Feminidad perfecta y completa

Escrito por Marié

10 de abril de 2023

Las mujeres nos hemos hecho demasiadas pocas preguntas a lo largo de la historia, o al menos eso es lo que parece. Y si lo hemos hecho ha sido en la intimidad y sin encontrar las respuestas adecuadas a la mayoría de ellas. Al fin y al cabo no éramos importantes y no importaba lo que pensásemos o sintiésemos. ¡Por favor! Somos personas. Y necesitamos sentir una feminidad perfecta y completa.

Yo creo que una de las primeras preguntas debería ser: ¿Por qué vivimos la sexualidad como nos han dicho?

O ¿Qué es el placer femenino?, también pensar y cuestionarte: ¿Qué entiendes como gozar de la sexualidad? Y sobre todo: ¿Por qué es tan importante hablar del placer, del deseo y del sexo femenino?

Venimos de una estirpe de mujeres, perfectas en su esencia, que han sufrido por el mero hecho de ser mujeres. ¿Por qué?

¿Por qué han vivido menosprecio (tanto en el ámbito del hogar, como a nivel social)?, una injusticia que ha ido grabándose en el inconsciente colectivo. Desde hace incontables años, el hecho de ser mujer ha supuesto una desventaja y menos valoración en nosotras mismas.

Creo que el proceso de cambio debe pasar cada una de nosotras, por tomar conciencia de nuestro propio cuerpo y recuperar una sana relación emocional con él.

No estoy por la labor de llegar a todo ello imitando los modelos de poder o una apariencia de comportamiento masculino. Más bien pienso que tenemos que ser mujeres exitosas con nuestra propia y única manera de expresarnos, para ello somos totalmente completas en nuestra única forma.

Me gustaría que se dejase atrás cualquier patrón establecido, teniendo claro que la feminidad que nos representa es nuestra manera de expresarnos en esta vida. Independientemente de cada género y de cada sentir, cada uno de ellos respetado por mí.

Me gusta mirar a los ojos, en ellos veo. Me dicen muchas cosas, cosas que los labios algunas veces no pronuncian.

Soy agua de vientre, sangre de vida, vida y muerte

 

Soy agua, tierra, fuego y aire

 

Soy hija, hermana, niña, mujer, madre y abuela…

 

Soy todas mis ancestras y todas mis futuras generaciones

 

Soy mi sangre, soy vida

 

Soy el ciclo constante… nacer, crecer y morir…

 

y volver a nacer…

 

Soy la tierra que camino, soy la luna y sus ciclos.

 

(Carolyn Hodges Correa)

 

Una buena sexualidad significa salud, espiritualidad, bienestar y felicidad. Para todos.

Es conectar o reconectar con nuestro propio cuerpo, alma, consciente y subconsciente para llegar a disfrutar el placer, hoy hablo del femenino, sin miedos, penas, ni culpas.

Creo que hay que comenzar por desechar la vergüenza, vivir el sexo sin pudor, no es nada incorrecto o por lo que se nos debería cuestionar. Mi generación y mucho más las generaciones actuales, hemos tenido, en gran medida, más libertad en nuestra vida sexual que tuvieron nuestras predecesoras, salvo contadas excepciones.

Y gracias a la libertad sexual que ejercemos podemos ver que no han cambiado tanto los valores que hay en el trasfondo. Las etiquetas y los prejuicios siguen siendo similares. Y no es justo.

Suelo hablar de sexo abiertamente, con jóvenes y con mayores, considero que es una parte esencial en todas las vidas y no debería estar tan escondido.

Vamos a investigar un poco en la antigüedad… Las antiguas culturas nos dicen que la sexualidad femenina tiene mucho que ver con el origen de la sociedad…

En el siglo XIX e incluso a principios del XX, una teoría en boga entre los antropólogos decía que en los primeros días de la Humanidad las mujeres tenían «ventaja» en los asuntos familiares y sociales.

 

Se argumentaron diversas evidencias de ese supuesto matriarcado primitivo, concretamente las esculturas de mujeres y la frecuente figuración de símbolos femeninos en el arte prehistórico.

 

En el periodo prehistorico se le otorgó un lugar destacado a las diosas madres. Especialemente en la cuenca mediterranea pero tambien mas allá de ella.

 

Los pueblos primitivos observados entonces y tambiénen algunos en nuestro propio tiempo, transmiten nombres y estatus social de madre a hijo. Muchos mitos recopilados en casi todo el mundo brindan variaciones sobre un solo tema:

 

En la Antigüedad las mujeres gobernaban.

 

La supeditación de los hombres duró muchos años. Posteriormente lograron apoderarse de ciertos objetos sagrados, a menudo instrumentos musicales, uso de hierbas o medicinas ancestrasles, de los que las mujeres sabian que obtenían su poder.

 

Cuando se convirtieron en los únicos poseedores de estos medios para comunicarse con el mundo sobrenatural, los hombres comenzaron a establecer definitivamente su dominación.

 

La investigación de campo con carácter cualitativo, las historias orales o historias de vida y los estudios de casos, demuestra como fueron arinconando al matriarcado, y durante un tiempo se pudo creer que ese fin era definitivo.

 

Fuimos recopilando información y comenzó el cambio, tanto en un régimen jurídico materno como en un régimen jurídico paterno, la autoridad pasó a pertenecer a los hombres.

 

La única diferencia es que la ejercían los hermanos de la madre en ciertos casos o el compañero en otros. La primera aparición de la cultura ya no sería un misterio, sino que estaría enraizada en la fisiología.

 

De todos los mamíferos, el humano es el único que puede tener sexo en todas las estaciones.

 

Las mujeres no tienen una o varias temporadas de celo.

 

A diferencia de otros mamiferos, no envían a los machos, mediante cambios de coloración y emisión de olores, sus períodos de estro (época de celo a ese tiempo durante el cual las hembras mamíferas están receptivas y son activas sexualmente. Es el periodo donde aceptan al macho y transcurre la ovulación), es decir, los favorables para la fecundación y la gestación.

 

Y no rechazan a los machos en otros momentos.

 

Estamos invitados a ver esa gran diferencia como el factor que hizo posible e incluso determinó la transición de la naturaleza a la cultura.

 

Los olores sexuales no desaparecieron por completo.

 

Dejando de ser naturales, fueron convirtiendose en culturales.

 

Tal sería el origen del perfume, cuya estructura química aún hoy es similar a la de las feromonas orgánicas, ya que los ingredientes que lo componen provienen de animales.

 

Con esa teoría se abrió un camino que algunos se han apresurado a tomar, volviendo a poner patas arriba los hechos básicos de la cuestión.

 

Lejos de postular la pérdida total del estro, se sabe que las mujeres no podían ocultarlo por completo porque su sangre, más abundante que en otros mamíferos, indicaba que estaban entrando en un período de fertilidad.

 

Las que no eran fértiles en ese momento y que por lo tanto no atraían la atención de los hombres, trataban de atraerlos embadurnándose con sangre o con pigmentos rojos que simulaban la sangre.

 

Posible origen de los maquillajes.

 

Aqui está la demostración de que la mujer es totalmente sexual y ha querido disfrutar de su sexualidad siempre.

 

 

Cada una de nosotras llevamos grabado en nuestras entrañas la sexualidad femenina ancestral. Vive almacenada en cada uno de nuestros úteros, ellos tienen memoria, igual que nuestras células, ellos favorecen la evolución y los cambios.

Nuestra sexualidad existe más allá de nuestro tiempo, es nuestra historia sexual, y es más antigua que él, tan vieja como nuestra aparición en el mundo.

En ella están escritas todas las historias, las antiguas y las nuevas, y hay mucho que sanar en ellas. Debemos purificar las luces y las sombras de todas nuestras ancestras.

Cada historia se va heredando, generando desequilibrios, va pasando de madres a hijas, corazón a corazón, alma a alma… útero a útero. Como un pequeño hilo rojo. El hilo rojo de las leyendas.

Había llegado el anhelado día en que la niña había dado paso a la mujer sabia, pues la sangre de sus venas había comenzado a entretejerse en su útero.

 

La madre emocionada la bendice, pintando su rostro con tintes que ha preparado con fibras de vegetal y tierra en un cuenco de madera. Besa su frente y una lágrima brota de su ojo izquierdo. Esa también es la lágrima de todas sus abuelas, que se hacían presentes a través de esa gota ancestral.

 

Con delicadeza la madre, dibuja símbolos sagrados en el rostro de su hija, y luego le trenza el cabello, adornándolo con minúsculas flores blancas y rojas en señal de celebración y regocijo.

 

Luego, toma un cofre que mantenía escondido entre sus tesoros más íntimos, éste contenía joyas preciosas y una pequeña madeja ovillada especialmente para la niña. Estaba teñida con sangre menstrual, específicamente, con aquella que salió en su primera menstruación 40 días después de dar a luz a su hija.

 

En ese especial día, la madre pide a la niña desenrollar simbólicamente esta madeja hasta el fin de los tiempos. Para que así, generación tras generación, cada madre le enseñe a sus hijas e hijos, que la menstruación representa la unión sagrada que existe a lo largo de los linajes. Mostrando que sigue siendo un vínculo que se mantiene de forma ininterrumpida, útero a útero.

 

Pues el hilo rojo simboliza los lazos sanguíneos que os unen y que son inconmovibles a lo largo de las generaciones.

 

Transmitiendo por medio del hilo, el valor y la responsabilidad con todo el linaje anterior y posterior, además de la fidelidad a sí misma y la necesidad imperiosa de liberarse de lo que pesa o esclaviza, para llegar a encarnar la propia autenticidad.

 

Luego, en un momento de profunda cercanía, la madre toma las manos de su hija y mirándola a los ojos le dice:

 

–  El hilo de este ovillo representa tu alma uterina. Todo lo que vivas se registrará en el hilo rojo, a éste nada le podemos ocultar, pues su misión es mantener viva la memoria para que ésta sea honrada.

 

Tu vida será parte del legado de todo el linaje, todo lo que sufras es parte de la memoria de dolor del hilo y por lo tanto será aquello que has repetido y de lo que tendrás que honrar y liberarte, todas las deudas que no saldes las pagarán tus sucesoras.

 

Vive fiel a ti misma ante todo y camina por el sendero que mantenga tu fuego encendido.

 

Ten siempre consciencia de que estás creando memorias, ya eres la ancestra de siete generaciones sucesoras-.

 

Sin comprender por entero las palabras de su madre, la niña tomó con agradecimiento la madeja entre sus manos, la puso cerca de su corazón y miró al horizonte donde un cielo arrebolado celebraba el rojo de su útero.

 

Sus ojos estaban brillosos de emoción ya que por primera vez se sentía infinita.

 

Había comprendido algo muy profundo: más allá de la vida o la muerte, el hilo rojo la mantendría siempre unida a los vientres de su linaje.

 

A través de las memorias de los úteros, ella estaría viva en todas las que vendrían después, ya que en la sangre menstrual de sus sucesoras, ella se haría presente.

 

De esa forma, ya se sentía ancestra de todas las futuras generaciones, por ahora sólo vivas desde las estrellas.

 

En el momento en que la niña aceptó con amor esta madeja y comprendió su sentido, la madre sintió que una parte muy importante de su labor materna estaba completa, experimentando un gran regocijo en su corazón.

 

Respiró y agradeció al gran espíritu haber vivido ese momento sublime.

 

La niña se dispuso a caminar en solitario por el desierto rojo, entonando un canto de agradecimiento a sus ancestros y a la vida. Cantó hasta que el sol se escondió por completo.

 

Hay una telaraña, que une a todas las mujeres del mundo, de ella nacen millones de hilos rojos que unen linealmente a cada mujer con su anterior y posterior linaje.

 

Este hilo pasa por los úteros de las mujeres y se tiñe del rojo rubí de la sangre menstrual que remoja sus úteros por dentro, así también salen hilos dorados que mantienen a los hombres arraigados a la red a través de los úteros de las mujeres.

 

Si juntamos todos los hilos rojos del mundo nos veríamos como una gran telaraña roja que es la humanidad.

 

Este hilo lleva y trae información, está tejido a través de las finas fibras de ADN, jamás se corta, sólo se anuda a causa del dolor y los conflictos, y en ello es necesario ir desatando nudos para ir sanando.

 

Cuando una integrante reniega a sus ancestras, o se siente excluida de su hilo rojo, se forma un nudo por lo que el cordón deja de nutrirla, y ésta puede enfermar o deprimir sintiéndose incompleta.

 

Cuando una mujer honra su hilo rojo, recibe y envía todas las bendiciones del árbol, por lo que estas fluyen de aquí para allá.

 

Sostener el hilo rojo con fuerza, es como decirse a sí misma: “Este es mi linaje y de aquí vengo yo, recibo todo de mi árbol, lo bueno y lo difícil, y lo acepto con amor”.

 

A medida que cada integrante del árbol va sanando (hombres y mujeres), el hilo rojo evoluciona en su color y va adquiriendo un brillo resplandeciente que se irradia sobre el resto de la red.

 

– Ximena Noemí Ávila Hernández

 

Es comprensible que nos sintamos unidad.

 

Si sanas tú, sana tu árbol, si sana tu árbol se eleva la consciencia de la humanidad, por lo que es de suma importancia recuperar la consciencia del hilo rojo que nos une a todos y todas.

Es muy importante que de madre a hija se recupere la tradición ritual que celebra a la niña cuando se hace mujer.

Así cada niña podrá recibir una tradición que se va manteniendo viva de útero a útero, y tendrá consciencia de que su menstruación simboliza la unión a linaje matrilineal y así también es la posibilidad de traer a la tierra una nueva vida.

Esta tradición consiste en conmemorar el instante en que la niña se hace parte de éste hilo rojo, y ese momento es cuando llega su menstruación. Celebrar la menstruación es celebrar la unión matrilineal.

Cuando veas en tus braguitas la primera mancha de sangre es que ha llegado el momento de que recibas la madeja de hilo rojo, la cuides como un preciado tesoro y la conserves para que después de algunos años la entregues a tus hijas.

La madeja de hilo rojo es una metáfora que simboliza la unión sanguínea que existe en nuestro linaje matrilineal, mantener viva esta unión es celebrar los ciclos de la vida, hablar, reunirnos y transmitir información valiosa sobre el ser mujer de madre a hija, abuela a nieta, tía a sobrina.

El hilo Rojo de nuestro ciclo menstrual nos une a todas las mujeres: nuestra madre, abuelas, bisabuelas y todas las mujeres de nuestra línea ancestral, hasta el pasado más remoto en las brumas del tiempo.

Tú y todas tus antepasadas maternas han sangrado cada mes para poder dar vida. Reconoce que sin la menstruación ninguna hubiese podido dar luz. Eres un eslabón de una cadena de generaciones que comenzó antes del tiempo y continuará hasta mucho después de que te hayas ido.

Todas las mujeres estamos unidas a través de la conexión profunda y visceral de los tiempos de luna.

– Anna L’Am

 

 

 

Gracias abuelas, gracias mamá.

 

Decimos que la sexualidad femenina es ancestral, misteriosa y sabia, porque siempre recuerda.

Si la memoria del árbol familiar presenta heridas sexuales inconclusas que no tuvieron su oportunidad de sanar, habrá cadenas y cargas que atarán a la sucesora a repetir patrones inconscientes del pasado, hasta que alguna integrante del linaje, despierte y se disponga valiente a mirarlas, para desanudar los hilos enredados de la energía sexual creativa hasta retejerlos en vida limpia y original.

El inmenso poder de la energía sexual femenina, así también, se hereda a través de los linajes, teniendo un potencial regenerativo ilimitado. De esta forma, cada mujer que se libera de los patrones repetitivos del pasado y de las heridas inmensamente traumáticas que no pertenecen a su historia, llega a vivir su cuerpo en autenticidad, soberanía y libertad, incluso aunque no lo haya vivido así en su hilo rojo. De esta forma, esta sucesora marca un antes y un después a través de las generaciones. Su desafío es trascender la culpa del disfrute y de ser ella misma.

Es por ello que esta sexualidad ancestral como parte del alma femenina, anhela por sí misma que exista en un momento de la historia del hilo rojo, en que una mujer despierte y decida terminar con la repetición de patrones que la atan al pasado. Haciendo consciente lo inconsciente, expresando lo no expresado y dando lugar a lo no visto, hasta que desde ello, las mujeres del presente y el futuro logren vivir su sexualidad de manera libre y auténtica.

En ello, también sana una parte de la memoria sexual colectiva e inconsciente, desatando nudos, cortando cadenas y soltando fidelidades aplastantes hacia las mujeres más antiguas y también a las futuras.

Cuando la mujer sana esas memorias, debe saber que lo hace por ella, por todas las que lleva en su sangre, y así también por todas las que vendrán y por las mujeres del tejido de la humanidad. Permitiendo que el hilo rojo evolucione en amor, consciencia y sabiduría.

Sanar la energía sexual, es limpiar el río del flujo vital creativo, drenando y purificando las aguas turbias y estancadas. Esto no solamente nos llevará a un intercambio sexual más sano con un otro y disfrute pleno conmigo misma, sino que permitirá encauzar la energía hacia donde debe ir, una vez que ponemos la energía vital creativa de nuestro ser al servicio de la vida.

Adaptación del libro Relatos del cántaro.

Por eso estamos viendo un camino de regreso hacia la mujer sexual que somos.

No hemos recuperado, liberado y podemos gozar. Hemos traído de vuelta el sexo, el amor, las relaciones, el respeto, los cuidados, la sonoridad y el feminismo (igualdad). Hablo de muchas de nosotras, otras no han logrado hacerlo, no saben que todos somos solos, y nosotras también y solos nos iremos…

Cuando hemos reconocido y amado nuestras imperfecciones: nuestro cuerpo, nuestra regla, nuestros tesoros únicos y nuestros misterios, es cuando hemos podido mirarnos a los ojos y aceptarnos.

Lo hemos logrado mirando nuestras cicatrices, nuestras arrugas, ellas son el recuerdo de lo que hemos sido, el dolor se olvida, ellas son superiores al dolor y quedan en su memoria.

Hemos llegado hasta este punto respetando, como creadoras que somos, cualquier forma de vida, igual que nosotras merecemos ese respeto.

Hemos aprendido, y no debemos olvidar, a celebrar el precioso regalo de ser mujeres. Gozando, como solo nosotras podemos hacer, de nuestra sexualidad. Defendiendo el derecho con el que nacemos de ser dueñas de nuestros cuerpos, nuestras decisiones y de nuestra vida.

Nuestras raíces se hunden profundamente en la tierra, anclándonos y hermanándonos con ella.

Y como has podido leer, llevamos en nuestras células a nuestra hermanas, madres, hijas, nietas… ancestras. Con ellas bailamos alrededor de hogueras, hogueras similares a aquellas en las que quemaron a nuestras mujeres sabias. Solamente por el hecho de ser más perfectas de lo que se esperaba.

Cada día nos levantamos y pintamos nuevos lienzos donde todos los colores son importantes, donde los errores son necesarios para aprender. Cada noche soñamos y solemos cantar a voz en grito camino hacia nuestra verdad y nuestra libertad.

Somos tan perfectas o tan imperfectas como lo puede ser cualquier persona, igualmente somos amorosas, sensibles, y despiertas. Por eso queremos caminar con todas las personas por el mismo sendero, adaptando nuestros pasos. Juntos.

Desde bien pequeña me he sentido orgullosa de mi regla, mi abuela me hablaba siempre de este gran privilegio. Y siempre lo he mostrado abiertamente. Es de las primeras cosas de las que hablé a mi compañero de camino. Le relataba el orgullo que siempre ha sido para mí sentirme dadora de vida y la preciosa similitud con la poderosa sensación de apertura a otros mundos.

Si alguna vez sentía dolor en mis reglas, lo entendía como un dolor necesario, antiguo, compartido. Él me hacia recordar la sacralidad de mi sangre, y aceptaba el dolor dejándole marchar despacio.

Reconocía que ese dolor en mis profundidades era la esperanza gestante. Ese dolor me ayudaba a crear, lo sentía en mis entrañas y lo utilizaba para pintar e iluminar este mundo oscuro tan hambriento de luz. Desde él sentía la necesidad de gestar y concluir mis cuadros llenos de luceros brillantes.

Aprendí a que las mujeres como yo, las que no tenemos miedo a mostrarnos, las que defendemos nuestro sentir y nuestra igualdad, causamos miedo. Causamos miedo en ellos pero también en ellas. Somos el terremoto transformador. Ha aprendido a reconocer y a respirar el miedo a las mujeres sin miedo…

Nos reconocemos entre nosotras, nos abrazamos y felicitamos a aquellas de nosotras que lo merecen, lloramos con ellas también como si sus heridas fuesen nuestras propias heridas. Reconocemos lo que realmente importa. Tenemos conversaciones que nos hacen crecer, conversaciones inteligentes.

Nos pertenecemos, no somos invisibles, somos deseo, no solo objeto de deseo.

Somos totalmente imperfectas, y reconociéndolo así rozamos la perfección. Somos los que queremos ser, ni más ni menos. Y siendo así, somos únicas, hacemos nuestro mundo y a nosotras mismas libres.

Nunca estuvimos solas, a pesar de poder estarlo físicamente. Aparentemente, puede parecerlo, pero nunca lo hemos estado y nunca lo estaremos. Si así lo sentimos nuestro pensamiento vuela a esas hermanas que sabemos nos acompañan, nos entienden y ayudan a fabricar este mundo maravilloso en el que creemos y que sabemos fabricar.

Este mundo que ya se está transformando a pesar de que hay otras mujeres que no quieren este cambio, esas mujeres obsoletas, asustadas. Ellas no tienen poder. Nunca lo han tenido. Nunca lo han reclamado ni lo han sentido, así que no han sabido crearlo. Solo se mantienen en los antiguos berrinches sin hacer nada más.

Las que levantamos la voz ante las injusticias, a favor de nuestros derechos, de muchos sueños mutilados, las que aun haciéndolo sabemos respetar todo lo demás, somos las que cambiamos las cosas. Dimos una patada en el culo a ese sentir atado por la cultura, por nuestra historia, ya no tenemos la voz acallada. Y no vamos a dejar que vuelvan a acallarla. ¡Estáis aterrados!

Ese silencio obligado trajo consigo el grito universal de tantas, mi clamor individual, un grito silencioso, porque para crear y para vencer no hacen falta gritos, ni quejas… solamente el caos constructivo de nuestro eco profundo. Los cantos, las danzas, el amor, nuestro sublime movimiento de caderas para nuestro propio placer.

 

Si eres mujer y no sientes nada al leer esto, si no te identificas, vives en un mundo obsoleto.

Si eres hombre y no reconoces aquí a tu compañera, no has entendido la magia común.

Abre tu corazón, siente la llamada, encuéntrate con mujeres con las que puedes ser libre, para recordar entre todas, los maravillosos dones sexuales que nuestras almas nunca han debido olvidar.

 

¡Namasté!

 

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