Cerrar capítulos
Llegó de nuevo diciembre, bienvenido sea. Llegó el mes de la recapitulación, de los buenos deseos y mejores propósitos.
Esta mañana, uno de mis hijos me dio los buenos días y me dijo: – ¡Mamá hoy es 1 de diciembre! -. Lo dijo ilusionado, bendita ilusión.
Y ya que en este mes muchas personas reflexionan sobre los procesos de transformación y ofrecimiento de sus mejores intenciones, hablemos de ello.
En estos días siempre se piensa en corregir errores, en dejar atrás costumbres perjudiciales y, evidentemente, apuesto por cerrar capítulos para escribir nuevas páginas. Hojas en blanco donde poder continuar conectados con lo bello e importante de las personas que hemos conocido y escribir sobre las que irán llegando a nuestra vida.
Considero que la existencia, o al menos de este modo lo creo de la mía, se edifica gracias a los amigos, a los seres queridos que forman parte de todas las vivencias compartidas.
Cada persona que ha pasado por mi vida, forma parte de mi historia.
Y dentro de cada libro vivo, las historias acaecidas están compuestas por diferentes episodios.
Cada uno de los momentos compartidos con alguien son los capítulos. Y cada capítulo compone el camino que construye y da forma a cada persona.
Hay capítulos dignos de recordar y otros que quizás quieras dejar en el olvido, pero todos ellos son fundamentales. Todos ellos te han encaminado hasta aquí.
Un mal capítulo no significa el final de una historia. ¡Hay que seguir leyendo, o escribiendo!
Esta mañana, el comentario de mi hijo, me hizo recordar todo lo que se suele desear en estos días, y este sentimiento desempolvó una antigua plegaria hebrea que me parece la más cautivadora manera de ofrecer nuestros buenos deseos a las personas amadas:
Antigua Plegaria Hebrea
… Que tus despertares te despierten. Y que, al despertarte, el día que comienza te entusiasme.
Y que jamás se transformen en rutinarios los rayos del Sol que se filtran por tu ventana en cada nuevo amanecer.
Que tengas la lucidez de concentrarte y de rescatar lo más positivo de cada persona que se cruce en tu camino.
Y que no te olvides de saborear la comida, detenidamente, aunque «solo» se trate de pan y agua.
Que encuentres algún momento durante el día, aunque sea corto y breve, para elevar tu mirada hacia lo Alto y agradecer, por el milagro de la salud, ese misterio y fantástico equilibrio interno.
Y que logres expresar el amor que sientes por tus seres queridos.
Que tus brazos, abracen. Y que tus besos, besen.
Y que los atardeceres te sorprendan, y nunca dejen de maravillarte.
Que llegues cansado y satisfecho al anochecer por la tarea satisfactoria realizada durante el día. Y que tu sueño sea calmo, reparador y sin sobresaltos.
Y que no confundas tu trabajo con tu vida, ni tampoco el valor de las cosas con su precio. Y que no te creas más que nadie.
Que no te olvides, ni por un instante, que cada segundo de vida es un regalo, un obsequio, y que, si fuésemos realmente valientes, bailaríamos y cantaríamos de alegría al tomar conciencia de ello.
Como un pequeñísimo homenaje al misterio de la vida que nos acoge, nos abraza y nos bendice.
¡Despertar, en cualquier ámbito es algo bueno, quizás lo mejor que te puede ocurrir!
¡Mi deseo es que estos despertares te encuentren y los recibas con los brazos abiertos!
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