Cálida y encantadora felicidad

Escrito por Marié

2 de abril de 2021

 

Busca conmigo

 

En lo más profundo de cada vida, reside originalmente la cálida y encantadora felicidad.

Para reconocerla y sacarla de su recóndito escondite, para dejar que se te muestre de cuerpo entero y pueda presidir tu vida, tienes que penetrar en tus escarchadas vivencias.

Debes profundizar en las ocasiones cristalizadas que temerosas moran en tus perennes rutinas. Ahí es  donde habita su gemela, la impasible, fría y pegajosa infelicidad.

A ella debes dirigirte para encontrar ese profundo escondite. Tienes que mirarla de frente, con tranquilidad, reflexionando porque es tan habitual en nuestros tiempos.

Procura investigar por qué se ha vuelto una moda. Pregúntate si quieres que sea ella la que guie tu timón, como invariablemente está haciendo con quien está asustado.

Habrás observado, que si dejas que la balanza se incline hacia ella, podrá encaramarse al techado de tu realidad y también será tu moda.

Pero si le permites que converse contigo, si observas por las ranuras del tiempo actual, deslucido por la insatisfacción, te dirá que no juzgues ni creas los susurros que gotean por las grietas del hoy. Ella misma será, si sabes vivirla adecuadamente, la que te encauce hasta la guarida de su hermana.

Ella, la marginada, caprichosa y rechazada infelicidad no es sino la otra cara de la misma moneda.

Es la que aparece cuando los imperturbables miedos trepan por las paredes de tu vida, pretendiendo entorpecer e imposibilitar tus sueños.

Pero la vida continua su camino incontenible, sin contabilizar la calidad de tus instantes, y debes dejar que la infelicidad te muestre por qué no integraste provechosamente las oportunidades de morar en este mundo, inclinando tu balanza hacia el lado correcto.

Seguro que alguna vez la has escuchado, y te has preguntado ¿Quién me habla? Escucha bien, porque si dejas que esa balanza esté en el lugar correcto, la oirás decir: – soy tu felicidad, soy el faro que permites que se mantenga apagado, dejando que cronos transcurra independientemente de tus sentimientos.

Escucha lo que te digo: – He  contemplado tu lento caminar, ignorando tu misión, afanado a tiempo completo en una ocupación insatisfactoria. Te he visto atravesar desfallecido tus momentos de descanso, devorando productos placenteros, pero nocivos, para intentar llenar un vacío existencial cada vez más profundo.

– Mírame, soy tu actitud pendiente, soy la cálida y encantadora felicidad. Me he acercado a ti para mostrarte que no es tan difícil encontrar mi escondite. Mi hermana te ha enseñado la inclinación adecuada: eres valiente, acoge toda tu voluntad, levanta tu escudo y ven a buscarme. Mi esencia es la más natural.

– No te fíes de los infelices, no te fíes de las ovejas que intentan llegar a mí desde fuera. Mira dentro, mi puerta se abre desde dentro. Ellos te dirán que no existo, que mi hermana es la que gobierna, para intentar llevarte a la deriva por el sendero del abismo por el que caminan.

– Cuando encuentres mi esencia en tu interior, muéstrasela a ellos, para que entiendan que mi existencia esta también en su interior.

– Y cuando llegue la noche, si en algún momento te percatas de que no estoy a tu lado, no dejes que mi hermana vuelva a acomodarse, no la dejes alinear tu vida con desesperanza y pesimismo. Echa de tu lado la ausencia de entusiasmo, la apatía, la rutina… no asumas esta esencia enturbiada que te hace pequeño… no la aceptes.

– Vuelve a tenderme tu mano, estoy disponible para ti, más no me busques, no es cuestión de buscar, solo de elegir, declárate feliz.

– Tu capacidad de aceptarme en tu vida depende de tu habilidad para vivirla. Ten presente y nunca olvides que no habito en la cima de una montaña, sino en el camino que lleva hasta ella. Disfruta cada momento de ese trayecto.

– No cabe duda de que, como la vida, soy fugaz y efímera, pero no debes preocuparte, vivo en ti, en ese lugar recóndito al que has logrado llegar con tu actitud.

– Mantente bajo mi luz, derriba la oscuridad de mi hermana, atraviesa tus miedos, no escuches prejuicios ni murmullos. Los rumores y malos recuerdos déjalos atrás y aprende a danzar mi música. Transfórmate y ama lo que haces y cuando veas mi reflejo en ti, cuando tú y yo seamos lo mismo, comprobarás que la vida no es lo que tú creías.

 

¡Acepta la cálida y encantadora felicidad!

 

¡Admitirás que fui, soy y siempre seré imprescindible en tu vida!

 

¡Namasté!

 

 

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