él era sabio”. No sé si lo sabía.

Así que hoy voy a escribir vestigios que quedaron en mi memoria, al menos la información que yo creí entender, o lo que quedó en mí de aquellas bonitas horas conversando.

Hoy mi compañero de camino le ha hecho una pregunta en mi presencia, y quizás sea la causa de que haya empezado escribiendo sobre él. Espero que le llegue la respuesta que necesita.

Ser sabio no se fundamenta en acumular enseñanzas alcanzadas empleando mucho tiempo, esos saberes logrados materializan el saber, como indica su nombre, añadidos a la cultura en la que se han adquirido.

Sin embargo, se puede ser un gran doctor, o un prestigioso científico teniendo una amplia cultura general y carecer absolutamente de sabiduría.

¡Creo que me entiendes! ¿Verdad?

Yo considero que eso se aprecia al mirar a los ojos de las personas. ¡Acostúmbrate a mirar a los ojos, se aprende mucho! Sobre todo cuando te sostienen la mirada en lugar de ocultarla.

Opino que estarás de acuerdo con mis conclusiones: hay personas escondidas entre las demás con unas características que enamoran, ellas son las poseedoras de la más bonita sabiduría, son más evolucionadas que el resto.

Ellas demuestran su sabiduría porque se rodean de amor, no se suelen enfadar, están por encima de todo eso, manifiestan amor, amor por todos y por todo. Tienen como un halo especial que les envuelve y proviene de sus almas antiguas, parecen sensibilidades que han adquirido esa característica gracias a las experiencias acumuladas durante siglos.

Ellas son de las que tenemos que aprender, al menos servirnos de sus ejemplos.

Otra “persona sabia” que también me iluminaba con estos temas, era mi abuela Carmen, mi abuela paterna… ¡De casta le viene al galgo!

Ella me decía que la critica y los juicios gratuitos te alejan de la sabiduría, que en mi vida me encontraré con personas que no tienen conversación. Personas que tienen tan poca satisfacción o cultura que tienen que llenar su vida con críticas.

Critican a cualquier persona o cualquier situación que no concuerde con sus creencias o protocolos. Comportamientos que no les gustan… Aunque lo que cuestionan no sea criticable.

Por supuesto, tenía razón, he escuchado juicios sin piedad sobre hechos que no tienen importancia, sin valorar la causa o el motivo que existe detrás del comportamiento de la persona criticada. Sea este un dolor profundo o algo dramático sucedido en su vida.

O nada de esto, simplemente un comportamiento que no ha hecho daño a nadie, como limarte las uñas mientras tomas un café al sol, o salir en pijama a tirar la basura…

Aunque tampoco fuese esa la causa, sino una decisión totalmente válida, como cualquier otra bienintencionada, no sería correcto emitir juicios.

Criticar a otro es no tener experiencia y amor para dar. Cuando estás lleno de amor, cuando amas a las personas se manifiesta en cada comportamiento. Se está por encima de estas situaciones.

Ella me decía: » – ¡Salero! No te imaginas cuantos secretos viven guardados aquí, y se tocaba la cabeza y el corazón. Muchas personas me hablan de otras, y esas otras de las primeras, y yo escucho y callo.

Es un ejemplo que aprendí en mis años mozos “como ella decía” y he ido comprobando en mi propia vida. Es totalmente correcto.

Lamentablemente, he tenido que escuchar muchos juicios, “secretos”, y opiniones gratuitas, a lo largo de los años, y normalmente son emitidos por personas cuyos comportamientos son cuestionables (realmente como todos lo somos).

Yo he llegado a la conclusión de que esas personas alejadas de la verdad, las que necesitan criticar cualquier comportamiento, se centran solamente en los efectos, pero no tienen la capacidad de pensar en el porqué, en las causas de ese comportamiento.

Se permiten una crítica porque no tienen el suficiente amor en sí mismas para preocuparse en preguntar o interesarse en los porqués.

También he comprobado que son personas a las que les gusta sentirse escuchadas, rodeadas de otras personas que atiendan sus teorías, compartir su diversión a costa de comportamientos desconocidos para ellas.

Desconocen una ley universal, la ley de causa y efecto. Por eso no tienen empatía y regalan críticas. No obstante, esta ley funciona también para ellas, y en algún momento del camino encontrarán la horma de su zapato.

Realmente es algo que me produce una sensación parecida a la risa, soy risueña por naturaleza y me suelo reír incluso cuando estoy triste. Pero no hay cosa más absurda para mí y que en ocasiones me provoca eso, reír, que ver a una persona criticando a otra persona…

¡Señores, todos estamos aprendiendo, unos van por delante de otros, y todos necesitamos ayuda, no criticas!

Además, todos tenemos algo que llamamos consciencia, que es a la única que debemos permitir que nos ayude a corregirnos cuando no procedemos bien. ¿A qué reconoces a la tuya propia? Pues escúchala cada vez que vayas a juzgar un comportamiento ajeno, por desagradable que te pueda parecer. Quizás para el actor no sea así de desagradable, incluso todo lo contrario.

Tenemos mentes demasiado limitadas, casi todos, excepto las personas “que tienen el título de sabias”.

Pienso que cuando llegues a ser capaz de verte a ti mismo haciendo eso que estás criticando, estarás actuando con sabiduría. La vida es la gran desconocida y no sabes en qué te vas a encontrar mañana, así que no critiques hoy.

Prefiero buscar la razón escondida en los comportamientos, la causa oculta de una actuación. Se siente uno mejor haciendo esto, intentando remediar algo que pensamos que es equivocado (pudiendo no serlo), que juzgándolo.

La ley volverá a recordárnoslo, como decía mi abuela “arrieros somos…”. Resolviendo la causa tenemos la facultad de remediar el efecto…

Si te encuentras en una situación en la que no te agrade algún comportamiento, por conducta, o decisiones muy diferentes, decide bien el camino a seguir.

Las causas pueden ser sentimientos, actitudes, creencias más o menos de acuerdo con las tuyas y cuya secuela o efecto puede que sea una forma de expresión ¿agresiva, errada o acertada?, una manera diferente a la tuya ante la vida y ante las personas.

 

¿Quién está exento de algo?

Todos podemos estar comportándonos mal en opinión de otras personas.

El amor es lo que nos une, el que nos mantiene ensamblados, es la mayor fuerza de atracción entre nosotros.

Nos da la facultad de perdonarnos y librarnos de los resentimientos.

 

4 Comentarios

  1. María del Carmen

    Tú eres una de esas personas sabias, cuánta razón tienes en lo que escribes, ninguno estamos exentos y tenemos que mirarnos antes nosotros de hablar de nadie, pero hay veces que lo hacemos.
    No podemos escupir para arriba porque nos cae encima, gracias por esta enseñanza❤️😘

    Responder
    • Marié

      Ay mi Mari, gracias por pensar tan bonito de mi.
      Me queda tanto por aprender, además tú si que eres de ese tipo de personas, con un corazón precioso. Te quiero mucho. ❤️❤️

      Responder
    • Carmen vega

      Me gusta mucho lo que escribes y que razón tienes,aprendo mucho.gracias guapa

      Responder

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