¿Por qué corres?

Escrito por Marié

29 de diciembre de 2023

¿Por qué corres? Para llegar antes ¿a dónde?

Cuando corres, dejas de percibir que por mucho que corras no puedes alargar el tiempo en esta existencia finita.

No comprendo bien las prisas, en ninguna situación. No habría que darse tanta prisa si tenemos las cosas preparadas con antelación. Pero ¡no! Se acostumbra a vivir la vida acumulando estrés por no estar presentes.

Vamos debilitando cada vez más nuestros sistemas inmunológicos con este ajetreo. Ponemos a nuestro cuerpo a trabajar para nada, ayudándole a enfermar ante cualquier vicho suelto. Con ayuda de muchas personas, por supuesto.

Esta insoportable prisa mantiene una insatisfactoria infelicidad. Una engañosa infelicidad que no se muestra, está disfrazada y pasa desapercibida porque se esconde detrás de otras tantas infelicidades que la rodean, disfrazadas igualmente, pero de felicidad.

¿Por qué corremos? ¿Por qué fingimos?

Te lo pregunta una persona que no sabe fingir, todo se muestra en mi rostro, en mis ojos, en mi manera de actuar. Una persona que confía en lo que escucha de seres de mucha confianza. ¿Ingenua? No lo sé, en paz, sí.

Pero al detenerme a observar, solo contemplo carreras, estrés, ansiedad, prisas por algo que impide la vida, sin tiempo para vivir realmente.

Veo como maltratamos a nuestro cuerpo, descuidamos nuestra salud voluntariamente, dejándonos convencer por engañosas virtudes. Un auto sabotaje aceptado con las orejas gachas. Comodidad, autocomplacencia.

¿Tan estúpidos somos? Al menos lo parecemos. Y nos conformamos con salir a correr para poner un pequeño parche en una herida demasiado grande… Infartos…

Somos ingenuos engañados por el desarrollo.

Si miramos hacia el pasado, vemos que cada vez somos menos profesionales en cualquier ámbito, cada vez menos responsables y más infantiles. Y me refiero a infantiles con todo mi respeto por la infancia, deberíamos aprender más de ella.

Lo que intentan hacernos tragar a fuerza de insistir tiene un precio, y lo vemos en los hospitales en forma de fallos cardiacos, y de todo tipo de enfermedades “incurables”.

Vivimos en una gran mentira vestida de honestidad, en el gran teatro de la fingida felicidad.

Hemos reemplazado la verdad por la ‘supervivencia’, la tranquilidad por la enfermedad, la sencillez por el miedo, y las ganas de aprender por una soberana ignorancia.

Nos invitan a cosas que aceptamos porque son regalos, nos guían hacia estados depresivos, estrés y ansiedad, y cuando menos lo esperamos nos dicen que estamos deprimidos.

Nos intentan convencer para acumular tristezas en el alma, nos programan para enfermar. Y nosotros lo creemos, respondemos aceptando una “posible” certeza de vernos en un futuro, lejano o cercano en una silla de terapia química. ¡No!, no lo acepto.

Y cuando lo logran, cuando consiguen que no seamos felices, cuando logran que nos falte tiempo para todo, sobre todo para nosotros y para lo que amamos hacer, han conseguido sus propósitos inhumanos.

Que vivamos distraídos con las migajas que nos ofrecen, y que además demos las gracias.

Nos cuentan un chiste en el que nosotros somos los objetos de la mofa y no logramos verlo, ¿finalmente, lo están haciendo bien? Por supuesto, para su propio beneficio y nuestra humilde aceptación.

¡Hasta donde llegará la estupidez humana!

No te dejes engañar, es preferible escuchar al silencio que descuidar nuestro poder y sus profundas raíces, nuestro enorme potencial.

¿Estamos llegando al principio del fin? Es una forma de vivir en la que la vida realmente no importa. ¿No nos importa? ¡Nos da igual ser marionetas!

Quizás es porque somos más rentables contentos pero enfermos. ¿Y mucho más importantes muertos? Sobramos muchos, no hay espacio para todos.

Los hilos invisibles son cada vez más evidentes, pero han regalado demasiadas vendas, y ofrecido unas pocas golosinas. Pese a todo, la niebla se va disipando mostrando a cada vez más personas, sus torcidas máscaras.

¡Nos niegan la posibilidad de saber de nuestro potencial autocurativo! ¿No quieren que se conozca que somos maravillosamente autosuficientes?

Lo han escondido siempre, nos han engañado, han anulado muchas posibilidades. ¿Quién? Dímelo tú.

¿Nos han programado? ¿Nos hemos dejado programar?

¡Pues sí!, y no es justo depender de nada ni de nadie, nuestra salud es influenciable perfectamente por nuestras mentes. Y han pasado demasiado tiempo metiéndose de toda forma posible en ellas.

Han sembrado en ellas semillas podridas que han ido dando frutos también podridos con consecuencias inevitables y que ahora se ven cada vez más claras.

Creo que tenemos conocimientos suficientes para responder a casi todas las preguntas, pero no lo intentamos. Estamos demasiado cómodos viviendo manejados emocionalmente, distraídos.

¿Quieren zombis? ¿Quieren incinerarnos antes de la muerte? ¿Enterrarnos? Quizás.

Hábitos enfermos en gente enferma que se cree sana, pero que va a continuar enfermando poco a poco. ¿Lo han conseguido?

¿Se podría evitar? Sí, aprendiendo a vivir sin correr, invirtiendo más tiempo en nosotros, teniendo la plena certeza de que la vida es otra cosa, no lo que nos intentan vender.

¿No piensas en estas cosas? ¿Percibes esa insatisfacción generalizada? ¿No escuchas demasiadas veces del vacío que siente casi todo el mundo?

Pues a mí, por suerte o por desgracia me llega a diario, en todas sus formas. Afortunadamente, intento enderezar lo que todavía tiene arreglo y suavizar lo que no lo tiene. Y eso puede hacerlo cualquier persona que acepte sus dones y ¡todos! Los tenemos.

Tenemos un potencial infinito y una forma maravillosa de trabajar en lo que nos gusta, ese es nuestro mejor don. Estamos preparados para crear cosas insuperables ¿Por qué si no estaríamos aquí? ¡No hemos nacido para sufrir, ni para ser esclavos, ni nuestros, ni de nadie!

Sin embargo, ¿prefieres callar? O decides ponerte en marcha.

Es preferible compartir lo que descubrimos, lo que aprendemos, teniendo una esperanza, que se nos escuche desde la inteligencia. ¡Hazte oir!

No sigas con las anteojeras autoimpuestas, o no, expande tu forma de ver tu propia vida y el mundo, hay un gran universo desconocido para ti al otro lado de ellas.

Siguiendo los mensajes de mi corazón, continuo intentando encontrar relaciones ente síntomas y causas, causas emocionales, causas psicológicas, mentales…  Psicosomáticas, energéticas. Todos tienen un origen sencillo y fácilmente manejable en su comienzo.

Pero con el paso del tiempo he visto que se engangrenan y nos van pudriendo por dentro, sin dar señales evidentes hasta ser demasiado tarde.

Como con todo lo demás, los titiriteros escondidos tras infinidad de pesados ropones, también nos quieren convencer de que lo normal es envejecer y enfermar. Nosotros lo creemos, y corremos con los ojos vendados dejando que el tiempo haga su trabajo, y como obedientes corderos, enfermamos y morimos.

Todo lo que se ve por todas partes son anuncios de seguros de salud, de seguros de decesos, de seguros de accidentes, de medicinas, de enfermedades, y logran que aceptemos vivir en una credulidad inducida. ¡Asustados!

Nuestra mente queda obnubilada por tanta información, cree que es lo normal e induce al cuerpo a obedecer. ¡Les resulta tan sencillo!

Así consiguen que consintamos en que nos mediquen, que nos enfermen, que aceptemos las enfermedades degenerativas y nuestra mente trabaje para degenerar progresivamente nuestra salud, inevitablemente.

Pero como bien lo dice la palabra, ¡nos medican! Nos imponen medicinas, ¡para medicarnos!, no para sanarnos…

También nos quieren embeber en la idea de que la enfermedad es algo anterior a nosotros, que se decide en las moradas divinas.

Total, ¿para quién somos importantes?

¿Tienen miedo de nuestro poder?

¿No crees que es paradójico? Que los propios encargados de nuestra salud sean los encargados de quitarla, pero no hablo de quien nos trata, sino de sus marionetistas.

Con todos mis respetos para quien se sale de estas maneras de actuar, estoy segura de que alguno habrá, y espero que manejen sus propios hilos, en ellos están las soluciones.

Ya no tengo fe en casi nada que se muestra, solo en lo que compruebo, no creo en las titulaciones, ni en los doctorados, ni en los másteres, ni en nada de eso, todo puede ser comprado o falsificado y ¿quién se encarga de comprobarlo? ¿Los mismos qué los venden, los que los regalan a cambio de algo?

¿Te sientes tranquilo de poner tu persona en manos de alguien con estas características? ¿Cómo podemos saberlo? ¡No podemos!

Creo que habita más sabiduría en el interior de muchas personas sin titulaciones del tipo que sean, más humildad y más amor. Sin soberbia. Esas cosas no te definen, ni te mejoran. Cada uno ‘sabe’ lo que sabe, y no debería vivir en el engaño, ni engañar.

¿Por qué tengo en mis terapias a tantas personas, incluido personal sanitario que no sabe respirar, que vive en constante estrés, que no sabe hacer una relajación profunda, o no tiene tiempo ni para una meditación?

¿Por qué muchas personas encargadas de la salud de los demás no saben realmente lo que necesita su propio cuerpo, o su parte mental o emocional?

¿Realmente estamos en buenas manos? No dudo que muchos tengan la mejor de las intenciones. ¿Pero, es suficiente?

Seguro que las hay muy buenas y con muy buenos propósitos, como en todo.

Yo sigo con mis plegarias para que se rompan los hilos invisibles y podamos seguir los dictados del corazón, que es el que nos muestra la real vocación.

¿Por qué cada vez hay menos profesionales? Porque no nos escuchamos a nosotros mismos, porque preferimos vivir ocultos y alejados de lo que hay que trabajar.

Muchos hay que han perdido la conexión con su ser interior, con esa sabiduría ancestral que sus antepasados poseían. No saben cómo tomar energía de la Naturaleza, cómo purificar su propia energía, ni conocen formas de aprendizaje más allá de la razón, de una razón sin razón.

¿De qué estamos fabricados? Todos de lo mismo, somos lo mismo. Un poco de tiempo, y la vitalidad suficiente para poder elegir. No te condenes y dejes que elijan por ti. Lo mejor que tenemos es el libre albedrío, no lo cedas.

Hay demasiada información en nuestra vida, pero la acumulamos ¿para qué?, si no la utilizamos, es inservible. Estamos pasando de la normalidad a la más profunda anormalidad.

Me consta, que tenemos la posibilidad de aprender a no enfermar, no acepto la enfermedad en mi vida, aceptando igualmente mi fragilidad y mi temporalidad, pero lo hago desde su conocimiento y beneplácito.

Vamos a construirnos explorándonos para no enfermar, sin vivir en el miedo constante a enfermarnos, porque ese miedo es el precursor inevitable de la enfermedad. Vamos a vivir cuidando de nuestra salud activamente, viviendo nuestra vida en la realidad.

Observa cada cosa, todo nos da pistas, pero miramos a otras cosas menos importantes. ¿No has comprobado en tu día a día que hay cosas inconfundibles y repetitivas? ¿Cómo que los astros influyen en nuestras actitudes? ¿O qué nuestro cuerpo responde a las fases lunares, como una marea eterna? ¿Qué existen miles de colores y nos quedamos con los más tristes? ¿Que cuando anochece nuestro cuerpo va entrando en una fase de descanso que debemos escuchar?

 

¡Despierta! Regresa a las cosas pequeñas y sencillas, las que te dan ese descanso frente al profundo vacío en el que sueles vivir. 

¿Buscamos juntos ese equilibrio? Ven a conocerme, o regresa a dialogar conmigo. Vamos a imaginar juntos ese mundo equilibrado entre lo inevitable del desarrollo y la sabiduría interna tan saludable.

¡Existen infinitas posibilidades como dice mi maestro Deepack Chopra!

 

¡Namasté!

 

 

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