Bueno, hoy 20 de septiembre, mi pequeñajo cumple 18, digo pequeñajo porque es el pequeño de los dos. Y quiero decirle que sean bienvenidos esos 18 años.
Y hoy de nuevo vuelvo a tener esa sensación, una sensación mezcla de felicidad, ternura y miedo.
Una ligera incertidumbre aparece al recordar que hay que decir adiós a otra versión del pequeño de mis hijos, otro nuevo paso en las vidas más amadas.
Este día, igual que cuando su hermano cumplió 18, no debería ser diferente, pero al igual que con él, siento nostalgia. Es una añoranza acompañada de gratitud, es quizás una mezcla, un hormigueo en el estómago provocado por diferentes sentimientos. Es tristeza al ver ya lejana una etapa en la que eras todo su mundo, y es alegría al sentir la bendición de haberlos podido ver crecer y convertirse en lo que hoy son. Hombres que ya no te necesitan tanto, pero que saben que siempre estarás.
Por eso vivo agradeciendo, vivo cada momento con ellos y cada experiencia, cada una de sus edades, cada reto, cada aprendizaje.
No quiero que nada robe la magia de cada etapa, y haberlos visto crecer es pura magia.
Así que sí, soy mamá de dos hijos, Iván y David.
De pequeños, aunque ni ellos ni nosotros sabíamos como, todos teníamos claro que estando juntos todo saldría bien.
Mirándoles a los ojos, sabíamos que nuestra sola presencia, nuestra atención y nuestra mirada era todo su mundo y eso era todo lo que necesitaban.
Y hoy, estos dos hombres que fueron mis niños, me siguen enseñando.
Sin decir nada me muestran cuando necesitan amor, cuando necesitan atención. Aunque, a veces, ninguno lo sepamos… Todo nos hace seguir aprendiendo juntos.
Me revelan que hay momentos en los que necesitan estar solos, pero otros en los que necesitan ser abrazados.
Y aquí estoy, aquí estaré eternamente, para ese abrazo y para todos los que necesiten siempre.
Y hoy es un día especial… :
– ¡David, hoy cumples 18 años!
David, el que siempre me contesta, me reta, me enciende, el que hizo que leyese incontables libros de ayuda para padres, que escuchase videos…
También fue él, David, el que me hizo ver que las respuestas a todas las preguntas que me hacía no estaban en ninguno de ellos, no estaba en ningún libro, en ningún documental ni seminario.
¿Por qué?, sé por qué, y es porque las respuestas estaban siempre al alcance de mi mano, estaban en mi interior.
Y eso es así porque es igual a mí, proyecta mis comportamientos adolescentes y de primera juventud en su espejo, es el que me recuerda como soy yo, el que me hace verme, el que me enseña como mejorar todos los días y así conocerle, entender sus comportamientos e intentar seguir ayudándole.
Como siempre me decía mi padre: No le grites, no le digas no, déjale confundirse. Y si no entiende el camino de momento, toma su manita y guíalo hacia donde consideras que es más adecuado.
Y eso es lo que intenté hacer durante su infancia…
¡David, intenso!
David pura emoción, dramatismo, pasión…
Y como siempre, incomprendido, como casi todas las personas que tenemos una sensibilidad más intensa de lo normal.
Sin embargo: – Agradece estar siempre rodeado de amigos que reconocen esa elegancia abrumadora y te acogen tal y como eres.
– Tú logras ver lo que otras personas no llegan a ver.
Educado, sincero, respetuoso, maduro, agradecido, generoso, cariñoso, amigo.
Por todo, desde aquí te digo David: – Te doy mi más sincera enhorabuena, por tu personalidad arrolladora, por saber luchar siempre por tus principios, por tus gustos y tus ideas… esas ideas tan diferentes de la mayoría.
Por hablar siempre desde la verdad, con la verdad se alcanza todo.
Y también te digo: – Las personas como tú sois las que cambiáis el mundo.
– Te deseo que ese mundo, tan incomprensivo todavía y tan obtuso, no te sea duro.
– Que sigas luchando como lo has hecho siempre, con todos los recursos que tienes, frente a las pruebas que te ponga.
– Deseo que no sean duras, y si lo son, busca siempre en tu interior, ahí reside tu fuerza. Tú lo sabes.
– Sabes que puedes, porque eres capaz de todo lo que te propongas. Lo has demostrado muchas veces.
– Te tocó luchar siempre y has revelado a todos que eres único, has enseñado a tus amigos que todos lo somos, pero tú tienes la valentía de mostrarlo al mundo.
Y sé que algún día, cuando pase más o menos tiempo, igual que a mí me ocurrió, cuando seas un poco más mayor y la vida te haya mostrado más experiencias, podrás entender la lógica que nos ha motivado siempre en nuestra forma de comportarnos, de hablarte y de intentar ayudar, compartiendo contigo parte de tu camino.
Los hijos, sin saber por qué, nos escogen porque intuyen, desde antes de vivir en nuestras entrañas, que guiaremos sus pasos siempre de la mejor manera que podamos y viviremos juntos el aprendizaje de cada etapa superada.
¡Felicidades hijo, disfruta este día tan especial para ti y tu nueva etapa a partir de ahora!
¡Te quiero!
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