Somos seres energéticos inmersos en energía

Escrito por Marié

11 de junio de 2021

Energía, energía, siempre energía

 

Me encanta esta palabra, y me gusta lo que engloba. Todo es energía y yo vivo trabajando siempre con las energías, aprendiendo de ellas, intentando conocerlas, manejarlas, limpiarlas… comprenderlas. Nosotros, como el resto del cosmos, somos seres energéticos inmersos en energía.

Con ella podemos dar explicación a muchos fenómenos incomprendidos por la mayoría de personas. Y tenemos que intentar profundizar un poco en su conocimiento para poder mantener un equilibrio dinámico en nuestro ser completo.

Una forma de mantener esta dinámica requiere de nuestras actuaciones y las decisiones que diariamente tomamos, para intentar traducir las experiencias en un estilo de vida lo más saludable posible.

Hay muchas formas de mantener nuestro cuerpo físico lleno de energía. En este caso energía potencial en forma de fuerza, actividad física, ejercicio y un alejamiento consciente del sedentarismo. Todo ello preferiblemente y si es posible en contacto directo con la naturaleza.

¿Cómo tomar contacto?

Puede ser buscando algún sitio en el que puedas caminar con tus pies descalzos en contacto con el rocío de la mañana, ¡Lleva una toalla!

Antes de ir a dormir, sal a la terraza, ventana, patio, o al parque de enfrente si no tienes otra opción y mira el cielo, oscuro o estrellado. Según en el lugar que estés, podrás ver más o menos estrellas. Si no las ves, puedes mirar con los ojos del alma y saber que están ahí, en esa infinitud… energía en estado puro.

En el atardecer, sal a pasear meditativamente por el bosque, monte, parque, lago… lo que tengas más a mano… energía…

Abraza un árbol, mientras más antiguo mejor, percibe la energía común, siente que sanas con su contacto y que él sana a su vez con el tuyo… energía…

Como no, abraza rocas, rocas grandes, recuéstate sobre ellas, medita en ellas, y siente como te transmite la paz de los siglos o milenios que tiene de vida… energía…

Despierta antes del amanecer, siente la vida despertar… energía…

Ve a tomar un baño al mar, a un río, camina por un arroyo, duchate en una cascada… energía…

Toma un baño de sol de mañana, deja que caliente despacio tu cuerpo y absorbe completamente la energía que te regala… energía…

Túmbate en la hierba y medita acostado sobre ella… energía…

… Todas estas terapias naturales, que son por cierto ancestrales, (otra de mis palabras preferidas…) nos ayudan a llenar nuestro ser de energía. Nuestro cuerpo, nuestra mente y espíritu, alimentando nuestra alma y permitiéndonos preservar nuestra salud incluso en tiempos raros como los actuales.

Ten en cuenta que tu vida es lo más importante… subir tu energía es primordial… eres un pilar para alguien y necesitas esta energía para poder seguir siéndolo. Las costumbres naturales deben quedar integradas en tu estilo diario de vivir, donde la vida sea lo más importante.

Si miramos hacia el pasado, esta forma de vida se inspira en las vidas ancestrales, en las que la salud de cada uno estaba en sus propias manos y actitudes… Vamos a recuperar esta tranquilidad, recuperando y salvando etapas y decidiendo prioridades. Así lograrás aumentar tu energía vital y preservarte del peligro de otras energías, no tan ligeras, como el miedo, la culpa y la incertidumbre.

¿Qué te pide tu cuerpo?

Pues yo creo, que nuestro cuerpo físico, requiere más o menos las mismas cosas en casi todas las personas, pero teniendo en cuenta las modificaciones que el tiempo va ejerciendo en él.

Nuestras necesidades van a ir modificándose paralelamente al tiempo transcurrido. Las cosas necesarias seguirán siendo las mismas, pero no las formas, ni las cantidades…

La energía nos llegará, pero es importante eliminar excesos o suplir carencias. Realiza las correcciones necesarias y modifica los comportamientos para acomodarte a las características de la actualidad que estés viviendo. La edad que tienes, condiciones que te rodean, factores emocionales, situación personal…

La energía puede encontrar bloqueos si tu dieta no es la adecuada a tu situación actual, si tu ejercicio físico tampoco es el adecuado. Y, como, la vida es permanente cambio, debes intentar vivir los cambios para encontrarte cada vez mejor. ¿Cómo? Siendo totalmente consciente de estos cambios y aceptándolos como parte del proceso de crecimiento y aprendizaje. Vive cada etapa y disfrútala, te aportará una correcta salud mental y una buena dosis de energía…

¿Comenzamos por el principio?

Cuando nacemos, vivimos en una burbuja perfecta de energía, somos pura energía, lloramos, pataleamos… más adelante corremos, saltamos, jugamos y seguimos corriendo sin que la fuente de nuestra energía se agote. Siempre tenemos una reserva escondida quien sabe donde. Y cuando parece que está agotándose, con solo unos minutos vuelve a estar a tope… Preciosa energía, siento nostalgia de ella.

En realidad no somos «humanos» al nacer, ¿no lo has pensado? Cuando venimos a este mundo, somos muy parecidos al mundo animal, somos incluso los más frágiles de entre los animales. Totalmente indefensos, ni siquiera sabemos lo básico para sobrevivir… necesitamos ayuda continua hasta un desarrollo autónomo.

Lo que realmente nos transforma en humanos es la energía que invertimos en nuestra educación, en nuestra evolución y trabajo interior. Aunque es cierto que algunas personas no dejan atrás su animalidad… Solamente se encargan de satisfacer sus necesidades más básicas y primitivas, pasando por la vida superficialmente. Estas actitudes no favorecen una energía limpia y enriquecedora, aunque piensen que han triunfado según los parámetros con los que parte de la sociedad mide los éxitos.

Mi vida es sencilla aunque profunda, tengo pocas necesidades, vivo de manera solidaria; aprendo del pasado, vivo intensamente el presente como lo único real y sueño diariamente un mundo nuevo, en donde la vida sea lo más importante y demos el valor que merece a lo sagrado y al mundo de las energías.

La parte más importante para mantener la energía

Para mí, la manera más importante de mantener nuestra energía en un nivel óptimo es a través de la alimentación.

Comenzando por evitar a toda costa comer sin tener hambre, y este es un hábito muy común en la actualidad.

No beber excesiva agua durante la comida, pero beber lo suficiente fuera de ellas.

Masticar la comida consciente y pacientemente, disfrutándola y saboreándola.

No cenar tarde por la noche, ni mezclar muchos alimentos distintos en la misma comida. Incluyendo en este caso a las frutas.

Estar tranquilo mientras comes, no discutir, e intentar no tener disgustos durante la comida.
No albergar sentimientos ni pensamientos negativos sobre ti mismo ni sobre otro.

Dejar el tema laboral fuera de la comida, no resolver problemas conflictivos.

Aumentar la energía amorosa estando conscientes de la persona o personas con las que compartimos la comida.

Mi cocina es uno de mis lugares favoritos dentro de mi casa, energéticamente hablando. Cuando estoy en ella siento un subidón de energía. He compartido preciosos momentos en ella y la energía que esto ha generado ha quedado almacenada en ella. Por lo tanto cocinar para mí es una manera de meditar y de crear, y aumenta mi nivel de energía.

Creo que una actitud positiva y energética a la hora de cocinar es beneficiosa para los alimentos que preparas. Ellos quedarán impregnados con la energía que tengas cuando los manipulas. Así que no discutas ni entres en conflictos tampoco mientras manejas alimentos, para tener el entorno lo más limpio energéticamente posible.

Impulsa tu energía meditando

En cualquier momento, en cualquier lugar, date el lujo de permitirte ser acogido por el silencio.

La mejor manera de comenzar el día, para atraer energía a tu vida, es meditando. En esta efímera y breve vida es el procedimiento más efectivo de afrontar la constante huida del tiempo.

Si haces de ello una costumbre, el eco de tus meditaciones se ampliará a todo tu día. Tus pensamientos serán centrados cuando sintonices con tu silencio interno. Tu alma, reservada al principio, cultivará flores de esperanza. Las ondas de cronos anidarán en tu vida al detenerse en tus silencios, alargando la sensación temporal, y enseñándote a vivir atemporalmente.

Si no es por la mañana, elige el mejor momento del día para ti, haz una profunda introspección. Viaja a tu hogar, ese espacio interior en el que habita tú yo real. Al refugio de tu espíritu, guarida recóndita del silencio que solo conoce emociones, sensaciones y profunda sabiduría.

Si el mejor momento para ti es en el ardor del crepúsculo, en el ocaso del día, aprende a encender las llamas de la reflexión. Examínate, y permite que el resultado viaje por tu espacio, como ave nocturna. Deja que picotee tu tiempo, y disemine a tu alrededor las migajas de bellos recuerdos, para que puedas volver a disfrutarlos.

Cuando termines tu introspección, deja galopar en tu mente lo que has aprendido durante tu día, lanza redes para atrapar las más valiosas enseñanzas. Vive al máximo ese instante, como todos los minutos y segundos que te recuerdan que inicias tu aprendizaje con cada día que comienza.

Al llegar a tu morada profunda, encontrarás las respuestas. Iza la bandera del sentido de tu propósito en la vida. Tienes el deber supremo de viajar a tu encuentro.

Si te equivocas, si cometes errores, es inevitable, pero aprende, quédate con el mensaje y obsérvalo, obsérvate.

Y a pesar de todo, bueno o malo, deja que el viento te despeine, que la lluvia te cale, pues ello es estar vivo.

 

¡Y como sabes, la vida comienza en el momento preciso en que te despiertas!

 

¡Namasté!

 

 

 

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