Despertar espiritual

Escrito por Marié

17 de septiembre de 2021

Vamos a salir de nuestro escondite privado

 

Despertar espiritual.

La palabra despertar es frecuentemente utilizada, tiene muchos significados, incluido lo que hacemos por las mañanas después de haber dormido.

Cuando despertamos por las mañanas lo hacemos sin esfuerzo, simplemente ocurre. Podemos despertar debido a un ruido o sencillamente porque hemos dormido lo suficiente. Esta es una maravillosa metáfora para comprender el concepto de despertar espiritual.

Despertamos espiritualmente, no por seguir una religión con devoción, sacrificios, siendo buenas personas o por simplemente intentar despertar espiritualmente. Despetar a nuestra espiritualidad consiste en extender nuestros sueños a la consciencia.

Una de las maneras que puede provocar nuestro despertar espiritual puede ser el ruido intenso que emite el mundo tal cual lo estamos experimentando hoy. Por lo tanto el momento actual es idóneo para un despertar masivo si nos dejamos llevar por las acciones correctas.

Otra forma de llegar al despertar espiritual de forma negativa, como la anterior, es por haber permanecido demasiado tiempo dormidos a causa de nuestros pensamientos de separación entre nosotros y la divinidad. Esta situación nos provoca sufrimiento, aunque no lo percibamos como tal.

Estamos en un profundo sueño y cuando el despertar llega a nuestra vida, descubrimos que somos mucho mas de lo que podiamos imaginar. Igualmente descubrimos que ya lo eramos antes de entrar en este profundo sueño.

Paso a paso

Si nos paramos a examinar como puede llevarnos a despertar espiritualmente el estridente ruido que nos rodea, llegamos a la conclusión de que puede ser motivado por varias causas: Puede ser el ruido interno que realiza nuestro corazón por la insatisfacción de la vida actual.

Este intenso alboroto interno, puede acrecentarse si dedicamos nuestros momentos de descanso a ver diariamente noticias sobre como está el mundo en estos dias. Es muy doloroso vivir contemplando diariamente sufrimiento, es mas gratificante intentar hacer algo para solucionarlo.

Otro motivo que puede ayudarnos en nuestro despertar es rechazar el conformismo, alejarnos de las satisfacciones banales que nos aportan las cosas puramente materiales. Podemos despertar por esta causa y percibir que nuestra presencia aquí se debe a un propósito mas elevado. Y a la inversa, el deseo de satisfacer este propósito es una de las causas mas potentes para provocar nuestro despertar.

Con bastante frecuencia nos perturban los enfrentamientos que sentimos como humanos, los malentendidos. Las cosas que nos definen, la mayor parte de las veces, chocan con los grandes problemas que tenemos que solventar en la actualidad. Problemas de comportamiento, desigualdad, ira, ingratitud, competitividad, materialismo, apatía, aburrimiento.

¿Cómo podríamos aceptar este mundo tal y como es?

¿Cómo podríamos resolver los problemas de nuestro mundo con imparcialidad y compasión?

La generación actual es, sin lugar a dudas para mi, la que marcará la diferencia en adelante, estamos ya preparados para resolver nuestras inquietudes espirituales.

Hay profecías antiguas de diferentes culturas que hablaban sobre ello. Se llevan estudiando estas profecías, que circulan desde antaño, por diferentes movimientos filosóficos, religiosos y culturales. Entre ellas tenemos declaraciones de los Ancianos Hopi (nativos americanos) que nos hacen una preciosa revelación:

 «ya estamos aquí aquellos a los que estábamos esperando».

Si observamos el mundo y nos detenemos a estudiar como es actualmente, surge la pregunta:

– ¿Puede ser cierta esta afirmación Hopi? –

Tiene sentido si consideramos el ruido mundial debido a la situación critica que genera una fuerza que obliga a despertar. Este ruido es tan efectivo como si nos ponen en la casa de al lado la música a todo volumen a una hora intempestiva.

Reflexionar

Si cada uno de nosotros, individualmente nos paramos a reflexionar sobre los problemas del siglo XXI, realmente son incomprensibles y nosotros nos aferramos a querer arreglar las cosas externas. Nos obsesionamos por alimentar a los hambrientos, curar a los enfermos y corregir cualquier error del mundo exterior, masivamente.

Haciendo esto nos percatamos de lo que se ha logrado mediante pesados esfuerzos: Las personas nos las arreglamos para hacer cosas buenas, pero no intentamos llegar a la raíz de los problemas. Estos problemas parecen estar en algún lugar en el centro profundo de la naturaleza humana.

La mayor parte de las veces la solución a un problema nos lleva de cabeza al siguiente problema a resolver. Por ejemplo el desarrollo de armas defensivas cada vez más avanzadas para protegernos o la idea de calentar nuestros hogares con combustibles fósiles.

Tenemos este hábito de arreglar las cosas externamente, esta muy bien establecido cuando nos toca lidiar con nuestros problemas. Esta actitud viene de una postura basada en la mente «egocéntrica».

El sentido que tenemos sobre quienes somos, basado puramente en el pensamiento provoca que solo consideremos las soluciones a nivel superficial a problemas mundiales, y estos problemas en realidad son mucho más profundos.

Debemos llegar a comprender que los contratiempos de nuestro mundo serian más eficazmente resueltos en el nivel de su origen, muy por debajo de la superficie.

Podemos comenzar con lo que llame nuestra atención acerca de nosotros mismos.

Cada cosa que perturbe nuestra paz mental indica la dirección de la solución interna dentro de nosotros que también perturba nuestro propio corazón.

Así, los disturbios de la vida pueden ser contemplados como parte de esa fuerza del despertar, diseñados específicamente para eso.

Enfocar los asuntos mundiales y los personales internamente, no obstaculizará nuestra capacidad de ofrecer servicios concretos cuando sean necesarios «ayudar a personas con problemas económicos…»

La cuestión no es hacerlo o no hacerlo. Buscar la solución interna es añadir otra dimensión a la conciencia de nuestra situación, esto abre las puertas a las infinitas posibilidades.

Vamos a interiorizar 

Si nos sentimos perturbados por como está el mundo o por problemas o dilemas, podríamos preguntarnos:

¿En qué parte interna de mi comportamiento quiere este problema que enfoque mi atención?

Seguiremos el rastro de nuestra atención hacia nuestro interior, accediendo a nuestras profundidades, allí encontraremos la esencia de la naturaleza humana, no solamente lo que pensamos que debería haber allí. Nuestra atención nos llevará inevitablemente a las raíces de cualquier tendencia humana.

De esta forma aprenderemos a percibir que nuestro corazón sabe como llego a nosotros la situación que nos provocó el problema. Forma parte de lo que somos en nuestro interior y que es común a la unidad que formamos con el resto del cosmos. Aunque si nos paramos a pensarlo, nos hubiera gustado poder rechazar esa parte.

Llegamos a la conclusión de que podemos encontrar todo lo que pensábamos que nos gustaría y al no encontrarlo nos provoca enfado con el mundo actual en general.

Aquí nos damos cuenta de que estos mismos problemas son los que nos guían a la consciencia de esas partes nuestras, si estamos dispuestos a reconocerlo, a las oportunidades de sentir lo que hay dentro de nuestros corazones, escondido detrás de nuestras manifestaciones exteriores que lo provocaron.

Perdón

¡Hay que buscar estas cosas y sentirlas para sanar sus formas externas! Si rechazamos lo externo con enfados, críticas y juicios, y pretendemos tener la razón frente a las opiniones ajenas, estamos reforzando solamente nuestros rechazos. Tenemos que sentir  e incluir todo lo que nos hemos permitido juzgar para liberarnos de ello.

Con cierta frecuencia, nuestras religiones y tradiciones espirituales nos dicen que debemos perdonar.

¿Se trata de lo mismo?

Es lo mismo en un sentido profundo. Si encontramos dentro de nuestro propio corazón las cosas que debemos perdonar o las personas y actitudes, seremos capaces de poder hacerlo. Con lo cual la conclusión es perdonarnos a nosotros mismos

Llegados a esta conexión, percibimos claramente que perdonar a los demás y perdonarnos a nosotros mismos es lo mismo. Toda cuestión que encontramos difícil de perdonar en nuestra experiencia externa, está conectado directamente con una parte en la que nosotros mismos necesitamos atención y compasión. Por eso intentar arreglar o cambiar el comportamiento externo de otras personas sin conectarnos con nuestro interior primero, es un error, no alcanzaremos la conexión profunda a través del corazón que se nos ofrece externamente.

Juicios, críticas

Los juicios que hacemos de la visión limitada de nuestro mundo y de nuestra mente vamos superándolos poco a poco. La amplia realidad de lo que realmente somos es lo que llegamos a conocer con el despertar espiritual.

Si hemos dormido lo suficiente, estamos preparados para entrar en una nueva conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno.

Salvo que estemos dispuestos a observar de forma complaciente la violencia, la contaminación, la pobreza, la injusticia, el hambre y cualquier otra cosa negativa, nuestra propia vida nos motivará a abordarlas.

Pero no por ello debemos pensar que lo exterior es todo lo que podemos manejar, ya que nuestra capacidad de cambiar el mundo externamente es limitada.

Si abordamos las dificultades siguiendo las respuestas internas puede ser más poderoso que las acciones externas.

Cuando nos conectamos con nuestro mundo a través de nuestro corazón humano podemos tener una relación íntima con cualquier dificultad que llegue a nuestra vida.

Podemos encontrar su raíz, en el interior de nuestra fuente humana, y en ese lugar encontraremos la paz. Podemos hacer una trato interno y personal.

Conclusiones

A medida que vamos soltando lastre, actuemos o no externamente y dependiendo de a situación, nuestra energía sera diferente.

Hemos concluido que nuestro enemigo es nuestra forma de interiorizar la ira o la culpa como defensa de nuestro enemigo externo.

Estamos de acuerdo, y puede ocurrir que se reaccione aceptando las acciones que en otras situaciones se hubieran rechazado.

Si los que creemos enemigos no crean procesos internos, no nos enfrentaremos ni tendremos la necesidad de que modifiquen su conducta para mantener la paz. En su lugar percibiremos que todos tenemos diferentes formas de pensar y las del resto de personas lo que hacen es ampliar las nuestras, mostrándonos la unidad que formamos entre todos. Todos somos uno. Nada está excluido.

Desde esta conclusión, cuando seguimos con nuestra rutina diaria y un camino se abre ante nosotros, lo tomaremos con una nueva energía unificadora, vitalizando nuestras acciones y ayudando a que todo lo que nos rodea tenga su despertar en su tiempo y a su manera única.

– Adaptación de Alice Gardner.

 

¡Namasté!

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