Cuento del chico y su cicatriz
Esta es la historia de un chico con una fea cicatriz en su cara. Más él pensaba que las cicatrices no te definen.
Sus compañeros en la escuela no hablaban con él, no se acercaban ni se sentaban a su lado. Realmente cuando sus compañeros lo veían, fruncían el ceño al fijarse en la fea cicatriz que tenía en su rostro y se alejaban de él.
En una ocasión, la clase pidió reunirse con los profesores y les sugirió que el niño de la fea cicatriz no fuese más a su clase, incluso pidieron que abandonase el colegio. Los profesores llevaron el caso al claustro para tomar una decisión.
El claustro escuchó las peticiones y llego a una conclusión: No se podía pedir al niño que abandonase el colegio, no entraba en las normas, pero si podían pedirle que fuese el último en entrar a las aulas y el primero en abandonarlas. De esta forma ningún alumno vería la cara del niño, a menos que mirasen hacia atrás.
El tutor pensó que la idea del claustro era magnífica, sabía que ninguno de los estudiantes miraría hacia atrás.
Tras la reunión, el tutor puso en conocimiento del niño la decisión que habían tomado y el pequeño niño aceptó sin ninguna protesta la imposición de la escuela. Pero solicitó que todos sus compañeros escuchasen el porqué en su cara había una cicatriz tan fea.
Sus compañeros aceptaron y al día siguiente el niño entró y se situó al frente de la clase. Desde ese punto comenzó su relato:
– Chicos, comprendo que esta cicatriz que atraviesa mi mejilla es muy fea, pero voy a contaros como sucedió mi accidente:
– He nacido en una humilde familia, somos muy pobres y mi madre para ayudar en la alimentación de todos trabaja muy duro. Yo tendría alrededor de siete u ocho años.
Todos los compañeros escuchaban en silencio, muy atentos a la historia, y el chico continuó:
– Además de a mí, tenía que alimentar a tres hermanitos más, de cuatro años, dos años y una pequeñaja con solo unos días de vida.
La clase estaba en total silencio, conteniendo la respiración.
– De pronto y no sé cómo, nuestra casa, que era una sencilla choza de madera, se prendió fuego y comenzó a arder intensamente. Mi madre corrió hasta la habitación en la que estábamos, cogió en brazos a mis hermanos de cuatro años y al de dos, y agarró mi brazo tirando de mí hacia fuera. Había mucho humo, las paredes de madera cada vez estaban más calientes y con más llamas. Mi madre nos dejó sentados fuera de la casa y me pidió que nos quedáramos allí hasta que ella volviese. Ella corrió de nuevo a la casa para rescatar a mi hermanita que quedó en la habitación en llamas.
– La gente que había comenzado a rodearnos, no dejó que mi madre volviese a entrar en la casa cuando esta intento cruzar las llamas. Yo, tomé a mi otra hermanita mientras observaba a mi madre gritar: – ¡Mi hija está dentro!
– Vi en la cara de mi madre una profunda desesperación, ella gritaba con horror, pero las personas a nuestro alrededor no dejaba que mi madre entrara a buscar a mi hermanita.
– En esos momentos de tensión, decidí dejar a mis hermanos diciéndoles que no se moviesen hasta que yo volviese. Salté entre la gente y sin que ellos entendiesen nada, entré en la casa. Había mucho humo, parecía un infierno, todo estaba muy caliente, pero yo tenía que salvar a mi pequeña hermanita.
– Conocía perfectamente la ubicación de la habitación en donde se encontraba. Cuando llegué, mi hermanita estaba envuelta en una sabana y lloraba mucho. En ese preciso instante vi como algo caía del techo y corrí a situarme sobre ella para protegerla. Esa cosa caliente cayó sobre mi cara.
La clase estaba quieta, atenta a su compañero y avergonzada. El chico continuo con su relato:
– Vosotros podéis encontrar esta cicatriz imposible de mirar, pero hay quien en mi casa la cree hermosa. Todos los días cuando llego, ellas, mi hermana y mi madre la besan con devoción porque saben que es la marca del amor.
– Desconozco su autor.
– Foto de la entrada: Gustavo Aimar
Reflexión
Aceptar a los demás como son nos permite ver la realidad y actuar en consecuencia.
Esto es lo que verdaderamente tiene sentido en un mundo de imperfectos. Todos somos merecedores de afecto y de aceptación. Por eso, tener esto claro y ponerlo en práctica nos hace mejores personas no solo a los ojos de los demás, sino a los ojos de nuestro propio interior.
Así, nuestra capacidad para relacionarnos con el mundo tendrá mucho que ver con nuestro diálogo interno respecto a los demás.
Las personas no son aceptables o no aceptables. Somos simplemente personas dentro de nuestra propia complejidad.
Al fin y al cabo, aquel que acepta a los demás tal y como son, es hábil viendo en el interior de las personas y, sobre todo, empatizan y tienden una mano a los demás en vez de mostrar actitudes victimistas y agresivas o defensivas.
¿Qué es exactamente una cicatriz? Y el milagro de su aparición
Una cicatriz es un trozo de piel de color rosa claro, marrón o blanquecino que se desarrolla sobre la parte del cuerpo donde previamente había un corte, un rasguño, una rozadura u otro tipo de herida. Las cicatrices son la forma que tiene la piel de “repararse” después de sufrir una herida. Mírate la piel. Probablemente ya tienes alguna cicatriz. Mucha gente las tiene.
¿Por qué? Porque hay muchas cosas que dejan cicatriz, desde las caídas, las quemaduras como el chico de nuestro cuento, hasta las operaciones.
Las cicatrices forman parte de la vida y son un recuerdo de lo que te ha pasado. Para algunas personas, tienen un significado especial.
Es posible que algún compañero de trabajo tenga una cicatriz en el pecho porque le operaron del corazón. O tal vez tengas cicatrices de la varicela.
Hace siglos, los guerreros solían mostrar con orgullo sus cicatrices como símbolos de su valentía y para impresionar a sus amigos con relatos emocionantes sobre cómo se las hicieron. ¿Tiene historia alguna de tus cicatrices?
Yo tengo varias cicatrices, y me enorgullece tenerlas porque son el recuerdo de que a pesar de lo pasado sigo aquí.
¿Por qué salen las cicatrices?
Independientemente de la causa de la herida, he aquí cómo se “repara” la piel: La piel envía colágeno en forma de unas fibras resistentes de color blanco que actúan como puentes, para reconectar el tejido lesionado. Mientras el cuerpo realiza su labor curativa, la herida se cubre temporalmente de un tejido seco y duro denominada costra.
La función de la costra es proteger la herida mientras se cura la piel lesionada que hay debajo. Al final la costra se seca y se cae sola, dejando tras de sí la piel reparada y, a menudo, una cicatriz.
¿Puedo prevenir las cicatrices?
Podrás adoptar las medidas adecuadas para prevenir o en caso de no ser posible, reducir el tamaño de las cicatrices y ayudar a tu piel a curarse tratándola bien durante el proceso de curación.
¿Cómo puedes hacerlo? Tápate la herida durante el proceso de curación para impedir que entren bacterias y otros gérmenes. Evita tocarte o hurgarte en la herida porque, al romper las fibras de colágeno, podrías introducir gérmenes en la herida. Algunos médicos afirman que la vitamina C (presente en los cítricos y otras frutas) ayuda en al proceso de cicatrización, al acelerar la creación de nuevas células en la piel y el desprendimiento de células viejas. Asimismo, otros afirman que el hecho de aplicar vitamina E sobre la herida cuando se empieza a formar la costra puede ayudar en el proceso de curación.
¿Cuánto duran las cicatrices?
Algunas cicatrices desaparecen con el tiempo mientras que otras duran de por vida. Si las tuyas no desaparecen y no te gusta tenerlas, hay tratamientos que ayudan a que las cicatrices se vean menos, como las cremas suavizantes y reepitelizantess de cicatrices, o incluso la cirugía menor.
A veces el mejor tratamiento es hablar. Cuéntales a tus amigos o a tu médico lo que te preocupa de tu cicatriz y cómo te sientes por dentro, ya que ¡cuando uno se siente bien por dentro, lo exterior suele aceptarse mucho mejor!
¡Aceptar la diferencia de otra persona es una oportunidad para crecer y fomentar una cultura de paz y respeto a tu alrededor!
¡Es momento de afrontar el reto de ampliar tu mente y tus perspectivas!
0 comentarios