Cocinando se puede meditar

Escrito por Marié

18 de agosto de 2023

Se puede meditar hasta en el autobús. Así que te puedo decir con toda seguridad que cocinando se puede meditar.

¿Cuántas veces hemos visto a infinidad de personas con la mirada perdida mirando el paisaje desde una ventana? … En el tren, en el autobús… Meditando.

Se puede meditar en cualquier situación, porque meditar es estar, es respirar, es vivir.

La pena es que cada vez se ven menos personas así, siempre hay algo para entretener la mente, no hay momentos de aburrimiento, y tampoco para observar… se va perdiendo la meditación inconsciente…

Bueno yo sigo con lo mío…

Anoche, mientras prendía unas velas, sentí el calor que desprendían al pasar mis manos sobre cada una para prender la siguiente.

Recordé lo que siempre había oído desde pequeña.

— ¡Nunca prendas una vela sin una buena intención. ¡Es peligroso.!

Así que hice mi petición, desde la luz y el amor, solicité protección y saqué una copa del mueble bar.

¿Mi siguiente intención? Buscar una botella de vino y ponerme a cocinar.

Haciendo todo esto siento la meditación de vivir cada uno de los pasos.

Fui a la cocina, en estado de meditación, siempre, y comencé el ritual de preparar la cena. Comida casera, preparada para ser bella, bella como cada cosa que intento hacer.

Así somos los artistas, y yo me considero enamorada de cualquier arte.

También puedo decir artesana porque me gusta trabajar con mis manos, con mis brazos, con mis remos como los llamaba mi abuela.

Mi mayor petición es conservarlos sanos para poder seguir remando hasta el fin del mundo.

Pero debo decir que veo arte en casi cada cosa que se puede hacer, así que también considero artistas a casi todas las personas. Solamente excluyó a las que se conforman con la mediocridad.

Creo que quien no ofrece todo lo que tiene por ofrecer no merece mi respeto.

Amo la belleza, la meditación, lo hermoso de todo, amo ensuciarme las manos, al amasar, al colocar cada pieza en el plato, la manera de ofrecerlo, el cariño y la dedicación… la pasión.

Meditación en la copa de vino sobre mi encimera, en su aroma, en su color, en el calor que produce en mi boca y en mi garganta.

Comenzamos a cenar con ese aroma caliente de la sopa, junto con el aroma caliente de las velas. Y este calor me recordó que no todo estaba completo.

Cogí una varita de incienso, incienso suave, y lo acerqué a una de las velas.

Lo coloqué lo suficientemente lejos como para que el humo no nos molestase, pero lo suficientemente cerca como para disfrutar de su aroma, un aroma que me recordaba a leña ardiendo en la estufa de mi infancia.

Ya estaba todo perfecto, aroma a sanación, a energía, a hogar.

Mi hogar, mi hogar me permite vivir en meditación constante, es mi castillo, es el lugar donde me encuentro a mí misma, donde descanso de todo, mi refugio.

Muchas veces me preguntan, ¿por qué velas?, ¿por qué inciensos?, ¿por qué madera y tierra?, ¿por qué plantas y flores?, elementos… lugares.

Por su naturaleza. Por su ayuda en mi sanación, porque me ayudan a vivir en meditación. Para eso son. Para eso viven conmigo.

Me gusta observar a las personas, cada una medita a su manera, y todas pasan ratos de meditación sin saber siquiera que lo están haciendo, sobre todo las más mayores, o las más ocupadas.

Algunas de estas personas pasan delante de mí, alegres, con ganas de vivir, con euforia por tener un día más para disfrutar. Agradeciendo de verdad su vida y eso me provoca mirarme a mí misma.

Yo también vivo agradeciendo cada amanecer, y cada amanecer de mis seres queridos, eso es también meditar.

Igualmente, medito al regar mis plantas, es otro de los rituales de meditación. Voy sacando cubos con agua que vierto sobre una pequeña regadera.

Con ella puedo alcanzar a cada una de las macetas, hasta las más inaccesibles.

Pero al ir a regar una un poco más escondida, algo de agua ha caído a mis pies.

Hace calor y la sensación no es desagradable, todo lo contrario, me ha hecho recordar los días que he pasado con mi familia junto al mar.

Esa sensación de ir metiendo los pies poco a poco en el agua, tanteando a ver si aguantaré su temperatura. Todo es meditación y todos meditamos.

Yo creo que cualquier persona conoce a alguien que necesita salir a pasear cerca de la naturaleza o cerca del mar, esto también es meditación. Montes, desiertos, mar, pequeños pueblos, pertenencia… compañía entrañable.

Cada uno nos sentimos arropados en diferentes lugares, arropados y acompañados, a mi abuela le encantaban las granjas, los huertos, los caminos, los frutos recién recogidos.

Así que no quiero que dudéis de que cuando cocino estoy en estado de meditación. Cuando estoy preparando alimentos para quien amo, también estoy dentro del más preciado refugio.

Muchas veces mi madre me pregunta el porqué colocar los filetes rusos de esa bonita manera, si en un momento los vamos a repartir… belleza, arte, meditación.

Todo tiene importancia.

Todos los días son diferentes, y eso los hace especiales, todos tienen cambios con respecto a los demás y lo bonito es no saber exactamente a donde nos llevarán, que nos enseñarán.

Y, bueno, si me conoces por leer mi blog, podrás entender que otra de mis formas favoritas de meditar es así, en otro precioso refugio… mis reflexiones.

Me refugio en la escritura, medito escribiendo, medito corrigiendo y buscando la mejor manera de ser entendida.

Intento enamorar a quien me lee, ayudar a meditar mientras lo hacen, emocionar, y ofrecer momentos para olvidar cualquier dolor, físico o emocional…

Intento introduciros en mis pensamientos, en las cosas que me ocurren, en mis sentimientos, en mis enfados y mis tristezas, en mis alegrías.

Y creo que queda bastante claro que lo hago para sentir vuestra identificación. Lograr que alguien se sienta identificado con algo de lo que encuentre entre mis escritos, ayudaros a meditar olvidando todo lo demás por unos instantes.

En eso consiste.

Y pienso que no somos muy diferentes, de hecho somos demasiado parecidos en muchas cosas y solo otras pequeñas cosas son las que nos hacen únicos.

Nuestras necesidades pueden ser similares, a veces necesidad de estar en compañía, otras en soledad…

Ratos para una misma, para ordenar la mente… para recapacitar o tomar decisiones sin sentir ninguna influencia…

Sentarme en un parque con los ojos cerrados y escuchar los sonidos que me envuelven. O con los ojos abiertos para observar el entorno.

Mirar el cielo esperando una respuesta.

Esperando que se aclare ese dilema que estoy intentando resolver.

Decidir si es una buena decisión.

Y sentir que cada uno debe pensar primero en sí mismo sin sentirse egoísta, yo lo hago, hay mucho en juego… si no estás bien nada bajo tu tejado está bien.

Ten presente y no olvides, que todo lo que haces lo debes hacer por ti y haciéndolo así lo haces por quien amas.

Tu tiempo, tu esfuerzo, tu trabajo.

¿Lo entiendes, verdad?

Meditar es respetar, es sentirnos protegidos.

A todos nos protegen, yo al menos, así lo siento, siento una ininterrumpida protección.

La solicito amable y respetuosamente y la percibo. Por eso siempre digo que no se haga daño a nadie conscientemente.

Probablemente, no sepamos quién protege a otra persona desde ese mundo invisible a casi todos.

Cada persona tiene su sistema de creencias, eso que le da poder y fe.

Mi vida está repleta de viajes y momentos de contacto entre velos invisibles, entre mundos.

Tengo a mi lado siempre compañía, tanto estando despierta, como cuando me dejó caer en brazos de Morfeo.

Supongo que crecí acostumbrándome a ello, al igual que alguno de mis familiares. Así que es común en mi vida.

Estas cosas forman parte de nuestra normalidad.

Mis hijos también han crecido entre estos mundos y entienden cuando ven sombras, o luces, o sienten como un roce o ven a alguien pasar cuando están solos.

No nos importa, ni nos sorprende cuando oímos decir: ¡Tu familia está un poco loca!

Aunque hay quien dice, tal vez es como lo cuentas y tal vez no. Pero no nos solemos molestar.

No hacen falta explicaciones.

Solamente cuando alguien desea conocer algo y lo pregunta desde el amor y las ganas de aprender, y siempre que sea posible.

Nunca desde la curiosidad, o el morbo.

Quien nos acompaña desde el otro lado no quiere curiosos, solo respeto.

Nada puede hacerme mover de mis creencias, excepto lo que voy aprendiendo cada día y cada noche.

Por todas estas cosas me gusta vivir mi vida siempre presente, desde una meditación consciente.

Y pido perdón a los seres a los que solicito ayuda si lo hago demasiado a menudo.

No sé si se cansarán de ese servicio, solo sé que vienen en mi ayuda, tanto si la pido, como si la necesito, en otras ocasiones.

Ayuda para mí o ayuda para otros.

 

Y ¿Por qué será que siento muchas veces presencias mientras cocino?

¿Será porque entro en un estado de profunda meditación?

 

¡Namasté!

 

 

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