Mas vestigios que me conforman

Escrito por Marié

16 de septiembre de 2022

Creo que paso a paso y con su ayuda lograré conocerme

 

Y reanudando la historia de mis orígenes y para explicar la intensa amalgama que hay en mi sangre, me engrandece mencionar nuevamente otra de ellas. Por eso, prosigo con una de mis idolatrías, escribir sobre más vestigios que me conforman.

A esta mezcla de culturas, de sentimientos y singulares modos de contemplar y entender la vida, adeudo yo la mía. Historias que aparecen y marchan, y que asiduamente finalizan con contradicciones.

Imagino que algunos de mis antepasados debieron de desplazarse de su lugar de nacimiento, tuvieron que emigrar o expatriarse a otros pueblos o países donde proseguir su andadura.

Poseyeron ocupaciones o dedicaciones dispares, la mayoría jornaleros… albañiles, algún militar, casi todos individuos de campo, enamorados de sus tierras y de sus gentes.

Sus estelas, huellas dejadas por los regueros de sus vidas, actúan revelándome la belleza que hay en ellos. Los diviso en mi imaginación idénticamente a cuando interpreto en mi mente cada uno de mis cuadros antes de plasmarlos en el lienzo, con intenso amor.

Imagino cada existencia. Unas como tranquilas y lentas tardes de verano contemplando la bóveda celeste limpia y cerúlea desde una casa blanca. Otros como veloces tardes de domingo disfrutando de la limpia y engalanada alameda bañada y purificada por las gotas de lluvia.

Pero todos con algo común, sueños…

Hondas reflexiones en las que entreveían una perspectiva y una sociedad más justa, más reflexiva y solidaria.

Y esas visiones me legaron anhelos de que los nuevos personajes que transiten surgiendo en este auditorio presente, procedan para que la representación sea un gran triunfo.

Frescos escenarios en los que poder coexistir todos, como ellos me aconsejaron.

Venero con profunda admiración a todos y cada uno de mis muertos, aunque de ningún modo antes los haya mencionado con ese termino. No lo he hecho porque para mí no lo están, permanecen vivos en apariencias no perceptibles por la mayoría de nosotros.

Honro sus vivencias, bondadosas o malvadas, sus noblezas, sus desasosiegos, sus hazañas de enemistad o traiciones. También determinadas injusticias, abusos, desproporcionalidad económica, miserias, temores, contradicciones, y sobre todo sus afectos y amor…

Reconozco a todos ellos el legado que me han otorgado, tanto lo hermoso como lo inconveniente. Experiencias abrumadoras, espeluznantes, y otras justas y felices.

Biografías de infancias dolorosas, de luchas desde la más sensible niñez, vivencias que en este momento son difíciles de concebir.

Individuos con herencias extraviadas en el mostrador de un bar, otros con extraordinarias fortunas asimismo perdidas.

Alguno con menos bienes, pero con la diosa fortuna de su parte…

Con dinero o sin dinero, espirituales o materiales…

Todos me generan felicidad, porque por todas esas vivencias hoy vivo yo las mías. Con mis luchas, paradojas y mi manera profunda de amar, heredad de todos ellos.

Reconozco a todos su compromiso con sus historias y su solidaridad con quiénes anduvieron por ellas.

Sin cualquiera de ellos no sería lo que soy, debo todo, lo transmitido, lo aceptado, la vocación, las aptitudes y las actitudes.

Su afecto lo tengo, lo siento, es la terapia concreta para determinada intranquilidad o inestabilidad que aparece de pronto.

Cuando los traigo a mi corazón, me vuelvo de hierro, estoy defendida, contenida en amor y luz.

Yo soy mi clan y lo que ha sido antes de mi aparición, soy las biografías de mis padres, abuelas y abuelos. También de mís demás antepasados, e intento continuamente comprender lo que eso ha supuesto en mi vida.

Sin vanidad, pero con gran orgullo manifiesto que soy de excelente madera, sin duda alguna. Y sé que la buena madera también tiene sus ineludibles nudos, como yo tengo mis nudos existenciales.

Mi padre fue carpintero y ebanista, chapista, patronista, albañil, electricista, cocinero, fontanero y con todo hacía maravillas. Y siendo el ancestro más cercano a mi vida, ha pasado la suya mostrándome lo asombroso de hacer todo desde el amor y la belleza. Pero hoy no vengo a escribir sobre él:

 

«Hoy traigo a un niño moreno, guapo y bueno, que vino a nacer en el seno de una familia que supongo feliz e igualmente buena, (por los comentarios de otros familiares). En esa familia ya le esperaban cinco hermanas y un hermano que le quisieron profundamente.

Podría haber sucedido cualquier mañana, tarde, noche o madrugada en un pueblo serrano como su nombre indica, del año 1910.

Un grito rompió el dia, el grito de su madre, Francisca Pérez García, al alumbrarle, y al tiempo, un suspiro de su padre, Francisco Plata Carmona. Un niño, un nuevo hijo, el mas pequeño de los hermanos y al que pusieron el nombre de ambos, Francisco.

Y que sincronicidad, mis padres tambien llevan los dos el mismo nombre.

Sigo con ese niño que con los años se convirtió en mi adorado y enormemente bueno, abuelo Curro. Los  recuerdos son muchísimos, algunos permanecen impresos en mi memoria y otros muchos están en ella gracias a los preciosos relatos de familiares y amigos, y de entrañables y antiguas fotografías.

Apenas le disfruté diez años, pero en esos pocos años me enseñó más que muchos abuelos logran transmitir en muchos más años.

En estos pocos años siempre le recuerdo sonriente, tranquilo y bondadoso. 

Era sordo y mayormente silencioso y observador, aunque siempre estaba canturreando alguna coplilla. Solía sentarse al lado de la puerta, tenía los dedos amarillos de fumar apaciblemente sus eternos celtas cortos. Nunca olvidaré el inconfundible olor del humo de sus cigarrillos.

A menudo nos sorprendía con caramelos de nata, pequeñitos, que habitualmente tenía en los bolsillos y que para nosotras eran auténticas joyas esperadas.

Las veces que tenía ganas, le escuchábamos atentas contar historias de su juventud. Una de ellas, de como se libró de ir a filas, evitando también la guerra por ser sordo. Un familiar nos contó que un vecino con ciertos intereses le denunció sin base alguna, pero que no evitó que vinieran a buscarle para fusilarle, librandose por las explicaciones de otros…

Muchas veces nos divertía con los nombres de alguno de los pueblos que pasábamos, diciendo algún chascarrillo o rima referente a él.

Jugaba siempre con nosotras y de esa forma nos enseñaba.

Nos hablaba del clima, de las cabañuelas, de los cambios en los paisajes y nos relataba como cada uno de ellos influía en las formas de vivir de cada pueblo.

También de lo que se cultivaba en cada uno y de las tradiciones. Observaba atentamente y nos iba describiendo los cambios que él veía de año en año al pasar por cada zona, para entretener los larguisimos viajes.

Él decía que la vida es caminar, escuchar y observar, así que aquí continúo observando, escuchando, caminando… aprendiendo.

Fue un hombre bueno con una esposa fuerte y de gran carácter a su lado, que le hacia reír con sus enfados, mostrando así el buen humor y la buena disposición que siempre tuvo.»

 

A mi memoria llegan los veranos compartidos con mis cuatro abuelos, cada temporada era esperada con cariño. Mi padre adquirió una furgoneta grande para poder irnos todos juntos en lugar de dar varios viajes para llevarnos a todos. A través de sus ventanas veíamos alejarse nuestro pueblo, Alcorcón, para viajar al pueblo de acogida de mi abuelo Curro, Écija.

Otro de los cuatro pueblos que forman mi árbol genealógico

Y como no, aquí traigo parte de lo que he encontrado sobre ese rinconcito blanco de la siempre mágica Andalucía donde fue a nacer. Si alguien quiere saber más sobe este pueblito serrano puede continuar leyendo. He adaptado orígenes, prehistoria, historia, leyendas y curiosidades:

Puerto Serrano es una población medianita de 7.000 vecinos. Blanca, apacible y hospitalaria, situada entre sub béticas, gaditanas y el río Guadalete. Esto que le proporciona una extraordinaria riqueza paisajística y le dota de abundantes parajes de gran belleza natural.

En los alrededores se puede ver la Vía Verde de la Sierra que nace en Puerto Serrano. Donde vecinos y foraneos practican algun depoerte como senderismo, o marcha a caballo.  La Vía Verde de la Sierra transita por el antiguo trazado ferroviario Jerez – Almargen. En la actualidad se encuentran transitables 35 kilómetros que unen las localidades de Puerto Serrano y Olvera.

En las cercanias, formando un enclave entre la provincia de Cádiz y la de Sevilla, en medio de las localidades de Coripe y Morón de la Frontera, encontramos la aldea de Pozo Amargo, perteneciente al municipio de Puerto Serrano desde el año 1941.

Está constituida por un grupo de casas en torno a una plaza central, con la ermita de Nuestra Señora de la Asunción en su parte superior central, que preside todo el enclave.

En la parte baja vemos una enorme piscina y, por debajo de ella, las ruinas de un antiguo edificio.

La aldea de Pozo Amargo constituye el culmen de un proceso que tardó más de cien años en materializarse: la construcción de la Colonia de Santa Isabel.

En ella el balneario era solo una parte del proyecto que entró en funcionamiento en 1895, constituyendo uno de los complejos termales más avanzados de España

Historia

La privilegiada situación geologica y estratégica de Puerto Serrano posibilitó pronto su asentamiento, lo que ha dejado numerosas huellas en su término municipal.

Sus orígenes se remontan a tiempos prehistóricos y sus tierras han sido testigos del asentamiento de diferentes culturas.

Esta ocupación ininterrumpida obedece a las características geográficas que confieren al lugar unas favorables condiciones de habitabilidad. Entre otras: la proximidad del río Guadalete, la posición estratégica en la que se encuentra (zona fronteriza), y a su vez, por ser nexo entre distintos términos.

Prehistoria

Los hallazgos de herramientas de piedra fabricadas por el hombre, evidencian la estancia de cazadores y recolectores durante el Paleolítico Medio en Puerto Serrano.

Tenían la posibilidad de frecuentar la orilla del río Guadalete para recoger cantos rodados y transformarlos en herramientas.

Así lo evidencian ciertas piedras encontradas en este lugar, las cuales delatan que los habitantes de esta zona preferían los cantos de sílex, sobre todo los de color blanco, rosado y negro, y los de proto-cuarcita, de color marrón.

Son tres los yacimientos encontrados en esta localidad con numerosas herramientas de este tipo: el yacimiento de la Plaza Diamantino García, el yacimiento de La Redondilla (junto al antiguo vertedero) y el de El Hijuelo (junto al molino del mismo nombre).

Edad de los metales

En este periodo, (3000-8000 a.C.), son muchos los restos materiales fabricados por el hombre encontrados en esta localidad y en sus alrededores más cercanos. Entre ellos, recipientes realizados en arcilla cocida e industria lítica (piedras talladas que servían como herramientas).

Edad de bronce

De este periodo (1900-1600 a.C.), es del que se tiene más información, gracias a las investigaciones realizadas en la Ermita del Almendral y en la Fuente de Ramos.

En estos lugares existen cuevas artificiales que fueron talladas por el hombre hace aproximadamente 3000 años, aprovechando oquedades naturales existentes en la roca. Eran usadas para enterrar a sus familiares en una especie de panteones. Estos sepulcros forman parte del fenómeno denominado “Megalítico”.

Se trata de un gran cementerio, que abarca una extensión de 211.250 m². Se extiende por la ladera Sur del Cerro de Los Castillejos, desde la Ermita de Santa Mª Magdalena hasta más abajo de la Fuente de Ramos.

Por ahora se han encontrado en esta zona siete cuevas artificiales, aunque no se descarta la existencia de más.

Una de estas cuevas, la más conocida, es la que se encuentra en la ermita del Almendral. Situada justo al lado de donde se venera a la Santa todos los años en la romería de julio.

Allí se hallaron gran cantidad de huesos, acompañados de vasijas, puntas de flechas y cuentas de collar.

En Fuente de Ramos, fue donde comenzaron las primeras investigaciones pertenecientes a la edad del Bronce.

Las restantes cuevas se encuentran aquí.

Debe su nombre a un manantial de gran caudal que surge de la misma roca caliza, junto a las cuevas. Fue una de las fuentes del pueblo utilizadas como lavaderos.

Las comunidades de aquella epoca aprovecharon las cuevas naturales y las transformaron en enterramientos colectivos. En ellos se enterraban miembros del mismo grupo emparentados por lazos de consanguinidad, junto con algunas pertenencias.

Todos los enterramientos presentan estructuras similares: pasillo, cámara central y nichos laterales. Estaban situados muy cerca del pueblo.

Estas comunidades vivían en aldeas al aire libre, en chozas construidas con piedra y materia vegetal.

Tenían una economía basada en la agricultura y la ganadería, completando estas actividades con la pesca, la caza y la recolección de frutos silvestres.

Edad de hierro

En los últimos años de la Edad de Bronce, estas comunidades entraron en contacto con varios pueblos llegados del Mediterráneo Oriental. Entre ellos, fenicios y griegos, pueblos que provocaron fuertes cambios en la cultura y las costumbres autóctonas, como el uso del hierro.

En la Ermita del Almendral, Cerro Poley, el Castellar, La Sombrerera y Pozo Amargo se han encontrado vestigios arqueológicos de esta época. Anforas de saco, cerámicas realizadas a torno, por el color de las arcillas empleadas se conocen como “grises”, además de cerámicas pintadas policromas.

Todos los asentamientos de esta época se establecen en cerros y promontorios elevados. Búsqueda clara de lugares estratégicos en cuanto a defensa y control del territorio.

Época romana

La romanización de Puerto Serrano comienza mediante un cambio en las estrategias de asentamiento.

Se abandonan las zonas montañosas de Pozo Amargo y El Castellar ocupando desde entonces la vega del río Guadalete, en vado y llanura.

La ciudad romana origen de Puerto Serrano se llamó Marciago.

Este nombre, según algunos investigadores, puede venir de la deformación de la palabra Marciano. Este nombre aparece en algunos ladrillos y placas cerámicas halladas en el yacimiento Balbuán en Morón, a pocos kilómetros de Puerto Serrano.

En estos ladrillos aparece una inscripción que dice: Salvo Episc(o)po Mariciano.

Se encontraron evidencias de que Marciano fue un obispo Astigitano (de Écija) que vivió en los últimos años del siglo VI d.C. y primeros del VII d.C.

¡Otra sincronicidad, Écija fue el pueblo de adopción de mi abuelo trece siglos despues de este hecho!

Marciano fue depuesto de su sede entre los años 622 y 624 con acusaciones tan graves como haber hablado en contra del rey. Otra de las acusaciones fue vivir con una esclava llamada Bonella y también haber consultado adivinaciones sobre la vida del rey y su futuro.

Esta polis romana estaba situada en el lugar actualmente conocido como “Huerta del Médico”.

Durante unas remociones de tierra aparecieron pavimentos con mosaicos, ladrillos romanos de distintos tipos, fragmentos de cerámica común, entre otros.

En este lugar también apareció una escultura de mármol representando a Attis (divinidad oriental cuyo nombre va unido de forma inseparable a la diosa Cibeles y su leyenda). ¡Sincronicidad!

Attis eres un bello pastor frigio por el que la diosa concibió un amor apasionado pero platónico. Cibeles le puso a cargo de su culto y le ordenó que fuera casto. Sin embargo, Attis traicionó su promesa: se casó con la ninfa Sagaratis.
Indignada, Cibeles mató a su rival e hizo enloquecer al infortunado pastor quien, en una crisis se mutiló. Se cuenta que la diosa arrepentida, resucitó a Attis bajo la forma de pino.

También se han recogido restos de materiales constructivos romanos, como ladrillos o ánforas en el río Guadalete, junto a la población actual de Puerto Serrano.

tn_FotoPueblo_x3xAsimismo, desde tiempos inmemorables, se recuerda la presencia en distintos lugares del pueblo de una columna de mármol rojo decorada con incisiones, similar a algunas halladas en el teatro romano de Málaga, pero se desconoce el lugar exacto de su aparición.

Junto a la mayoría de estos asentamientos, en forma de villa, aparecen los correspondientes cementerios o necrópolis.

fuente4Se conocen varios grupos de enterramientos diseminados por todo el término: en la “Huerta de Murillo”, en las proximidades de “El Chaparral” o La Sombrerera.

En la Ermita del Almendral se han encontrado un conjunto de 9 estructuras, 7 de las cuales corresponden a enterramientos que fueron practicados en oquedades rectangulares labradas en la base del cerro.

Época Hispano Musulmana

La ubicación del término de Puerto Serrano como zona de paso y encrucijada de caminos, vuelve a ser un factor de gran importancia para el desarrollo de los procesos históricos.

Fue una zona de paso entre la costa gaditana y la  malagueña, atravesando la serranía de Ronda. Entre las comunidades que utilizaron este paso encontramos a los visigodos y alguna comunidad islámica. Su paso era constante.

De la época sobreviven algunas alquerías (casas de labor) con sistemas de almacenamiento. También otros restos constructivos de caracter rural. Uno de ellos la «Ermita de la Gloria» de la Edad Moderna.

En la zona se han encontrado gran cantidad de restos arqueológicos, industria lítica pulimentada y fragmentos cerámicos de muy variada tipología.

También, durante la construcción de la Ermita en 1972, se halló en el interior de la cuerva una moneda de plata almohade.

Por tanto, después de todo lo hallado, se podría decir que la ocupación musulmana de la Ermita es una ocupación rural, relacionada con la explotación agrícola de la campiña del Guadalete.

Estaba situada cerca de Morón, donde estaría el segundo imperio bereber más adelante. E imerio estableció como su capitalidad Isvililla (actual Sevilla), provincia a la que Puerto Serrano perteneció históricamente y de la que se disgregó en época reciente.

Los habitantes almohades de la Ermita se enterraron en un lugar próximo, conocido como Fuente de Ramos.

Se excavaron veintisiete fosas, entre las cuales solo trece conservaban restos humanos. Los cuerpos estaban colocados recostados sobre el lado derecho, la cabeza quedaba siempre mirando al Sur y los pies al Norte, con la cara en dirección al Este (a la Meca).

Independencia de Morón

Esta zona de serranías fue conquistada por Fernando III el Santo.

Fuero los vecinos de Morón de la Frontera, una vez conquistada esta zona, los que pidieron permiso a la Corona para establecerse aquí en el año 1615.

Ginés Serrano de Molina y Cristóbal de Ángulo Gumiel fueron los que reunieron a los vecinos de esta pequeña aldea a la que pusieron el nombre de Puerto Serrano.

Debido a su situación estratégica, como se ha mencionado en todas las épocas de la historia de Puerto Serrano, fue centro de organización de las guerrillas en la Guerra de la Independencia.

También, esta población fue muy castigada por el bandolerismo.

Puerto Serrano continuó siendo una aldea de Morón hasta que oficialmente fue erigido en villa en 1805.

Contaba con un término municipal pedáneo de 3.234 y 50 fanegas de tierra.

Aun así, Morón seguía nombrando al Alcalde pedáneo y a los Diputados de Justicia, llevando esto a que Puerto Serrano comenzara a pedir su autonomía en 1820.

Apoyado por la Constitución Española, el 1 de febrero de 1821, el Ayuntamiento pide la total independencia, empezando a trabajar totalmente como autónomo reconociéndose su emancipación en 1835.

Leyendas

 

El Cerro de las Sombras, Puerto Serrano, Cádiz

La noche está serena y despejada. Es una noche calurosa de verano desangelada. De la bóveda celeste pende una inmensa luna llena enganchada del firmamento estrellado, como un brillante y alegre globo infantil de feria.

 

Me desplazo suavemente con las ventanillas bajadas en mi veterano Renault Mégane, color marrón, mientras escucho el ronroneo del motor diésel que repleto de parsimonia y socarrona monotonía, empuja hacia adelante sin desfallecer, con mucho empeño, la carrocería por la carretera A-384.

 

Cuando conduzco, en muy contadas ocasiones, sintonizo alguna emisora FM de la radio o escucho música enlatada en los CD. Me gusta, por el contrario, deleitarme con la soledad del habitáculo y la compañía machacona del repiquetear de mis propios pensamientos.

 

Me hago viejo, en estas noches cortas de estío, beber es lo que más echo de menos. Beber, trasnochar y joder. Que lejos están aquellos tiempos de joven inmaduro y alocado, en que nada era más ridículo y denigrante que ser considerado “nuncafollista”. Había, en aquel entonces, que hacer ostentación de cada logro en ese terreno si no quería uno perder la consideración de los demás.

 

Cada vez tengo menos ataduras con el mundo ilusorio de la Matriz manipuladora. Ya no necesito la aceptación de ningún grupo, sociedad o religión, ni escudriño la redención fuera de mí, acepto el cuerpo físico que habito y la indagación termina dentro de mi interior, la unión con mi conciencia es ahora mi batalla, mi nueva búsqueda. No obstante voy ahora al encuentro con uno de mis codiciosos propósitos: “El Cerro de las Sombras”.

 

Lo de esta noche está dispuesto concienzudamente, me ha tomado mucho tiempo recoger información documentada y reconocimiento físico repetido sobre el terreno, amén de encontrar en mí, el momento anímicamente mejor preparado para no ser arrollado por cualquier imprevisto del que tuviera que lamentarme posteriormente.

 

A donde me dirijo es uno de aquellos lugares que no suelen aparecer, usualmente, en las cotidianas rutas turísticas, y a los que tan solo se pueden llegar muy a propósito.

 

Es un sitio extraordinariamente peculiar que se integra en el marco de una gran necrópolis prehistórica, asociada posteriormente a otra tartésica, turdetana, íbera, romana y, luego, musulmana. Espacio que ha sido un verdadero «campo santo», muy especial para diversas y múltiples culturas históricas.

 

Si se quiere coquetear con lo prohibido (paranormal incluido), este es el emplazamiento idóneo, en donde los fenómenos inesperados se entrecruzan, alterando nuestras propias perspectivas y concepciones de las cosas con sus respectivas realidades. En este cerro, los viajeros del tiempo y buscadores de lo insólito se encuentran a sus anchas. (El Cerro de las Sombras está compuesto por El llano del Almendral y Fuente de Ramos).

 

Un indicador en la carretera señala el desvió que debo tomar, como así lo hago, metiéndome en la vía CA 4404 que lleva a Puerto Serrano.

 

Mi inicial intención es detenerme en el primer bar que encuentre abierto para tomar una copichuela rubia de manzanilla, posiblemente en el “Bar El Puente” o mejor aún, en el “Bar Benítez”.

 

No obstante, descarto el tentador impulso y lo dejo para otro momento, debo estar centrado en lo que estoy, y no perderme entre bambalinas.

 

Dentro del pueblo doy varias vueltas y revueltas intentando encontrar la dirección al yacimiento arqueológico de Fuente de Ramos. – Guia-del-suspense-en-la-provincia-de-cadiz.

 

Después de un ir y venir por algunas de sus calles consigo acertar con el camino que me lleva a mi destino, aunque realmente este me dirige a la explanada en donde los lugareños suelen plantar su romería, en la misma está ubicada una pequeña ermita. Es el llamado “Llano del Almendral” y la “Ermita de la Magdalena”. En sus inmediaciones, y sobre el mismo peñasco, aparecen una serie de curiosas tumbas.

 

Corresponden al tipo de enterramiento romano denominado «de doble fosa”. En el pasado estuvieron cubiertas por grandes lajas de piedra. Estos enterramientos fueron saqueados consecutivamente desde la ocupación islámica o hispano-musulmana.

 

Aquí en este balcón al Guadalete, en medio del sonido de la naturaleza, bajo la soledad de la noche estrellada y clara, me encuentro ante un curioso espacio visual aparentemente ilimitado, casi un infinito natural que resalta a los ojos, insinuando que es posible rebasar cualquier barrera y adentrarse en una región sin límites, despertando un sentimiento de serena alegría.

 

Tomo de nuevo el coche continuando cuesta abajo hasta encontrar el aparcamiento del yacimiento arqueológico Fuente de Ramos, un espacio apartado a donde las parejas del pueblo acuden para dar desahogo a sus cuerpos cuando la libido les acosa y altera.

 

Estaciono discretamente, posteriormente camino un corto trecho, acercándome a la cerca metálica que rodea Fuente de Ramos.

 

Busco el boquete que había detectado en una de mis visitas anteriores, y por él me introduzco sigilosamente sin armar mucho ruido.

 

A gatas, y con mucho cuidado de no engarzarme en los pinchos metálicos de alambre paso la cerca despacio, encomendándome a todos los santos de no ser pillado, a cuatro patas, por la Guardia Civil, penetrando en un recinto privado, nada menos que a altas horas de la noche. Ya me veo esposado dando explicaciones peregrinas y poco creíbles en el cuartelillo de la Benemérita.

 

No me hace falta emplear la linterna, la luna llena da suficiente claridad en la noche y mis ojos se acostumbran pronto a la oscuridad. Un camino empedrado me indica a donde debo llegar, sin ningún inconveniente.

 

Estoy en un santuario rupestre al aire libre del II milenio antes de nuestra era. El yacimiento en sí, está en un lugar en donde la roca caliza sobresale de la superficie originando una pared. Sobre esta pared se tallaron las entradas de acceso a los enterramientos que se conocen como hipogeos.

 

Los hipogeos son de la Edad del Bronce (1900-1600 a C), formados en cámara central circular y de paredes abovedadas con techo plano, teniendo nichos en sus laterales con una entrada de corredor o pasillo.

 

En la ladera del cerro, aparecen una serie de estructuras realizadas en la piedra utilizando la misma pendiente. Se trata de canalizaciones, pequeñas piletas, orificios, disposiciones cuadrangulares, todas ceremoniales y altamente inquietantes.

 

En cuanto a la época islámica hay unos 36 enterramientos.

 

Me hallo enfrente de un portal, delante a lo que es para mí algo singular, raro, extraño y oculto que da al mas allá, al inframundo o dimensiones propiamente desconocidas.

 

En un espacio del terreno que ya de antemano, en visitas anteriores, he determinado como el adecuado, suelto mis bártulos y me dispongo a marcar un circulo de protección a mi alrededor. Siguiendo un refrito de conocimientos de viejos escritos, grimorios y en especial Albumasar (Abu Ma’shar), en su obra de 1489 (traducción latina del s. XII), incunable que guarda la biblioteca del Real Instituto y Observatorio de la Armada en San Fernando (Cádiz).

 

Bajo el oportuno permiso del director del Observatorio el Capitán de Navío D. Fernando Belizón Rodríguez, tuve la oportunidad en el año 2011, de hundirme en los interiores de este valioso ejemplar, obteniendo especial información de gran utilidad.

 

Obviamente no efectúo todo el ritual del círculo de protección como mandan los cánones. Por ejemplo me abstengo del empleo de velas en campo abierto y puñeteramente seco, no vaya a armar un incendio de dios padre y señor mío. También paso por alto la utilización de agua bendita para marcar determinados puntos del círculo.

 

Dentro de lo que cabe, tras realizar toda la parafernalia ayudado por el cuchillo ceremonial (Athame), y una vara o bastón de poder, me doy por satisfecho.

 

Transcurre un tiempo que se me hace eterno e indefinido. En el momento que ya empiezo a sentir el trasero cansado, percibo, a la vez que escucho, ese muy peculiar silencio que antecede a lo inaudito.

 

Siento al suelo removerse en medio de un ruido acojonante, aterrador, parecido al emitido por la naturaleza en el tiempo que es agitada epilépticamente por un terremoto sísmico compulsivo.

 

Y es cuando lo veo, delante de mí hay un perro con su vista fija clavada en mí. No podría decir que está muy cerca, pero tampoco lejos.

 

Debo apuntar aquí que los perros y yo tenemos un acuerdo tácito de no agresión mutua. Parece ser que los chuchos se han dado cuenta que estoy siempre dispuesto a embarcarme en una sarta de palos con ellos, a la primera de cambio que me saquen los dientes o se echen sobre mi con malas pulgas, por mucho pedigrí noble que tengan y Sociedad Protectora de animales en camino. Por lo tanto, nos dejamos mutuamente en santa paz.

 

Juraría que ese perro se ríe.

 

En mi cabeza bullen sensaciones irreconocibles y ajenas. Ideas extrañas que van y vienen en vueltas en un susurro hipnótico ronco poco entendible.

 

De lo que es del can, ya ni me acuerdo.

 

Mis propios pensamientos se diluyen, aunque lucho a brazo partido contra ello. Es igual a esas mañanas de lunes en las que sonando el reloj, hago esfuerzos titánicos para despertarme, con pocas intenciones y menos resultados.

 

Continúa el susurro y mi pérdida de la voluntad se acentúa.

 

Escucho un gruñido gutural en tono fuerte y bronco que dice: “De las tinieblas viene la luz”

 

Con un estremecimiento involuntario, repito inconscientemente y en voz alta palabras que no me son, para nada, reconocibles, o al menos en estos momentos creo.

 

“Acepto el pacto que te otorgo entregándotelo a ti.

 

Poseeré el conocimiento.

 

En virtud de este trato me borraras del libro de la vida para apuntarme en el libro negro de la muerte.
Desde ahora viviré feliz en el mundo de los hombres y luego iré al mundo de tu reino”.

 

Me estoy agilipollando.

 

Se me eriza la piel.

 

Salgo escopetado, como alma que lleva el diablo –nunca mejor dicho–, pasando de un tirón el boquete en la cerca que me sirvió de entrada.

 

Con un par de zancadas alcanzo llegar al coche, enciendo el motor y me pierdo del lugar en un periquete.
Busco a diestra y siniestra un bar que me sirva de amparo. Mi esfuerzo es inútil. No hay nada abierto tan tarde.

 

Solo, mucho mas adelante, entre Bornos y Arcos de la Frontera, sobre la parte alta de una cuesta, y a la derecha de la carretera, topo con un letrero iluminado que dice “La Noche”. Sin pensarlo mucho, aparco el coche y entro en el establecimiento acercándome a su barra en donde me soplo un vaso de whisky doble que me sabe a gloria.

 

Regreso al mundo de los vivos.

 

A mi vera, una mujer como un camión, armada de exagerados y amenazadores pechos, colocados a la altura de mis ojos, se dispone a sumergirme en su Canal de Panamá en tres dimensiones.

 

De sus labios carnales gruesos color rojo caníbal, instalados sobre una boca igual de enorme a la de la ballena que despachó de un bocado a Jonás, el profeta del Antiguo Testamento, brota una voz ronca, de sexo indeterminado y acento caribeño que dice melosamente: “Amorcito, ¿me invitas a una copa?”

 

¡¡¡Coño!!! –Exclamo–, e inmediatamente digo:

 

¡Eduardo! ¿Ahora en dónde te has metido?

 

– Eduardo Arboleda – El reto de la culebra –

 

 

Puerto Serrano, donde un libidinoso Rey perdió su reino

 

Don Rodrigo, el último rey godo murió en Puerto Serrano. En la finca de Sosa un mes de julio de 711.

 

El historiador Sánchez Albornoz, de gran prestigio, hoy aporta algo de luz.

 

Para él la batalla tuvo lugar en las proximidades del Wadi Lakka (actual Guadalete), en la confluencia de la Junta de los Ríos, cerca del cortijo de Casa Blanca, entre Arcos y Jerez…

 

Otros historiadores, han creído localizar la batalla en los llanos de Caulina, donde no creo porque el Guadalete queda retirado y no hay la confluencia de ningún otro río, más bien un arroyo y estos llanos por aquellas fechas eran unas lagunas que en el mes de julio estarían secas…

 

También ha habido autores que sitúan este episodio de la historia de España en la Laguna de la Janda, confundiendo a mi parecer los restos arqueológicos con los de otra batalla, la del Salado muy posterior a esta.

 

A Don Rodrigo no lo quería nadie, había llegado al poder de forma intrigante por no decir que podría haber conspirado en la muerte de su antecesor (Witiza) y que a su vez su antecesor podría haber hecho lo mismo con el padre de éste, conjeturas de las diversas fuentes. Digamos que se creía un gallo hermoso y que aunque su mujer era muy bella no se contentaba solo con ella, Egilona estaba triste porque su marido era un adultero.

 

Florinda la Cava era una joven refinada y debía ser más guapa que la más guapa, la mujer que cambiaría la historia del mundo. Rodrigo se quedó prendado de ella y le pidió al padre, El Conde don Julián, señor de Ceuta que la trajera a palacio, cosa muy normal, así podría tener una vida holgada mientras se le buscaba un buen casorio. Ceuta pertenecía a Bizancio y mantenía muy buenas relaciones con los godos españoles, por la cuenta que les traía.

 

Las cartas que Florinda enviaba a su padre son una incógnita, pero que al parecer encendió sin saberlo una mecha que cambiaría los mapas y la historia. Según cuentan algunos cronistas, en los que también se basó Sánchez Albornoz, el rey padecía sarna y Florinda se la curaba con una aguja de oro…

 

El roce hace el cariño, pero la niña no estaba dispuesta a una relación pecaminosa, su honra valdría un reino porque aunque no os puedo asegurar ni confirmar los chismorreos de la época, pues no creo que hubiera testigos en la alcoba o donde fuera, lo cierto es que el padre de Florinda se encendió al leer alguna de estas cartas.

 

Juró venganza y sedujo a los moros para que invadiesen la península, él mismo pondría los barcos y sacó a su hija de la corte con la excusa de que su mujer se había puesto enferma y necesitaba los cuidados de su hija. Posteriormente Florinda daría a luz un bastardo y fue mamá soltera.

 

Cuando el rey se enteró de la invasión berberisca, estaba luchando contra los vascones, a pesar de ello y de que Tariq no representaba una amenaza grande, sólo había venido con 7.000 caballeros bereberes, vino a presentar batalla con un poderoso ejército.

 

Como os decía, el campo de batalla no creo que pudiera ser entre Arcos y Jerez, en la campiña, porque los 7.000 hubieran sido rápidamente rodeados y aplastados por muy cansados que estuviesen los godos, además el Guadalete en esa zona es más profundo y no permite muchas maniobras militares. En la toma de Jerez por Albar Pérez escribe Francisco Anzón que el gran estratega también en inferioridad de condiciones dijo:

 

“- Señores atrás tenemos la mar, a la derecha el Guadalete, a la izquierda el Guadalquivir y enfrente la muerte…

 

(se quitó la coraza, para que todos vieran que debajo llevaba una túnica blanca con la Cruz de Santiago, arrojó su espada, sacó un cabero de pan y continuó las ordenes)

 

… pues muramos con dignidad.”

 

Pero las condiciones estas fueron muy diferentes y si se entiende porque Albar Pérez ganó esta loca batalla, siglos después.

 

Las crónicas árabes es posible que hayan exagerado sobre el número de tropas que trajo don Rodrigo, algunos hablan de 200.000 efectivos, una barbaridad, pero que da idea a lo que se enfrentaron los de Tariq.

 

Siendo así, Don Rodrigo con menos de un tercio de los efectivos debería de haber aplastado a los invasores, por lo que no pudieron haberlo hecho como asegura Sánchez Albornoz porque no estaban en campo abierto.

 

Creo más bien que la Junta de los Ríos de las crónicas árabes son acertadas, pero no donde la han situado los historiadores modernos, sólo tendrían que haber seguido el curso del río para darse cuenta de lo que estoy hablando, el sitio, el lugar ideal para plantear una emboscada.

 

Desde hace mucho tiempo tengo conocimiento que muchos paisanos han encontrado armas, cascos y otros utensilios en los alrededores del Guadalete, entre Villamartín y Puerto Serrano.

 

En esta zona en el mes de julio el río lleva un caudal bajo y se puede vadear fácilmente, también hay una gran explanada donde se puede desplegar un gran ejército.

 

Supongo que aunque el río era por aquel entonces de aguas limpias, claras y transparentes, los bereberes se situarían alrededor de un manantial importante.

 

La Vía Augusta pasa por Bornos y allí se encuentra el fontanal con conducciones de agua de la época romana, un sitio idóneo para esperar al enemigo, un enemigo que viniendo del norte, el camino más rápido es entrando por Utrera, Montellano… y las noticias de que un poderoso ejército está en camino llegan rápidamente.

 

Tariq aunque nervioso no dudaría a estas alturas ir al encuentro de la gloria y subiría con toda certeza río arriba para tomar mejor posición.

 

Los godos no estaban acostumbrados a las rápidas y repentinas escaramuzas berberiscas que durante dos días estuvieron burlándose de ellos, exponiéndose y dejándose ver mientras sus compañeros subían río arriba.

 

Don Rodrigo, siempre al frente de su tropa, sabedor de su superioridad numérica no quiere dilatar más esto y quiere acabar cuanto antes, cruza el río y empuja al enemigo en lo que cree una estampida río arriba.

 

Las fuerzas de Tariq han encontrado un lugar propio donde no sólo resistir, sino donde asestar el golpe mortal a sus enemigos.

 

A unos 3 km aprox. de Puerto Serrano se juntan dos ríos, el Guadalete y el Guadalevín, a unos metros antes de llegar subiendo por el curso del río, a la derecha se encuentra una explanada que hoy conocemos como Toleta, allí un ejército puede maniobrar, girarse y contraatacar. También han podido subir arqueros por los peñascos que encajonan al río.

 

Los partidarios de la familia de Witiza se han retirado, han desertado antes de meterse en la boca del lobo, ahora posiblemente tapan la salida de Don Rodrigo que aun así estaría en superioridad numérica.

 

Poco después el caballo del rey aparece vivo, asaeteado corriendo por el río…, cómo estaría el cadáver de su amo. La batalla ha concluido y como os decía a Don Rodrigo ya no lo quería ni su mujer que acabó esposándose con un hijo de Muza y primer walli de Al-Andalus.

 

En las proximidades hay una finca llamada Sosa, allí posiblemente perdería la vida don Rodrigo.

 

Los lugareños, ajenos a esta historia contaban que a mediados del siglo XX se aparecía una extraña luz que salía por detrás de una fuente, que corría mucho y que aterraba a los presentes, de tal manera se mantiene este recuerdo que hoy en Puerto Serrano cuando alguien corre se dice:

 

“- Andas más que la luz de Sosa.”

 

A saber si no es esta extraña luz el fantasma de Don Rodrigo.

 

– Mayores Puerto Serrano información, 28 de octubre de 2014

 

 

Si alguien quiere conocer más sobre Puerto Serrano, aquí dejo un enlace. (1 h 10″)

 

 

¡Soy nieta de abuelos con vidas distintas, pero sentires similares!

¡Y en su honor y para mantener su recuerdo escribo!

«Francisco Plata Pérez»
Puerto Serrano – Cadiz, 10 de septiembre de 1910
Madrid, 8 de septiembre de 1982

¡Abrazos al cielo!

 

¡Namasté!

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