Confesiones… más confesiones…
Hay muchas personas que me hacen infinidad de preguntas sin obtener la respuesta que buscan. ¿Por qué? Porque no han hecho las preguntas de la manera correcta.
Hay quien me pide que defina mis experiencias espirituales, personales y profesionales, pero no preguntan adecuadamente y no obtienen la respuesta que esperan.
Cuando estoy dispuesta a confesar, lo hago sin necesidad de preguntas. Las preguntas me ponen nerviosa, sobre todo las malintencionadas.
Hay quien pregunta para discutir conmigo, para intentar convencerme de cosas contrarias a mis ideas. Yo no intento convencer a nadie. Quiero estar tranquila.
Confieso que en ocasiones me altero, porque no entiendo esta postura. ¿Quién quiere vivir discutiendo? Yo no. Lo pienso, lo siento y lo digo.
Y para confesarme ¿Quién mejor que yo? Qué mejor respuesta que la mía. Qué mejor pregunta que la mía. Exposición, reflexión y respuesta. Y de testigos, vosotros…
Cuando confieso ciertas cosas voluntariamente, hay quien siente como yo, hay quien es de mi misma opinión, pero no se atreven a confesarlo también. Pero bueno, hay muchas vertientes, muchas posibilidades, muchas diferencias, infinitas personalidades. Y además, también existe la eterna vergüenza, la falsedad, y los insoportables papeles.
La mayoría de las veces, de cada boca sale lo contrario. Diría mil cosas, pero no me importa, estoy tranquila y no me avergüenza lo que pienso y confieso cuando puedo hacerlo.
Cada día tengo citas, toco el corazón con la palma de mis manos y siento el amor donde me encuentro. Es una bendición cuando la respuesta es: ya no me ha vuelto a ocurrir, gracias. Esta respuesta la escucho en el noventa y nueve por ciento de los casos, pero hay quien no quiere, o no debe.
No todo el mundo lo siente, pero sí lo recibe. Lo solicita y lo acepta.
¡Es tan sencillo!, haciendo la pregunta correcta. Pero casi nadie sabe preguntar. Ni yo sé preguntar.
Si logras averiguar que quieren saber, también averiguas como tendrían que preguntar, pero esa pregunta no llega.
Y cuando después de un tiempo obtienen la respuesta correcta, la que estaban queriendo escuchar, se sorprenden… Han preguntado correctamente y no lo saben.
Confieso que no me gusta que tomen mis decisiones, que me digan que no puedo, que me digan que no quiero.
Confieso que me encanta pasear, me gusta salir a tomar algo y encontrarme con gente joven a mi alrededor, me quedo absorta observándolos. Me hacen regresar a mis dieciocho como ellos. Para ser viejos siempre hay tiempo.
Confieso que si fuese a morir mañana, no me preocuparía por lo que piensen. Ni me detendría a pensar en quien me resulta despreciable, aunque hay algunas personas que lo son.
No me molestaría en confesárselo, no serviría de nada. Total, no van a cambiar con mi opinión… Solo es una opinión.
Aunque con algunos, la confesión sería un gustazo. De todas formas no importa, no lo entenderían.
Confieso que me gusta reír a carcajadas, y lo hago con quien me entiende, mis incondicionales… Cada vez son menos… Los necesarios, los de verdad. Y puesta a confesar, confieso también que reconozco perfectamente a quien me busca precisamente para eso, para reír a carcajadas conmigo, ¡búscame para todo y tendrás mi respeto!. Hacer reír me es muy sencillo, pero compartir carcajadas y complicidad es muy poco habitual.
Y como el día ha pasado y no me queda tiempo, hay cosas que no podré hacer, no podré terminar y hay otras cosas que no comenzaré.
Sigo confesando y reconozco que canto fatal, me gustaría saber cantar, pero no sé, sé pintar y escuchar. Hay sueños que son como los soñé, fáciles, aunque si los pienso se complican.
¿Me hubiese gustado hacer algo que ya no me da tiempo? Confieso que abrazar y besar todavía más, ¡pero soy una pesada!
Confieso que me arrepiento de no haber hablado más con mis abuelos, de no haberles grabado, de no haber escrito… Ya no tiene remedio.
¿Qué aconsejaría a los que queden? No me gusta dar consejos, pero algo que me suelo decir a mí es: Fuera falsedad, la verdad por delante. Ama sin límites, escucha sin límites, acompaña sin límites, ayuda sin límites, respeta sin límites. Desapego material. ¡Vive! Como si fuese el último día. Las personas son siempre, ¡siempre!, más importantes que las cosas.
No creas nunca que lo sabes todo, es el mayor error ¡Soberbia! Escucha todo, y guarda todo, siempre encontrarás alguna aplicación.
Vive de acuerdo a tus valores, no te arrepientas de lo que hagas, no dejes de hacerlo sin hacer daño a nadie y sin permitir que te lo hagan. No permitas que el arrepentimiento te siga si no haces algo, porque siempre seguirá el camino tras de ti. Hazlo y no serás perseguida por él.
Haz lo que sientas cuando puedas hacerlo, hay cosas que se van y no vuelven, no le des tantas vueltas.
Sé más empática, no eres la única que siente así. Lo que es importante para ti, también lo es para los demás, aplicado a su experiencia. No eres más que nadie.
Y cuando sufres, tampoco sufres más que nadie, todos sentimos similar. No eres especial, pero a la vez si lo eres, única en el mundo.
Confieso que me enorgullece pensar en muchas vivencias, vivencias atemporales que no cambian aunque los sucesos anteriores o posteriores sean distintos.
Confieso que mi vida ha sido caótica, extraña, la mayor parte feliz pero estrepitosa en ciertos momentos.
Pero confieso también la tranquilidad que me produce no haber hecho papeles, quizás no sea mi lugar, quizás sea un teatro, pero mi vida es sincera y sencilla… no tengo buena memoria y no recordaría el papel…
En ocasiones mi mente me juega malas pasadas y me hace creer que no he sabido vivir. No os engañéis pensamientos míos, he vivido para ayudar y no quiero que el último pensamiento que tenga sobre mí, sea de arrepentimiento.
Por eso me gusta confesar, puede suceder que estás aquí y de pronto, en un instante ya no estás, lo he hecho lo mejor que he sabido, a pesar de mi caos.
Y todo se refleja en mi caótica forma de escribir, voy y vuelvo, doy giros, me meto en laberintos que hay que salvar… pero eso lo dejo para ti, si eres capaz de entender mi caos, todo está resuelto.
Puedes leerlo como quieras… empezar por el último párrafo y seguir aleatoriamente por el que quieras… ¡Las confesiones no tienen que seguir ningún orden! Pienso yo.
Creo que mi caos es el que produce mi magia, es ese torbellino interno el que la crea y la hace crecer hasta un nivel casi incontrolable. Afortunadamente, esto no es de ahora y los cuarenta y tantos años que llevo conociéndola, han servido para conducirla por el cauce correcto.
Quizás no tenga sentido para ti, pero es mi vida y para mí si lo tiene. O quizás si lo tenga y te veas reflejada o reflejado, entonces descansa y confiesa, el corazón se queda ligero.
Confieso que tengo varias comidas preferidas, y no sabría elegir la que querría en último lugar. Quizás, si supiera que realmente sería la última elegiría un bocadillo con aceite de oliva y ajo, y en su interior, para acompañar al aceite, probablemente jamón o calamares, te dejo elegir a ti. Eso sí, con un buen vino.
Y los mejores entremeses, muchos abrazos y besos, sonrisas, carcajadas, algún que otro intenso sentimiento y emociones compartidas… Caricias de nuevo, el roce de tu piel…
Vuestras manos calientes y amorosas… Mucho amor para dar… Acepto un poco.
Creo que está todo hecho, pero queda tanto por hacer… Mañana quedamos de nuevo.
Confieso que mis mejores recuerdos no son historias, ni hechos, si tuviese que decidir serían miradas… Hay muchas miradas en mis recuerdos, las mejores miradas fueron las de mis hijos, moría en ellas, vivía en ellas, me enamoré con sus primeras miradas y desde entonces vivo eternamente enamorada. Quedaron para siempre incrustadas en mí y allí en ese lugar íntimo, viajarán conmigo.
Otras miradas que recuerdo son de orgullo, de mis padres en muchas ocasiones. Miradas de complicidad o agradecimiento de mi hermana.
… Miradas de adoración, ternura, pasión en mi pareja…
Los ojos son el espejo del alma y las miradas lo dicen todo. Hay miradas que no necesitan más que ese precioso silencio sin necesidad de palabras…
Y está llegando la hora de ir a dormir… Espero tener bonitos sueños, para ello pienso en las miradas de mi vida, para que los sueños no se queden solo en sueños, aunque sean bonitos…
Soñaré quizás con mi niña Marié y le preguntaré si todo ha sido como ella pensaba. Creo que lo más importante si, la presencia, aunque ¿quizás podría haber sido más? Creo que siempre podría haber sido más.
La pequeña Marie quería ser pintora, lo consiguió a medias… Pero ese a medias es el que importa… pintora para sus amigos… para el amor… para lo realmente importante y el mundo puede esperar…
Creo que más que menos la pequeña Marié estará contenta, aunque siempre quede algo por ahí en algún rincón escondido, es inevitable.
Lo que nunca imaginó es esto que hacemos, acariciar diariamente las teclas de un Chromebook, pero aquí estamos, y gracias a ellas puedo hacer estas tranquilizadoras confesiones.
Me puede el sueño, este día se cumplió… y lo de verdad importante es la paz y la tranquilidad del descanso profundo… otro día, si se puede, continuaré con mis confesiones…
Gracias por estar ahí.
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