Una noche más, una madrugada, silencio. Escucho y escribo. ¿Alguien dijo normas?.
De nuevo siento mi parte salvaje. Ella me acompaña mientras el dolor va menguando, como la luna, y me ayuda a seguir.
Mis piezas antiguas, despeinadas e insolentes siempre permanecen agazapadas junto a mí.
Me gusta sentirlas, es como un instinto primitivo de supervivencia.
Como el aullar de mi manada, como el ulular de mis búhos.
Salvaje como madre, me siento una leona siempre dispuesta a dar la vida.
Sin embargo, esa partes primitivas son las que me empujan a no vivir reglas, sobre todo reglas solo para algunos. ¡No acepto jugar a sus juegos!
No me dedico a hacer trampas, ni a seguir reglas, no daño, no ofendo, no niego libertad. Ni cedo mi libertad.
No las necesito ¿Tú si?
Me siento totalmente libre, libre en mis pensamientos y en mi manera de vivir. Salvaje, intensa, ¿absurdo? Dímelo tú.
Es complicado, porque no es aceptable mi forma de vivir sin necesidades, sin vergüenza, sin odio, sin venganza, sin rencor, sin modas, sin normas. Mi pieza no encaja.
¿Seré de otro puzzle?
Mejor no juzgar, aunque no puedo decir que nunca lo haga. Internamente, sigo un criterio largamente meditado.
Cuando opino, es por ver algo injusto. No conmigo, no lo necesito. Pero sí con la vulnerabilidad de otro.
Me baso en paradigmas creados desde el silencio, la contemplación, la escucha y el aprendizaje. ¡Eterna aprendiz!
Pero mis conclusiones son solo mías, no tienen por qué ser ciertas, son aprendizajes personales también.
Si no sigo reglas, ¿las conclusiones son errores?
Unas veces es complicado, pero en un momento se vuelve sencillo.
Quien basa sus juicios dirigido por normas, por reglas dictadas, no llega a conclusiones personales. ¡No me sirve!
No suelo caminar junto a un rebaño, formo parte de una manada, en la que soy líder y mis compañeros también lo son.
¿Es difícil?
Quizás si pudiese ser capaz de dejarme llevar por normas establecidas por otros, sería más sencillo. ¡Pero menos auténtico! Además de incierto.
Sin embargo, antes de seguir, y sobre todo, antes de decidir seguir normas o no, vamos a preguntarnos:
¿Que son normas?
¿Sirven siempre?
¿Funcionan para todo, o para todos?
¡Sí! Es complicado.
Puede ser que sirvieran en momentos pasados. Pero ¿Funcionarían hoy?
Creo que el pasado debe permanecer en el pasado.
¿Serían necesarias?, o no.
Las que no he conocido no puedo ni debo valorarlas.
Aunque no puedo dejar de pensar que quizás fuesen técnicas de control, ¡como siempre!
Pero ¿No crees que la vida siempre trasciende la historia?
La vida es más importante y la historia casi nunca está escrita.
Lo que está escrito puede que fuese, no lo sabemos, solo podemos confiar, o no. Pero de cualquier forma, real o no, la historia fue, ya no es.
La historia está muerta, la vida está viva.
La vida escribe la historia y mi historia tiene sus propias reglas.
Cuando pase a llamarse historia, morirá. Así que todo está muerto.
¡Vive hoy! ¡No pierdas tiempo!
No quiero nada pasado, está enterrado y jamás de los jamases lo muerto resucita igual, es imposible.
¿Resucitará en otra forma?, no se puede seguir lo que no es.
Ni vivir en la muerte.
Por eso no vivo en normas. Pero no quiero tampoco confusiones. ¡Quizás no me entiendas!
Prefiero fluir con los cambios, todo es cambio.
Nada es igual en el siguiente segundo. Esas normas si están incluidas.
Intento adaptarme perfectamente a la evolución, de otra forma me extinguiría, como la mayoría de las normas.
Pero aun sin las normas que fabrican modas, tengo ética, mi propia ética.
No creo en conclusiones sin estudio, ni quiero juzgar lo que ya no existe, lo que ha desaparecido. Tampoco lo que muestra solo una parte, y es tan difícil conocer la totalidad.
Pero, creo que nadie quiere normas, teniendo en cuenta que nunca son para todos. Además, no hay manera de demostrarlo. Así que elijo la libertad, sin pedir nada a nadie.
No se puede valorar por lo que dejamos a nuestro paso… Por ejemplo a una serpiente viva por la piel muerta que dejó entre la maleza. Las reglas mueren con los restos que dejamos atrás.
Cuando lo que queda es un vacío, inservible y olvidado, cualquier norma murió con él.
Es lógico, mi piel muerta no soy yo.
Ya me transformé, me adapté y evolucioné y esa regla para todos no sirve, todo no sirve para todos.
No tiene sentido valorar a alguien por una historia, sobre todo dentro de otra historia más extensa. ¡Pero igualmente las dos son historia, no existen, no hay juicio!
Pero ¿Y el futuro? Tampoco existe el futuro. Si observas un momento presente, inmediatamente es pasado, es historia, está muerto. ¿Es un poco raro esto? El tiempo… Siempre él.
Es complicado, sí. ¿Existe algo? Existimos en milésimas de segundo, pero en las siguientes… ¿Lo vívido está muerto? ¿Qué reglas hay que seguir aquí?
Momentos, vivencias, instantes… Solemos decir: ¡Un día más! Y deberíamos decir: ¡Un día menos!
Entonces ¿Qué existe? Si ni siquiera el presente es verdaderamente real. Es tan efímero como todo lo demás.
Quizás la vida no es pasado, ni presente, ni futuro. No existe el tiempo, existe un flujo continuo e imprevisible que no sigue ninguna norma.
La vida es libre. Es total y absoluta libertad. Y por esa razón, no sirve ninguna regla. Es imposible contenerla, ni pararla, ni modificarla.
Creo que quien piense que controla todo esto, está equivocado, ella no espera por nadie, ¡Todos somos iguales! Muy a pesar de lo que muchos piensen.
Su dirección es inamovible así que no hay reglas. No sirven.
¿Qué regla hay en quien se duerme y no coge el tren habitual que termina descarrilando y cayendo por un precipicio?
¿Y en quién sale de su cita médica contento de oír el resultado y toma ese tren que va a descarrilar?
¡No hay puñeteras reglas! Hay un continuo e infinito libre albedrío.
¿Hay algo escrito? ¿Alguna regla que lo pueda explicar?
¿Qué reglas funcionan? ¡Saber que la vida es la muerte!
Y además, hoy no funciona todo, mejor, casi nada funciona. Y sobre todo, todo vale.
Lo que funciona en Asia, no funciona en América.
Lo que funciona en un pueblo no funciona en una ciudad.
Y si funciona en una cultura no funciona en otra.
O lo que funciona en una clase social no lo hace en otra.
Quizás estos casos sean los más injustos, hay ciertos beneficios sin justificación ni moral, para alguien… niño, joven, anciano, igual a tus niños jóvenes y ancianos, cuyas reglas no te amparan. Puedo gritarlo, pero no decirlo más claro. ¡No quiero esas reglas!
No se pueden demostrar cosas ambiguas. Muchas normas dependen de donde fuimos a nacer. ¡No!
Por ello mi consejo del día es: ¡Que tus reglas no sean duras para otros, ni injustas! En algún momento vas a ser medido por el mismo rasero, créelo. ¡Nadie escapa!
Está más que demostrado, se ha visto muchas veces. Eso que juzgas inadecuado, eso que no aceptas, las duras normas que impones sin compasión ni piedad, vas a tener que soportarlas en tu vida, en tus padres, en tus hijos, en tus amigos…
La vida no es lineal, ¿es por eso que tienes tanto miedo?
No tengas miedo, ¡solo sé equitativo!
¡Juzga desde el amor, desde la comprensión, desde la empatía!
Cuando tienes que bajar desde muy arriba, si tropiezas, la caída es estrepitosa. Para cualquier gran altura.
Cada historia es distinta y sus reglas son distintas y además ya no existen.
Se dictan normas, se destruyen normas. Regresan las mismas normas, vuelven a desaparecer. ¿Cuáles son válidas?
Todo son ciclos de vida y muerte. ¡Como la vida misma!
El clima, el país, la cultura, la clase social, el color, todo es diferente y produce creencias y normas distintas que no sirven en el resto.
La ética es diferente.
¿Diferentes reglas?
¿Cuáles son las correctas?
¿Y, si hubieses nacido en otro sitio? ¿Sería aceptable, o correcto? ¿Quién lo juzga?
Sí. Es complicado. Y arbitrario.
Las normas no sirven. ¡No me sirven!
Cualquier poder hace uso de ellas, y quien no lo tiene ¿Debe acatarlas? ¿Aunque sean injustas? ¿Aunque solo sean para servicio de unos pocos?
No te engañes, hay pocos de esos pocos. Aun así ¿vas a seguir sus normas?
¿Esas normas que no son para tu beneficio?
Y mira que son diferentes las normas según quien seas…
¿Vivir es trabajar? ¿Trabajar para comer, para tener habitación… ?
Si es asi, ¿dónde está el poder?
No lo necesitas, ya lo tienes todo. Pero no te metas en su camino, sus normas te aplastarán.
La vida pasa y cambia, se transforma y muere.
¿No ves que siempre es lo mismo? Peleas y juicios, normas.
¿No te lo has preguntado? Normas para mí, y ¿para ti no? Por eso no las acepto, no son mías. ¿Es más sencillo vivir sin pensarlo? Yo no puedo.
Alguien me ha dicho al oído que quien a hierro mata, a hierro muere, causa, efecto… Quizás tengas que agacharte ante las normas injustas que ofreciste. ¡Vas a flipar!
¿Injusto? Yo creo que no, todos tienen que probar su propia medicina. Haberlo pensado antes.
Todo está demostrado.
Los lugares oscuros lo muestran también, mira esa oscuridad y seguro que no quieres normas.
Aunque te asuste, no debería, hay más vida invisible que visible, y ella muestra a quién observa bien, las consecuencias.
Mentiras, mentiras, mentiras, la verdad está en el aire, pero no se suele escribir, ¡es demasiado evidente!
Salvo para los ciegos, ellos tienen a un tuerto que dicta sus normas. (Mis respetos, es una metáfora).
¡Esas normas resacosas, molestas, aburridas, anticuadas! ¡No sirven!
No me representan.
Ser salvaje me hace libre y moriré cuando caduque mi fecha, como tú, siendo libre.
Me defiendo a mí, mis horas, mis días. Defiéndete también.
Mis normas son mías, y las tuyas, para ti.
No existen, mueren nada más nacer, nacen para morir.
El amor es aquí, la norma no, el amor sigue viviendo, la norma no.
Seguir normas es muy sencillo, muy cómodo, muy irresponsable y muy estúpido, es vivir sin aprender, es dejarte llevar por la marea. Seguir reglas muertas, hacer historia muerta.
La inteligencia no sigue normas, es libertad, crecimiento, aprendizaje, comprobación. No muere, evoluciona.
¿Qué sentido tiene ser inteligente y seguir normas? No, no ninguno. La inteligencia crea sus normas y las modifica, se hacen historia y mueren.
No existe la norma inamovible en el proceso de la sabiduría.
Cuando sigues una regla eres irresponsable de tu vida. ¿Te has preguntado si te sirve? ¿O si la van a modificar y te va a seguir sirviendo?
Son distracciones de la realidad, aunque la realidad es también historia y también está muerta.
¿Qué sentido tiene?:
Si naces budista y te acoges a una buena norma.
Si naces cristiano y vas a la iglesia la norma es la oración tradicional, no es tu norma, solo repites como un niño lo que te dictan.
Pero no serviría si naces musulmán. No conectarías, ni vibrarías, ni tu corazón sentiría.
Son las normas de otros, no sirven para ti.
¿La verdad está en las normas?
¿Son engaños las normas?
¿Es inteligente seguir normas de nacimiento? ¿De tradición? ¿De cultura?
¿Es inteligente seguir un sistema arcaico?
¿Buenas normas antiguas, que son repetidas y dichas una y otra vez a través de ti? Como un mantra que te mantiene atado.
Eco de muerte.
Quién sigue una norma es un seguidor, no un creador.
¿Creamos nuestra realidad?, no quiero que nadie escriba por mí. Nadie. ¿Normas?
Cuando sigues normas, te vuelves violento, te violenta quien no las sigue, quienes salen de la norma.
Por eso hay tanta violencia, tanto alboroto, tanto desamor. Normas que esclavizan, que definen y defienden la violencia.
El que transciende la norma, es peligroso, hace dudar, es libre, piensa, no sigue, descubre. Y si, se le suele llamar loco.
Prefiero ser la loca que la alabadora, no daño a nadie, ni defiendo nada.
Vivo la vida en mi posibilidad, eligiendo entre la infinitud. Libremente. Como lo que somos, libre albedrío. Y solo suplico respeto.
No digo rituales ajenos, nada sirve para todos.
El amor no tiene normas. La estupidez sigue normas, el miedo sigue normas, la inseguridad sigue normas.
Comprueba lo que digo. Repite conmigo: ¡Es seguro escribir mis propias normas!
Si comparto esto contigo es porque no negocio con ello, mi espíritu rebelde me lo impide.
¿Realmente a ti te funciona cuando dices … Tengo que… ?
Creo firmemente en que se puede vivir así. Nací como faro, y aunque solo alumbrase a uno me sentiría satisfecha.
Mi libertad me permite ver la infinidad de posibilidades limitadas para quien elige esclavitud. Eres lo que eres, no lo que predicas o defiendes. Los actos pesan más que las palabras
¡Hoy la palabra es vacía, no tiene ningún valor! ¡Qué pena!
Me gusta poder elegir la diferencia. Sin negocio, solo usando el legado familiar.
Mi recompensa es el propio servicio y el placer que me proporciona. El pago lo decide otro, y es un regalo.
Mis letras nacen en cualquier lugar menos en una mesa o un escritorio, comienzan su vida en una tumbona, entre mis sábanas, sentada en una mecedora en mi terraza, o en una camioneta.
Y la recompensa no tiene límites, es la abundancia.
Mi calendario está vacío, puedo elegir ir al gimnasio, escribir… ayudar, hacer terapia a las tres de la madrugada. Acompañar. Siempre estoy disponible, sin normas. Mis condimentos son la flexibilidad y la no necesidad.
Sigo una autenticidad que me hace vulnerable. Pero la vulnerabilidad queda protegida por todos los que caminan conmigo y me demuestran que mi magia es el fin en sí misma. Me enriquece ser yo misma.
Hace tiempo me asustaba, no sabía que era capaz, pero actualmente no cabe la posibilidad de una diferencia. Mi normalidad sin reglas.
Puedes intentarlo, para la mente es más difícil, pero es posible.
Cada día puedes convencerte pronunciando: “mis reglas me mantienen segura, confío en lo que me susurra mi alma sin palabras.”
Me siento protegida por mi intuición.
Creo en mis capacidades y en mí. En mi potencial.
Soy infinitud. Y sueño a lo grande.
Sigo, sin juzgar, las reglas de mi alma.
Vivo en un lugar mágico, creado exclusivamente para mí.
Mi hogar es todo ello. Y es sagrado.”
Estamos hechos para mucho más de lo que pensamos. No te pongas límites.
Cada uno va pasando por donde otro ha pasado, es comprensible, lo comprendo y quiero sostenerte, podemos caminar juntos, déjame hacerlo junto a ti.
¿Tu alma rebelde no reconoce a mi alma rebelde?
¡Hay dos caras en una moneda y yo elijo el canto!
¿Posibilidades? Alguna.
¡Las normas no representan autenticidad, son palabras prestadas y defendidas gratuitamente sin recibir nada a cambio!
¡Me quedé en el andén, nunca subí a ese tren!
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