Los viajes del alma

Escrito por Marié

14 de octubre de 2024

Cuando un alma deja el cuerpo, suceden muchas cosas. En cada uno de sus tránsitos se suceden cosas similares, de acuerdo con la evolución de cada una. Los viajes del alma.

Cada vez que un alma deja su templo transitorio, su antigua biología deja de ser importante, es adelantada por una expansión de conciencia tal que siente que ha regresado a su verdadero hogar, siente paz, libertad, calma.

He presenciado ese tránsito más veces de las que me hubiese gustado, pero así es. Así que he comprobado lo que sienten y ven las almas prontas a viajar.

Sienten compañía, ven a quien las va a acompañar en el proceso. Y ya desde esos últimos momentos comienzan a sentir paz, aunque también alboroto interno.

Lo que coincide en todos los casos es que vienen amigos y familiares que ya han pasado este proceso, vienen a ayudar, acompañar y tranquilizar.

Algún familiar también me ha hablado de otros seres desconocidos, pero amables y llenos de paz. Seres espiritualmente evolucionados que hacen mas fácil el proceso. Supongo que serán lo que llamamos angeles, seres de luz, guías espirituales, maestros espirituales…

Lo que puedo decir sin lugar a dudas es que nadie se marcha solo.

Pasado el proceso los vuelvo a sentir, a unos antes que a otros. Todos se comunican, en unos es como una despedida, bueno más bien un hasta pronto. Porque continúan su camino, cada uno diferente pero similar, a lugares donde permanecen el tiempo que cada uno necesita.

Si sus últimos momentos han sido traumáticos, se fueron accidentalmente, o sufrieron mucho para hacerlo, suelen descansar antes de continuar, les ayudan a la recuperación de la tranquilidad suficiente y la seguridad para seguir su proceso.

Los que tuvieron vivencias o vidas duras, o experimentaron en algún momento falta de amor, también necesitan una transición especial, necesitan volver a quererse y ahi en ese lugar aprenden que solo existe amor.

Aunque no he conocido a ningún alma oscura, las almas de luz que he podido sentir me han comunicado que estás otras van a lugares muy duros, tan difíciles como mal hicieron o se hicieron en la vida que dejan. Y esto también lo he comprobado, viajando a estos lugares de sufrimiento. Son angustiosos incluso para los que hemos ido solamente de observadores.

Y algo que me resulta muy gratificante y que he sentido en todas las ocasiones, es que la energía del lugar se torna en amor y agradecimiento cuando se sienten acompañados y queridos por sus seres amados en este plano. Sobre todo si les ayudamos haciéndoles sentir que estamos bien.

Si sienten que no lo estamos, que estamos demasiado angustiados o tristes, pueden pasar varias cosas, que el momento de la transición se alargue demasiado, provocando que estén más intranquilos o preocupados. Esto provoca que se sientan más apegados y el proceso sea lento y traumático. Por eso con ciertas personas tardan mucho en marchar y con otras se dejan ir en paz.

Independientemente de lo que se sienta, no tenemos una responsabilidad consciente, porque la mayoría no conoce estos procesos. Esto es algo que me disgusta, porque debería de prepararse a las personas para que estos «hasta luego» sean menos difíciles y traumáticos.

Por esas causas, un alma no se desprende hasta que no siente tranquilidad y aceptación en su entorno.

Supongo que en algunos casos tiene que ser muy difícil, pero deberíamos esforzarnos por ellos teniendo en cuenta su bienestar.

Pasados los primeros momentos se pueden sentir alrededor o dejar de sentirse rápidamente, pero algo habitual es dejar de percibir su cuerpo como la persona que amábamos. Por eso nunca me ha gustado besarlos pasada esta fase.

Mi necesidad de besos, abrazos, cariños, las aprovecho al máximo mientras el alma y el cuerpo todavía están unidos. Pero respeto cualquier forma de «despedida».

Si después de esta transición no tenemos capacidad de sentir su nueva energía, suelen visitarnos en nuestros sueños.

Lo normal es que diferenciemos este tipo de sueños de otros. Por el mensaje que nos dejan o por su forma de comunicarse.

Si podemos sentir sus energías, o verlas despiertos, encontrarán la manera de acercarse, si están también preparados para hacerlo.

Y algo muy común y muy bonito es que las personas que siempre han tenido miedo de estas manifestaciones espirituales dejan de sentirlo cuando las perciben o las ven.

Ellos, al sentir que no les tenemos, y ver que estamos bien, sienten tranquilidad y pueden acercarse y hacerse notorios más habitualmente, de la manera que puedan.

Cuando sienten que les seguimos amando, que no estamos tristes y que siguen siendo queridos, sienten agradecimiento y pueden continuar tranquilos su proceso, sin manifestar en nuestra realidad cosas que nos puedan asustar.

Deberíamos intentar, por duro que sea, estar tranquilos, darles amor y paz en estos momentos e intentar no llorar ni angustiarnos.

Quiero dedicar esta reflexión a todas mis almas en procesos de crecimiento, estén donde estén en ese camino. Todas ellas, salvo alguna rara excepción, se han comunicado conmigo y se lo agradezco profundamente.

Es muy importante para mí. Y muy hermoso.

También quiero dedicar estas palabras para ayudar y enviar todo mi amor a las personas que están pasando un proceso de despedida de una persona querida.

Son momentos difíciles y surrealistas. Todos necesitamos a alguien que nos ayude a vivirlos con el amor más profundo y desinteresado, aunque nuestra alma este llorando.

 

Nuestro objetivo es reencontrarnos de nuevo, sin dolor.

 

¡Namasté!

 

 

 

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