Cuentos para ir hacia la vida

Escrito por Marié

15 de diciembre de 2020

El cuento de la Semilla

En un rincón de tu casa ha aparecido la semilla… El cielo entona canciones que hablan sobre los planes del Creador tras las puertas del tiempo… El viento dispone sus huestes estratégicamente antes de que llegue el atardecer y la luz mengüe en detrimento de la oscuridad.

La semilla se acomoda en tu mano y como es costumbre te cuenta su historia:
Muchos se preguntan qué fue primero el huevo o la gallina, pero pocos van más allá del tapiz donde el huevo y la gallina son una misma cosa, esperando a entrar en el tiempo para eclosionar: un plan, un sentido, una experiencia del creador en la creación.

Y no todos estamos destinados a ejercer este plan… Yo misma que contengo los planos de una criatura vegetal… Obra de arte celestial explorando los caminos de la luz y la oscuridad… Dibujando las líneas de la belleza sobre el tapiz de la vida y la muerte… Yo misma, jamás llegué a ser ese árbol.

Cuento de la semilla: Todo empieza con la vida y la muerte, aunque solo se trate de una puerta que se abre cuando naces y se cierra cuando mueres. Lo importante, dicen, es todo el camino que hay entre ellas, pero en mi caso no hubo camino.

Nací junto a todas mis hermanas, dispuestas a entregarnos a los siervos de la vida, con sus monturas de viento nos llevarían a la tierra prometida, dónde los sueños del creador ocurren sin rechistar… Pero yo me caí.

Una caída tonta y todos los planes se fueron al traste. Quedé atrapada entre la maleza y permanecí en el olvido. Yo, una entre millones, bendecida con el plan del creador y terminé olvidada por la primavera… Se largó y me dejó tirada entre hojas ahora secas.

Primero pensé que no podía ser que el creador hubiera planeado ese destino para mí. Pero pasaron las estaciones y mientras mis hermanas cumplían con su propósito yo pude primero ver y con el tiempo contemplar el plan de esa parte del tapiz. Y me di cuenta que quizás el creador no fuera tan perfecto y poderoso, entonces yo podría ser un medio para hacer más probable su plan. Pudiera ser que mi destino fuera ocupar el espacio que necesita el fracaso para no ocupar el sitio del éxito. Quizás y solo quizás, mi existencia fuera ocupar esa probabilidad, para que mis hermanas viviesen la otra cara de la moneda. Así fue como empecé a preguntarme: ¿Por qué yo?

Cuento de la semilla: Pasaron más estaciones y mientras mis hermanas cumplían con su propósito yo pude, primero ver y con el tiempo contemplar el plan de esa parte del tapiz. Y me di cuenta que quizás yo no era lo importante. Al ver pasar una y otra vez la primavera, lanzando vida por doquier sin mirar ni una sola vez atrás, pasando por mi lado sin ni siquiera derramar una sola mirada. Quizás y solo quizás fuera producto, de una forma aleatoria de crear vida automatizada absenta de sentimientos. Así fue como empecé a preguntarme: ¿Sabe el creador que yo existo?

Pasaron más estaciones y mientras mis hermanas cumplían con su propósito yo pude, primero ver y con el tiempo contemplar el plan de esa parte del tapiz. Y me di cuenta que no importaba lo que yo pensase, pues nada podía hacer atrapada entre esa maleza. Decidí poner fin a todos esos momentos en los que creí que mi vida sería distinta, cumpliendo el plan con el que había venido a la vida. Y decidí mirar adentro por si el creador había puesto algún plan más, que yo no hubiera podido ver y fue entonces cuando encontré un vacío.

Un inmenso espacio vacío en el que una fuerza muy familiar me empujaba a escribir mi propio plan. Esa energía era como una mezcla de inspiración y melodía; se repetía una y otra vez cuando miraba hacia dentro en busca de otro plan. Así fue como empecé a preguntarme: ¿Y ahora qué? Y por primera vez realmente me hacía la pregunta a mí misma.

Cuento de la semilla: Pasaron más estaciones y mientras mis hermanas cumplían con su propósito, yo llené ese espacio vacío con mis planes. Y por muchos planes que hacía, siempre había un inmenso espacio vacío. Y siempre que miraba en mi interior notaba esa fuerza tan familiar que me impulsaba a crear, como una llamada desde muy lejos con aromas de reencuentro y camaradería. Decidí en uno de esos impulsos tomar esa fuerza y dejarme llevar con ella…

Me vi en la mano del creador, junto a una casa, en un rincón… Contando mi historia para que tu la escucharas y juntas en este espacio vacío, ahora crearas, con esa fuerza tan familiar con aromas de reencuentro y camaradería.

Y en uno de esos impulsos tomes esa fuerza y te dejes llevar por ella…”

Tomate un momento para estar en calma y en intimidad…

Tu diario de viaje a mano… Respira tres veces e imagina que tienes esa semilla en tus manos… Puedes entrar dentro de ella y ver todos los posibles planes que esta semilla estaba preparada para llevar a cabo…

Observamos árboles majestuosos que se elevan por encima de la Tierra y dan cobijo a una infinidad de seres…

Entre todos estos posibles planes hay una persona que conoces, piensa en esa persona y anótala en tu diario… Déjate llevar, quizás no la veas, quizás te venga solo un nombre o un recuerdo… Que sea tu imaginación quien le abra las puertas…

Ahora pídele a esa persona: “Necesito tu ayuda… ¿Por qué no se cumplen mis expectativas? Tráeme un recuerdo contigo que me ayude a comprender…”

Escribe todo lo que te venga, recuerda tienes libertad literaria total. Deja un espacio en blanco cuando termines, por si a lo largo del tiempo se le ocurren a esta persona más cosas que contarte sobre ti.

Dale las gracias por todo lo que te ha dicho…

Cuentos para ir hacia la vida.

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