Mas allá del tiempo

Escrito por Marié

17 de junio de 2022

Cuando el tiempo no se medía, cuando los días eran eternos y las noches profundas, cuando el amor era importante y la conexión necesaria, allí pulsaba nuestra primera ancestra. Más allá del tiempo.

Esa primera ancestra es el útero que alberga a todos los humanos, es nuestra abuela común, asi que es inevitable que os sienta a todos como mis hermanos. Os invito a viajar conmigo a aquellos antiguos momentos.

En esos lejanos dias en los que las tormentas parecen eternas, los relámpagos y los truenos son escuchados y entendidos, ellos son parte importante en las vidas y ella, nuestra abuela común, les escucha y les obedece.

Todas las manifestaciones naturales son honradas como las expresiónes de vida que son, están siempre presentes, son eternamente consideradas. Porque entonces se las tenia en cuenta, se contaba con ellas para cualquier decisión.

Esta primera mujer siempre está en movimiento, sus brazos y sus piernas son de hierro y fuego. No se cansa, sus movimientos son continuos, no se puede permitir descansar, no se puede distraer, de ello depende su vida y las vidas de su comunidad. De ella dependemos nosotros, sus nietos en el tiempo.

En su corazón alberga muchas sensaciones y sentimientos, entre ellos, el que más pesa es el miedo profundo. Miedo por su descendencia, ansiedad y angustia por todos sus seres queridos. En ese tiempo sin tiempo, son vulnerables y ella lo sabe. Pero estos sentimientos son los que hacen de ella una mujer poderosa y luchadora, invencible. Es la encargada de que la vida siga un curso perfecto a su alrededor.

Se permite algunos momentos de descanso frente al fuego, y su felicidad aumenta al saberse acompañada por sus jóvenes y hermosas hijas.

Ellas todavia no han despertado a las preocupaciones, y cuando regresan del prado que rodea su pequeño hogar, traen aromas tranquilizadores. Perfume de flores y semillas, de hierbas y raíces, de tierra y de madera. Y tambien portan el calor del sol en sus cabellos y la luz primaveral que las ha bañado.

Y si, esta historia comienza en primavera, igual que la vida comienza en primavera. No puede ser de otra manera, nuestra abuela entra a nuestra vida en esta mágica estación. Por eso quiero escribir su historia en estos dias en los que nuestra primavera esta llegando a su fin.

Pero en aquella antigua primavera, ella detiene sus quehaceres para contemplar a sus profundos amores. Estos momentos de contemplación provocan que aumente su amor incondicional y son los que ayudan a nuestra abuela a seguir sin detenerse.

Suele moverse inquieta por su pequeño hogar, pendiente de lo que cuenta el cielo. Antes de tomar cualquier decisión su mirada viaja hacia él.

Y según lo que este le diga, bien prepara gruesas mantas, mantas que tienen ese olor característico que la hacen sentirse segura, y a la vez echa leña a las brasas para poder mantener el calor; o bien prepara una cesta toscamente fabricada, para salir a recolectar condimentos, hierbas, raíces y todo lo necesario para su farmacia. No en balde es la primera bruja, hechicera, curandera, sacerdotisa… chamana.

Algunos dias el color del cielo le hace preveer que las gotas que les regala están por llegar y son acogidas con veneración. Otras veces, también contemplando el color del cielo, las sensaciones son de miedo, por que sabe que viene acompañado de viento y relámpagos. En estas ocasiones, se acurruca junto a sus pequeñas al fondo del hogar, en la zona mas profunda, allí donde se cobijan tambien los pequeños roedores que viven en su compañía.

Los días en que el cielo muestra un color limpio y profundo, sale a bendecir sus vidas y a enseñar a las niñas todo lo que deben aprender. Es importante.

Y en aquellas antiguas tardes, cuando el sol se pierde tras las imponentes montañas que les sirven de protección, ella se detiene a mirarlo y luego se dirije a sentarse frente al fuego, a enseñar tambien a sus pequeñas otras cuestiones importantes. A la caída de la tarde ella se deja caer en su camastro casi vencida, pero sin dejarse llevar por la desesperación, es la responsable de todas las vidas que la rodean.

Cuando piensa en esas vidas, en ellas y en ellos, la esperanza regresa a su corazón y su alma se llena de energía.

Aprovecha cualquier momento con ellas, habla y habla… cuenta historias sobre como comenzar, como enfrentar las tormentas aterradoras que se viven en ese tiempo sin tiempo.

Para ella es una época, la primavera, de bendiciones y de comienzos.

Cada amanecer aprovecha los dias de sol para enviar a sus hijas a los alrededores.

En alguna ocasión especial, las invita a recoger flores con las que preparar guirnaldas y adornar sus cuerpos y sus cabellos.

Con estos adornos agradecen a la madre que las cuida y las abastece, cantan, oran y danzan, ríen y lloran. Se abrazan y aumentan las energías para la familia, energía que envían para ayudar al resto de componentes en sus viajes. Mas no desperdician las flores utilizadas, ni las dejan morir, las colocan con amor en recipientes fabricados con sus manos, y las dejan secar en hornacinas excabadas en las zonas mas oscuras de las paredes.

La abuela no deja de pensar que esta época es la del amor, la de su siembra, la del comienzo de la vida.

Sabe que sus hijas tienen en su interior el fuego necesario para poner en marcha la vida, y en esta época el fuego crece. Mira a todas y señala con su mano a sus úteros, mostrando la pasión que allí albergan, el futuro hogar. Es un símbolo del poder que va a ir aumentando en cada una de ellas.

Los dias se suceden despacio, mientras las horas de luz de estas primaveras ancestrales van aumentando, alargando los días; cada noche es mas corta que la anterior, y ella osberva como esta noche va diluyendose lentamente para dar paso de nuevo a un largo dia.

Ellas aprovechan estas largas horas de sol para prepararse ante la nueva estación.

Cae de nuevo la noche, el tiempo sigue su curso y la abuela mira a todas diciendo: – ¡No os preocupéis todo va a salir bien, descansad todas, que el sueño sea precioso y reparador para cada una!

Todas sus hijas la observan, admiando el brillo lunar sobre su cabello. Sienten como la sombra de la tierra fluye despacio hacia su hogar. Ella, con paso firme y decidido apaga el fuego invitando al silencio y a la oscuridad necesaria para descansar. Y antes de dejarse llevar por el sueño, todas dejan escapar un profundo suspiro de esperanza.

El dia vuelve de nuevo deslizando su luz sobre la entrada y todas se disponen a preparar alimentos para ser conservados para la estación silenciosa.

Ella, la gran abuela, mira a su alrededor antes de comenzar cada tarea, y después se dispone, como cada dia, para enseñar a sus hijas.

Toma asiento en el centro y ellas a su alrededor. Alguna de ellas es delgada y fibrosa y se encarga de ciertas tareas, otras son grandes y muy fuertes, y se encargaban de otras.

Todas forman un equipo perfecto, no conocen las envidias ni el egoísmo, todas trabajan para el bien común.

Saben que si alguna se permite alguna distracción en su trabajo, peligraría la integridad de la familia. Si alguna intenta estropear el trabajo de otra, sería un desastre para todos.

Salen al claro delantero y se arremangan sus ropajes para trabajar en unión.

Cuando la abuela contempla esto, su corazón descansa y se llena de una sensación de pertenencia, de responsabilidad y amor. Entonces se alejan sus miedos y aumentan las fuerzas necesarias para enfrentar cualquier contratiempo.

Estas renovadas fuerzas la hacen estar preparada cuando las tormentas tan comunes en la primavera aparecen.

Cuando el agua cae despacio como un llando tranquilo, llama a sus hijas, y unidas, salen a la plaza que hay frente a su hogar. Dejan que la lluvia moje sus cabellos, y cuando la tormenta empeora, ellas danzan y levantan hojas y ramas con sus manos, tomando de sus rugidos la pasión que necesitan.

Sabe, como hechicera, que el calor es el que les permite disfrutar del agua sagrada regalada por el cielo.

Esta preciosa época de aquel tiempo antiguo, al igual que en el tiempo presente y como si no existiese su paso sobre la humanidad, es el preludio de la siguiente etapa. La época estival, en la que tendrán que volver a sus maximos esfuerzos para enfrentar los largos inviernos.

Y este llega con su intenso calor, el trabajo aumenta y las decisiones tienen que ser tomadas con mucho cuidado.

El fuego solo es alimentado en contadas ocasiones. Esta estación hace que la abuela se sienta mejor, la energías aumentan en todas, y son utilizadas para el bien de la comunidad.

Esta estación es un torbellino de actividades, entre todos los trabajos de preparación terminan sus días celebrando reuniones.

En las calurosas noches toman baños sagrados, con los que se purifican el cuerpo y el alma.

Se ven sus cuerpos fuertes y bronceados, caminando entre los arboles, en dirección a las las pozas que el agua ha horadado en las rocas frente a su hogar.

Desde el universo, quien contemple esta bella estampa de sensualidad, amor, creatividad y fuerza, no puede por menos que enviar su incondicional apoyo. Son las madres de la humanidad.

Es una época intensamente vivida, de cuentos relatados a la luz de la luna, con el cabello húmedo y el alma fresca.

Cuando regresan de cada baño nocturno, se sientan alrededor de la abuela manteniendo los ojos abiertos y expectantes para escuchar esas historias de vida y muerte, de amor, de cacerías y de grandes praderas.

Saben que de cada relato pueden rescatar infinitos aprendizajes y que ellas son las herederas de toda esa sabiduría.

Cuando llega la hora del reposo, sacuden sus cabellos todavia húmedos y entran en orden, palmean sus camastros acondicionandolos para el descanso. Se sientan en ellos a compartir la quietud de la noche y esperan el instante sagrado en que la primera abuela pasa acariciando a cada una, aportando una paz profunda a sus corazones.

Tras bendecirlas, se encamina a su lugar de reposo. Dirije su mirada hacia la entrada para disfrutar, como cada noche en esa estación, de la preciosa luz de la luna. En esos dias de calor, ella entra en su cueva aportando el frecor blanquecino de su presencia, colandose silenciosa hasta los pies de la abuela. La Luna es profundamente venerada y ella da las gracias a esas noches de luz.

Y dice a todas bajito: – ¡Quería comprobar que estabais bien!

Paso a paso llega el otoño con la recolección de semillas, bayas, raíces y todo lo necesario para poder superar un año más, la época del silencio.

E igualmente, va llegando el invierno, momento en que la abuela les dice: – El tiempo se ha cumplido. Ya tengo compañía para el invierno que está comenzando.

Y aprovecha para informar de ciertos aspectos a la que ve preparada: – ¡Tus poderes estan totalmente despiertos, ya no necesitas mi ayuda!.

La muerte hace acto de presencia, de pronto. No es visible para ellas y permanece en las sombras, esperando su momento. Algunas notan un cambio en el ambiente, pero no saben que está sucediendo, no lo comprenden.

Junto con la madre de todas, preparan una ceremonia, ella si presiente lo que viene y quiere disfrutar, junto con ellas, compartiendo relatos de las vivencias de esa vida que está llegando a su fin…  confidencias, trabajos y celebraciones en el arroyo, iniciaciones, enseñanzas y recolecciones.

Para las hijas mayores, este suceso es previsible, aunque no entiendan su significado en profundidad. Solo que desde hace un tiempo observan cambios: La abuela teje más despacio, su mirada se pierde más habitualmente en el horizonte, no acaricia a los roedores siempre presentes… las bayas caen de sus manos más habitualmente al salir a recolectar.

– Venid, acercaros. – Todas se sientan a su alrededor y disfrutan con la caricia que ella hace con devoción sobre todos y cada uno de sus vientres.

Mira a las mayores y les explica dulcemente: – ¡No ocurre nada malo, mi tiempo se está cumpliendo y llega la hora de descansar, no lloréis a la madre, estáis preparadas!

– Ya sabéis que hay magia en todas vosotras, que cada mes vuestras energías van cambiando, continuad como hasta hoy.

– Descansad en vuestras profundidades internas cuando es necesario y preparad vuestro cuerpo para la fase siguiente, igual que la tierra prepara su gran útero cuando se acerca la primavera.

– En vuestro cuerpo la primavera aparece una vez en cada luna, disfrutad cada ciclo. – Dejad que se purifique si aparece vuestra sangre, ella va a regresar al útero de la madre tierra. – En el vuestro esta vez no creció vida, pero lo hará en el suyo.

A alguna le dice: – Prepara tu cueva interna, vas a necesitarla. Ve haciendo espacio en tu interior, no estás sola.

– Honra con amor tu fruto.

Ellas agradecen el regalo más puro, sentir crecer en su interior el más sagrado amor.

Y despacio, toma la manta para cubrir los escalofríos que aparecen, la coloca sobre sus hombros y le dice a la más cercana:  – ¡Descansa conmigo niña!

Revisa mentalmente su cuerpo, mirando al cielo que se ve desde la entrada, siente en él todos los misterios para los que se ha ido preparando.

Un rayo de luna brilla en su blanca cabellera y ella ya no siente ningún deseo… ya no se oyen sus palabras…

Todas agradecen su vida y sus enseñanzas y oran por que ese primer invierno sin ella, termine pronto dando paso a la nueva vida.

El regreso del sol, de las energías de primavera y el amor. Estan deseando comenzar a disfrutar de todas esas historias contadas alrededor del hogar.

La mayor toma el testigo que dejó la abuela, y cuenta los relatos que la reconfortaban a ella y a las personas que la escuchaban.

 

¡Gracias madre de todos!

 

¡Namasté!

 

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