Los siete niños de Écija

Escrito por Marié

1 de octubre de 2021

Leyendas o realidades Ecijanas

 

Hoy me desperté, con ganas de escribir sobre una leyenda Ecijana: Los siete niños de Écija.

Recuerdo desde muy pequeña oír hablar a mi abuelo Curro con mi padre sobre los Siete niños de Écija, ellos hablaban de bandoleros, pero no recuerdo bien aquellas historias, así que he investigado sobre ello en varias fuentes, voy a exponer un resumen de lo que he encontrado.

– Fuentes: Público, Ecijateca, palaciodelospalma, infoecija, ciberecija, museobandolero, Biblioteca virtual Miguel de Cervantes, franclips, filmaffinity, El Conciso, leyendasyfabulas…

Cuentan las leyendas

En Écija, los bandoleros que originaron este nombre, pasaron de guerrilleros patrióticos a ser los más temidos en aquella época.

Si nos remontamos en la historia, allá por el año 1808, las tropas francesas tenían invadida España. Sus ejércitos eran muy ordenados y bien adiestrados para el combate, muy organizados y capaces de hacer frente a cualquier ejército. Pero no lo fueron frente a un pequeño grupo de hombres que combatían con tácticas irregulares en forma de guerrillas, estos hombres eran llamados los siete niños de Écija. Este nombre sobrevivió a la historia así, porque sus componentes eran Ecijanos.

Es curioso, este grupo de bandoleros eran todo un dolor de cabeza para las tropas invasoras, siempre los llevaban a retaguardia, atacando a los rezagados, dejando al ejército contrario sin víveres.

El ejército francés ponía todo su empeño en atraparlos, pero si capturaban o terminaban con algún componente, inmediatamente aparecía otro hombre en sustitución. Parecía cosa de magia, independientemente del número de caídos de la partida, cuando tenían que ponerse de nuevo al frente, siempre eran siete. Daba igual que hubiera una baja o que cayeran la casi totalidad de los bandoleros.

Fueron unos héroes contra los franceses e hicieron de la guerrilla su forma de vida. Su acoso anárquico a las tropas napoleónicas, tenían como objetivo causar el mayor daño posible. En emboscadas de las que huían por caminos que conocían como la palma de su mano, ayudados por sus paisanos, quienes podían sentir admiración o temor. Un miedo compensado a veces por un puñado de monedas producto de un botín.

Como en otras partidas, la autoridad del líder era incuestionable, lo que garantizaba la fidelidad de sus miembros, conocidos por sus apodos.

Solo el jefe era llamado por su nombre. Bajo el mando del bravo capitán Luis de Vargas, se constituyó la primera banda de siete niños, que por diferentes motivos fueron muy perseguidos por la justicia.

Sus motes eran Juan Palomo, Satanás, Malafacha, Cándido, El Cencerro y Tragabuches, este último heredó el apodo de su padre, quien supuestamente se había comido un feto de burra. Fue Juan Palomo el segundo que subió al mando y en realidad se llamaba Diego Padilla, quien en 1815 pasó el testigo a Diego Becerra.

Entonces eran considerados unos asalta caminos que actuaban en Lora del Río, Marchena, Osuna y Écija, donde habían nacido Mimos, Hornero, José Gómez y Juan Escalera. 

El resto eran oriundos de otras localidades, si bien la leyenda quiso bautizarlos en el municipio sevillano, del mismo modo que los numeró con esa cifra cabalística. Cuando alguno caía en combate, era reemplazado por otro miembro, de manera que siempre parecían los mismos. Y no se puede decir que aquellos mozos que hicieron su propia guerra de la Independencia fueran unos niños.

Bandolero con su maja. / GUSTAVE DORÉCuando los invasores comenzaron su retirada, allá entre 1814 y 1818, hicieron suyas las carreteras entre Córdoba y Sevilla, incluida toda la campiña entre ellas. El comportamiento romántico de estos bandoleros lo lleva a tener fama nacional, frente a otros que permanecen más desconocidos. Este comportamiento es singular porque terminaron asaltando diligencias y caminantes, pero no secuestraban ni torturaban a ninguna de sus víctimas. Es más, les dejaban algo de dinero para que pudiesen continuar el viaje (aclarado por Martínez) especialista en historia militar. Hay un aire caballeresco reflejado por el artista Gustave Dore, durante uno de sus viajes.

 

– Gustave Dore

El más antiguo de los componentes que formasen, en cada momento, la partida, era el que se erigía en jefe.
Su solo nombre producía en los españoles ardiente entusiasmo, los consideraban héroes,  y en los franceses producía rabia concentrada. Siempre estaban al frente aun cuando el número de los enemigos era más que décuplo del suyo.
Siete contra setenta o contra ciento.

Caballos y jinetes hacían maravillas, maniobraban, huían en falso, se diseminaban y a cada momento el enemigo sentía, sobre si, el disparo o metrallas de sus trabucos.

Si vencían, exterminaban; si sucumbían, eran exterminados, y al día siguiente aparecía la partida, otros siete Niños de Écija renacían montados y uniformados del mismo modo, y eran tan bravos, tan héroes, tan astutos y conocedores del terreno como lo habían sido los Niños de Écija muertos a manos del extranjero.

Por esta razón se solía decir: Los siete niños de Écija, ni eran siete, ni eran niños, ni eran de Écija.

Hay quién asegura que en realidad eran más de siete, el único dato que aparece en las hemerotecas, y no hace mención directa a ellos al menos por el nombre, es la nota aparecida en la publicación de Cádiz El Conciso, el 2 de octubre de 1812, que dice: Por Écija andan unos 80 ladrones: anoche trajeron 10 de Osuna: ya tienen cárcel para un par de años. Es difícil saber si se podría referir a ellos, ya que hasta aproximadamente 1816 no son conocidos por los siete niños de Écija, anteriormente le llamaban, entre otros, Los ladrones de Écija.

La leyenda cuenta que fueron los propios franceses quienes le pusieron ese nombre.

El que pudieran ser más de siete explicaría como eran capaces de robar recaudaciones del estado que iban escoltadas por más de 200 soldados.

Con respecto a que no eran niños, es de suponer que no lo fueran, el único integrante de la banda del que se tienen datos, más o menos fiables, es de José Ulloa el tragabuches que se incorporó a la banda cuando tenía más de treinta años, y por cierto no era de Écija, sino de Arcos de la frontera.

Sea como fuese, aquel grupo de hombres eran héroes nacionales, y se les permitía todo, o al menos eso dice la tradición, porque en el fondo eran unos desalmados que tenían atemorizados a todos los lugareños.

Miembros que han pertenecido a la cuadrilla

A pesar de las discrepancias sobre el número de miembros de esta cuadrilla, si se reconocen como componentes de ella a los siguientes:

Juan Padilla, todos coinciden en que era el capitán de la cuadrilla. Luis de Vargas, Fray Antonio de Legama o Fray Antonio de la Grama, Pablo de Aroca, Ojitos, Juan Palomo, Satanás, Malafacha, Cándido, El Cencerro, José Ulloa Tragabuches, Juan Repiso, Francisco Huertas, Juan Antonio Gutiérrez, El Cojo, Zamarrita, Flores Arocha, Juan Alaya, Calzado, Mesa, El pintado, Francisco Narejo El cencerro, José Martinez El portugués, José Escalera, Diego Meléndez, Salvador de la Fuente Minos.

Sin embargo, se pueden añadir dos nombre más a esta lista, y que no aparecen en ninguna otra. En  otra entrada buscaré información sobre cada uno de ellos.

En la publicación «El Universal» del día 4 de noviembre de 1820, se realiza una consulta al Tribunal Supremo sobre … si después de restablecida la Constitución, puede desde luego aplicarse a Pedro Villalba, individuo de la feroz cuadrilla de salteadores con el nombre de niños de Écija, la pena impuesta a sus compañeros …

Es curioso, pero el artículo habla de niños de Écija sin mencionar el número, tampoco lo hace el siguiente…

El Universal del 30 de enero de 1823 habla de la captura de El Bonifacio miembro de la cuadrilla de los siete niños de Écija.

También en la misma publicación del día 30 de enero de 1823, se menciona, al menos a otro más:

Córdoba 12 de enero.

 

Anoche entró en esta ciudad el benemérito subteniente de cazadores nacionales D. Gerónimo Repiso, después de una expedición de seis días. El resultado de ella ha sido haber muerto a los dos famosos bandidos el Manchego Bonifacio que es aún uno de los titulados Niños de Écija, y otro llamado el Rubio, ambos en la villa de Jauja; haber aprehendido otros dos ladrones en la de la Rambla, cuatro caballos, dos mulos, algunos relicarios e infinidad de bolsas de harrieros, haldas y talegos….

Otros datos encontrados

No hay noticias relacionadas directamente con las andanzas de Los niños, pero si mucha referencia a ellos:

El constitucional, crónica científica y literaria, 31 de julio de 1820, página 5:

… El señor Moreno Guerra dijo qué no creia que fuese tanto el mal como se decía, pues no se sabia que hubiese cuadrillas nombradas como en tiempo del señor Don Carlos III, en que una cuadrilla robó en Andalucía al señor conde de Artois ni como en los seis años últimos en que estuvo la famosa de los niños de Écija , compuesta de siete hombres, y perseguida por siete regimientos, dos ó tres años, hasta que una casualidad hizo que cayese en poder de la justicia. Añadió que no era esto extraño en España por su terreno y olivares, y que esto dependía en gran parte del estanco del tabaco, pues cuando los contrabandistas de este ramo perdían un viaje, se echaban a ladrones …

Miscelánea de comercio, política y literatura, 3 de junio de 1821:

…pero es preciso saber que el cura Merino se refugíó en su país donde es fácil ocultarse por mucho tiempo, y mas una persona tan desconfiada que nadie sabe cuando duerme: ya se inferirá cuan fácil es esconderse en un país sumamente escabroso, cuando la famosa cuadrílla de los niños de Écija estuvo burlándose mucho tiempo del gobierno en un país abierto: no se tenga por baladronada, pero quisiera que en vez de los 150 hombres que tiene Merino tuviese 1.500 pues seria más fácil batirle y acabar con él...

Nuevo diario de Madrid, 2 de mayo de 1822:

El articulista se queja de que los avisos de España a Francia sobre la cercanía a nuestras fronteras de sus tropas no son tenidos en cuenta por el país vecino, alegando entre otras cosas, que aún se mantienen en puestos claves a muchos afrancesados, en mitad del artículo habla sobre el oficial que consiguió desmantelar la cuadrilla de los niños:

Se nos ha asegurado que el valiente militar don Vicente María de Líaro ha sido llamado por el ministerio para tomar el mando de las tropas deben atacar a Jaine. Esta medida es sumamente honorífica a los que nos mandan.
Lo sería mucho más si se le agregase otro distinguido manchego, el celebre don Vicente Abad que supo esterminar á los Niños de Ecija y la facción de Zaldivar.

Hay diferentes cuentos, poemas y romances sobre los niños de Écija:

Se han escrito muchos romances y poemas sobre ellos, algunos con posterioridad a su desmantelamiento como el aparecido en la publicación El Zurriago, página 19 de 1821, que aunque tiene un toque humorístico nos muestra a unas personas a las que la vida de los demás parece que no les importa mucho. El autor no aparece en el original.

 

Cuentan que los niños de Ecija,
Una mañana de mayo
A un fraile de san Francisco
En una venta atraparon.

 

Ola, dijo el uno: amigos,
De esta echa la logramos:
Vereis que sermon tan lindo
Nos predica este santazo.

 

Vaya, padre: suba usted
Encimita de ese carro
Y largue mas Tologías
Que tienen tres Breviarios.

 

Hijo, por amor de Dios,
Decia el fraile llorando
no puedo respirar!
¿No lo ves? ¡Si estoy temblando!

 

Ea, pues rece V. el creo,
Le contesta aquel malvado,
Y montando la escopeta
Se prepara á despacharlo.

 

El póbrete se arrodilla
y llama a todos los santos.
Pero dice otro ladron:
Hombre…. mas vale dejarlo.

 

Lo dejaron en efecto:
Mas despues, á poco rato,
se sentaron á comer
y como faltase un banco,
uno coge á nuestro fraile
me lo tiende boca abajo
 se sienta en sus cosytillas
Como si fuera un dornajo.

 

Hacía el padre mil gesto;
Con aquel peso abrumado
Y sudaba mas manteca
Que sale de tres marranos.

 

Notólo esto el capitan
Y de compasion llevado,
Le dijo al que estaba encima
Del paciente franciscano:

 

Hombre lástima me da
que ese pobre está penando;
siquiera por caridad
pégale un par de balazos.

 

Muchas , gracias, dijo el fraile,
¿Para que es ese trabajo?
¡Si yo estoy muy á mi gusto!
¡Si no estoy incómodado!

 

– El Zurriago 1821.

 

Una historia de los siete niños (cuento corto)

A la plaza de Mesones habían llegado aquella noche, completamente de incógnito, varios de la partida, que después de realizar uno de sus famosos atracos, querían pasar la noche en el «Mesón del Puente», el más caro de los que en nuestra ciudad existían por aquel entonces, y en donde se hicieron pasar por ricos comerciantes.

 

Habían de madrugar a la mañana siguiente, ya que su capitán Luis de Vargas, les esperaba en las más morena de las sierras, para tomar cuentas de sus correrías. Por este motivo, después de saciar su apetito y mermar las bodegas de la casa, acordaron retirarse a sus aposentos. Mas no fiandose los unos de los otros, decidieron entregar el fruto de sus rapiñas a la posadera, -viuda, cincuentona y de buenos sentimientos-, quién se lo guardaría hasta que, a la mañana siguiente, todos reunidos volverían a pedírselo. Advirtiéndole antes a la buena señora que no entregara nada a ninguno por separado…

 

Pero Tragabuches, que era un pillo, ideó un astuto y fino ardid; y apenas el grupo de bandoleros habiase retirado a sus habitaciones: dijo el tal tragador a sus compañeros:

 

– En ninguno de los jarros tenemos agua, así es que voy a pedirsela a la posadera. Y dirigiendose a ésta, le habló así:

 

– Me encargan mis compañeros que me des lo que nos has guardado.

 

La posadera negose a tal cosa pretextando que era condición indispensable estar todos reunidos, pués así se había pactado. Pero ante la insistencia de Tragabuches – que como digo éste pedía, contestando todos con un rotundo y unánime ¡si!.

 

Se consumió la burla del saqueador Tragabuches, y en vano esperaron sus compinches el agua, ni ésta ni el tal Traga estómagos de aves llegaron, y las iras de los burlados se desataron contra la pobre mesonera, tan sencilla y tan buenaza, y a quienes los bandidos querían sacar a toda costa el botín perdido, sin atender a razones.

 

Estando a punto de ser muerta a trabucazos, tuvo la hostelera una luminosa idea.

 

– Bien señores míos -dijo- estoy dispuesta a entregaros lo que dísteis a guardar, pero olvidais el requisito más importante, que habría de ser a todos juntos, y ahora falta uno. Id en busca de vuestro amigo y os lo entregaré al instante.

 

Y así señores fué como salvó la piel la posadera y Tragabuches dejó de pertenecer a la partida más célebre de todos los tiempos. Claro que para no perder ni prestigio ni número, el estratega capitán Luis de Vargas admitió, con el mismo álias, al más recomendado aspirante a «Niño de Écija».

 

– Luis Vélez de Guevara. Écija

 

Esta es Écija, la más fértil población de Andalucía… que tiene aquel sol por armas a la entrada de esa hermosa puente, cuyos ojos rasgados, lloran Genil; y después, haciendo con el Darro maridaje de cristal, viene a calzar de plata estos hermosos edificios y tanto pueblo de abril y mayo. Y no se olvida de su celebrado rollo, aquel gentil árbol berroqueño que suele llevar hombres, como otros fruta…

 

Biblioteca virtual Miguel de Cervantes

 

Novela «Los siete niños de Écija» de Manuel Fernández y González

Los Siete Niños de Écija, es la novela de aventuras por excelencia. Impresionante. Bandolerismo en Andalucía capitaneados por Juan Palomo, el que dijo aquello de: Me llamo Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como.

 

El lector quedará impresionado desde el comienzo de la novela:

 

El día 6 de diciembre de 1817, a las doce de la noche, los vecinos de la calle de Regina en Sevilla, habían despertado despavoridos por los disparos que habían retumbado secos y terribles en medio del silencio…

Según la novela Los siete niños de Écija de Manuel Fernández y González, los siete niños son:

Juan Padilla, el tragabuches, … Venía luego un tal Elías Pérez apodado Moscardón, después Lucas Ramos alias el Ciervo. Le seguía Luis Sánchez por mote Engrudo. Juan Padilla hermano del capitán de los Niños y la joven Luisa, cerrarán la lista de los famosos bandoleros de Sierra Morena.

Salvo Padilla y el tragabuches, el resto no coincide con ninguna de las listas, incluso en la novela, uno de los integrantes es una mujer.

 

– Imágenes: franclips

 

A lo largo de sus páginas encontramos el desarrollo de los personajes que componían los llamados Siete Niños de Écija, esto es: Diego Padilla más conocido por Juan Palomo, el famoso capitán de la cuadrilla; José Ulloa alias Tragabuches que siempre iba cantando aquello de:

 

Una mujer fue la causa
de mi perdición primera;
no hay perdición en el mundo
que por mujeres no venga.

Película basada en los Siete niños de Écija

Bandoleros, bandidos, sheriff, indios, etc. Los_siete_ninos_de_ecija-140641822-large

Título original; Los siete niños de Écija

 

Año 1947

 

Duración 95 min.

 

País México

 

Dirección Miguel Morayta

 

Guion Miguel Morayta

 

Música, Luis Hernández Bretón

 

Fotografía Jorge Stahl Jr.

 

Reparto Julián Soler, Rosario Granados, Pepita Melia, Rafael Banquells, Florencio Castello, Roberto Banquells, Anita Muriel, Roberto Corell, Hernán Vera, Francisco Jambrina, Jorge Mondragón, Luis Beristáin, Carlos Villarías,

 

Productoras Producciones México

 

Género Drama. Aventuras

 

Fuente: filmaffinity

 

¡Namasté!

7 Comentarios

  1. Rafael Montero Bermudo

    HISTORIAS DE VANDOLEROS
    LOS NIÑOS DE ÉCIJA
    (Recogidas en pliegos de cordel)
    ————–

    Capitulo Primero
    …. A las luces del alba por las estribaciones de Sierra Morena envueltos en polvareda todavía casi confusa por la poca luz de la hora, siete jinetes bajaban por el camino de S. Nicolás del Puerto, a lo lejos, entre el polvo y la niebla matutina contrastando con el horizonte se divisaba parte de la mole del Castillo árabe de Alanís, por delante, las inmediaciones ya de tierras de Las Navas.
    Siete trabucos cargados contra injusticias e inoperancias; siete dioses de la sierra, siete razones de esperanzas, siete apoyos con sus facas para desahuciados en mala racha, siete; siete eran los que bajaban ya metidos por el cauce del Retortillo, sorteando sus barrancas; siete jinetes sobre sus jacas como relámpagos cabalgan, a las grupas, cimbreantes como juncos abrazadas a las cinturas, un ramillete de guapas hembras les acompañan: “Ojitos el Cañatero” , “Manué Pelotesbienpuestos”, Juan Luis “el panaero” , “ Andel el pescaor”, “Cholete el del Lalala” , Javier Costal “el escobero”, Rafael “el expulsao” … y otros tantos por apuntar que ya esperaban expedito el camino por las inmediaciones de la Ermita de Las Huertas a una legua de La Puebla de los Infantes; allí tomarían desayuno y avituallamiento en una conocida venta, estratégicamente situada y donde se moverían con confianza: un buen tazón de leche de cabra con café portugués y masa frita en abundancia, la que los lugareños dan en llamar: jeringos. En un ambiente discernido bajo los ramajes que formaban el techo de aquella lúgubre estancia tomada por posada, se intercambiaron: saludos, opiniones, informes, razones y unas copas del “Dios de Rute” ¡buen aguardiente mesonero! Apuntaron algunos: entre cómplices y contagiosas risotadas que dieron música al habitáculo ¡Bueno está valientes! Que queda camino y trabajo por hacer, dijo el capitán de aquella “trupe” al que todos obedecían.
    Con unas hogazas de pan blanco y unas tiras de carne de venado asado para el camino completarían la parada y un tropel de briosos caballos se puso al trote dejando atrás un: ¡hasta siempre mesonero! ¡Que Dios te bendiga! Y un montón de polvo que los hizo perderse de vista quizás antes de lo que la luz hubiese permitido. Ojitos “el cañatero”, capitán de la partida, revisaría los planes asegurándose de que todo seguía funcionando tal como lo tenían previsto, el camino tortuoso y peligroso, aunque trillado y conocido por todos, a partir de entrar en el valle se tornaría más comprometido, situación que aceptaban y a la que se enfrentarían si se diera, plantando cara llegado el momento, con el acostumbrado derroche de ingenio arrojo y valentía.
    Llegarían hasta Peñaflor, pero sin entrar en la aldea, donde se partirían en dos grupos: unos, siguiendo “Al panaero”, mano derecha del de Cañatos, tomarían por el camino de Moratalla dejando a un lado Palma y continuando hasta la altura del arroyo de las Culebras, por donde se meterían a la búsqueda del palmar de la Cañá del Rabadán. Ahí, en las inmediaciones deberían permanecer parapetados haciendo tiempo y controlando con posiciones de vigilancia por parte de algún miembro en el Villar y otro de vigía también, ya más cerca de los Abades, donde estaría el lugar destinado al “trabajo”, esa era la misión encomendada y ahí debían permanecer. El tema de sostenimiento alimentario se resolvería con un almuerzo de campaña, eso es, repartidos bajo unas encinas cada uno cercano a sus puestos comerían parte de lo que traían en las alforjas más un par de gallinas asadas que les acercaron unos pastores de los Silillos que se conocían. Todo ello con el mayor de los sigilos y sin apartar ni un momento la vista en el horizonte, pues era el encargo de Ojitos el Cañatero y las cosas entre esta gente iban en serio.
    Ojitos marcharía con el resto río abajo hasta cruzar por un vado cercano en busca de la Cañá Jimena y por Las Niñas de Arcos a Mochales donde apresurarían la marcha, pues el llano y las lagunas los harían demasiado visibles; cruzarían el Arroyo de la Argamasilla y darían en parar donde La Madre Fuente, tras un breve descanso y ojeo a los alrededores, se refrescaron todos, incluidos las bestias y darían un salto hasta una venta conocida. La del Rey que así se llamaba y donde eran bien recibidos; allí harían el almuerzo previa distribución y colocación de los puntos de vigía; pues aunque eran como de familia estos no se fiaban ni de su sombra.
    Fin del primer capítulo.

    Aquí llevas otra muestra de lo que el tema da de si. Esta mía y en tono de humor, que escribiera para dedicársela a un grupo de amigos ecijanos. Borraala si no te gusta… sin problemas.

    Responder
    • Marié

      Buenas, amigo. Muchas gracias por esta preciosa historia. Me encantan las historias y leyendas de bandoleros. Como voy a borrarla, me parece entrañable.
      Y si en algún momento quieres que te publique algo, no tienes más que decirlo, para mí sería un placer, respetando tu autoría y poniéndola en la publicación por supuesto.
      Me ha gustado mucho la mención a la venta del Rey, que supongo que sería la más tarde llamada Villanueva del Rey, donde he pasado los mejores momentos de mi infancia y primera juventud.
      Gracias de nuevo y saludos afectuosos.
      Marié.

      Responder
    • Jose

      Amigo Rafa, un abrazo desde Écija, por unos días estoy en nuestra Écija.

      Responder
  2. Rafael Montero Bermudo

    Marié esto es el primer capítulo de una historia compuesta de seis o siete y que lo hice en plan broma cuando estábamos un grupo de ecijanos por estos medios. La Venta del Rey aún existe y esta a seis Km. de Écija, pero en la carretera de Marchena, Arahal, Morón… a la altura de Villanueva del Rey más o menos. Yo voy a comer de vez en cuando porque lo hacen bien (van muchos camioneros y viajantes)
    La trama se basa en que unos pocos ecijanos que residen en Barcelona, vienen al pueblo de vacaciones «sacando pezcuezo» y presumiendo, porque ahora pueden y dispuestos a ponerse moraos de morcillas, molletes, roscos… y como los bandoleros se enteraron pues preparan el asalto antes de que entren en Écija a la altura de los Abades… la referencia a lugares y territorios son lo más fiel que se, pero los componentes de la «partía» te lo puedes imaginar. Solo te apunto que «Ojitos el cañatero» capitan de la partía, soy yo… el que parte y reparte, se queda con la mejor parte. Un saludo y que sepas que me gustan estas cosas que escribes.

    Responder
    • Marié

      Que buenooo. Me imaginé algo, por lo de «cañatero», ya me sonaba familiar.

      Jajaja. Me parece una historia muy divertida y normal que te quedes con la mejor parte, para eso eres el artífice.

      Me alegro de que te guste también lo que escribo, intento acercar a las personas que conozco parte de la historia que quizás de otra forma no leerían.

      Siento mi equivocación con respecto a la venta del Rey, al leer Rey lo asocié a Villanueva del Rey. Pero con tu aclaración, creo recordar haber ido con amigos en alguna ocasión.

      Gracias por compartir.

      Responder
  3. Rafael Montero Bermudo

    Marié ayer te contesté y no me di cuenta que me dejabas tu ofrecimiento, en cuanto a lo de publicar algo… gracias, te lo agradezco, lo que pasa es que yo voy poniendo alguna de mis cosillas en una especie de blog que me hice hace años: Astigitanus de Cañatos y para lo que hago hay suficiente. De todas formas te lo agradezco, me descuidé y no te lo dije ayer.

    Responder
    • Marié

      No pasa nada, ha sido un placer leerte, y sabiéndolo, ya me daré una vuelta por tu blog para seguir aprendiendo. Gracias por la información. Saludos.

      Responder

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