Amada Tierra
Querida Madre Tierra, en nombre de tu creador y del nuestro, en nombre de la luz eterna que todos tenemos dentro del alma, en mi propio nombre, te pido perdón por todas nuestras acciones voluntarias o no, conscientes o inconscientes, que te han dañado de alguna forma.
Deseo que este día 22 de abril, día de la Tierra, no sea el único en el que nos acordemos de ti. Deseo, que en adelante, todos los días, nos encuentres dispuestos a repensar nuestra vida y ser parte del cambio del que la mayoría habla. ¡Ojalá no sea tarde! Ya que, desde tus múltiples cicatrices, madre Tierra, nos estás invitando con urgencia a aprender a vivir.
Hoy te pido disculpas por no haber sabido disponer de tus dones, de los bienes que nos has brindado, de tus bendiciones. Todo lo contrario, hemos estropeado, agotado hasta casi su extinción, desperdiciado y consumido de manera irresponsable todos los regalos que nos has ofrecido.
Hemos abusado completamente de tus recursos, te hemos resquebrajado profundamente en todos los ámbitos posibles, hemos provocado profundas heridas en tu preciosa naturaleza y hemos contribuido a un gran desequilibrio general, incluyéndonos a nosotros mismos.
Mi corazón y mi alma, que son parte de la chispa divina que nos creó a ambas, te piden que acojas y recibas la luz que todas las noches envío para ti y para la humanidad. Somos muchas personas las que te enviamos esta preciosa energía que a todos nos envuelve y tengo la certeza de que te está llegando. Paso a paso ayudará a reparar todo el daño que te hemos provocado.
Te envío con todo el amor que puedo contener, esta luz, sin miedo, sin dolor, para que puedas acoger en tus profundidades esta energía sanadora que, con mi cuerpo como canal y desde el corazón, te brindo. Acógela en tu seno como retribución por las bendiciones que nos has dado e intentas seguir dándonos.
Te pido que la recibas, la aceptes y la utilices para llevarla a tu centro, hasta tu mismísimo núcleo cristalino, y desde tus profundidades la irradies a todos los puntos que te componen para lograr recomponer todas tus heridas e irradiar al exterior respeto, reverencia, tranquilidad y paz a la humanidad.
Deseo que la calma que hay en algún lugar dentro de ti, se manifieste desde tus profundidades hasta tu superficie. Te pido que, desde tu núcleo, irradies la fuerza que te ofrecemos diariamente con fe y reverencia. Te queremos honrar con la luz brillante y potente enviada hacia las preciosas partes que te componen, océanos, mares, ríos, lagos, cordilleras, montes, bosques, llanos, pueblos, ciudades y todos los seres vivos que en ellos habitamos. Nuestra intención es que el conjunto universal, que formamos todos, sane profundamente.
En el camino que tenemos que recorrer disfrutamos de tus bendiciones y te agradecemos profundamente que sigas luchado y latiendo, te agradecemos poder transitar nuestro viaje sobre tu cuerpo maltratado y aprender a curarlo antes de que sea demasiado tarde.
Gracias por sostenernos y escucharnos.
Pero el futuro, tan temido, ha llegado y está en nuestras manos. Nuestra querida tierra va más allá de conceptos ecológicos, se trata de la supervivencia existencial, uniendo nuestro interior espiritual con nuestra forma de vivir y nuestra manera de relacionarnos con ella.
No podemos relajarnos y buscar la felicidad, ni un futuro mejor y menos aún nuestra salud si no comenzamos a cuidar desde ya, desde este preciso instante, a nuestro gran útero, realizando los cambios necesarios para transformar todos los modelos de crecimiento y desarrollo en otros más ecológicos.
Tenemos todos muchas tareas pendientes y debemos hacerlas sin falta.
Entre ellas ser solidarios, solidarios con nosotros mismos, contribuir con nuestros actos para con nosotros y para con los demás. Alejar emociones y pensamientos derivados del miedo, estas sensaciones invisibles nos enferman y nos impiden ayudar.
Lo que formamos nosotros en conjunto con la madre tierra, es un gran equipo, y los equipos crecen cuando todos mejoran. Si nos ocupamos en mejorar individualmente nuestro aporte será mayor. Somos muchos y tenemos que tomar conciencia todos para dejar a nuestros descendientes todo lo mejor.
¡Ayuda!
Te pido a ti, que ahora mismo me estás leyendo, que hagas un alto en tu camino, deja cualquier cosa que estés haciendo por un pequeño instante. Mi llamada es una llamada a la vida, una llamada en nombre de la tierra para que podamos seguir reencontrándonos en ella.
La esencia que nos une es un bien sagrado y único y debes tenerle reverencia. Tienes que contemplar a nuestra querida madre tierra vestida con sus mejores galas, sus árboles, sus cordilleras, sus amaneceres. Y oír la voz que se va tornando inaudible a causa de sus heridas, que van deteriorando sus vestiduras sin remedio.
Desde tu libertad, a la que fuiste invitado cuando viniste a habitarla, recréate en esta invitación disfrutando el sagrado regalo que se te ofreció. Aprovecha esta oportunidad para crecer, antes de que nuestra trasparente relación nos vuelva a unir algún día.
Sé responsable con tus actos. No tengas miedo, no temas a la derrota, avanza por el sendero sagrado. Sin siquiera pretensiones, percibirás como tu paseo se transformará en danza, cuando oigas su música, habrás encontrado a la madre tierra y serás uno con ella.
¿Por qué no pruebas a abrazar a los árboles, a las rocas?; cuando lo haces, el ruido ensordecedor ambiente queda amortiguado por su potente energía. Pero no me creas, compruébalo, prueba también a caminar descalzo, siente reverencia en el contacto de tus pies desnudos sobre la vida siempre cambiante.
Siente la ternura que te provoca y escucha sus susurros, escucha el sonido de las estrellas y oye la voz de la divinidad, la voz que es el eco de nuestra querida madre tierra. Prométele fidelidad y amor.
Tómalo como un juego, no como una obligación, pero sé responsable.
Hablo principalmente a los jóvenes que son los que tienen que promover y provocar el cambio, diseñando una nueva pedagogía autodidacta en la que cada uno trabaje desde sí mismo, pero aplicable también a reuniones en donde se hable de acercar la sanación de la tierra a todos sus rincones.
Las nuevas generaciones deben aprender a descubrir, disfrutar y cuidar desde pequeños a nuestra bendita tierra, ella los necesita como guardianes futuros.
Decidles a vuestros niños y niñas que no dejen de mirar con esas incontenibles ganas de apuntarse a la vida plena. Sin problemas ni preocupaciones pero con responsabilidad, convertid su amor por nuestra querida madre tierra en valiosas enseñanzas y sagrados desafíos.
Enseñadles que deben obviar la opinión ajena y las irreverencias, que olviden los temores, y se dirijan camino al amor, para aprender a reencontrarse con la naturaleza, con el continuo nacimiento. Enseñadles que todos son como flores del mismo jardín, árboles del mismo bosque viajando de retorno a casa.
Si les mostramos el amor por la tierra, ellos encontraran el camino, y entre ellos se encontrarán y recordarán también. En su paseo por la vida, serán atraídos por sus silenciosas llamadas, no se oirán, pero sus voces resonarán en sus cabecitas. No sabrán el camino, no podrán verlo, pero se reflejará en sus ojos, y se reconocerán.
Sin saber como expresarlo sabrán que están unidos desde la primera conexión de sus cuerpecitos con la materia, la creación, la energía primigenia. Tienen un vínculo íntimo y poderoso. Ellos tienen en sus manos el poder de devolver la fortaleza a la tierra.
Crearán raíces fuertes y las mantendrán sostenidas por la tierra.
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