Hoy vengo a intentar encontrar en mi biblioteca interna algo sobre la autoestima y los complejos.
Autoestima.
Pero antes de continuar, mi deber es dar las gracias. Gracias a muchos de mis lectores. He recibido un montón de correos privados para preguntarme por mi ausencia.
Ya estoy de nuevo por aquí, no estoy del todo como quisiera, pero saber que hay tantas personas esperando leer mis humildes mensajes, hace que desee e intente superar mi situación y encuentre ganas para seguir.
Voy a terminar todas las reflexiones que quedaron sin publicar a falta de una última corrección, en orden de fecha. Gracias de nuevo. Sois mi fuerza.
Y continuando con esta, creo, sin temor a equivocarme, que todos en algún momento hemos tenido algún complejo.
También creo que no deberíamos valorarnos ni utilizar para medirnos una balanza ajena, y desafortunadamente es lo que se suele hacer.
La verdad, es complicado alinearnos con lo que sentimos si estamos pensando prioritariamente en lo que pueden pensar otros, o como son o se comportan, o como se visten o como se peinan….
Así que, para mí lo primero y más importante es separar los que sentimos y lo que pensamos hacia nosotros, de lo que puedan pensar o sentir los demás, y de lo que ellos puedan o no hacer.
Siento que cuando alguien tiene la autoestima baja y además tiene que utilizar toda su voluntad para superarlo con el fin de enfrentarse al mundo, pone en jaque su propia energía.
A lo largo de los años he conocido a muchas personas y voy a basarme en lo observado para las conclusiones a las que he llegado. Así que esto no es la realidad, es mi realidad.
Me parece más sencillo hacerlo así, aunque podría utilizar mi propia experiencia. Pero no sería objetiva, como he dicho, es mi realidad. Pero espero que sirva de ayuda aunque sea a una sola persona….
Me resulta más difícil verlo desde dentro que observar muchos comportamientos y tener más ojos desde los que mirar.
Una característica que me he encontrado en bastantes ocasiones es el miedo a las reuniones, a grupos de personas, aunque no sean una multitud.
Me han hablado bastante sobre la inseguridad que supone mostrarse sincera y abiertamente ante varias personas.
He comprobado que para bastantes personas, tener que enfrentar algo así, supone un esfuerzo que tiene consecuencias negativas.
Muchos me comentan que cuando se encuentran en un grupo, normalmente no se muestran, no son ellos mismos; pero esto depende también del tipo de personas que componga el grupo.
Con cierto tipo de personas se encuentran más cómodos, pero con otros, intentar mostrarse abiertamente es todo un reto.
Creo que es complicado porque hay muchas cosas en juego. Lo primero, lo anterior, después, lo que estemos dispuestos a intentar superar o el criterio que nos mueve a elegir entre estar cómodos o las superaciones que hay que enfrentar.
He conversado con alguna persona que se siente más cómoda y menos agotada, si se deja llevar por los demás.
Pero con este comportamiento se corre el riesgo de hacer lo que nos van ofreciendo, sin pensar en la posibilidad de protestar o dar una opinión diferente.
Este comportamientos es el más sencillo, pero no es correcto porque, aunque no luchemos contra nada, al final no seguimos nuestro propio criterio y cuando pensemos en ello, podemos sentirnos, de nuevo, realmente mal.
Quizás tener que enfrentarse a estas situaciones, no solo es enfrentarnos a los otros, sino enfrentarnos a nosotros mismos.
Solemos tener la tendencia de crear versiones de nosotros que no son reales, pero que usamos para mostrar a los demás.
Personalmente, a esas versiones de mi que se crean, aunque son irreales, me gusta observarlas como si fuesen otras personas, porque realmente no son yo, aunque sean mías y habiten en alguna parte de mí.
Es similar a secuestrar nuestra personalidad, y es un engaño monumental porque no podemos pedir responsabilidad a nadie por anular nuestra propia voluntad, ya que es una elección nuestra.
Yo creo que estos comportamientos son generados por falta de autoestima, por pensar que nuestra verdadera personalidad, nuestro comportamiento, nuestras emociones o nuestros cuerpos no son lo suficientemente buenos para poder mostrarlos… llámalos complejos.
Y, ya sabes, los pensamientos suelen ser más negativos que la propia realidad.
Son ideas que se generan en personas acomplejadas y que se activan alrededor de una creencia, sea esta real o no.
Estas ideas que aparecen en el momento menos oportuno, nos bloquean y cuando creemos estar viviendo una situación similar a alguna otra que nos había provocado sentimos así, se activan y entramos en piloto automático.
¿Te suena, verdad? Es muy habitual.
Pienso que si en esas situaciones, nos detuviéramos un momento a recapacitar entre lo que sentimos y lo que pensamos, podríamos percibir que estamos actuando compulsivamente.
Si en esos momentos decidimos reflexionar en lugar de subirnos al tren de los complejos, podremos ver que realmente el problema solo existe en nuestra mente.
La complicación de esta cuestión es que cuando entramos en esta dinámica, es dificil llegar a la personalidad real.
Un complejo que sea muy bloqueante puede absorbernos hasta el punto de no poder mostrar otra cosa que nuestro complejo, llámalo miedo si quieres, van de la mano.
Y pese a saber con seguridad que no estamos mostrando nuestro yo real, pese, también, a tener claro que no estamos siendo auténticos, y que lo que los demás ven no es nuestra naturaleza ni nuestra esencia, es lo que nos obligamos a hacer para que no se muestre nuestra vulnerabilidad.
Es más sencillo hacer la voluntad del otro que discutir o rescatar a ese luchador que todos tenemos, pero que nos supone una gran superación sacar a la luz.
Pero llega un día en el que te das cuenta de que eres totalmente infeliz y que la persona real que habita en ti está tan profundamente escondida que ya no sabes ni quién eres.
Hay océanos profundos que nos cuesta mucho navegar, pero su residencia está en nuestra parte más profunda y para entender nuestras propias motivaciones y nuestra verdadera naturaleza, debemos atrevernos a embarcar y navegar por ese oscuro mar.
Cuando nuestra autoestima no nos deja abordar este problema, estaremos en manos del mundo, los deseos de los demás prevalecerán por encima de los nuestros.
Esos sentimientos son los piratas más oscuros, los encargados de abordar nuestra nave y hundirla.
Lo que toca es tomar el timón y dirigirlo hacia nuestra alma, para poder percibir que, todo lo que no vemos de nosotros, no siempre juega contra nosotros. En ella está nuestra fuerza.
Es complicado tener todos los datos, por no decir casi imposible. Por eso, es peor el temor a mostrarnos que la incertidumbre de lograr averiguar qué piensan sobre nosotros.
Creo que nuestro principal deber es investigar y trabajar directamente sobre nuestros propios sueños, no malgastar la vida trabajando en los sueños de otros. Eso no nos sirve de nada.
¿Cuántas veces oímos que debemos perseguir nuestros sueños?
Ahora más que en ningún otro momento anterior, estamos en la era de las nuevas tecnologías y la comunicación, y todo está al alcance y a la vista u oido de todos.
Pero ¿Qué sucede si tenemos la creencia de que debemos continuar con una profesión o un negocio familiar?
¿O cuándo directamente nos obligan a algo así?
Se siente como un deber, y algunas personas no son capaces de desligarse de ello, porque creen que están traicionando algún tipo de legado.
Personalmente, no me he dedicado a lo que mi padre se dedicaba, pero sí a lo que lo hacia mi madre, mis abuelas y mis tías, pero fue por vocación y por elección propia.
Y aunque la dedicación de mi padre no era lo mío, me enseñó a trabajar con mis manos, electricidad, fontanería, carpintería, ebanistería y todo lo que consideró que podría serme de utilidad en un futuro.
Nunca me sentí obligada a hacerlo, lo hice porque me gustaba y porque me hacía sentir poderosa… no me dediqué a ello, pero sus conocimientos están impresos en mí y sus aplicaciones me han sido de muchísima utilidad a lo largo de los años.
Me hacía sentir bien saber que algunas enseñanzas de ebanistería que él me mostró provenían a su vez de su padre.
Quizás algunas personas necesitan una reconciliación con sus padres dedicándose a la misma profesión.
Quizás para muchos sea complicado desprenderse de esos sueños ajenos, y además les resulte casi imposible superar una situación así, por su cuenta.
Personalmente, pregunté a esa parte que habita en mi zona más profunda, esa que tiene mas poder que mi propia voluntad, mi esencia.
Creo que esa parte íntima, es superior a nuestros pensamientos conscientes, incluso a los inconscientes, ella está libre de miedos, de sombras, de nuestros complejos y nuestras ataduras emocionales.
A nuestro pensamiento de no defraudar a padres, abuelos, bisabuelos o anteriores ancestros. Esa parte es libre y es a la que debemos recurrir para superar esos miedos y aumentar la autoestima.
Quizás superar esos complejos sea complicado para muchas personas precisamente porque no se sienten capacitados para salir de lo establecido.
Y eso establecido está representado por una conciencia que se cierne sobre todos nosotros e influye en muchos, eso que llamamos conciencia colectiva.
Afortunadamente en momentos en que me he sentido vulnerable, he tenido la suerte de contar con alguna persona en mi vida a la que poder decir: “Necesito tu ayuda, no puedo hacerlo sola”.
Y allí estaban, ¡Gracias! Mi vulnerabilidad se transformaba con su ayuda en instantes llenos de significado y armonía. Esta amistad incondicional me ha hecho viajar directa a las puertas del cielo.
Se han dado varios momentos en mi vida en los que he necesitado una opinión imparcial, aunque finalmente, a la hora de elegir, siempre ha pesado más el corazón.
Los ciclos que he vivido se han ido sucediendo dejando atrás a muchas personas, poco a poco.
Eso es posible porque en algunos rincones escondidos de mi conciencia iban apareciendo nuevas versiones de Marié, que han ido sustituyendo a la anterior y a la vez existió la posibilidad, al ir venciendo complejos y momentos de baja autoestima.
Cada una de estas versiones han ido naciendo de acuerdo a un propósito más coherente con mi espiritualidad, más acorde con las nuevas energías que se iban acercando a mi vida.
Y, déjame decirte, que cuando fui capaz de mirar por encima de esos complejos, me sentí mucho más auténtica.
Con la consecuencia de que todo lo que ha ido sucediendo después, está relacionado entre si, y con mis deseos. Inclusive alguna de las vivencias han sido inesperadas pero bienvenidas.
Creo que hay momentos en la vida en los que deberíamos poder dejarnos llevar por esa esencia divina que todos tenemos.
Si logramos encontrarla, veremos que esos instantes son armoniosos, tranquilos y llenos de significado. Aunque son diferentes para cada uno.
Mi consejo es que no te muestres así, sin protección, ante cualquier persona. Primero observa a quien tienes delante.
Hay instantes mágicos, aunque no lo creas, instantes en los que me siento totalmente bendecida, poderosa, tocada por la chispa divina, adaptable a lo que tenga que venir.
A pesar de tener que enfrentar duras situaciones, sorpresas no muy agradables, pensando que lo más duro ya estaba superado…y que ya la vida sería más sencilla… pero sigue dando sus difíciles sorpresas…
No soy aceptada por muchos, porque no soy adaptable, soy el poli malo, la que digo la verdad, intentando no dañar, pero sin lograrlo en alguna ocasión.
No me ajusto al plan de la sociedad. No soy como el conjunto humano sometido a similitudes, a complejos de modas y a sombras parecidas entre sí.
Es mi verdad y no tiene que ser la tuya, es como todo, prueba y error. Hasta sentir al sabio que llevas dentro.
Autoestima. ¿Si me muestro auténtica me excluirán? No es autoestima, es inseguridad.
El mundo se puede oponer a lo auténtico… es miedo al cambio, es una amenaza. No me basta con estar, debo ser.
Pero puede suceder que necesites doble protección, por que tú presencia genere un golpe no asumido por el mundo.
Sin embargo, si tu voluntad es fuerte y te mantienes firme, no tienes que seguir la sombra de nadie, ni tampoco hacerles que dejen esa sombra, cada uno sigue su camino con respeto.
Entonces la falta de autoestima se transforma en autenticidad y eso es algo reconocible a pesar de que alguien externo no quiera reconocerlo. Puede que ni tú mismo te reconozcas en tu coherencia.
Con esa increíble firmeza podrás continuar paso a paso y los demás tendrán que aceptar el impacto de tu presencia. Tu actitud es el cambio
Afortunadamente, hay por el mundo personas tan maravillosas, tan sencillas y auténticas, que son las encargadas de ayudar a los demás a verse a sí mismos.
Esas personas te hacen sentir tan bien, que ya no es necesario fingir, y solamente te ocupas de vivir.
Ellas te ayudan a percibir que lo que mostrabas no eras tú, al menos no tu totalidad, solamente una vulnerabilidad que no quería sufrir.
Dejarás salir tu verdadera personalidad y notarás descanso y felicidad.
0 comentarios