Necesidades innecesarias

Escrito por Marié

24 de marzo de 2023

Probablemente, deba disculparme por mostrar siempre tan claramente mis ideas. Pero son eso, mis ideas, no son la verdad, no al menos la verdad de otros, simplemente son pensamientos que intentan acercarme a mi propia verdad. Es complicado hacer todo esto en un día, por eso son tantos. Y aprovecho para decir que hay quien piensa que un día es su día. Y como con todo en la vida, cada uno mira su propia existencia, sin pararse a valorar si las experiencias son reales. Y sin pararse a pensar que el mundo es diferente para cada persona que lo vive, pero no por ello menos similar para todos. Espero que al menos se dejen a un lado las necesidades innecesarias.

Intentaré apagar la sospecha y ayudar a aclarar que las personas siempre resultamos insuficientes para lo que se espera de nosotros y para lo que hemos venido a este mundo. Tenemos mucho trabajo por hacer.

En esta sospecha, por supuesto, está incluida una autocrítica, esa va siempre por delante, por eso digo mi verdad, no la verdad.

Creo que hemos abandonado nuestro poder, nos hemos vuelto incapaces de percibir la magia que emana de cada uno de nosotros. La gran magia que se desprende de cada uno en forma de sonrisas o lágrimas, de miradas, de conversaciones y abrazos, de gemidos de placer o de dolor. Con cada uno de ellos podemos realizar la magia necesaria para construir en lugar de para destruir.

Creo que hemos fijado nuestra mirada con más atención en lo menos importante. En lo innecesario, permaneciendo agazapados y escondidos en ellas, como los niños cuando se asustan y corren a esconderse bajo cualquier cosa en un rincón.

También considero que cada día hay más separación, o al menos es lo que se percibe, aunque cuando me detengo lo suficiente a observar con más detenimiento, veo que no es real, es solo lo que se ve en la superficie. Solo se ve la ausencia de las caricias en el momento oportuno. La ayuda pedida a gritos es respondida con kilómetros de mentiras, pero esas mentiras son mentiras dichas a uno mismo, para poder seguir viviendo, mejor dicho sobreviviendo. Eso no es vivir.

Por eso cuando profundizo un poco en las realidades ajenas, veo un comportamiento obsoleto, un idioma silencioso, miradas hacia otro lado y ausencias. Solo comparecen cuando las necesidades apremian, cuando ven mancilladas sus «ideas sagradas», por el rechazo de lo no comprendido. Y percibo que no es comprendido no por falta de inteligencia, sino por falta de ganas. Hay una desgana generalizada.

Y, por supuesto, estas cosas, que se creen incomprendidas, son rechazadas de antemano, sin luchas.

Veo más habitualmente una lucha por otras necesidades, necesidades que considero innecesarias, pero que en muchas personas forman parte de lo necesario para poder vivir.

Observo competencias habitualmente, incluso con uno mismo. Una vida de insatisfacción con lo realmente importante.

Todo se basa en la diversión, en el entretenimiento, en la continua actividad insatisfactoria. Nadie quiere acariciar su propia tristeza, nadie quiere sentir las mejillas húmedas, y nadie quiere acompañar estos sentimientos. Ignorando que ellos son necesarios en nuestra vida, son totalmente imprescindibles para nuestra salud.

Creo que debemos observarnos, a nosotros y a los demás, agradecer cada única y misteriosa belleza interna, y también la que mostramos al exterior. Mirar nuestro propio conjunto como lo que es, lo que nos va a acompañar hasta que dejemos de caminar por este controvertido mundo. Y este admirable conjunto está formado por nuestro cuerpo físico, manos, ojos, labios… y la piel que recubre todo, y que nos hace sentir maravillosas sensaciones.

” La civilización es la multiplicación ilimitada de necesidades innecesarias…”

Hay necesidades innecesarias que empujan hasta el infinito otros sueños menos avariciosos pero más satisfactorios y reales.

Sueños que permiten transportar los propios anhelos a término. Hemos relegado nuestra imaginación a un lugar inalcanzable, sin saber que ella es la que contribuye a despertar los poderes únicos y personales de cada uno.

Solo nos dedicamos a ciertos hábitos cuando se han encargado de que se transformen en necesidades. Cuando los hacen modas, entonces sí, volvemos la mirada hacia ellos, sin ver que han estado siempre a nuestro alcance. Pero, hasta entonces, solo eran empleados por los menos favorecidos.

Desafortunadamente, cuando los transforman en modas, alejan la posibilidad de estas personas más desfavorecidas de poder seguir utilizándolas. Porque aumentan su valor económico hasta hacerlo imposible.

Me provoca una gran tristeza estas situaciones. Sobre todo cuando oigo a estos nuevos adeptos decir que es lo último de la moda… incultura hasta un punto insufrible…

Ahora está de moda… mirar la luna… la luna que miraban nuestras ancestras…

Observar las estrellas que desde tiempos inmemoriales han sido observadas.

Utilizar los dones de «sanación», de «meditación», de relajación, de observación, que tantas y tantas culturas han utilizado desde su mismo origen. ¡Y lo llaman moda!

Lo que nunca lograrán las modas es llegar a visitar el maravilloso paraíso de quien ha nacido o se ha formado desde su nacimiento en todo este maravilloso mundo, por supuesto con la luna y las estrellas como silenciosos testigos.

Me siento afortunada por no tener grandes necesidades, me conformo con cosas como aspirar los aromas de buenos recuerdos aprendidos en familia. Por la suavidad de los momentos compartidos. Por poder detener el tiempo en momentos importantes. También por poder fugarme a la eternidad donde puedo navegar en unión con muchos que ya navegan en ella. Y todo esto es más real que cada necesidad innecesaria y vacía que veo a diario. Solo generan un gran vacío existencial.

Me siento afortunada también por escuchar susurros en mis oídos. O la intensidad de un roce en mi hombro como aviso de que algo no está sucediendo correctamente. La posibilidad que todo ello me ofrece, de fabricar cada día las alas que necesito para volar por esas inmensidades invisibles. Y sobre todo por no compartir esas necesidades innecesarias, ni ansiar la insatisfacción que provoca no poder alcanzarlas.

Nunca seré un quiero y no puedo, porque soy todo lo que quiero ser.

Y lo puedo decir, porque al mirar los ojos de ciertas personas veo en sus profundidades, veo mucho remordimiento, remordimiento que se enreda con los sentimientos profundos de cada uno. Por no haber sabido identificar lo realmente importante.

Observo cada vez más cerca el regreso de la más amplia verdad individual, el despertar de muchas personas que están logrando alcanzar su libertad desde la propia magia individual. Y veo también el regreso de la utilización de la protección frente a esas otras personas vacías, sosteniendo la espada del amor en alto y el enorme escudo del buen humor del que ellos carecen.

Pido perdón, por la vergüenza ajena que me provoca la ignorancia elegida, la incultura elegida. Por el deseo de no dejar salir la inocencia personal, por el desconocimiento de la dimensión mágica. Me avergüenzo de la superficialidad, de las personas que avanzan, pero no saben a donde se dirigen, También de las personas que no tienen tiempo para la vida real, de esos que viven para trabajar, que rinden culto al dinero, que son consumidos por el consumismo. De los que están profundamente dormidos, pensando que están despiertos.

En nombre de todos ellos sigo diciendo que creo en el silencio como mayor refugio.

Y él me susurra que invertimos demasiado tiempo en obtener un dinero que solemos gastar en cosas que la mayoría de las veces no nos satisfacen. Y tampoco son tan necesarias como creemos. Hemos sacrificado para ello otras necesidades, relaciones, familia, amigos por ese otro poder con tan poco poder.

Y solo decir que si esto de lo que hablo, es lo que buscas, ya lo tienes, sin tener que mirar a otras necesidades.

La cuestión no es lo que te falta, sino lo que te sobra. Pues ya venimos aquí totalmente completos, lo demás es superfluo.

Y tampoco necesitas esas palabras de otras culturas, porque la tuya ya tiene esas características pero con distintos nombres, incluso sin un nombre asignado.

Esas modas son las que aprovechan la necesidad de basar la vida en algo externo. Pero a pesar de ellas todos estamos completos, plenos, mágicos, solo hace falta que mires estas cualidades a los ojos.

Sumérgete en esta gran aventura sin necesidad de nada. Es un autodescubrimiento personal, una gran aventura personal, navegar tu propio océano y crear tu personal itinerario.

Sinceramente, mientras no consideres que eres tu viaje interno y no los viajes que emprendas mediante otros referentes que pueden no servir para ti, no podrás soltar esas necesidades.

Es enriquecedor aprender diferentes técnicas, buscar maestros, intentar alcanzar la espiritualidad a través de otros, pero a la tuya propia solo llegarás tú. Al fin y al cabo lo externo es demasiado automático, solo haces lo que te dicen que debes hacer, lo que está programado igual para ti, que para otros miles que aprendan junto a ti, y todos somos distintos. Tanto espiritual como físicamente, por eso las cosas físicas tampoco funcionan igual para todos…

Te invito a alejarte de ese mundo de necesidades e ilusiones que van rebotando en tu vida, y que van generando problemas sin acercar realmente ninguna resolución.

 

Lo importante es conectarte contigo, en lo más profundo vive el universo entero, ¡sé tú!

 

¡Namasté!

 

2 Comentarios

  1. Yolanda Carretero

    Merece parar un momento en nuestro día y leerlo con tranquilidad.
    Nos va hacer reflexionar y a la vez si merece la pena plantearnos muchas cosas .
    Cuando dices : que las personas siempre resultamos insuficientes para lo que se espera de nosotros » o «que préstamos más atención en lo que menos importa «.

    Responder
    • Marié

      Muchas gracias por tu reflexión Yoli. Un abrazo.

      Responder

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