En el mundo de los ciegos…

Escrito por Marié

21 de octubre de 2024

En el mundo de los ciegos cualquier tuerto puede ser Rey. Un refrán que escuchaba habitualmente a mi Paquillo, él vivía en constante desacuerdo con los conformistas de la mediocridad.

 

LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE – Radialistas

Compañeras, compañeros de camino, hoy voy a compartir con vosotros un cuento oriental, es un cuento que puede ayudar a pensar e intentar sacar conclusiones comparándolo con la forma de vida actual.

Es una historia Derviche (del turco derviş, (pobre, místico errante, del persa: درویش, darvīsh, (mendigo), entre los musulmanes, especie de monje).

Como explicación e información, la danza de los derviches es un baile tradicional del mundo musulmán, ligada al sufismo e impulsada por los ascetas de esta religión. Es probable que sus orígenes sean muy antiguos, anteriores incluso a la época cristiana, pues su raíces se hunden en la cultura persa.

 

Los ciegos y la cuestión del Elefante

 

Más allá de Ghor, había una ciudad muy particular. Todos los habitantes eran ciegos. Una mañana, una caravana llegó cerca del lugar pregonando la sensacional atracción: ¡Un elefante!

 

La población, que jamás había escuchado nada parecido, estaba ansiosa por conocer al elefante. Y algunos ciegos de la comunidad se precipitaron a conocerlo.

 

Como no sabían ni siquiera la forma ni el aspecto del elefante, tantearon ciegamente para reunir información.

 

Cuando volvieron, los conciudadanos impacientes se apiñaron a su alrededor. Todos estaban ansiosos buscando la verdad en boca de aquellos que habían protagonizado tan fabulosa experiencia.

 

Preguntaron entonces: ¿Qué es un elefante? Y escucharon todo lo que aquellos dijeron…

 

A Elmita, una madura matrona de la comunidad que, sin saberlo, había tocado la oreja, la interrogaron en primer término acerca de la naturaleza del elefante. Ella dijo:

 

-“Es una cosa grande, rugosa, ancha y gruesa como un felpudo”.

 

Alí, un impetuoso muchacho, interrumpió:

 

—¡Yo conozco los hechos reales! Es como un tubo recto y hueco. Tiene una fuerza interna capaz de aspirarlo todo, es horrible y destructivo. Pero conmigo, ¡no pudo!

 

El anciano Nazur, reconocido por todo el pueblo por el sonido quebrado de su marcha, explicó:

 

— Es fuerte, poderoso y firme como un pilar.

 

Cada uno había palpado una sola parte del elefante.

Cada uno pudo percibir lo que palpó.

 

Y si cada uno hubiera podido pasar por todas las partes, hubiera aprendido algo más que su verdad ya conquistada.

 

Todos imaginaron algo, no conocían la totalidad. Pero ninguno de los ciegos de esa ciudad, al igual que nosotros, podría llegar a conocer objetivamente al elefante en sí mismo.

 

El conocimiento no es compañero de los “ciegos” . 

 

Los humanos se informan, pero el conocimiento no tiene que ver con el intelecto, la “mente” puede separarnos de la totalidad.

 

PARÁBOLA ORIENTAL (LOS SEIS CIEGOS Y EL ELEFANTE) - YouTube

Como ocurre con cualquier cuestión, todos tenemos una opinión personal que depende de nuestra experiencia y nuestras situaciones, por eso nadie debe ser juzgado.

Tampoco debemos caer en la tentación de sentirnos poseedores de la verdad absoluta, y creo que estamos rodeados de personas con esta condición.

Y entrando a analizar este cuento podemos entender que todos tenemos puntos de vista distintos y todos ellos tienen parte de verdad. Cada uno según su experiencia propia.

Cuando no tenemos una visión completa de una situación, sea esta la que sea, no podemos intentar convencer a nadie de nuestra visión. No podemos enfocarnos solo en nuestra verdad sin tener en cuenta la incapacidad de otros de tener nuestra misma perspectiva.

Este cuento demuestra que todas las descripciones tienen razón, y a la vez ninguna es completa. Si comparamos el cuento con la vida, puede ocurrir lo mismo. Inteligencia, creatividad, emoción… muchos valores pueden definir nuestra verdad.

Nada en la vida define por completo ninguna cuestión. Los diplomas no definen a la persona, ni su inteligencia, todo depende de muchos factores. La totalidad en inteligencia o en emociones, o en arte, no existe, como en ningún ámbito. Todo es relativo e incompleto.

Y sobre todo la inteligencia comparada con la creatividad. Creo que ambas tienen que ir de la mano para crear una mejor realidad.

Considero que la mejor manera de demostrar inteligencia es teniendo formas creativas de resolver problemas. Pero cada uno de nosotros tendría una definición distinta, nadie tiene la visión completa para una definición completa.

Si nos observamos como personas que somos y de manea fragmentada, como intentan conocer al elefante, el debate sería eterno, como todo en la vida actual. Creo que el mundo hoy no tiene la capacidad de hacer ni siquiera un pequeño esfuerzo por intentar comprender o siquiera intuir la complejidad o la sencillez de la vida, y solamente observa como aquí, partes, sin mirar el conjunto.

Todo es demasiado relativo y ademas desesperanzador, al menos a mis ojos.

No me gusta que pese más lo que se hereda sin valorar su veracidad que lo que ayuda a ser mejor. No acepto este tipo de enfoque.

Realmente, si nos quedamos detrás de un enorme roble, no podremos disfrutar del robledal.

De ahí la actual sociedad, siempre incompleta, cada observador la define según su interés y su lugar en ella. Debería ser nuestra gran madre, el saco amniótico del que alimentarnos y crecer, pero no es así. Pensar en mejorar la sociedad es una tarea compleja en la que hay que utilizar todos los recursos, no solo unos pocos.

Y regresando al titulo y a uno de mis refranes preferidos, quiero también reflexionar sobre él, porque hoy lo puedo aplicar a muchas cosas.

Comenzando por decir que donde hay falta de algo, quien posee un poquito es totalmente sobre valorado. No podemos quedarnos con esto, es mediocridad total y absoluta. Dicho de otra manera, puede definir una situación difícil en la que alguien con pocas habilidades está en mejor posición y tiene más éxito que aquellas personas que no tienen ninguna. Así nos va.

El refrán  es atribuido a Erasmo de Rotterdam (filósofo, humanista y teólogo neerlandés del Renacimiento), el cual utiliza esta metáfora para resaltar que el conocimiento puede ser irrelevante en una sociedad que no lo valora, algo a lo que tendemos actualmente, de nuevo «mediocridad».

Lo que yo observo y me llena de inquietud es que nadie se esfuerza por ser mejor, y las personas que lo hacen, viven sin esperanza porque no reciben ningún reconocimiento. Por eso, de un tiempo a esta parte se impone una desesperanzadora mediocridad.

¿Porque? La respuesta es muy sencilla, hay quien tiene unos intereses particulares que pretenden que la sociedad sea mediocre para continuar haciendo crecer esos intereses,

Con una educación menor, se puede ser dominado, como siempre ha sucedido y tendemos, de nuevo, a ello, ¡Que triste que pocos se den cuenta!. Que triste que existan personas que se dejen domesticar y decidan hacer lo que les dictan.

Nos queda educar a nuestros hijos en sus personales capacidades, en sus habilidades, en esfuerzo y voluntad. No para que sean «normales», sino para que sean «excepcionales», educados, respetuosos, con valores, criterio propio, sentido individual, o colectivo si esta sociedad fuera mas completa), amor propio y personalidad.

Ellos aprenden por imitación, lo difícil es enseñar a padres jóvenes a educar a sus hijos cuando ellos no están educados. ¡Muy triste! Si les amonestas, defienden lo indefendible. Me cansa infinitamente intentar que muchos jóvenes y mediocres padres entiendan, aunque no dejo de intentarlo.

Se han roto los roles de crear una sociedad educada, inteligente y respetuosa.

¡Y sí! Basta con que miremos alrededor o recordemos, cualquier persona mediocre en conocimientos, aptitudes, habilidades, o en cualquier otra cualidad, sobresaldrá comparada con otra que lo posea en menor medida… Un mínimo de humor es suficiente para sobresalir allí donde no hay ninguno…volvemos a los chistes. Hay quien se gana a los ciegos con chistes.

Y lo mas triste es que al mediocre se le suba a la cabeza su liderazgo, y mas triste aún, que los ciegos se lo crean.

Este antiquísimo refrán deja tuertos a los victoriosos, o victoriosos a todos los tuertos… ja ja ja. Sigue siendo triste.

Anécdotas de este refrán creo que podemos encontrar todos en nuestra propia vida. ¿Quien no ha ganado algo porque el ganador real no estaba? La pena es que nos creamos reyes en estas situaciones… mediocridad pura y dura.

Rezo por que cambien las formas, independientemente de los poderes, pero que permitan una educación publica al alcance de todos, que de lugar a una excelencia cada vez mayor en la sociedad. Cosa que dudo y veo cada vez mas lejano, pero que deseo con todo mi corazón.

Desafortunadamente, con pena observo que todo va de mal en peor, falta de recursos, apatía generalizada, desesperanza, ansiedad, depresión, estrés, desigualdad, separación, competitividad.

 

El refrán trae a mi pensamiento que el poder siempre es relativo, y que la personal percepción de superioridad depende de demasiado poco.

 

Elijo, a pesar de lo que veo, conservar mi nombre completamente, esperanza, mi salvavidas en tantas ocasiones.

Espero que nuestra realidad no continué como la observo, es inquietante lo por venir.

 

¡Namasté!

 

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