El amor es la vibración energética más excelsa.
El amor es creador, es el origen de todo lo demás. Es el principio y el final.
Pero el juego de la vida nos hace olvidar que es así, volvemos a la vida teniendo que aprender de nuevo las reglas del juego.
Tanto es de esta manera que al no conocer de nuestro potencial de amar, nos pasamos la vida buscando algo que ya traemos intrínseco. Nos encontramos como niños perdidos en el desierto, buscando desesperadamente un oasis.
Cometemos la equivocación de pensar siempre que tenemos que buscar y recibir amor… amor de todo el mundo, pareja, amigos, familia, nuevos conocidos…
Anhelamos la sensación de incremento energético que nos ofrece el sentirnos amados y no paramos de buscar esta sensación.
El amor es el lenguaje creador, aumenta el nivel vibracional, pero este crecimiento es posible cuando dejamos de buscar y comenzamos a dar. De esta forma, el universo nos devuelve lo recibido, nos devuelve amor, y estaremos tan llenos de él que tendremos la seguridad de que no era necesario buscarlo.
Eres amado en tanto amas.
Mientras más amas más cerca estás de la esencia de una existencia plena y feliz, y comenzarás a comprender que no tenía nada que ver con el equivocado concepto que tenías acerca de la felicidad.
Buscas en muchos sitios la seguridad que falta en tu interior, incluso en lo material. ¿Qué te guía a sentir así? Yo creo que es ausencia de amor. Y cuando digo amor no quiero decir sexo.
En estos tiempos confusos y de incertidumbre, podemos aprovechar las sensaciones que nos provoca para aumentar la conciencia, conectar con nuestra parte más sutil, nuestra alma y sentir el gran amor alojado en ella desde nuestro origen.
Permítete ir despacio, la energía que generas al amar junto con la forma de amarte a ti y a todo lo existente a tu alrededor reaccionará a este amor y responderá positivamente a él.
¡Feliz día del amor!
– Fuente de la foto de entrada: Corazones. / Pixabay
Origen pagano de San Valentín.
Hoy, como cada 14 de febrero, se inicia la excitación por el Día del San Valentín. Lo celebres o no, es casi imposible ignorar este día. ¿Pero conoces la verdad a espaldas de este día al que se le da tanta importancia por parte de muchas personas? Vamos a verla…
A pesar de que se piensa que es una celebración romántica, es un intento más de enmascarar unas depravadas costumbres de los dioses antiguos e ídolos paganos. Ni amor, ni rechonchos angelitos capaces de volar y de lanzar flechas para trenzar el destino de dos enamorados. El origen del Día de San Valentín poco tiene que ver con lo que, a día de hoy, se celebra el 14 de febrero.
Actualmente, es conocido como el día del amor y la amistad. Fecha rodeada de flores, corazones, bombones…
No obstante el 14 de febrero se festejaba en la antigua Roma, Juno Februata (diosa del amor, las mujeres y el matrimonio). En este festival, se ponía en un bandeja el nombre escrito de las adolescentes de la zona. Los jóvenes seleccionaban uno al azar. Las chicas y chicos cuyos nombres fueron elegidos se convertían en “pareja”, uniéndose en juegos eróticos y en fiestas por toda Roma. Día de depravación y sexo salvaje.
Esta fiesta era especialmente importante para el pueblo romano, ya que en aquella época se vivía según una serie de reglas y limitaciones. Por eso los jóvenes tenían dificultades para conocerse y acceder a tener una pareja. Solamente durante esta fiesta eran libres de poseerla y tenían licencia para estar juntos.
Había muchas parejas que se enamoraban durante este tiempo y que decidían casarse.
Uno de los objetivos era lograr que los jóvenes se iniciaran en la sexualidad y perdieran el miedo a mantener relaciones entre sí. La celebración era tan bárbara e imposible de erradicar que la Iglesia se vio obligada a sustituirla por el actual día de los enamorados. En 494 D.C, el Papa Gelasio renombró el festival de Juno Februata como la “Fiesta de la purificación de la virgen María”. Esta fecha fue cambiada posteriormente del 14 al 2 de febrero.
Y el 15 de febrero se celebraba el festival antiguo: Lupercalia en honor de Luperco (dios cazador encargado de la fertilidad y la agricultura, y protector de rebaños y cosechas). Se trataba de una de las ceremonias más arcaicas, ya que numerosos especialistas coinciden en decir que se remontaba a los tiempos del caos, mucho antes de la fundación de Roma, en la que sin duda se hacían sacrificios humanos.
Oficialmente, la fiesta se celebraba en una gruta (la Lupercal) en la que se creía que una loba había amamantado a los fundadores de Roma (Rómulo y Remo) después de que estos hubieran sido abandonados en el río por su familia.
Marte, el flagrante dios de la guerra, amó en secreto a [una joven], quien concibió dos mellizos.
Cuando nacieron, el tío de la chica, Atulio, introdujo a los pequeños en una cesta y los expulsó al Tíber, convencido de que morirían.
Sin embargo, la cesta fue a parar a un remanso del río.
Los niños empezaron a llorar y la loba los descubrió.
El animal los amamantó en una gruta al sur del Palatino, llamada Lupercal.
– Carlos Goñi.
Otra salvaje costumbre: los Luperci (sacerdotes masculinos) vestidos con taparrabos hechos de pieles de cabras sacrificadas y rociadas de su sangre, corrían por Roma, golpeando a las mujeres con februa, (correas hechas de pieles de cabras), pensaban que los azotes purificaban a las mujeres y les garantizaban su fecundidad:
«Mientras corrían, los lupercos iban dando latigazos a todo aquel que se ubicaba frente a ellos.»
Una vez que habían sido ungidos por el sacerdote, estos dos jóvenes (que casi siempre iban desnudos, o ataviados únicamente con taparrabos fabricados con la piel de los animales sacrificados) salían de la gruta.
El ritual no acababa en este punto, sino que iniciaban una carrera desquiciada a través de Roma por un itinerario previamente planeado. Un trayecto que llevaban a cabo mientras proferían obscenidades. Mientras corrían, los lupercos iban dando latigazos -con una correa fabricada también con los restos del carnero- a todo aquel que, voluntariamente, se ubicaba frente a ellos.
El principal objetivo eran, no obstante, las mujeres en edad de ser madres. «La opinión en que estaban las mujeres era que estos latigazos contribuían a su fecundidad, o a su feliz libertad».
Las chicas, de hecho, consideraban todo un honor que los «lupercos» les diesen un correazo, pues era una forma de que los dioses les asegurasen un retoño. Los hombres zurrados, por el contrario, entendían que aquellos golpes les purificaban y les permitían entrar «limpios» en el nuevo año (que comenzaba entonces en marzo). Es decir, que llevarse una marca a casa era símbolo de buena suerte.
– Diccionario Universal de Mitología.
El emperador romano, Claudius II, tenía una ética cruel, en Roma estableciendo reglas muy duras.
Su mayor problema fue que no encontraba suficientes soldados para combatir en sus guerras. Y según sus elucubraciones, pensaba que el único motivo de esto era el amor. Los hombres romanos no querían separarse de sus novias o esposas. Por eso, Claudius prohibió todas las ceremonias de compromiso y los matrimonios.
Valentín fue un sacerdote que vivio en Roma durante el período de Claudius. Él y un compañero, el sacerdote Marius continuaban casando en secreto a los enamorados pese a la prohibición de Claudius.
El emperador al conocer la situación, detuvo a Valentín.
Tambien tuvo conocimiento de que Valentín ayudó a la hija del guarda en la cárcel, ella era ciega. Al emperador este acto tambien le parecio un crime y decidió castigarle.
Su castigo fue morir de una brutal paliza. El día en el que murió se encontró una nota escrita por Valentín para la hija del guarda en la que hablaba de lo bonito que era el amor.
En 270 d.C. el 14 de febrero Valentín se enterró en el martirio cristiano. 226 años después de esto, en 496, el papa Gelasius declaró el 14 de febrero como el Día de San Valentín para conmemorarle y honrarle.
San Valentín pasó a ser el santo protector de todos los que se aman y a partir de ahi se le conmemora así, cada año.
Con todo, existe otra versión sobre esta historia.
Según desvela el dossier «El día de San Valentín» (editado por la Consejería de educación en el Reino Unido e Irlanda), Valentino era, allá por el siglo III, un cristiano que continuó practicando su religión a pesar de la prohibición romana.
Sus principios le llevaron a la cárcel, donde uno de los guardias le pidió que diese clases a su hija ciega. Tras varias jornadas a su lado, la pequeña recuperó la vista y se convirtió al cristianismo al entender que era la fe verdadera.
Añade la leyenda que la víspera de la ejecución, Valentino envió una última nota a la niña pidiéndole que se mantuviera en la fe. La nota iba firmada: de tu Valentino.
Al día siguiente, 14 de febrero, Valentino fue ejecutado.
Sus restos se conservan en la Basílica de su mismo nombre, en Terni, donde cada año, el 14 de febrero, las parejas que van a casarse celebran un acto en honor del Santo.
– ABC
Y al pasar los años, el 14 de febrero se convirtió en un día en el que los enamorados se envían notas de amor y se dan regalos, recordando así lo importante que es el amor en la vida.
¡Para todos los gustos: conmemoración del amor, mito o consumismo!
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