Mensajes para el corazón

Escrito por Marié

9 de septiembre de 2022

 

Siempre hay mensajes para el corazón que pueden llegar de cualquier persona que se cruce en nuestro camino, y también hay mensajes de retorno del corazón que hay que aprender a escuchar y saber transmitir.

Frisando los 52, recuerdo todos esos paseos con mis abuelos, por caminos, por parques, por la arena de la playa, por algún campo. Muchas veces de su mano y otras tantas a su lado escuchando, y vuelven a mi corazón todos esos mensajes, que más que mensajes parecían rituales.

Y digo rituales, porque cuando se dedicaban a cualquier actividad en mi compañía, solían ir hablando de lo que estaban haciendo, de manera que para mí era una forma de aprendizaje sin darme cuenta de ello.

Eran maestros, mis sabios maestros, que con sus secretos y sus conocimientos compartidos conmigo, de estas sencillas maneras, me ensañaban infinitas cosas sin hacerme sentir obligada a aprender. Pero lograban que lo hiciese y lo guardase gradualmente en mi corazón y en mi memoria, tal cual lo contaban. Un estilo de vida que siempre tengo presente y al que intento volver de vez en cuando, para exprimirlo y utilizarlo en mí caminar.

Me siento afortunada, afortunada por la familia en la que he nacido. Por haberlos tenido para mí, por haber disfrutado de su educación directa y de su compañía.

Mis abuelos, junto con mis padres me enseñaron que he venido a este mundo a algo más que simplemente ver pasar los días. Que hay que vivir y disfrutar de las actividades, que el trabajo tiene que ser amable, disfrutado y utilizado para vivir, sin dejarte absorber por él y sin vivir solo para trabajar.

Diariamente, veía en sus palabras que dentro de todos habita una grandeza inexplicable y que muchas personas no muestran.

Entendía que esa grandeza no se debe ocultar, y es lo más valioso que cada uno tiene.

Al contrario que hoy, ellos no se quejaban. Sus dolores, sus tristezas y vivencias difíciles eran suyas, no hacían sufrir a nadie con ellas. Después de su partida, he tenido conocimiento de muchas experiencias que tuvieron que sufrir, experiencias muy difíciles, y entiendo que no quisieran contarlas.

Porque ellos no querían molestar a nadie con esas penas. Gracias de nuevo a todos, por tanta enseñanza.

Hoy se suele hablar mucho de los dolores pasados, de las miserias y las desgracias pasadas. Sin embargo, hablar sin haber vivido es muy fácil. Y defender lo que no se ha experimentado, todavía más sencillo, hablar es sencillo, vivir no.

Yo invito a todas las personas que defienden situaciones y comportamientos indefendibles, a que se calcen los zapatos de los que realmente los han sufrido. Que intenten ver a sus hijos e hijas, o a sus padres, o a esa persona que tanto quieren en esas situaciones que defienden como normales y desde ahí opinen.

Pero sé que hay personas tan solas, tan inmensamente vacías, que les da igual todo, el dolor ajeno es solo eso… dolor ajeno. En su vocabulario no existe la palabra empatía.

Hoy todo el mundo se queja de todo. Todo el mundo insulta, maldice, ofende… no argumenta, solo humilla. No busca soluciones, solamente hecha la culpa a cualquiera para intentar no responsabilizarse de su parte.

Lo que ocurre es que la vida fácil, la vida cómoda, oculta la característica única que todos traemos, escondiéndola en el fondo de la conciencia. Nadie tiene ganas de esforzarse por ir a buscarla.

Por eso digo que soy afortunada, la enseñanza amorosa que recuerdo es la que me hace percibirme en otro nivel. Un nivel que ni el dinero, ni el placer instintivo, ni las comodidades lograrán jamás alcanzar, son cosas que se sienten o no se sienten, pero que no se pueden comprar.

Quizás por todas estas cosas escribo tanto sobre todos ellos, pienso que recibí un tesoro y me siento en la necesidad de compartirlo, de devolver al mundo parte de lo que me fue dado. Aunque sé, como he dicho, que habrá quien no entienda nada, ni quiera entenderlo, ni se esfuerce siquiera en intentarlo.

No puede ser que vengamos solo a pasar los días, a esperar algo que nunca llega, a quejarnos de lo que tenemos o no tenemos y de lo que hemos vivido o no hemos podido vivir.

Creo que hay algo que se escapa a la mayoría de personas.

Me gustaría que la vida, que el aprendizaje sea diferente desde los principios. Que no se utilizase la misma lógica para todos porque no todos somos iguales. Ante todo y por encima de todo creo en el respeto.

Y como no somos iguales y no pensamos igual ni nos comportamos de la misma forma, es complicado separar lo que unos definimos como bueno de lo que lo es para otros.

En la infancia dejaría que cada personita desarrolle lo que trae de fábrica, creo que así muchos momentos de felicidad estarían más al alcance de todos. Es un eslabón importante que debería estar presente en el comienzo de cada cadena.

Supongo que viviendo y creciendo así, se podría recuperar un poder innato, una sabiduría y una sensibilidad no utilizadas y largamente olvidadas.

Veo pasar los años y no me gusta nada lo que veo, no me gusta en lo que se ha convertido todo. Lo realmente importante pasó a la cola y solo se vive lo superficial.

Los desacuerdos, las diferencias, la competitividad, el ser mejor que…, el divertirse más que…, el mostrar más… Esas guerras perturbadoras continuas, insultos, egoísmo, insatisfacción… logran robar parte de mi esperanza.

Sé que todos tenemos la capacidad de perdonar, pero para eso hay que romper muchos muros construidos por nosotros mismos.

Hay mucho trabajo que hacer para poder ver esa luz que nos muestra la felicidad de las cosas que nos ha dado por llamar pequeñas, pero que no lo son.

Para mí es importante abrazar, no sé cómo definir, a ese ser amoroso que siempre está para mí, esperando mi llegada. También acariciar a las plantas y árboles, incluso a las rocas y minerales (si te gusta hacerlo). Pero por encima de todo, a las personas que tenemos enfrente y que nos negamos a ver.

Estos temas que giran en torno a recuperar esos poderes únicos, no son populares, porque son cosas que cuestan trabajo y esfuerzo. Y aunque la recompensa sea grande, no es instantánea, y es a lo que casi todo el mundo está acostumbrado.

Si hablas a la juventud del idioma del silencio, te miran como si mirasen algo irreal. Se ha perdido la capacidad de escuchar en esa zona donde las dimensiones se unen, donde se pueden escuchar tantas cosas imperceptibles habitualmente.

Entre la mayoría de los jóvenes aparecieron apenas sin darnos cuenta, los guerreros egoístas que han logrado casi derrotar a esos otros guerreros pacíficos y poderosos que meditaban sus actos naturalmente. Los que lograban llegar a un bienestar profundo. Ese bienestar es el que aprendí mezclando los ingredientes que me brindaron en mi niñez. Nos toca a cada uno utilizar la mezcla que mejor defina su personalidad.

Me gustaría volver a ver a mi alrededor esa sensibilidad olvidada. Más que olvidada, relegada al lugar más alejado. Quedó almacenada de tal forma que no nos muestre las debilidades y los dolores que nos hacen movernos y luchar.

Y por eso pienso que quien olvida su pasado se esclaviza y vive preparando una graduación vacía y sinsentido.

Además, nada en este mundo es para siempre. Los hechos lo muestran, casi todo lo que estamos viviendo de unos años a esta parte así nos lo presenta.

Y cambiar un itinerario, aunque sea desastroso, es difícil.

Muchas días y muchas noches de trabajo, de luchas internas y meditaciones. Escalones altos y sorpresas desagradables. Cosas ya superadas y de nuevo derrumbadas… cuando no haya remedio tocará llorar, pero quizás lo merezcamos…

La piedra preciosa puede volver a convertirse en el polvo del que salió…

Sigo eligiendo caminar descalza por un camino poco transitado, abrazar a los árboles que purifican mi energía y escuchar el canto de un bosque solitario. Y en esa sensibilidad participar del alcance que tienen mis sentidos.

Te invito a no privarte de este placer. Aléjate un poco de lo cotidiano, un poquito solo, unos minutos que seguro que tienes.

Para mí es muy importante, no podría seguir sin esta magia y esta parte espiritual y trascendente que todos tenemos.

No escondas tu alma, observa lo sagrado en ti, no es tarde para dar la oportunidad a lo realmente importante… las personas, las personas…

Lo importante son ellas, no lo que tienen o donde viven. Eso es frivolidad, es tormenta de arena que arrastra un huracán.

¡Vive lo importante antes de que sea tarde!

 

¡Namasté!

 

 

2 Comentarios

  1. Eriberto

    Me gusta el conocimiento

    Responder
    • Marié

      Eran buenos maestros.

      Responder

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