Fábula con una gran moraleja
A pesar de todas las cosas vividas, de todos los tropiezos, de todas las caídas, siempre hay quien sigue rebuznando… no nos hemos dado cuenta y los burros andan sueltos. No discutas con burros. (Con todo mi respeto al burro como animal)
Una mañana como otra cualquiera, caminaba un burro alrededor de un tigre, el burro dando saltos y haciendo muchos aspavientos le decía al tigre insistentemente:
– Mira tigre: la hierba es azul.
El tigre, sorprendido, respondió ante lo evidente:
– No, estás cegado, mira bien, la hierba es verde.
La discusión comenzó a calentarse y al ver el tono que estaba tomando, tigre y burro decidieron buscar al rey de la selva para que les hiciese de árbitro, al león.
Antes de llegar al claro donde el león vigilaba su reino, el burro, con sus saltos y aspavientos, se adelantó y llamó su atención:
– Su alteza, ¿no es cierto que la hierba es azul?
El león levantó una ceja, y sin mirar al burro, respondió:
– Cierto, la hierba es azul.
Entonces el burro, sintiéndose valiente ante esta respuesta, y aunque en el fondo de su conciencia sabía que no era cierta, continuó fanfarrón:
– El tigre no está de acuerdo conmigo y me molesta con sus respuestas. Por favor, castígalo.
El rey sentenció:
– El tigre será castigado con 2 años de silencio.
El burro saltó alegremente y siguió su camino muy contento, rebuznando burlón:
– ¡Sí, sí, sí, la hierba es azul y el tigre estará en silencio durante 2 años!
Sorprendido, el tigre se volvió hacia el león y preguntó:
– Su Majestad, ¿por qué el castigo? Después de todo, la hierba es verde.
El león respondió, sin mirar tampoco al tigre:
– Si, por supuesto que la hierba es verde.
El tigre volvió a preguntar:
– ¿Y por qué me has castigado entonces?
Con un fuerte rugido el león respondió:
– No tiene nada que ver si la hierba es azul o verde. El castigo se debe a que no me cabe en la cabeza que una criatura valiente e inteligente, como tú, discuta con un burro.
Y más aún, que venga a molestarme con esa estúpida y evidente pregunta.-
– Ignoro su autor
Moraleja
No hay mayor pérdida de tiempo, esfuerzo y paz que discutir con fanáticos, tercos y obstinados, a los que la verdad o la realidad nada les importa. Solo prestan atención a que sus creencias y falsas ilusiones obtengan el trofeo ganador.
Así que no pierdas tu valioso tiempo en discusiones sin sentido.
Hay quien por muchas demostraciones, evidencias y pruebas, no tienen capacidad de comprensión, no tienen la evolución suficiente; y otras están cegadas por su gran ego, por el odio o por el resentimiento y su máximo deseo es quedar con la razón de su parte, aunque esto no sea cierto.
¡Es más importante conservar la paz y la tranquilidad, que esforzarse por iluminar a quien no está preparado!
¡Cuando la ignorancia grita, la inteligencia calla!
0 comentarios