¿Qué día es hoy? El día es irrelevante, otro día más igual al resto de días, un día que aún duerme en esta hora vespertina.
Un día de silencio, de resacas, de recuerdos, de propósitos.
Y yo, como siempre, me aislo del universo entre mi mundo de libros, entre mis escritos, entre mis reflexiones e internos pensamientos.
No puedo dormir, a pesar de estar cansada y muerta de sueño, no puedo hacerlo…
… Sissy, ayer de mañana hablé contigo y me lo has contagiado… ja, ja, ja.
Oigo un ruido, ¿Alguien está llamando a la puerta? Será alguno de mis hijos que vuelve de fiesta…
¡No! No es en mi casa, es en la casa de al lado, o en la de arriba…
¡Juventud divino tesoro!… nietos, ruido de risas, de entusiasmo y de ilusión.
Siempre me ha alegrado escuchar ese tipo de alborotos. … alegría, celebración, reencuentros…
Nunca me ha molestado el ruido, y menos aún de diversión, siento que no estoy sola.
Aunque hoy cada persona está en sus cosas, en sus pensamientos, relajados o dormidos tras la larga noche dando la bienvenida al nuevo año, o ajetreados recogiendo… ordenando tras las reuniones…
Y resulta que estos días, tienen sentimientos diferentes según a quien le preguntes.
Para mí, algunos años son buenos y otros no lo son tanto.
Está madrugada me lleva de camino a un día de esos… neutros, en los que me siento en paz.
Y esta tranquilidad me ayuda a expresar mejor lo que siento.
Creo que es algo común a todos, de acuerdo a lo que siento, así se van sucediendo las vivencias, es lo que atraigo.
Hay momentos en los que pienso que estoy totalmente sola.
No por la soledad física, que no la tengo, sino por la incomprensión.
Pocas personas me conocen realmente y menos aún intentan hacerlo.
Muy pocas llegan a mi verdad.
En este comienzo de año me ha dado por pensar en el futuro, no es lo normal en mí.
Soy más de vivir el presente y recordar con cariño el pasado, pero no suelo pensar lo que puede ocurrir mañana.
Mañana es mañana y es algo como surrealista, es una palabra rara que me hace pensar muchas cosas y como son ambiguas, prefiero vivir el momento.
Así que estos días de estreno de año, suelen ser un poco raritos.
Pero la sensación dura poco, un instante hasta la próxima celebración de final de año… ese fugaz instante…
Cuando el ruido del descansillo va perdiéndose en el interior de la casa… ¿de al lado…?, vuelve el silencio a mi alrededor y me devuelve a mis pensamientos…
¿Que sucederá cuando mis pasos ya no dejen huellas por los caminos que transito?. ¿Quién soy yo realmente?
… ¿Por qué, a estas alturas, viene este pensamiento a mi?… Porque son necesarias un montón de vidas para conocerse de verdad.
Lo bueno de estos días es que cómo cada fin de año… o año nuevo… vienen a mi lado todos ellos.
Siempre alguna lagrimita hace acto de presencia y hoy a mis lágrimas se han unido las de mis hijos… ¡por la nostalgia de nuestra primera pequeñita mascota Chispa, con sus alas recién estrenadas, que ya nunca más se asustará de los petardos! … Mis hijos la intentaban proteger de ellos en la habitación más alejada del exterior…
Al menos mi corazón está tranquilo, cuando llegue el momento de flotar detrás del velo… allí quizás pensaré:
Estuve en la vida y el tiempo pasó… y ¡fue un tiempo bueno!
Amé muchísimo, como solo una «maga» hace, ja, ja, ja. Pero me sentí también profundamente amada… Allí me sentiré enormemente afortunada.
…Me iré tranquila y con el corazón en paz…
Pero hoy, estoy aquí tumbada, acariciando las teclas de mi Chromebook, para que mi mente pueda descansar. Sí, descansar, porque ella descansa cuando escribo, se relaja y las palabras vuelan de mis pensamientos a mis dedos, fluyen sin obstáculos, me vacío de todo al escribir.
Creo que aún mis pasos van haciendo camino y yo intento que esos pasos sean tranquilos y el camino confortable, pero, en ciertos momentos, no puedo evitar que lleguen a mí pensamientos de incertidumbre.
No me gusta pensar que será de mí mañana, o dentro de un momento, todos ignoramos cuál será la última esquina que doblemos en la vida. Y esas cosas son vividas de formas diferentes.
Hoy, por ejemplo, mi mente está en calma, con sueño del intenso día pasado pero sin poder alcanzarlo.
Y quizás, he permitido que se acerque, poquito a poco, una ligera nostalgia.
Comienzo a notar una tenue soledad que intenta pintar de manera hiperrealista mis sentimientos.
Realmente no necesito ser comprendida, pero a veces, al menos, ser vista. ¿Es egoísta? No se.
En instantes de recuento como hoy, siento la cercanía de algo invisible pero presente.
¡Otro ruido! Un ruidito no muy alto, pero ininterrumpido, es como un siseo que logra sacarme de mis pensamientos de nostalgia. Quizás para que me sitúe de nuevo en ruta.
Escucho con más atención, y percibo en el exterior un viento suave que ha ido aumentando y está provocando ese siseo en mi chimenea, regalándome también un entrañable aroma a madera quemada.
De nuevo mi mente comienza a viajar a otros tiempos, a aquellos aromas calientes de la estufa, a hojaldrinas y alfajores, a esos mantecaditos pequeños y a almendras, a villancicos andaluces… de Sevilla y de Jaén… ¡mis amados campanilleros!…
Y tantos otros que cantábamos todos juntos. … Por la calle abajpito…
… Cierro los ojos y veo correr a los pequeños de mi tío Pepe, Magdalena, Paco, Maricarmen y Julián… jugando con mi hermana…
Son esos pensamientos que cada año vienen a saludarme un instante, para después seguir su viaje por el universo…
Se acercan también recuerdos antiguos de alguna madrugada de año nuevo y con ellos mis eternas peticiones de poder salir de fiesta con mis primos… Lola, Julián, Antonio, Pepi, Maricarmen…
¿Cuando dejé de sentir que era demasiado pequeña para verme en mi edad actual?… el tiempo es una cuestión que siempre me sorprende.
Llegan otros recuerdos, está vez de mis primas Magdalena y nuestra querida y añorada Maricarmen hablando cómplices de la venida de los Reyes Magos a sus casas…
En esos otros finales de año, recuerdo que permanecían por allí cerca, junto con mis padres, abuelos y tíos… Antonio, Fidela, Carmen y Pepe.
…Miro de nuevo en esa pantalla flotante y me encuentro con mi abuelo Francisco canturreando y tocando los platillos. Mi abuela Carmen paseando de la cocina al salón, mi tía Manuela tocando la zambomba y fumando un puro… y el resto de familia y amigos, comiendo, cantando, riendo…
Y el tic tac eterno del reloj de cuco colgado en el salón sin tiempo de mis abuelos…
Y… ¡Madre mía!… Me parece que lo estoy oyendo ahora mismo, ese tic tac incansable… Sacudo mi cabeza y el tic tac toma un tinte líquido y continúa en mis oídos…
Pero, ¿qué es esto? Hoy me rodean ruidos que intentan alejarme de esta sensación como de aislamiento del mundo.
Quieren que regrese de mi rinconcito tranquilo, o que mis musas se alejen.
¡Pero no!, no las dejaré marchar, me quiero vaciar de este sentimiento a través de mis palabras, de las palabras que esas musas inquietas me susurran al oído.
Y ¡Como no! Presto un poco más de atención y… ese ruidito nuevo es un ruido continuo en mi cocina… ¿Será verdad?… es originado por el grifo, ¡por favor!… ¿Alguno de mis duendes lo ha dejado a medio cerrar?… a ver cuál es la próxima interrupción.
A pesar de haber cenado como habitualmente hacemos en estas reuniones, tengo una insistente sensación de hambre. Será que mi estómago no está acostumbrado ya a estos atracones… ja, ja, ja.
…Voy a seguir con el relato personal de mis emociones de año recién estrenado. … Y los instantes siguen sucediéndose en fila de a uno, sin descanso.
Son como una montaña rusa, ¿Lo has sentido alguna vez?… Cuando estoy arriba siento una, no disimulada, felicidad asomando la nariz.
Pero de pronto paso a sentir una caída al vacío, y la percepción es que un pozo negro me espera a final de ella para devorar sin tregua los minutos y las vivencias.
Afortunadamente, vuelvo a elevarme y esa sensación queda a mis espaldas.
Y estando de nuevo en la cumbre, intento mantenerme en ella para continuar dentro de mi paz, pero es solo un instante, y de nuevo el vertigo y el descenso.
Mi mente se ve engullida por una espesa columna de humo.
Salgo de ella y me dejo llevar de nuevo, subo, mas despacio, por una escalera en dirección al cielo… Abrazo a todos los que están allí pero…
¡Otro ruido! No hay ocasión en que me moleste más una interrupción que estas en las que estoy tranquila intentando sentir y escribir, y sobre todo disfrutar del trance que me produce el sonido de las teclas …
… Pero bueno, esta parada me rescata de la sensación de vértigo. Detiene las subidas y bajadas, y el revoltijo de emociones opuestas…
Ahora sí es la puerta de casa, son las 8:45 de un 1 de enero y me llega un leve y cuidadoso sonido al empujar la puerta, pero ese cuidado no puede evitar que escuche entrar a uno de mis hijos.
Feliz noche la suya, felicidad y bella edad.
Es lo que toca, recuerdos de otros tiempos, esa misma edad y la felicidad de un futuro de ilusiones y esperanzas.
Y ese es uno de mis deseos, que ellos tengan las mismas ilusiones y las mismas esperanzas…
El comienzo de la vida como metáfora del comienzo de un nuevo año…
Así que mi deseo de hoy queda bautizado.
Observo la mesa de la noche pasada y allí descansan abandonadas unas botellas de vino vacías y de licor a medio vaciar, recuerdos de las risas de anoche… bonitos y esta vez cercanos.
Mi mente otra vez dando la lata… Quizás mi deseo no sea suficiente.
Al menos haré lo que esté en mi mano para que, siquiera los que tengo cerca, no pierdan la ilusión.
Pienso que actualmente puede parecer inevitable tener sensaciones de desesperanza, hay ocasiones en que yo también las tengo.
Hay veces que la soledad me engulle enteramente.
Comienza dando vueltas a mi alrededor, camina conmigo un rato hasta que vuelvo a sacudir mi cabeza.
Cuando aparece mi tribu a mi alrededor a contarme sus experiencias de juventud, mi soledad camina más despacio.
Vienen a rescatar mi propia juventud lejana y al vez cercana, la traen de nuevo a mi presente y la soledad sale disparada de mi camino.
Este placer es indescriptible, que mis hijos compartan conmigo es una bendición.
Mi felicidad se multiplica cuando veo la suya.
Poder disfrutar de una charla con ellos para mí es muy importante.
Que sientan que pueden hablar conmigo de cosas profundas me hace no perder la esperanza.
Con el paso de los días y según va la vida, tenía otra percepción.
Tenía la sensación de que esta bella costumbre de conversar estaba en proceso de extinción, y ellos me demuestran que no.
Pero bueno, parece ser que las interrupciones en esta mañana de estreno no me van a dejar terminar mi relato de hoy ¡Ya nada soy sin ellos!.
Estos momentos de intimidad son preciosos… aunque a veces traen contradictorios recuerdos de otro tiempo, de otras vidas.
Casas donde he vivido y que se alojan en partes de mi memoria alejadas de mi consciencia…
Me dejo llevar por la sensación atemporal en este día: primero de enero.
¡Un día un poco raro!…
Pero me ayuda a pensar, pienso en el patrimonio enorme de libros leídos… memorias de muchas tardes de lluvia leyendo, de muchas noches y madrugadas insomnes aprovechadas en esta pasión.
Tantas historias vividas a través de ellos, tantos personajes protagonizados gracias a ellos… ¡infinitos días!
Y después de las interrupciones involuntarias de mi reflexión, lo único que me queda por pedir para hoy es disfrutar del resto del día de manera tranquila, y que este año traiga lo que quiera…¡Inevitable!
Es un pensamiento de aceptación.
Esta madrugada insomne, al observar mi vida bajo el mismo cielo de cada 1 de enero, siento que para mí, cada día de mi vida es un comienzo.
Todos los instantes, uno a uno, son similares a otros días como hoy, a días de año nuevo… Deseos…
Pero la diferencia con lo que llega a mis oídos es que no son como otros deseos ajenos y fijos, que transforman todo en un negocio, en un recuento o en un balance, en previsiones sin valor real…
Cada vez menos espiritualidad…
Doy las gracias por no sentir así, y me propongo aprovechar, disfrutando de la sensación profunda con que comencé este nuevo día.
¡Voy a levantarme a preparar un postre!
– Imagen de entrada: Frei
¡Y como siempre… mi recuerdo y saludo para todos los que partieron, gracias por vuestra participación en mi camino!.
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