La ausencia de amor hacia uno mismo deja una experiencia sin sentido, una experiencia que intentará ser llenada por cualquier medio, aunque los medios para llenar este vacío sean equivocados.
El amor siempre es sanador y su ausencia es enfermedad.
Queremos llenar su ausencia de maneras caóticas, y mientras más caos sentimos, más caótico el mundo a nuestro alrededor, un círculo vicioso de miedo.
Nos equivocamos queriendo llenar los vacíos que nos causan inquietud e inseguridad, causadas a su vez por no amarnos, con hostilidad y odio. Estos sentimientos se cuelan por las grietas donde no hay amor.
Nos dejan sin defensas, sin ganas de confiar en nada ni en nadie.
Ni siquiera nos permiten tener fe en el mañana, no debemos consentir que nuestros vacios se llenen con esta desesperanza.
Cuando me abandono al miedo causado por mi falta de amor por mí misma, hasta mi perrita Lisa reacciona, incluso las plantas que tengo en mi casa reaccionan. Perciben esa falta de amor y como consecuencia lo sienten hacia si mismas.
Esto me causa un frío miedo, aparece como el centinela que me advierte cuando se acerca algún peligro, es mi sistema de protección, pero no me gusta su presencia.
Cuando se sienta a mi lado, no percibo de la misma forma, estoy aturdida, como una zombi sin magia, ni sentido de mí misma. Siento que lo único que me puede rescatar es regresar a la energía del amor.
Lo demás son experiencias sin sentido, caminar como cadáveres que salen de pozos profundos, confusión.
Cuando logro salir de este profundo pozo, me encuentro mejor preparada para aceptar el amor, le siento acercarse como un ligero parpadeo que me envuelve y me devuelve mi poder y mi amada libertad.
Esa resucitada libertad me ayuda en la manifestación de mi verdadera realidad
Es una realidad que me devuelve mi personalidad.
La personalidad real que yo solita había aplastado y que llegó a sentirse cómoda en la profundidad de la tristeza.
Todo comienza a arreglarse cuando acepto mi propia ayuda y con un impulso salto al exterior. Camino entre las tumbas, y dejo de escuchar lo que quiero oír para vivir cómodamente.
Me gustaría que alguien en esos momentos sinsentido me ayudase a salir, como cuando era niña. Pero he comprobado con los años, que estamos solos frente a ciertas decisiones y sentimientos.
He ido comprobando que solo el amor me permite regresar a mi luz y a mi espontaneidad.
El microcosmos que vive dentro de mi ser tiene un análogo en el macrocosmos exterior, y ambos muestran la certeza de que solamente el amor puede resetearnos a todos reinstalando el orden en ellos.
Al comprobar que hay un poder superior a mi, que trabaja desde el amor, puedo permitirme reclinarme con total tranquilidad en la butaca de las cosas bien hechas.
Ahí tumbada soy capaz de alcanzar la ansiada y necesaria paz, que en ocasiones dejo en manos ajenas.
Y como no me gusta que manejen mis hilos, aunque a veces delegue involuntariamente, intento encontrarme dentro de ese laberinto autocreado.
De esta manera mi punto de partida vuelve a iniciarse, vuelvo a ser aprendiz con un nuevo reto, volver a vivir urgentemente, para que mi paso por esta vida no sea en valde.
Siempre es posible, te lo dice la eterna aprendiz acostumbrada a escuchar demasiadas opiniones. No son mías, no quiero seguir el aprendizaje desde la experiencia ajena.
Limpio mis uñas, sucias de haber estado escarbando, y me siento más tranquila, ¡lo encontré!.
Descubrí el preciado mapa que me puede conducir hasta un tesoro en el que no caben ni la insatisfacción, ni las maneras erróneas o hirientes conmigo misma, solo el amor.
No quiero una vida magullada, arrastrándome continuamente, no quiero vivir hiriendo. Y cuando me hieren a mi, lo digo. Si no me aman, que se alejen, pero si me aman y siguen sin preocuparse por mi, siento un gran vacío, sin embargo, dejo que vean mi dolor, para que no sigan haciéndome daño. El resto no depende de mí.
Me siento a escuchar y me llegan tus palabras, como siempre desde el silencio: Veo tus alas atadas, tu vida guiada, tus opiniones impuestas, tu personalidad entregada. ¡Tu no eres así! Regresa al amor.
Sal de tu orgullo, sal de tu egoísmo, sal de tu insatisfacción, invierte tu energía en reponer las cadenas que te devolverán la libertad de volar en una vida plena con las personas que te quieren. Regresa al amor.
Recuerda que hay personas que te quieren de verdad, pese a que en ocasiones les lanzas hirientes palabras.
Personas que perdonan todos los comportamientos erróneos que tienes, porque ven que son producto de la oscuridad en la que te envuelves a veces. ¡Saben que lo haces para herirte, para perdonarte tus errores y te pueden mostrar el camino de regreso al amor!
Pero hay un tiempo para todo, y quizás el tiempo este terminando, comienzan las dudas, las preguntas de si merece la pena.
¿Te gusta tu vida? Es una pregunta sencilla, sin embargo, intensa.
¿Te has parado a pensarlo? Y si lo haces, seguro que también comienzan las dudas en ti.
Si te la haces, ¿Dónde buscas las respuestas? ¿En la comodidad de las personas vacías como tú te encuentras ahora, y que llenan los vacíos con violencia?
¿Siempre adviertes los errores en los demás? Buscas una causa externa a quien imponer la culpa.
¿O quizás envías la culpa a algún conocido que crees que no se entera de nada?
¿Probablemente esa persona viva en la ignorancia, o no esté lo suficientemente despierta o no ha tenido la oportunidad de instruirse?
¡Sin embargo, quizás esa persona no ha necesitado leer nada en ningún libro, porque el libro mismo de la vida le ha mostrado lo necesario para llegar a la verdad!
Esa verdad que tú no quieres ver, porque la mentira en la que vives inmersa es más fácil y más acorde con la oscuridad que ahora mismo hay en tu alma.
Tienes, como cada alma, el derecho divino de ser libre, de ser feliz, amorosa, sana, pero también tienes el deber de serlo, y de ser responsable.
Tú eres la primera responsable de ti misma, no dejes que tu orgullo te lleve a la soledad.
El tiempo pasa y hay cosas que pueden quedarse sin hacer, porque cuando quieras hacerlas quizás ya no puedas.
Si hay algo que te hace feliz, sin que sea en perjuicio de otra persona, hazlo.
Pero si cuando piensas en algo, y para lograrlo tu mente permite entrar la palabra violencia hacia otra persona, detente un momento y piensa si tus pensamientos son los correctos.
Por mucha razón que creas tener en tu forma de ver la vida en ese momento, si para que esta razón persista piensas en hacer daño a otro, estás más equivocada de lo que crees.
La vida pasa y la soledad del invierno siempre llega, aquí estamos solos y tenemos muchos momentos con nosotros mismos.
Ahora toca aprovecharlos para llenarlos de amor, de manera que cuando llegue ese invierno no tengas miedo, no tengas ansiedad, porque esa ansiedad es la amiga más perversa.
Nadie ha nacido completo, ni siquiera morimos completos.vivimos formándonos para intentarlo.
Y seguir nuestro proceso intentándolo para entender cómo funciona la vida.
Todos somos poderosos, paradójicamente me sigue sorprendiendo que casi nadie usa su poder y las capacidades que trae.
He aprendido que muchas personas fueron programadas para sufrir pero la infelicidad es solo una opción.
Y sé de la importancia de vivir el presente, la necesidad de disfrutar, de hacer con nuestra vida una obra de arte.
Antiguamente los sinsentidos no existían, porque la vida en sí misma era peligrosa, no había tiempo para estas dudas existenciales.
Cuando se vivía en la naturaleza, había peligros reales y vitales, depredadores del cuerpo, no del alma.
Sin embargo, el miedo, era solo miedo, no pánico, y se utilizaba para sobrevivir, sabían protegerse, el peligro era visible y real.
Hoy, infinidad de cuestiones y elementos afectan nuestro día a fia y la vida de nuestros seres queridos y no podemos conocerlos, no los vemos venir ni sabemos superarlos. Naturalmente, esto nos pone en constante estado de presión y ansiedad.
Creo el mayor problema reside en nuestro infantil narcisismo, cada vez más evidente y más extendido. Puro egoísmo.
Creemos que vivimos protegidos, con sistemas complicados, con escudos que nos ayudan a aumentar el miedo, y sobre todo el aislamiento.
No sabemos que cuidando a los demás, aumenta el amor y aleja el vacío y el temor. Nacimos para estar juntos.
No es necesario rechazar el odio, sino aceptar el amor. Desde la bondad.
Cuando vives cuidando a alguien no sientes temor. Cuidar es un regalo.
¡No hay miedo donde hay amor!
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