Vínculo abuela y nieta
La unión entre abuela y nieta es inquebrantable, es fuerte, única y eterna. La mía con ellas durará mientras dure mi vida y también más allá de ella. En memoria de mis abuelas.
Abuela y nieta porque soy mujer, pero creo que hablo también por los nietos que sienten adoración por sus abuelas.
Afortunadamente, la vida me dio la oportunidad de conocer y compartir bastantes años con ellas y aprender de sus innumerables ejemplos. Gracias por esta bendición.
El cordón que se creó entre ambas y yo, nunca se romperá.
Son mis madres por partida doble. He sentido su cariño como algo más allá de los lazos de sangre, soy la hija de sus hijos… Su amor es incondicional…
Ellas se encargaban de abrir sus manos y extender sus brazos como una manta protectora. Con sus cuerpos y su regazo formaban una cuna ante mí, para abrazarme, acariciarme y protegerme en todo momento.
Mi relación con mis abuelas, aunque distinta con cada una, no deja de tener cosas en común. De las dos aprendí muchísimo, distintas experiencias, distintos tiempos, dos luchadoras…
Fuimos más que cómplices, más que amigas, más allá de la sangre compartíamos juventud, experiencia, sabiduría: ellas rejuvenecían a través de mi juventud y yo crecía gracias a sus experiencias, historias, mensajes, ejemplos… ¡Fueron mis libros vivos!.
En memoria de mis abuelas…
Recuerdos
Con nuestros momentos en común, que fueron muchísimos, nuestras almas se trenzaron formando un gran lazo de amor… risas, chascarrillos.
Historias de otros tiempos, dolores antiguos.
Vivencias casi olvidadas traídas a la memoria en nuestras conversaciones.
Juegos y villancicos…
Recuerdo momentos vividos con ellas, el tiempo era infinito en su compañía. Iluminaban mi camino con su luz, su alegría.
También me enseñaban a través de sus experiencias difíciles y duras.
Pero me mostraban sus dolores de forma dulce y sutil, para que solo me acariciasen, sin herirme.
El tiempo es el que me mostró en su justa medida esas vidas de sacrificio. Para mi todo era alegría, versos, poemas hechos magia… bendita época.
Con todas las experiencias compartidas, aprendí a escuchar, a conocer, a comprender sus mensajes, a entender sus vidas. Gracias a sus confidencias, también aprendí a complementar mi vida, mi tiempo y mi espacio con el suyo. ¡Gracias abuelas!
Entendí su diferente manera de vivir y sentí un inmenso orgullo por sus historias de juventud.
Las dos, dentro de sus grandes diferencias, compartían una gran valentía, y una rebeldía en desacuerdo con el tiempo en que les tocó vivir.
Eran modernas para ese tiempo, ambas tuvieron experiencias donde demostraron su valor y mente abierta. Vivieron su juventud anteponiendo sus ideas y valores por encima de la sociedad y la moral de entonces. Y quizás pagaron un buen precio por ello. Ahora sé que son aprendizajes.
En memoria de mis abuelas… ¡Os quiero!
Actualmente
Desde mi tiempo actual, me entiendo, comprendo la herencia que me han dejado, total rebeldía ante injusticias, moralidad, imposiciones, reglas absurdas… Y tantas otras cosas… ansia de libertad.
Siento una unión tan profunda con mis abuelas, que nadie nunca la podrá romper.
Los eslabones de oro que unen nuestras cadenas, no los separará la distancia, ni el tiempo, ni su partida a la eternidad… No habrá olvido.
No necesito verlas para sentirlas, su presencia siempre me acompaña desde la distancia. Viven en mi pensamiento, en mi recuerdo, en las estrellas y la luna… En el infinito, en mi corazón eternamente…
Nuestra unión es inquebrantable y eterna, juntas fuimos hadas, princesas, sirenas, magas, hechiceras, brujas…
En memoria de mis abuelas…
En su honor por siempre
En memoria de mis abuelas
Demasiado llanto, algunas risas,
muchas ilusiones, demasiadas prisas,
cuantas alegrías, cuanto dolor,
demasiado olvido, siempre perdón.
La infancia perdida en el trabajo,
la juventud vivida a destajo,
las noches pensando en el despertar,
toda una vida de entrega, cuanto trabajar.
Demasiadas noches en vela,
muchas preguntas hechas a la almohada,
sintiendo como el corazón se hiela,
brindando tantas caricias regaladas.
Muchos besos recibidos,
mucho amor traducido en abrazos,
tantos suspiros perdidos, me hacen querer
seguir por siempre vuestros pasos.
Cuantas vivencias olvidadas,
tantos anhelos perdidos,
cuánto miedo escondidas y asustadas,
infinitos momentos vividos.
¿Cuantos han sido mis queridas abuelas?
Fuistieis un querido bebé,
tuvisteis hermanos y hermanas,
aprendisteis queriendo crecer,
siempre preguntando a vuestra almohada.
Después fuisteis niñas, comenzasteis a salir,
tuvisteis que sufrir riñas, por el ir y venir.
Fuisteis inquietas, y quizás también coquetas,
con vuestros quince años, guerreras pizpiretas.
Recibisteis regaños, por vuestra forma de ser,
no encajabais en el mundo, tuvisteis que aprender.
Grandes mujeres, grandes señoras,
visteis a los hijos crecer, hijos que adoras.
Madres, abuelas, bisabuelas…
Al convertiros en madres, de esas que añoran,
ver a sus hijos crecer y triunfar,
de esas que adoran,
un merecido descanso de tanto trabajar.
Hicisteis regalos con mucho amor,
acogisteis en el pecho todo el dolor,
para que vuestros hijos pudieran crecer,
sin preocuparse, solo de aprender.
El tiempo os hizo abuelas, vinieron los nietos,
aprendisteis de nuevo a enamorar,
tambien nos enseñasteis con sonrisas a mirar,
y a querer aprender, siempre inquietos.
El mismo tiempo os hizo bisabuelas,
una gran fortuna poderlo contar,
no fueron muchos años,
pero ellos y vosotras os pudisteis disfrutar.
Vuestras almohadas vieron lágrimas correr,
lágrimas que arrastran las memorias,
las almas refrescasteis al beber,
ese néctar que destila vuestra historia.
Coleccionabais cajas, calendarios,
coleccionabais eneros y noviembres,
vivisteis innumerables escenarios,
me dejasteis en abril y septiembre.
Refugio de tormentas,
fuisteis mis maestras con pasión,
siempre la mente despierta,
os añoro con todo el corazón.
Y a través de mi vida, por larga que esta fuese,
no me alcanzará a decir lo mucho que aprendí,
ni lo mucho que os quiero, mis grandes mujeres,
ni la vida que visteis, ni lo que con vosotras ví.
– Marié.
«Pido perdón, por aventurarme a escribir este poema libre, dejándome llevar por la improvisación y el sentimiento. Probablemente tenga todos los errores posibles»
¡Ejemplos de mujer! ¡Queridas abuelas!
Carmen Alba Vallejo
Sierra Ahillos – Alcaudete – Jaén
03 de noviembre de 1910
Madrid
26 de abril de 2003
Esperanza Franco Gutiérrez
Écija – Sevilla
21 de enero de 1924
Alcorcón – Madrid
21 de septiembre de 2014
¡Ahora ellas son los ángeles de alas blancas y luminosas que sobrevuelan eternamente mi cielo!
Un juego de palabras expresadas con sentimiento ¡Qué digo! un agradecimiento eterno que honra al que escribe, porque da valor, por poner al día y no dejar morir la semilla de la verdadera nobleza y que a tantos como supimos querer y no olvidamos a esos seres tan próximos, por mucho tiempo que ya nos faltan, pero que en realidad no se fueron ni se irán nunca. Estarán donde nosotros y nosotros con ellos; hicieron lo más bonito que supieron y sintieron, sin pedir nada… pero le daremos, le ofreceremos aquello que más les gustará ver llegar al lugar donde se encuentren: la dedicación a su memoria, acompañada del sentimiento más verdadero que un nieto pueda ofrecer. Por ellos.
Muchas gracias por tus preciosas palabras. Así es, como dices, como yo lo siento, y como veo que tú lo sientes también.
Ojalá todo el mundo tuviera en memoria las enseñanzas y vivencias de esa generación luchadora que se nos escapa poco a poco.
Un abrazo y un saludo al sur.