Advertencias, las que me ofrecía mi abuela, esas palabras dichas en una canción, pasear de su brazo escuchando historias que no entendía, pero que entendí con el tiempo.
Esos consejos de mi padre sentada a la mesa, mirando las horas pasar en el viejo reloj de pared… las tres de la madrugada escuchando, pero sin escuchar. O eso me parecía entonces, pues esos consejos también quedaron grabados en mi memoria, allí escondidos, e igualmente aparecieron cuando fueron necesarios.
La vida me ha ido enseñando que no me sirven las experiencias ajenas, por muy bien explicadas que me las ofrezcan, por muchos detalles que me den… No, he tenido que caerme yo misma para entender todo.
Y cuando estaba en el suelo, de pronto aparecian en mi mente todos aquellos consejos, y entonces podía comprobar que eran ciertos.
Igualmente recuerdo otros consejos que en alguna ocasión servían, pero hoy sirven solo de burla. Mascaras de carnaval.
Hoy a casi nadie le gusta escuchar, hay quién ni siquiera te mira cuando hablas, solo se dedican a observarse y a venderse, necesitan ser vistos y aprobados.
Viendo esto, no me hubiese gustado nacer en estas generaciones, bastante difícil se me hizo adaptarme siendo el mundo un poquito más equilibrado.
Últimamente se siente en el aire algo invisible. Algo que parece poderoso, pero es de cristal, de cristal fino y frágil. Como las antiguas bolitas de navidad.
De pronto todo está en el suelo, desecho en pequeños trocitos dolidos y la vez. hirientes.
Esa fragilidad es evidente para los observadores que permanecen entre bambalinas. Es una inestabilidad de colores, engañosa, de la que distrae frente a cada momento importante. Los colores distraen impidiendo ver el destrozo.
¿Nadie quiere mirar más allá? Se pueden perder hermosas oportunidades. Pero como no se observa bien, se las deja escapar y después al ver las consecuencias de esas decisiones, una lágrima rueda por mi mejilla.
Imploro por mi pasado, por tu presente, por su futuro.
¿Será posible? ¿Existirá?
Levántate, no te mantengas de rodillas, aunque sean las que te sostengan. No beses los labios que desprecias, su energía queda guardada en tu interior y allí permanecerá impasible, por siglos, junto con el resto de besos que diste.
Es algo que nunca desaparece, queda impreso en las células, como un pegamento imposible de arrancar.
Cuando ya no lo quieras, aparecerá y lo aborrecerás. Tu mente estará atada a algo pegajoso e indeseable. Tu sangre permanecerá compuesta de cada energía mezclada con la tuya.
No te enfades, ni hagas berrinches, no sirve de nada. Quien te quiere te dirá las cosas con tranquilidad, sin levantar la voz.
Quien necesite gritar, es porque no sabe escuchar, no oye, no entiende, no se quiere, ni te quiere, por eso grita, para poder oírse, para intentar respetarse.
El caso es que no se está en la razón aunque se hable muy alto, la razón no necesita vociferar, solo conversa en susurros, y puede ser escuchada por cualquiera, a pesar de no ser entendida por cualquiera.
De todas maneras no se puede negar lo inevitable, la vida pasa, dicen que de prisa, a mí no me lo parece, tiene el ritmo adecuado. Pero si se desperdicia si pasa deprisa.
Mis abuelas me decían muchos refranes, y muchos consejos en sus maneras de hablar.
Me decían que madrugase. No era necesario que insistiesen en ello, me gustan los amaneceres, siempre me he levantado muy temprano.
Y si el mundo dormía yo usaba el tiempo en silencio, para mis silencios, para mis oraciones, para mis peticiones y mis agradecimientos. Me gustaba escuchar el latido de mi corazón en ese silencio, y sentir como mi cuerpo se hacía enorme, todavía no sabía que estaba comenzando a dejar salir a mi doble.
Mis amaneceres buscándome, sintiendo una felicidad imposible de explicar y eso quiero transmitir, inquietud por encontrarse a uno mismo, con los medios que cuente cada uno.
Hay que andar el propio camino, sin permitir que lo tracen por ti, porque si te desvias un poco de la senda no encontrarás la manera de regresar a ella.
Cada camino es único, tu camino es tuyo, puedes compartirlo, el sendero puede ser amplio, y siempre es más sencillo caminar en compañía.
Si en él encontramos demasiadas piedras, no hay que preocuparse, podemos tropezar y aprender. Sin miedo, sin prejuicios, todos cometemos errores.
Nunca hay que dejar de sonreír, aunque no tengamos ganas, o de llorar, más dosificado, lo suficiente para refrescar algún pensamiento enfermizo.
La vida se vive desde todo el ser, poniendo toda la mente, la fuerza física y la espiritual, desde un sano optimismo y una emoción saludable.
No se deberían compartir los males, solo hablar de todo lo bueno que nos ocurre a diario. Siempre ocurre.
Un consejo diario que me daba mi padre: respirar. Pensarás ¡Qué tontería!,. No hay vida sin respiración. Pero si calidad de vida con buena respiración.
Me decía que utilizase mi respiración para todo, sobre todo para fortalecer mi cuerpo, mi musculatura…
Nos mostraba de qué manera respirar para ayudar a nuestro cuerpo, para no tener problemas pulmonares, ni ansiedad.
Fortaleciendo el cuerpo de esta forma, igualmente ayudábamos a nuestra mente a estar tranquila.
La vida debe equivaler a libertad, sin sufrir, sin herir.
No es justo herir a nadie, ni dañar a ningún corazón, al menos voluntariamente.
No es saludable hablar mal a las personas, ni envíar malas energías al universo, por qué es lo que el universo enviará de vuelta.
Ni siquiera de pensamiento, el pensamiento es acción, te daña y daña a otros. Generalmente la realidad es más amable de lo que se piensa sobre ella.
Todo acción debería nacer desde el mayor de los respetos. ¡Esta palabra no se entiende!, no hay capacidad para comprender que hay que vivir respetando todo y a todos.
Nuestra madre, nuestra tierra, nos da los mayores ejemplos y nos muestra que necesita más respeto.
También cada opinion merece ser respetada. No está de más pedir respeto por lo que se piensa o se siente, eso es amor propio.
Es importante mostrar nobleza respecto a los deseos ajenos, a otras palabras escuchadas. Escuchando, por supuesto, antes de hablar, aunque sea difícil, sin gestos de burla, sobre todo cuando no está presente su objeto.
Creo cada vez más necesario, por ser cada día más obviado, dar a cada persona su derecho a expresarse.
Escuchando a nuestro doble espiritual, sin asustarnos el espíritu se fortalece al sentirse escuchado sin temor, es una buena manera de sanación emocional.
A mí me encanta escuchar a las personas ancianas, aprendo mucho de ellas y siento su agradecimiento al ver que son escuchadas.
También a los niños, ellos nos nseñan muchísimas cosas, cosas que nosotros ya hemos olvidado. Ellos son el fruto de las semillas del futuro.
Hay que orientarlos con especial cuidado mientras es tiempo de ello, la sabiduría comienza en ese momento. Demosles y permitamos que nos den las lecciones necesarias para que cuando llegue el momento puedan decirnos que ya no nos necesitan.
Creo que es lo más importante, que no nos necesiten, y que sin presiones tomen la decisión de mantenernos en sus vidas.
Es tan sencillo como escucharlos cuando lo necesitan y darles el espacio necesario para crecer, cada uno a su ritmo.
Y, a pesar de resultar insistente, me gusta basar mi vida en la verdad. De pequeña era muy imaginativa, llegando a creerme mis invenciones… comprobé que la mentira es muy fácilmente rastreable…
Y considero que la honestidad tiene un valor especial.
Realmente, hoy por hoy no sé mentir, quien me conoce bien lo reconoce, es inevitable, se me nota excesivamente.
Y del resto del mundo, no se decir porqué, pero en muchas ocasiones puedo sentir cuando me están mintiendo, aunque no diga nada, ni muestre nada. Se suele percibir en los gestos, en los movimientos, en los ojos y en el tono de voz… si eres buena observadora.
Valoro, sobre todo lo demás, un buen equilibrio mental, emocional, espiritual y respeto individual por nuestro cuerpo físico y por todo lo que nos rodea.
Mantenernos fuertes y saludable debería ser primordial.
Vivir de la manera más natural posible, teniendo claro que la naturaleza no es nuestra, muy al contrario, nosotros le pertenecemos, ella forma parte de nosotros.
Formamos un todo con todo, somos familia, estamos compuestos por los mismos materiales.
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