¡Sí, vívete mujer! Las mujeres sabemos que nuestra sabiduría y nuestra energía femenina esta profundamente ligada a nuestro corazón.
Si nos negamos esta evidencia, no la canalizaremos de la manera adecuada. Si nos empeñamos en comportarnos de manera contraria a lo que sentimos, esta preciosa energía encargada de nutrirnos y nutrir a nuestros seres queridos, encargada de sostenerlos y acogerlos amorosamente, puede quedar bloqueada y provocar contratiempos que impidan una vida equilibrada. Nos hará sentir dolor en nuestro corazón y nos generará angustia.
Esto no tiene nada que ver con feminismos, machismos ni otro concepto que origine ningún tipo de enfrentamientos, todo lo contrario. Es la maravilla del equilibrio que formamos y del que podemos servirnos para crecer juntos en lugar de ir cada uno en diferente dirección.
Si eres mujer y no experimentas el gran placer de sentirte mujer, (no me refiero a sentirte princesa… frágil...) si no tienes conexión contigo misma, puede que tus energías masculina y femenina estén en desequilibrio, que no estés gestionando bien lo que sientes, quizás no estas canalizando adecuadamente tu poder, o que no lo administres y escuches con la suficiente atención. Vivete mujer.
Tu, como mujer debes esforzarte para realizar el trabajo interno necesario para tu crecimiento y tu autoconocimiento.
Debes cambiar tu concepto del placer, de tu energía femenina y de la sanación profunda en todos sus ámbitos.
Tienes que sentirte completa en ti, con tus cambios, tus ciclos, tu poder, tus emociones. Debes aprender a ver tu luz por encima de las sombras que aparezcan, por oscuras que te puedan parecer.
Utiliza el espacio interno de tu corazón y llénate con el amor del que estas formada, sin miedo, sin culpa, sin reproches y por supuesto sin límites. Cuando llegues a tu centro verás que todo sana, todo es amor.
En la antigüedad la mujer estaba ligada íntimamente a la naturaleza y todos sabemos lo sanador y enriquecedor que resulta estar en contacto con ella. Desafortunadamente esto se nos ha olvidado, vivimos en un mundo basado en rutinas insatisfactorias, en prisas y en producir, producir, producir.
Como bien me dijo un buen amigo en estos días, compramos cosas innecesarias sacrificando nuestro tiempo. Pagamos nuestros caprichos con nuestro irrecuperable tiempo.
¿Cómo te sientes, en este mundo vertiginoso, cuando inviertes un ratito y te sientas con los ojos cerrados frente al sol?…
Sobre todo después de un día nublado de tormenta…
¿Que sientes cuando sales a pasear a la montaña?… despacio, disfrutando y respirando ese aire puro y fresco…
O cuando das un paseo por la playa dejando tus pensamientos volar y revitalizarse. Entrar en contacto con el agua fresca, en un amanecer o un atardecer.
Todas estas sensaciones son las que debemos recuperar. No esperando que llegue el fin de semana o unas vacaciones, sino en cualquier ocasión que se nos presente, si no puede ser en esos lugares, que sea en un parque próximo, en un lago próximo…Busca ese sitio cercano que te da paz y tranquilidad.
Invierte, para hacer todas estas cosas, ese tiempo que habitualmente usas para tumbarte en el sofá (a dar vueltas en tu cabeza a las mismas inquietudes de siempre y que nunca pones en marcha).
Aprende primeramente a respirar conscientemente, a darte cuenta de la suerte que tienes de poder hacerlo.
Escucha a tu cuerpo, percibe qué te pide que hagas, qué necesita para sentirse bien. Esa vocecita interna que no quieres escuchar es a la que debes obedecer para que no siga haciéndote daño.
Debes aprender a navegar tus aguas turbulentas, a alimentar ese fuego interno que mueve montañas.
Cuídate, mímate, vive sin prejuicios, sin vergüenzas, habita tu templo sin miedos y llegarás a un nivel de conocimiento interno profundamente intenso. Vívete mujer.
Permítete ser tu, enciende tu parte salvaje, conecta con tus entrañas, aclara tus ideas. Abraza tus dones y tus herramientas particulares, abre tu corazón, tu intuición, tu magia, tu placer, búscate y encuéntrate, haz las paces con lo que consideres mas desagradable de ti.
Sabes sentir los elementos en tu interior, déjate llevar por ellos:
hay agua en tus venas, aire en tu aliento, tierra en tus raíces y fuego en tu alma.
¡Usa tu medicina!
¡ Reverénciate, ámate, empodérate, gózate!
¡Namasté!
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