Mirar hacia dentro en silencio

Escrito por Marié

20 de febrero de 2023

Meditar no es difícil, lo complicado es animarse a meditar

 

 

Para que cualquier problema en la vida pueda ser superado, lo primero es mirar hacia dentro en silencio. Esa es la herramienta y la mayoría de las personas la llama meditar. Aunque meditar es mucho más extenso.

Yo me pregunto que nos pasa últimamente que hay tanta ansiedad y estamos tan tristes.

E intento buscar una respuesta, aunque siempre son varias las repuestas y suelen ser las mismas, sentir culpa y pensar demasiado en el pasado, miedo e incertidumbre frente a lo que vaya a ocurrir y una inclinación enfermiza hacia el presente viéndolo demasiado hacia fuera y poco hacia el interior.

Y creo que los que vivimos alejados de la naturaleza, en grandes ciudades, sufrimos con más intensidad estas enfermedades. Por eso y a pesar de pecar de insistente creo que la única salida es fomentar aunque sea un poquito la interioridad. Pienso que actualmente no parece una prioridad para nadie y menos en la manera de educar, ni en casa ni en las escuelas.

Siempre suelo insistir en las mismas cuestiones, porque me parece importante, creo que es necesario vivir en el presente y desde el presente. Creo que debemos vencer las tentaciones de los grandes acosadores. Considero que en cualquier tiempo que miremos han sido los mismos, y ellos son el poder, el tener y el aparentar. Y después de mucho pensar sobre ello, la conclusión suele ser la misma, el silencio.

Considero que el silencio es el camino. Aprender a estar en silencio. No dar consejos ni opiniones gratuitas. Cada uno tenemos las nuestras.

Y ¿Por qué lo creo? Creo que es muy necesario hablar, comunicar, para poder sanar, pero antes de hablar y antes de tomar la palabra, es muy necesario el silencio. El silencio y una respiración consciente y sana, observando y agradeciendo cada doble respiración, vida y muerte en una. Lo normal inspirar y espirar, pero creo que solo vivimos espirando, solamente vertemos nuestras experiencias hacia el exterior.

Todos queremos contar, hablar, decir, presumir, como metáfora de espiración. Pero creo necesario también inspirar, descansar, callar, escuchar, acoger y aceptar todo lo que nos ofrezcan.

Silencio, silencio, silencio, es algo que me fascina, pero veo que para la mayoría de personas es algo difícil. Casi nadie se siente bien en silencio. Es más, creo que nadie estaría cómodo permaneciendo más de veinte minutos en silencio estando acompañado.

Incluso en soledad.

Estando en soledad, no nos gusta estar en silencio, porque realmente no es nuestra inclinación, no nos gustamos. Cuando el silencio nos rodea viene a nuestra mente todo eso que no queremos escuchar, todo lo que no nos gusta de los demás y que es precisamente lo que nos representa a nosotros… El orgullo, el miedo, la envidia, la codicia… la ambición.

Y son voces tan oscuras que no nos dejan escuchar otras voces que también aparecen en nuestro silencio como el bien, la belleza y la verdad.

Nosotros provenimos del silencio, no de un silencio profundo porque no existe, todo es sonido, pero el silencio originario, del que provenimos, nos muestra que somos extranjeros siempre, en cualquier lugar y tenemos que abrir nuestros oídos al silencio para poder comunicarnos.

Creo profundamente en las energías y en el poder de ellas si las utilizamos desde el corazón y para el bien. Considero que si todos cambiásemos nuestros conceptos, nuestras necesidades, seriamos capaces de cambiar el mundo. Pero hay quien prefiere que el mundo siga siendo igual…

Yo creo que es más sencillo de lo que parece, lo importante es querer y eso es difícil para muchas personas. Llámalo meditar si quieres, y en realidad está al alcance de cualquiera. Es lo que debes tener en cuenta.

Las cosas que más frenan a cualquier persona son ciertas emociones y comportamientos. Cada persona tiene distintas opiniones y la mía es que la más difícil de salvar es el miedo, pero la más dañina tanto para nosotros como para los demás es la soberbia… el ego.

Y como he dicho, sabemos muy poco sobre nosotros, demasiado poco del mundo que habitamos. No somos sabios, y la mayoría está muy lejos de querer serlo. El resto no está más cerca, pero al menos va por el camino correcto.

Deberíamos reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestra pequeña parcelita de saber. Afrontar que no somos infalibles, que no lo sabemos todo, que no somos superiores a nada. Deberíamos al menos, vivir en paz, con alegría y con serenidad en nuestra ignorancia.  Saber que mientras más aprendemos sobre cualquier cuestión, más cuenta nos daremos de lo lejos que estamos de saberlo todo sobre ella.

Se puede conseguir estando presente, gracias a la «meditación».

Lo que ocurre es que nuestras necesidades tiran más de nosotros que nuestras devociones. Necesitamos llenar cualquier vacío, ya sea de tiempo, de reuniones, de amor, de ruido… y lo llenamos sin tener en cuenta qué estamos con personas que no son sustanciales, que realizamos actividades dañinas o tenemos conversaciones que no aportan nada.

Y la mejor manera de conseguir evitar estas situaciones es aficionarte al silencio. Un pequeño momento cada día, hasta habituarte y encontrarte a gusto en su compañía. No es necesario, además de que es imposible, conseguir llegar a tener la mente en blanco (es un mito). La mente es algo que no podemos controlar, en absoluto, solo tenemos que aceptar lo que ella es, y dejarla divagar sin pararnos también nosotros en lo que pasa por ella.

El objetivo ideal no es llegar a la perfección, sino a tener el corazón tranquilo y en paz. Yo creo que lo que mueve nuestro corazón es lo auténtico no lo perfecto. Y dejando la mente así como te digo podrás acercarte poco a poco a tu verdadera realidad.

En cuanto a la cuestión de esta entrada, creo que hay muchas personas que no están bien en silencio, no soportan el silencio en compañía. Creo que, como casi todo, es cuestión de inseguridades. Pueden llegar a creer que estando en silencio denotan no tener nada que aportar y prefieren rellenar esos huecos con sinsentidos… mentiras.

Así que puesta a valorar, no como experiencia personal, pero creo que aunque no estamos cómodos inmersos en el ruido, hay quien está todavía más incómodo si hablamos de silencio.

Y ahora mi opinión personal, en mi silencio es donde germina mi creatividad, mi paz mental y todo ello me ayuda a llegar a la pequeña parcela de conocimiento que vive en mi interior y a la que no podría llegar inmersa en ruidos y distracciones. Es cuestión de perspectiva.

Volviendo a la soberbia, la mayoría de personas es víctima suya. El eterno anhelo de ser especial a ojos ajenos.

Ese afán soberbio solo tiene control a través de entrenamiento diario, como todo, el ego siempre quiere más.

Desde el silencio se pueden comunicar infinidad de cosas, debilidad o fortaleza y desde él la ayuda puede ser más efectiva, aunque pueda resultar incómoda.

Para la práctica del silencio tienes que hacerlo en compañía, no de manera aislada. Mantente templado ante las manipulaciones y opiniones provocadoras, no es necesario correr para llegar, andando llegas igualmente.

Las víctimas de la soberbia son fáciles de detectar, no suelen o no quieren escuchar, solo quieren imponer su opinión, siempre suelen ser competitivos en sus conversaciones, tienen en cuenta las clases sociales, o el poder económico, suelen hablar bastante, gesticulan de más, y sus comportamientos y conversaciones dependen de la persona que les está escuchando. Se hacen fuertes frente a quien creen débiles y débiles frente a quien consideran que tienen la razón.

Quien ha aprendido a vivir en silencio, a escuchar en silencio, suele respetar las pausas, no contestan ni reaccionan rápido. Aprecian el tiempo y contestan a las preguntas desde el amor y la opinión sincera.

Y en el lugar opuesto está el soberbio, el que tiene siempre que argumentar o debatir… la mayor enfermedad del ego.

Si la vida no gira a su alrededor, no se sienten en el lugar correcto. Tienen actitudes incoherentes, su volcán entra en erupción de manera instantánea.

El silencio ayuda a oír, escuchar, mirar, ver y sentir.

Me encantaría que el mundo fuera transformándose, aunque sea despacio, en más enfocado en el interior.

Intento entrenar diariamente este silencio y me genera confianza. Intento también no cerrar los ojos a lo que sucede en el mundo, y cuando me detengo un poco a mirarlo, creo que aunque existe más bien que mal, el mal vive en el ruido y el bien en el silencio, con lo cual, el mal es más audible.

Creo que observando bien, todo el mundo puede darse cuenta de esto, el mal es el que grita, frente al bien, que es el que calla, es el que espera y él que me da motivos para tener esperanza.

Aunque muchas personas consideren que esto es insustancial, creo que son sus opiniones gratuitas las insustanciales.

 

¡Namasté!

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