Fabula oriental del alacrán y el monje

Escrito por Marié

21 de febrero de 2022

Dos leyendas orientales con idéntico mensaje

 

Voy a compartir unas fábulas que me han gustado bastante cada vez que las he leído. En primer lugar, os dejo la fábula oriental del alacrán y el monje.

He leído las dos y tienen la misma enseñanza. Aquí escribo las dos, ya que son cortas y la moraleja es similar.

Fábula del alacrán y el monje

Como cada mañana, un monje paseaba alrededor de un precioso lago, disfrutando de todo aquello que surge cuando se silencian los pensamientos.

 

De pronto, observó como, en el agua, un pequeño alacrán se estaba ahogando tratando de alcanzar la orilla.

 

Sin pensarlo, el monje se acercó, alargó su brazo y lo cogió para salvarle la vida.

 

En ese mismo instante el alacrán le picó en la mano. Como reacción al dolor, el monje lo soltó; y el animal cayó de nuevo al agua.

 

Al momento, el monje observó como el alacrán intentaba, sin éxito, llegar de nuevo a la orilla. Se acercó, y alargó otra vez el brazo para intentar salvarlo. Pero el alacrán le picó de nuevo, cayendo al agua otra vez .

 

Por el sendero, se acercó un campesino que había estado observado toda la escena, y dirigiéndose al monje, le dijo:

 

–  No entiendo por qué intentas salvar a ese alacrán desagradecido. ¿No comprendes que está en su naturaleza picarte?

 

– Sí, claro que lo comprendo -Dijo el monje-.

 

Y acto seguido, se puso a buscar una rama, tratando de encontrar la forma de auxiliarlo.

 

Cuando encontró una rama lo suficientemente larga, se acercó con sigilo al alacrán, y finalmente lo sacó del agua.

 

Entonces, el monje se dirigió de nuevo al campesino, y le dijo:

 

– Entiendo que en su naturaleza esté el picarme. Y lo comprendo, porque también en mi naturaleza está salvarlo.

 

– Mi propósito en la vida es hacer el bien, con independencia de los obstáculos que se presenten.

Y aquí la otra fábula, el cuento del maestro y la serpiente

Un maestro del oriente vio que una serpiente estaba muriendo quemada y decidió sacarla del fuego, pero cuando lo hizo, la serpiente le mordió.

 

Por la reacción de dolor, el maestro la soltó y el animal cayó de nuevo al fuego.

 

Se estaba quemando de nuevo.

 

El Maestro intentó sacarla una y otra vez, y en cada una de ellas la serpiente le mordia.

 

Alguien que estaba observando se acercó al maestro y le dijo:

 

– Disculpe, pero es usted muy terco… ¿No entiende que cada vez que intente sacarla del fuego va a atacarle?.

 

El maestro respondió:

 

– La naturaleza de la serpiente es morder, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar.

 

Entonces, con la ayuda de un pedazo de hierro, el maestro sacó a la serpiente del fuego y salvó su vida.

Moraleja

La moraleja de estas fábulas es la enseñanza.

Si en el proceso de ayudar a alguien, ese alguien te lastima, pero aun así quieres seguir intentándolo… cambia de estrategia, utiliza otras tácticas y abórdalo desde otro enfoque.

No merece la pena seguir insistiendo con un método que has comprobado varias veces que no funciona, modifica el camino si el que llevas andado no te ha dado resultado.

La sensatez está en buscar las herramientas adecuadas para seguir salvando a los «alacranes y las serpientes» que nos rodean.

Y no permitir que la propia naturaleza se vea alterada por la naturaleza de los demás.

Ciertas personas viven persiguiendo la felicidad, otras personas viven su vida creando esa felicidad. Es más importante preocuparte de tu propia conciencia que de tu reputación. Tu conciencia es lo que eres y la reputación es lo que los demás piensan de ti.

Lo que piensen los demás no es tu problema, no lo percibas como tuyo. Eso es problema únicamente de ellos.

Si alguien te hace daño, no te alejes de tu esencia, exclusivamente ten precaución.

– Fuentes: Contarcuentos, Pinterest.

– Fuente de la foto de entrada: ideasypensamientos.

Reflexión

Cada persona tiene una personalidad diferente, una identidad original construida sobre valores y creencias únicos. Si voluntariamente decides cambiar tus comportamientos, procura que siempre sea por una decisión que te mantenga en tu esencia. No te servirá de aprendizaje si lo haces debido a reacciones o enfrentamientos. Ya sea por ideologías diferentes a las tuyas o por motivos que no encajen con tu identidad.

Todos estamos en riesgo de sentirnos desencantados y perder la fe en nosotros o en los demás, por estas causas.

No hay que olvidar que cada uno de nosotros formamos parte de un todo, y por consiguiente tenemos una función no menos importante que las de los demás. Y la suma es la que produce el cambio.

La base está en no perder la propia esencia, que tus decisiones, aunque te causen dolor, también te produzcan satisfacción al permanecer dentro de tus convicciones.

Quizás en más de una ocasión ayudaste a alguien y te pareció que no fue agradecido contigo o que en otro momento necesitaste su ayuda y no te correspondió. A veces ese tipo de experiencias suelen desanimarnos de continuar ayudando a quienes lo necesitan.

Mi trabajo con las terapias energéticas y el constante contacto con diferentes personas, hace que sienta que mis esfuerzos y ayuda no sean agradecidas en algunas ocasiones. Hay circunstancias en que las respuestas no son justas con respecto al esfuerzo por lograr ofrecer un bien. Estos «alacranes» me enseñan que esas reacciones forman parte de su naturaleza y me hacen también ver la mía propia.

He sentido esta impresión en algún momento y lucho contra la idea de dejar que estas circunstancias cambien mi esencia.

Con el paso de los años he ido buscando y sigo intentando comprender cuál es mi naturaleza, la base de mi identidad.

En el camino he ido buscando avanzar, intentando siempre ayudar sin que esto suponga un perjuicio para mí.

Algunas veces es inevitable. Sin embargo, como ocurre en estas fábulas, creo que si dejas que los problemas o las personas que te hacen daño cambien tu forma de ver la vida y tu manera única de comportarte, perderás tu esencia más profunda.

Y la sensación de que que no estás haciendo las cosas como dicta tu personalidad, traerá a tu vida, infelicidad, comportamientos contradictorios, ira y reacciones indeseadas.

Tenía la seguridad de que hace bastantes años comprendí mi naturaleza. E intento seguir viviendo de la misma manera, esa que hace que sienta mi conciencia tranquila.

A pesar de ello, alguna vez asoma a mí, mi versión anterior, la más descontrolada y capaz de herir a los demás. Pero tengo fe en que mis fuerzas serán suficientes como para pararme mil veces a recapacitar, reconocer los errores, hablar sobre ellos y aclarar cualquier desencuentro.

Si a pesar de todo, no hay respuestas a mis esfuerzos, y aunque me duela en el alma la incertidumbre de no obtenerlas, debo pensar egoístamente en mí, intentar permanecer serena y tranquila, para poder continuar con una vida en equilibrio.

Afortunadamente, tengo la seguridad de que a mi alrededor hay personas maravillosas que siempre están dispuestas a ayudarme y levantarme. Gracias a ellos me veo y reconozco mis fallos, y gracias también a ellos puedo poner orden en mi vida.

Algunas veces necesito de su ayuda, saberme escuchada y comprendida. Preciso ser vista desde la espiritualidad de sus experiencias. Tuve suerte de tener, durante muchos años, a alguien a mi lado que me devolvía siempre a mi centro y ahora sé que sigo teniendo a alguien que me escucha y me entiende, gracias.

Gracias porque se cruzaron en mi vida, y están en ella cuando los necesito, creo que no se pueden desperdiciar oportunidades para dar las gracias y hay que hacerlo sin ocultar los sentimientos y lo que representan esas personas en tu vida.

¡Saberme apoyada de esta forma me anima a seguir sembrando semillas de amor, bondad y confianza, y saber que la cosecha siempre será dulce!

En honor a una de esas personas, mi padre, que mañana cumpliría 78 años.

¡Feliz cumpleaños allá donde estés!

 

¡Namasté!

 

 

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