De mi corazón a tu corazon

De corazón a corazón

Escrito por Marié

10 de enero de 2021

Voy a desmontar de mi cabalgadura interna para hablarle a tu corazón.

El motivo, principalmente, la disfrazada nostalgia de lo que fue.

Al sobrevolar mis remotas selvas, aspiré el aroma nostálgico de mis huellas ancestrales:

Floté sobre mi parte salvaje.
Me mecí en mi fragmento silvestre.
Navegué mi porción descivilizada.
Vislumbré esas experiencias que solo se muestran en los sueños y en las percepciones intuitivas.

Cuando bajé de ese ensueño e introduje mis pies desnudos en la maleza, despertaron temores pendientes, recuerdos olvidados, inventarios cerrados. A su vez resucitaron aciertos, crecimientos, felicidad, solidaridad y fantasía.

Aproveché la ocasión y soplé en esas ascuas, rápidamente absorbí el aroma intenso de la madera, y percibí su advertencia. Gusté de su nuevo crepitar y arrojé, para eliminar con su sagrado fuego; esos temores pendientes, miedos recurrentes, angustias antiguas, extraje su enseñanza y recuperé la tranquilidad.

Las memorias y recuerdos de los que hablo, son fáciles de reconocer, no tienen raíz y su tallo esta podrido, así que decidí arrancarlos de mi vida, eliminar radicalmente su mala influencia para evitar la alteración de mi corazón y de mi itinerario.

Decidí rescatar los buenos recuerdos, resucitarlos, todos los compartidos y disfrutados.

Al profundizar por el laberinto de mi conciencia, reconocí mi estilo diferente de vivir. Mi manera artesanal de esculpir mis vivencias…

Mi modo intuitivo de caminar por el mundo comenzando en la parte salvaje y poniendo como limite la infinitud del universo.

Reconocí mi despejada extravagancia, perseguí mis sueños creativos… los alcancé y renuncié a sentir y a vivir siguiendo una senda marcada.

Distinguí también mi frugalidad, la no necesidad de fingir, de mostrar lo que no soy.

Sentí la agradable sincronicidad con mi clan, en el que están incluidos mi familia y amigos, asimismo los arboles y montes, las mariposas y los delfines, la diversidad de la fauna, los ríos y lagos, los mares y las aguas subterráneas, las cavernas, los manantiales, el conjunto de seres, visibles e invisibles… toda la sobrecogedora naturaleza que fluye  sin complejos, todo lo sencillo y a la vez majestuoso.

Esta infinitud me dio disfrazadas oportunidades ocultas a los ojos, guardándome de una conformidad no apetecida.

Me enseñó a empuñar una serenidad atenta, a intentar vivir sin que el alma se escape y a no dejar que se corrompan mis sueños.

La naturaleza le mostró a mi corazón, el mas antiguo sentimiento, la incertidumbre, también la adversidad, pero además, la esperanza, encargada de que las demás no se infiltrasen por mis grietas y me ocasionasen caos interno.

Toqué mi piel y percibí la fugacidad y la eternidad en el tacto.

Escuché tras los cristales el caer de la nieve, y el color del cielo me habló de inmortalidad, me enseñó que la parca caminaba a mi lado, invisible, mostrándome que la existencia es diversidad, abundancia, multidimensionalidad. Me susurró que lo valioso no es ganar o perder sino dar.

Ella me mostró que no debo aplazar, sino aprender a jugar. Me enseñó la sagrada experiencia de conocer a su hermana, así como el propósito individual de caminar también junto a ella. Las tres caminamos juntas por el  mismo sendero.

Me dijo que me entregara totalmente a su hermana, que me hundiese en su plenitud y fuese fiel a mi conciencia.

Por eso mi residencia es una montaña sagrada, es un desenfrenado bosque de ideas y memorias. La espesura de algunos acontecimientos, al igual que los matorrales densos y exuberantes, a veces ensombrecen mi camino, pero sin oscurecerlo.

El pasear por mi bosque interno me ha enseñado a rechazar rápidamente los recuerdos que no me ayudan a crecer, que son delicados y me hacen sentir frágil.

Esos que no me permiten vivir en paz para continuar presente en el camino.

Atravieso esos recuerdos, igual que se atraviesa una arboleda, para encontrar el mundo al otro lado. Improviso y aprendo del viento, en su danzar perenne, a no aferrarme a nada.

Escucho al silencio, cuando me susurra con el invisible idioma de la intuición y me ayuda a percibir las enseñanzas escondidas tras ese bosque, mas allá de cualquier razón.

Escucho a mi corazón.

Y de ese silencio intuitivo emerge una certeza, estoy viva.

Todas las vivencias me hacen levantar la vista interrogante ante algunas dudas que me sobrevuelan sin respuesta.

Así que, mis siguientes intenciones son subir de nivel, tener experiencias cada vez mas elevadas y luminosas, seguir siendo artesana sagrada, continuar en armonía con los seres que aparezcan en mi camino y con la naturaleza.

Por todo ello, invito a la luz invisible a nuestros ojos, para que me asista y mantenga mi libertad, a fin de poder seguir germinando las semillas del amor incondicional, la compasión y la paz mental.

¡ Pido ayuda a mis guardianes, los que me ayudan a seguir la dirección correcta y encienden las velas que iluminan mi propósito,  para que sigan acompañándome en mi peregrinar !

 

 

 

 

2 Comentarios

  1. MariToñi

    Cada día te descubro, tienes mi admiración

    Responder
    • Marié

      Gracias. 😘🤗😘

      Responder

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