Hoy hace 10 años

Escrito por Marié

13 de diciembre de 2019

Hoy hace 10 años ya papá.

Un 13 de diciembre, en el año 2009; esa habitación en la que habíamos dormido contigo, tus tres mujeres, en tus tres últimas noches; no era una habitación fría, no ese día, porque esa habitación estaba llena de seres queridos, tus seres queridos.

¡Estábamos acompañándote muchísimos familiares y amigos, todos tus hermanos querían pasar contigo tus últimos momentos!!!

La habitación estaba repleta, sentados, de pie… Incluso las salas de espera, el pasillo… Todos querían despedir a una gran persona, querían darte su último adiós cuando marcharas a la eternidad.

Estábamos emocionados, hablábamos, recordábamos cosas vividas contigo… Lo bueno que aportaste a todo y a todos…

Esto me hace también emocionar al recordar que esa espera era por ti, ya sabíamos que eran tus últimos momentos con nosotros y queríamos ayudarte en ese paso.

Incluso tu doctora, la que tanto habló contigo en tus últimos días… Estaba emocionada… En esos días pudo conocer a una gran persona, percibió el cariño que te tenía todo el mundo.

Sabía que estaba ante una persona especial y también sentía tu pérdida. Nunca imagine que una doctora acostumbrada a perdidas habituales, se emocionara así, también tocaste su alma, como no podía ser de otra forma.

¡Desde la distancia, recordar esos momentos, también en cierto modo, me hace sentir bien, me hace sentir que todo el que te conoció, te amó!!! Para todas y cada una de las personas que se cruzaron en tu camino, tuviste respuestas, te amoldaste a ellas y a todas supiste ayudar.

Ese carácter tuyo de rebeldía y enojo ante las injusticias, no nos molestaba, era algo que te definía, y por el que todos también te recordamos.
Querías cambiar el mundo y lo hiciste, dejaste algo tuyo en todos los que te conocimos, algo que nos hizo mejorar como personas.

Un recuerdo que nunca olvidaré, una palabra que sonaba a cada instante ese día y en días sucesivos:… “Ángel”…., todos decían lo mismo, toda persona con la que hablé, me decía que eras un ángel en la tierra!!! Y no puedo dejar de sentir un inmenso orgullo.

Es inevitable sentir tristeza porque te fuiste muy pronto y a la vez felicidad, por haber compartido nuestras vidas contigo, disfrutando de tu compañía, tus consejos, tus enseñanzas.

Por muchas cosas te estoy agradecida… muchísimas, aunque siempre se me escapará alguna…. Eres tan grande…
Hoy te doy gracias por ellas… Pero por encima de todo, por tu luz, por tu fuerza, por tu presencia:

“Te doy gracias por ser el paciente agricultor de nuestras almas, sembraste tus semillas y las cultivaste con un amor y una entrega infinitos.”

“Tu cosecha fue recibida con gran ternura y a pesar de no habernos llevado en tu interior, construiste un cordón de tu corazón al nuestro, que nos unió para siempre.”

“Te doy gracias por sostener nuestro mundo cuando nosotras todavía no sabíamos, por hacernos percibir que todo estaría bien, mientras así lo necesitásemos”

“Te bendigo porque de ti aprendimos cómo protegernos, cuidarnos y guiarnos. Hoy somos quienes somos gracias a tu aportación a nuestra vida, nos enseñaste que lo que necesitásemos corregir y mejorar, era labor nuestra, nos invitaste a asumir ese proceso y responsabilidad.”

“Tu mirada, fue la que nos enseñó a ser miradas y reconocidas; respetadas, valoradas, amadas.”

“Tu amor, fue el que nos mostró como merecemos ser amadas, el que nos dio confianza para mostrarnos como somos, diferentes, aceptadas con nuestros defectos y virtudes, comprendidas en nuestros comportamientos, dignas de respeto y amor.”

“Tus besos, tus abrazos, fueron los que dejaron memoria en nosotras de cómo debemos ser tratadas, en total respeto, amor y entrega.”

“Tu confianza, nos enseñó a superar nuestras preocupaciones, quejas, miedos, tristezas, sentimientos de culpa, equivocaciones y a sanar nuestras heridas.”

“Esa eterna serenidad tuya, nos mostró como liberarnos de los recuerdos dolorosos, errores cometidos, sus causas, sus efectos, y a perdonarnos.”

“Tu empatía nos enseñó a aceptarnos plena y conscientemente y a aceptar igualmente a los demás, a no querer cambiarlos; a evitar juicios, críticas, nos mostró que todos somos maravillosos y únicos, dignos de amor y de respeto.”

“Tu magia nos enseñó a romper las ataduras que encadenan nuestra libertad. A restablecer nuestras auténticas cualidades, a disfrutar de este mundo maravilloso.
También a vivir en el presente, a aceptar las pruebas que tenemos que superar y hacerlo de la mejor manera posible. A observar conscientemente el mundo, sin apegarnos a cosas temporales e intentando buscar nuestra espiritualidad.»

Como hijo, nos enseñaste el respeto más profundo hacia tus padres, Y como padre el amor más incondicional y universal, hacia nosotras.

Por todo ello te doy gracias nuevamente, cumpliste tu labor de la mejor manera posible:

Gracias a ello nos miramos en equilibrio, con compasión, vemos nuestra propia luz.

Nos ayudaste a ayudarnos a nosotras mismas, de manera que nadie pueda manipularnos ni controlarnos en contra de nuestra voluntad.

Con tu rebeldía y con tus comportamientos frente a las injusticias, guiaste nuestras tendencias a no seguir las normas socialmente establecidas, a ser innovadoras, pensadoras.

Tu ejemplo y tus ganas de aprender siempre sirvieron para que viésemos que mejorando nuestra vida personal e inmediata y teniendo una personalidad equilibrada, nos ayudaría a perfeccionar nuestra parte espiritual y nuestra alma. Y sobre todo nos motivó a perseguir la sabiduría y el crecimiento personal.

Y que lo importante es luchar por estos objetivos, no lo que piense el mundo.

Continuamos, como no, siguiendo las huellas de tu camino, que conducen a tu sabiduría.

Siempre nos sentiremos acompañadas por ti, en cada paso, pues el cordón que creaste entre nuestros corazones, es inquebrantable y eterno.”

Siento un orgullo tan inmenso por ser tu hija, que nunca me cansaré de hablar de ti.

Afortunadamente, tenemos otro ángel que sigue con nosotras. Y al igual que nosotras, te recuerda, te añora y te quiere.

Y por encima de todo, nos enseña cada día, con su bondad infinita, con su entereza y su fuerza, que es posible que dos seres tan buenos puedan conocerse y seguir amándose eternamente.

 

“Te querremos eternamente, abu Paco.”

 

¡Namasté!

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