Una copla que nos cantaba mi abuelo Curro
“Mi niña Lola” es una hermosa zambra flamenca que lanzó el cantaor sevillano Pepe Pinto a mediados del siglo XX.
«Es una canción que a día de hoy, todavía nos emociona escuchar. Sobre todo a mi madre, ya que su padre la solía cantar, y ella, en cierto modo, se sentía identificada con la letra al oírsela cantar. A mí también me emociona, por la misma causa y además porque mi madre también nos la cantaba de niñas por las noches a manera de nana, porque ella cantaba bajito.»
«Hemos crecido con preciosas coplas, cantadas por mis dos abuelos y por mi madre, y hay alguna de ellas que hace que mi sangre salte en mis venas. Una de ellas es esta, en sus muchas versiones.»
«De hecho, el primer cassette que entró en mi casa, se lo regalaron a mi abuelo y era uno de Pepe Pinto.»
Pepe Pinto fue, dentro del grupo de cantaores que le gustaban a mi abuelo Curro, su favorito y del que más canciones le oí cantar. Cualquiera de ellas hace que se me erice el vello.
«No es canción, se llama copla y cabe dentro la vía; que la copla es el querer que se llama Andalucía»
– Antonio Burgos –
Autores: Andrés Molina Molés / José Torres Garzón / Luis Rivas Gómez
José Torres Garzón, cantaor payo, más conocido en el mundo de la historia del arte del cante flamenco con el nombre artístico de Pepe Pinto. Nació en Sevilla, en el año de 1903 y murió en Sevilla el día 6 de noviembre de 1969, de hemorragia intestinal.
Contrajo matrimonio con Pastora Pavón (Niña de los Peines), en el barrio de la Macarena de Sevilla en el año 1931.
La primera vez que cantó en público fue en el Café Novedades de su ciudad natal, hacia 1917, junto a otros dos jóvenes que luego serían también figuras del cante, El Carbonerillo y Pepe Marchena.
Este hecho fue de forma casual, pues estaban presentes en el espectáculo como espectadores, y lo hicieron a petición del auditorio.
Dentro del ámbito de la copla hay que situar a Pepe Pinto como un cantaor que decidió experimentar con el flamenco y hacer lo que en una época algunos puristas denominaron casi con matices despectivos flamenco sinfónico u ópera flamenca.
Aquellas orquestaciones de historias cotidianas fueron piezas que pronto pertenecerían al ámbito de la copla.
Ejemplos y paradigmas de ello pueden ser “La niña de fuego”, “La Salvaora”, “Romance de Juan Osuna”, “Compañera y soberana”, “Mi niña Lola”, “El emigrante”, “Pena mora”, “El cristo de los faroles”, “Una paloma blanca”, “El agua del avellano”, “La hija de Juan Simón”, “Maldigo tus ojos verdes”, “Rosa venenosa”, “Sendas del viento” o “Campanas de Linares”.
Muchos han sido los cantaores que a lo largo de los años han cultivado la copla rompiendo con la tradicional pureza que el flamenco le exigía.
Coetáneos a Pepe Pinto fueron Pepe Marchena, Manolo Caracol, Carmen Amaya, Juanito Valderrama, Gracia de Triana, La Niña de la Puebla, Rafael Farina, El Príncipe Gitano, La Paquera de Jerez, Antonio Amaya, Enrique Montoya o Antonio Molina.
“Los puristas del flamenco no le perdonaron (a Pepe Pinto) lo que para ellos era desperdiciar sus capacidades naturales para el cante jondo.
A pesar de lo cual el tiempo le hizo justicia, tuvo gran éxito tanto en el flamenco como en la zarzuela y la copla, participando en importantes y exitosos espectáculos.”
Una versión que nos gustó mucho cuando la vimos hace unos años en «Se llama copla»:
“Hoy día no se entiende de cante flamenco ha dicho Pepe Pinto” – Revista Arunci, 1955 –
Hace 57 años, esas palabras fueron el titular de una entrevista realizada por el periodista Sebastián Retamal al cantaor Pepe Pinto, y publicada el 16 de octubre de 1955 en la revista Arunci de Morón de la Frontera.
Tres años más tarde, la misma revista publicó una larga entrevista en tres partes con el mismo cantaor y su ilustre esposa, Pastora Pavón, realizada por Manuel Naranjo Ríos.
La mayor parte de este material había quedado olvidado en los archivos de la Biblioteca Municipal Cristóbal Bermúdez Plata de Morón desde su original publicación, hasta ser localizado por el amigo Jacobo Vega.
Aquí reproducimos los textos íntegros.
Se ha respetado al máximo las citas destacadas y los titulares, por lo que puede chocar leer el titular que dice que Pastora Pavón es “una gitana que se baña todos los días”… En el año de la entrevista no sería tan corriente, ni tan poco delicado decirlo.
Pinto cuenta detalles de su vida, lo que tiene un interés más allá de lo meramente biográfico.
Más de medio siglo ha pasado desde entonces, una época de intensa evolución flamenca. En la década de los cincuenta Pepe Pinto y La Niña de los Peines habían quedado desfasados, y estaban amargados por el rechazo del público.
El Pinto se revela como “mairenista” antes de que lo fuera el propio Antonio Mairena; está obsesionado con lo que él llama las “mixtificaciones” y la pérdida de la pureza.
Las afirmaciones suyas y de Pastora, de que ya no se entendía el cante, pueden poner una sonrisa en la cara del aficionado actual, porque son las mismas inquietudes de muchos hoy en día.
Pero pensándolo bien, ¿quién mejor que ellos dos para dar fe del desarrollo o, en su caso, la pérdida del flamenco?
Tanto el Pinto como Pastora habían gozado de enorme éxito popular, así que es poco probable que sea envidia profesional.
Ellos, que habían alternado con gigantes como Manuel Torre, Manuel Vallejo, don Antonio Chacón, Pepe Marchena, Cojo de Málaga y tantos otros, tenían una sabiduría colectiva que no podemos tomar a la ligera.
Si algo se ha perdido, está, por defecto y definición, ausente, por lo tanto, nos incumbe tener en cuenta lo que decían estos testigos presenciales de la época.
Salen otros puntos interesantes. Pepe Pinto destaca una situación que vivimos actualmente: los públicos de los teatros no tienen el nivel de afición de los que se encuentran en los lugares más reducidos. El habla de los cafés cantantes, pero en tiempos más recientes han desaparecido muchos tablaos, además de las pequeñas salas de fiestas que antes abundaban.
Y esto, a su vez, abre las puertas del flamenco a los artistas posiblemente (pero no necesariamente) de menor calidad que logran entusiasmar a un público numeroso de teatro con pocos conocimientos.
El cantaor también confirma y lamenta la desorbitada popularidad de los fandangos, que, de hecho, estaban llegando al final de su dominio en los años cincuenta. Por otra parte, Pepe Pinto deja claro que se formó como cantaor en Morón de la Frontera, aunque siendo moroneses tanto el entrevistador como la publicación, pudo haber cierta tendencia al peloteo por parte del cantaor.
La primera entrevista es del 1955, y la segunda, de 1958, fue publicada en tres partes como “Entrevista de la semana”.
Hemos recogido algunas fotografías de esta pareja imprescindible para la historia del flamenco, imágenes encantadoras en las que el marido, con su omnipresente sombrero, expresa con gesto y mirada la extrema admiración que siente por su señora.
Los dos textos ofrecen un pequeño retrato de la vida flamenca a principios y mediados del siglo veinte cuando este arte pasaba por una etapa de intenso desarrollo.
Y en honor de mi abuelo Curro y de quien tenga inquietud por saber de su historia; y sabiendo la alegría que le produciría leer estos datos, los resumo aquí en su memoria:
Entrevista a Pepe Pinto
“Al pasar el cantaor del antiguo café cantante al teatro en general, el cante se ha mixtificado”
Aprovechando la estancia de José Torres Garzón en Morón, con motivo de la Función Benéfica del pasado día 6 en el Teatro Colón, quise celebrar un interviú con el célebre cantaor, pero mis deseos estuvieron a punto de frustrarse.
Cuantas veces intenté la entrada en los vestuarios, siempre había una persona que lo impidiera.
Por fin, debido a la amabilidad del Gerente señor Montilla, pude penetrar en su camerino donde Pepe Pinto me recibió cortésmente, alegrándose mucho de que su segunda patria chica contase con un semanario.
Seguidamente, le hago la primera pregunta. – Sebastian Retamal –
– Pepe, tengo entendido que Vd., artísticamente, se ha formado en Morón, en cierto modo.
– Pues sí, yo vine a Morón en 1913 y estuve aquí hasta 1926. Empecé a cantar con mi amigo y maestro Pepe Naranjo. Años después adquirí la famosa venta de Guadáira, y en el año 1929 empecé a impresionar discos, ya con el nombre de Pepe Pinto, pues anteriormente era conocido por Pepe Torres.
– En términos generales, ¿qué escuelas de cante flamenco pueden considerarse?
– Dos: la flamenca y la gitana. Pertenecen a la flamenca, como cantes más importantes, la caña, el polo, la malagueña, taranta, peteneras, cartageneras… Dentro del cante gitano, tenemos la soleá, el martinete, la seguiriya, la debla, la carcelera, arboreás, la bulería, alegre pero gitana, y otras.
– ¿Cuál cree Vd. Que es el cante más puro?
– La soleá y la seguiriya. El más rico de todos, el tango; el más alegre; las alegrías.
– ¿Qué cante cree Vd. que se siente más?
– Desde luego “el cante jondo” (soleares y seguiriyas…) y también, sin ser cante puro, el fandango. Ahí va una letra:
«Entre fandango y fandango
hay tristeza y alegría
porque sus coplas sentías
siempre te están recordando
la tragedia de la vía»
– A su juicio, ¿quiénes han sido los mejores cantaores?
– Don Antonio Chacón, Niña de los Peines, Manuel Torres y Tomás Pavón.
– Y de todos éstos, ¿cuál considera más maestro?
– Tomás Pavón y después la Niña de los Peines. Y que conste que no lo digo porque sea mi mujer.
– ¿Y qué me dice Vd. de un famoso hijo de Morón: el gran Silverio Franconetti, “entre italiano y flamenco” como dice García Lorca?
– Es más antiguo, pero por las referencias que tengo de él y por los discos que he escuchado, creo que fue de lo mejor que ha existido.
– ¿Cree Vd. que el cine y la radio han beneficiado al cante?
– Económicamente, sí, pues nos reporta grandes ganancias, pero artísticamente, no, porque lo que se canta en el cine y la radio, salvo excepciones, no es cante flamenco puro, sino mixtificado.
– Luego, en realidad, no ha reportado beneficios al cante en sí, sino a sus intérpretes.
– Desde luego, y la causa de esto es que el cante, el cante bueno, al pasar de los antiguos cafés cantantes, donde el público entendía y por lo tanto exigía, a los teatros asistido de numeroso público que no entiende, ha degenerado enormemente. Tiene Vd. la prueba en que una seguiriya y unas soleás que tengo impresionadas, solamente las ha pedido el público cuatro veces en un año. En cambio, otras canciones se han popularizado mucho. Y esta misma noche Vd. habrá notado he cantado una soleá y una malagueña, que, modestia aparte, creo que las he cantado bien, sin embargo no han llegado al público. Después, unos fandangos han gustado mucho más.
– ¿Y no cree Vd. que la mayoría de sus compañeros que dicen llamarse cantaores, como Molina, Valderrama, el Malagueño y otros, mixtifican el cante?
– Yo creo que se debía hacer una distinción: cantaores y cupletistas, para que el público que fuese al teatro supiera de antemano lo que iba a ver, y de ese modo el público no sería engañado.
– ¿Qué medidas podrían tomarse por la pureza del cante?
– Crear una escuela de cante flamenco puro y que a cada cantaor se le exija en cada función tres o cuatro actuaciones a base de cante del bueno. Y a propósito, diga Vd. que Pepe Pinto dice esto por fandango:
«De cante bueno no entiende
ni gitano ni gachó
tanto se ha mixtificao
que ni el mismo Faraón
sabe el rumbo que ha tomao»
– ¿Ha impresionado Vd. muchos discos?
– Ciento treinta y cuatro. Algunos en colaboración con mi mujer, el Caracol, y Carbonerillo.
– Y para terminar, ¿quiere Vd. decir algo de Morón?
– De Morón guardo maravillosos recuerdos, y además creo que es uno de los sitios donde más se entiende de cante.
Deseándonos un buen futuro para nuestro periódico y con un apretón de mano, terminó la entrevista.
Pepe Pinto cuenta su vida
– Manuel Naranjo Ríos –
Empezó de “chico” en una taberna de la calle Jaén. Ganaba tres gordas y lo que le daban por cantar. Así ayudaba a su madre y a seis hermanos.
Pepe Naranjo se lo llevó a Morón a los doce años. Don Eduardo Corbacho le ofreció ser “groupier” en su establecimiento, pero tuvo que aprender a leer porque no sabía.
Cuando la Dictadura prohibió el juego volvió a cantar.
“Morón, creo que es el pueblo de España que más sabe de cante”.
Esta afirmación la escuché de labios de Pepe Pinto, que se ha popularizado como “el caballero del cante” y que tiene autoridad suficiente para decirlo.
Primera parte, 3 de mayo, 1958
La cosa empezó así. Estábamos en ese bar de La Campana, que mi compañero Juan Palma, suele llamar, de broma, “la caja”. Es pequeño. Allí hay que andar, casi siempre a codazos. Pero es “salado”. Está lleno de artistas y aficionados, Pepe Pinto nos acompaña muchas veces y nos deleita con su gran simpatía. Oyéndole contar anécdotas muy sabrosas le he dicho:
– Pepe, me tiene que contar su vida en una entrevista larga, sin prisas, para los lectores de ARUNCI. Vd., que ha vivido varios años en Morón, tendrá recuerdos de otros tiempos, que será grato recordar.
– ¿Y porqué no ahora mismo? ¿Vamos? ¡Vamos!
– Nos hemos sentado en uno de los veladores que hay a la puerta. Mientras yo he sacado mi block, él se ha puesto pensativo, abstraído del gran tráfico sevillano.
Carmen Garzón Pinto, protagonista de sus creaciones.
– Nací en la Macarena. En el número 6 de la calle Monedero y en el año 1903. Mi padre era “pejualero”
– Más que la corrección gramatical de la palabra, que él pronuncia según el argó popular, me interesaba el significado. Y él me lo explicó:
– En los barrios, los padres de familia solían arrendar una tierras, para sembrarlas de cebollas, ajos y otras plantas. Pero más que nada recuerdo a mi madre, Carmen Garzón Pinto. De ella es mi nombre artístico y ella ha sido protagonista ignorada de las más populares de mis creaciones. Éramos siete hermanos. Y en casa también se pasaban fatigas. Mi madre ganada una peseta echando medios días de lavado. A los ocho años empecé a querer cantar. Estaba de “chico” en una tienda de comestibles de la calle Jaén. Ganaba tres gordas al día, más la comida. Con eso, y lo que sacaba cantando, ayudaba a mi pobre madre. De este establecimiento pasé a un bar grande que había en la Macarena, llamado “La Plata”. Trabajaba de 4 de la mañana a 11 de la noche. Por entonces fue cuando surgió de unos amigos la proposición de cantar en el “Café Novedades” de La Campana. Fue el primer escenario que hizé [sic] y lo hice con el inolvidable compañero “el Carbonerillo”. Nos daban un duro por dos funciones. Más las perras que nos echaban en el tablao. Éramos dos chiquillos y le hacíamos gracia a los espectadores.
La primera estancia en Morón.
Y también, precisamente por entonces, estando con dos moronenses, don Manuel Batalla y Pepe Naranjo en “Las Vinícolas”, durante una “juerga”, ambos quedaron sorprendidos al oírme cantar.
Me llevó a Morón, a su casa, y me presentó a sus amigos. Recuerdo a sus hijos y a su mujer, sobre todo. Y a muchos de los moronenses de su tiempo. Bastantes de ellos ya no existen: don Jerónimo Villalón Daoiz, que era entonces diputado a cortés, don Eduardo Corbacho, Jeromito Villalón, el Marqués de Villar del Tajo y otra porción de aficionados y entendidos a quienes gustaba mi cante.
– ¿Cuánto tiempo estuvo en Morón?
– Más de un año. Tenía yo unos doce años por entonces. Cantaba en reuniones. Fue entonces cuando me retiré.
– ¿Por qué?
– Uno de los moronenses del grupo, don Eduardo Corbacho, que tenía negocios de juego, me propuso ser su “groupier” y que dejase la azarosa vida del cantaor. Le contesté que no sabía leer ni escribir. Entonces, él me puso un maestro. Mientras tanto me ensayaba en el Mercantil para llegar a ser empleado de rueda. No era torpe. Conseguí aprender de memoria del 1 a 100 todos los palos del juego. Dicen que he llegado a ser uno de los mejores “groupier” de España. Me establecí en el Casino Universidad. Luego pasé a la Peña Liberal y al Círculo Mercantil. Entonces me convertí en “señorito”. Y era yo quien llamaba a los mejores cantaores para que actuaran: Manuel Torres, Tomás Pavón, El Gloria, Vallejo, Niño Marchena, La Pompi y a los guitarristas: Niño de Huelva, Currito el de la Jeroma, “Habichuela”, Antonio Moreno, sin olvidar al inconmensurable Diego Antúnez, a Juan el de Alonso, Caracol (padre), Arturo Pavón y Manolo Caracol. De aquí pasé a Madrid y trabajé sucesivamente en Bellas Artes, Liceo de América, Parisiana y Casa de Galicia.
– Esto ocurría en el año 1922. Precisamente cuando suspendieron el juego. Tuve que dejar mi oficio y volver al antiguo de cantaor.
– ¿No había vuelto a cantar, desde su retirada?
Todos los días. Pero en “juergas”. Sin cobrar. A los 18 años me hice profesional y entonces trabajé en escenarios. Pero eso, te lo contaré otro día.
Segunda parte, 10 de mayo, 1958
– Vallejo me presentó en el Monumental Cinema de Madrid y los silbidos del público llegaron hasta La Campana. – Ventero en Morón – Empieza a grabar discos. – Asoma a la fama. Conoce a la Niña de los Peines. – Actuación en Sevilla. – Boda en la Macarena.
“Si volviese a surgir una Niña de los Peines, ganaría lo que quisiera”
– Pepe vuelve a coger el hilo de su narración. Le gusta evocar aquellos años de lucha y esperanza y yo lo dejo irse llevar de sus recuerdos, porque ellos son una buena fuente de noticias.
– En el año 1.925 hice el servicio militar. Luego me fui a Madrid e intenté “vivir de la juerga”. Pero yo no servía para eso. Me era muy violento todo ello.
– ¿Cuándo se presentó en Madrid?
– Fue Vallejo quien me presentó en el Monumental Cinema. Angelillo, que empezaba entonces, también actuó en el espectáculo. Recuerdo que Vallejo me dio 15 duros por actuación. Pero no hice más que salir y todavía estoy oyendo los silbidos del público, aquí en La Campana.
– ¿Es que no gustó?
– Me pudo el miedo. Eso le pasa a todos los cantaores cuando empiezan. Entonces volví a Morón. Puse una Venta en Guadaira, cerca de la ermita de la Virgen de Gracia.
– ¿Estuvo mucho tiempo en Morón, en esta segunda etapa?
– Año y medio. Me fue muy bien. Para el pueblo y sus gentes sólo puedo tener alabanzas. Precisamente allí en Morón tuve una proposición para grabar discos en la casa Regal. Grabar discos es la suprema aspiración del artista novel.
– ¿Y qué grabó?
– Seis discos de los “fandangazos” míos, empezando, por ese de “Adiós mare de mi arma”. Pocos meses después hice siete grabaciones más y cobré por algunas hasta 5.000 pesetas.
– ¿Ha ganado mucho dinero con sus discos?
– No lo voy a decir, porque, en realidad no lo sé. Todos los cantaores son unos grandes embusteros y yo quiero decir la verdad.
– ¿Cuáles son sus discos más famosos?
– “Toíto te lo consiento” ha sido la creación que más éxito tuvo. Detrás van: “Trigo limpio”, “La chiquita Piconera”, “Noche de Reyes” y “Como mi mare ninguna”.
– ¿En realidad, Pepe, a qué debe Vd. su gran popularidad?
– A los discos. En aquellos tiempos no se conocía el espectáculo folklórico, sólo había unos tipos de espectáculos llamados “ópera flamenca”. En uno de ellos conocí a mi mujer Pastora Pavón.
– ¿Cómo y dónde fue?
– En el año 1930. Yo ya la conocía de nombre y la admiraba.
Actuamos juntos, por cierto que todos los días me daba una paliza.
– ¿Artísticamente, querrá Vd. decir?
– ¡Claro!
– ¿Tardaron mucho en casarse?
– Un año y pico después. Precisamente el mismo año que sacamos a Antonio y Rosario en una obra titulada “Manolillo Reyes y la fragua del Sacramento” en el Teatro del Duque. La boda se celebró en la Macarena. Hubo su juerguecita gitana.
– ¿Cree Vd. que su mujer ha ganado dinero en relación a su talla?
– Creo que si en estos tiempos naciera una Niña de los Peines ganaría lo que quisiera y pondría la entrada al precio que quisiera. Ella es como el oro de 18 quilates. En Pastora todo es todo. Ya lo dijo García Lorca en una de sus conferencias. Ha sido el intelectual que ha sabido reconocer su valor excepcional.
– ¿Tiene Vd. algún resentimiento con los intelectuales de ahora?
– Muchísimo. No han sabido darle a Pastora Pavón Cruz el valor que tiene. Hay excepciones: García Lorca, Zuloaga, Rubinstein. Pero otros muchos hablan de todo y no tienen un recuerdo para esta clase de artista, que cuando se vaya ya no vuelve a nacer. Sus “gemíos” salen del corazón, ella llora cantando…
– A propósito, ¿sabe cuánto le dan en Francia por impresionar a Pastora? 20.000 duros y el 30 por ciento.
– ¿Vd. que es artista, me quiere decir cuáles son las principales cualidades de su mujer?
– Yo creo que las tiene todas. Tiene una voz redonda, un bajo que llora, un compás, un cante perfecto. Y luego una enorme extensión de cantes distintos. Ella fue en realidad quien metió el cuplé por bulerías. Los “Muleros” no son en realidad creación de Marchena sino de Pastora. Antes los cantaba Encarna Mercé “La Argentinita”. Recuerdo una vez que dio una fiesta en su casa y asistía el General Sanjurjo, La Malena, Pilar López, Ignacio Sánchez Mejías y otros artistas de entonces. Fue cuando presentó Ramón Montoya su espectáculo en El Español. Pastora no quiso actuar por menos de 500 pesetas, en aquellos tiempos.
– Veo que es Vd. el primer admirador de su mujer. A ver cuándo me lleva a conocerla.
– ¡Mañana mismo le esperamos en casa!
– ¡Allí estaré!
Tercera parte, 17 de mayo, 1958
“’La Niña de los Peines’, una gitana que se baña todos los días”
El cante ha perdido pureza pero ha ganado popularidad. – El “tango”, las “bulerías” y “las peteneras” sus cantes preferidos. – Pastora Pavón recuerda su actuación ante los Reyes de España e Italia.
El matrimonio Pepe Pinto-Pastora Pavón vive en un principal de la calle de Calatrava. Un piso bonito y bien arreglado donde se nota la mano activa y constante de una ama de casa. Pepe me hizo pasar al comedor. Habían acabado de comer. Pastora, cuando vio al fotógrafo nos rogó la esperásemos a que se arreglara un poco. Mientras tanto he charlado con él.
Parece que su mujer es buena ama de casa..
– ¿Cree Vd. que
Mis, contesta a mi pregunta.
– No volveré a cantar. Aunque conservo la voz entera y plena.
– ¿Suele cantar en casa?
– Nunca. Alguna vez que viene algún amigo de Pepe, lo hago por complacerlo.
– ¿Cuándo ha cantado por última vez?
– El Sábado Santo, en la casa de Juanita Reina. Nos reunimos para ver entrar a la Soledad, y sin darme cuenta me “salió” una bulería. Y mire usted, Juanita ha tenido la gentileza de enviarme una medalla de oro de la Macarena.
A los ocho años ayudaba a su hermano Arturo.
– Pastora, he oído decir que nació Vd. en Cantilla, ¿es cierto?
– No. Nací en la Puerta Osario, en la calle Butrón, y me bautizaron en San Román, delante del Cristo de los Gitanos. Cuando yo tenía ocho años, mi hermano Arturo cantaba en una taberna y yo le ayudaba, cantando y bailando.
– ¿Recuerda alguna personalidad importante ante la que haya actuado?
– ¡Y tan importante, como que eran los Reyes de España, Alfonso XIII y la Reina Victoria! Fue una fiesta que dieron en Madrid, con ocasión de la visita de los Reyes de Italia. También asistía el Duque de Alba y mucha gente de la nobleza. La Reina Victoria era muy aficionada a todo lo flamenco. Cuando la de Italia me pidió que bailase, yo le dije: “Señora, yo no bailo aquí, hay que mover mucho las caderas”. Pero bailé.
– ¿Le pagaron mucho?
– Entonces no cobraban los artistas tanto como hoy, aunque yo no me puedo quejar. Siempre he ganado dinero.
– ¿Qué cantes prefiere Vd.?
– Todos. Pero quizá el “tango” haya sido lo que he cantado siempre con más gusto. Hoy ya casi no se canta. Y también las “peteneras” y “bulerías”
– ¿Hay actualmente alguna artista que se parezca a Vd.?
– En cante flamenco, ninguna. Pero tenemos buenos artistas en canción, como Juanita Reina, Lola Flores y Luisa Ortega.
– ¿Qué cante le parece más puro?
– La “soleá” y la “siguiriya”, pero sabiéndolas cantar. Hoy se atreve todo el mundo a ponerse a cantar, pero son pocos los que de veras lo hacen.
– ¿Cuál es el cantaor que más admira Vd.?
– Tomás Pavón, mi hermano. Aquí lo tiene Vd. Creo que no ha habido otro que le supere.
– Dijo esto enseñándome una fotografía del gran cantaor, que había en el comedor.
– “Si hubiera nacido en esta época habríal legado a millonaria”.
– ¿Pastora, si Vd. naciese otra vez, sería también cantaora?
– Si yo hubiera nacido en esta época y tuviera el conocimiento que tengo ahora, estoy segura de que habría llegado a millonaria.
– ¿Cuál ha sido la mejor oferta que le han hecho hasta ahora?
– Precisamente tengo una para una sala de fiestas de Madrid, me dan 7.500 diarias. Pero no pienso aceptar.
– ¿Porqué?
– Estoy enfadada con el público. Cuando fui a Madrid con “España y su cantaora” me hicieron una cosa que no me gustó. Mi marido es el primero que no quiere que cante.
,- ¿Y por qué no ha querido nunca cantar en Cantillana? Vd. ha ido allí muchos años, con Pepe.
– ¡Muchos!
,- ¿Ha habido alguna razón para no querer complacer a aquel público?
– No. Sencillamente, que ya no acostumbro a hacerlo y, además, que nunca he querido cantar en plaza pública. He ido acompañando a mi marido, y nada más.
– ¿Y Pepe, volverá alguna vez a Cantillana?
– No volveré a cantar más allí.
– ¿Y si yo te invito vendrás?
– Iría con mucho gusto, pero no a cantar, sino como invitado, ¿entendido?
– ¡De acuerdo!
– Revista Arunci por Sebastián Retamal, 16 de octubre, 1955
Y otra versión que me parece muy bonita:
– Fuentes: Retratos de la nueva copla, deflamenco.com., Agradecimiento a Jacobo Vega, Agenda Atalaya y la Biblioteca Municipal Cristóbal Bermúdez Plata de Morón de la Frontera.
– Fuentes fotográficas: Museo virtual La Niña de los Peines, Centro Andaluz de Flamenco.
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