Vivir momentos confusos, como en el que nos encontramos, no es nada fácil, pero mucho más complicado, en estos días, es ser alguien que genere cambios en las personas y en el futuro. Tienes que tener una gran personalidad para ayudar a la transformación. Yo me pregunto ¿Puedo ayudar a transformar vidas?.
Además de la época difícil en la que estamos inmersos, hay que reconocer que, pese a lo complicada que puede llegar a ser la vida para muchísimas personas, vamos cada vez más encaminados hacia el materialismo.
No me atrevo a desmentir que el valor de la ciencia (aunque esta palabra engloba muchísimas cosas) es incalculable. Y aunque proporcione, a ciertas áreas, muchísimos beneficios materiales. Aunque siempre esté ávida de propósitos y fines, y nos haya provisto de muchísimas posibilidades, hay incógnitas que aún no ha podido responder.
Muchos interrogantes sobre la existencia.
No tiene explicación para definir porque estamos aquí y para qué. No ha logrado alcanzar una respuesta sobre el sentido de la vida. Las explicaciones que podríamos probar para responder a estas preguntas ya entrarían dentro de la filosofía.
Mi itinerario es más filósofo que científico. Adicionalmente, me gobierna una inteligencia más emocional que intelectual y no puedo concebir mi mundo sin un sentido. No puedo comprender mi vida como algo formal, sofisticado, socialmente correcto o inútil.
Intento encontrar el espíritu intrínseco en cada cosa.
Necesito sentir la conexión con el todo, y a través de esta visión, tengo la creencia absoluta de que seguiré existiendo más allá de mi partida de este mundo.
Creo que mis actos, al igual que los actos de todas las personas, tendrán consecuencias superiores a ellos.
Y considero que puedo ayudar a transformar vidas, al igual que todo aquel que ame a las personas.
Quizás, lo que no entiendo, ni me parece adecuado es el espiritualismo material actual.
Pienso que el espiritualismo esta más allá de cualquier contexto físico, no se necesitan consumir tantas cosas materiales para ser espiritual.
Veo que lo espiritual esta de moda, y no creo que ser espiritual por moda sea conveniente, ni correcto.
O eres espiritual o no lo eres.
No creo que se pueda lograr llegar a ser más espiritual, solamente, por utilizar la infinidad de cosas que hay ahora en el mercado para ayudarte a serlo.
Estimo que lo más necesario es tu voluntad y tu unión a la divinidad, junto con el espacio en el que estáis inmersos.
Sin embargo, si no tienes la suficiente fe en ti mismo y sientes que necesitas algo o a alguien que te sirva de guía, deposita tu fe en ese alguien solo para tu primer contacto, el resto del camino es individual.
En mis trabajos espirituales, advierto una inmensa gratificación cuando percibo el despertar espiritual de la persona con la que estoy procediendo.
Visibilizo el íntimo poder que va despertando en su interior y agradezco mi fe y la fe en que pueda conseguir ese crecimiento.
Muchas veces la sensación crea confusión, hay quien no entiende que sucede. Pero siente el cambio y comienza a ver las cosas de otro color, más intenso y vibrante.
Y desde este despertar puede avanzar con más paz mental y más ligereza, caminando por su propia y única senda hacia la espiritualidad.
De más pequeña, cuando escuchaba que el cielo y la tierra estaban separados, y que lo divino habitaba en el cielo, yo miraba hacia arriba y esto me confundía.
El cielo es donde flotamos, pensaba; está arriba y abajo, y en torno nuestro. No estamos separados del cielo visible…
Y comencé a pensar que lo que llaman cielo, cielo espiritual (no religioso), quizás sea un lugar, una dimensión o plano, oculto tras un velo invisible. Ese velo no se nos muestra, ni lo que hay tras él, pero podemos aprender a verlo o al menos a percibirlo si despertamos nuestra espiritualidad.
Creo que ese cielo, igual que el cielo que vemos, está en todas partes, es nuestra parte espiritual y no tiene límites. No reside en un sitio en particular, sino que todo lo engloba. No lo limita ni el tiempo ni el espacio.
Y fui aprendiendo, rodeada de mis seres queridos. Ellos me iban mostrando sus avances espirituales, a través de infinidad de vivencias compartidas.
Aprendí, igualmente, cuando nos uníamos en una fiesta, una sesión en compañía de alguien avanzado espiritualmente, un vidente, canalizador, sanador… Tanto como en la soledad escuchando a mi propia voz interior. Ella también conoce las respuestas, ella me anima a esta acción de ayuda a quien precise de mí. Me empuja a ser líder de quien lo necesita y a seguir al líder que me muestra más aprendizajes durante el camino, al hacer camino junto a mí.
Y con la edad, he visto que la propia edad no es la que determina mis acciones, sino mi voluntad, mi propósito y tenacidad cuando he necesitado extender mi mano para ayudar a quien he visto sufrir.
– Foto de entrada encontrada en la web.
Y cuando he encontrado a personas afines a mí, que tienen mis mismas inquietudes,
hemos creado un equipo.
No necesitamos vernos, porque sabemos que podemos ayudarnos en momentos de necesidad.
Son mis líderes, los maestros que me apoyan cuando tengo que tomar alguna decisión importante a la hora de ayudar.
Ellos me reconocen y yo los reconozco.
¡Gracias!
Y al ver los resultados, puedo contestar a mi pregunta:
¿Puedo ayudar a transformar vidas? Con un rotundo ¡Sí!
¡Y tú también!
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