Disponible para vivir

Escrito por Marié

19 de junio de 2023

Buenas noches, son las diez de la noche y aún veo el atardecer rojizo desde mi ventana, todavía nos quedan algunos días alargando sus horas. No sé por qué los días largos me hacen estar más alerta. Me dan esa sensación de estar todo el día “disponible para vivir”. Y no es un anuncio de apartamentos… je, je, je.

A pesar de ser casi de noche, no puedo evitar que mi pensamiento se traslade a las mañanas. Normalmente, al despertar suelo pensar en la fugacidad de la vida, aún sintiendo que en realidad no es breve. Supongo que tiene la medida justa para que podamos aprender lo suficiente de ella.

Cuando me despierto muy temprano, en esos instantes un poco más tranquilos anteriores al amanecer, me gusta observar y analizar envuelta en la serenidad que me ofrece el silencio. Me permito admirar en mí misma poder seguir teniendo la capacidad de sorprenderme siempre con algo.

¿Es contradictorio que este atardecer me haga pensar en los amaneceres? Es singular. Los colores son similares. Pero bueno, hoy, el atardecer me hace pensar en que a estas alturas de mi vida sigo observando necesidades en el mundo que a mí personalmente no me alegran en absoluto.

Algunas veces pienso en que realmente no he percibido el tiempo real que me ha costado despertar del sueño de muchas de las necesidades que observo.

Recostada, cómoda y tranquila, disfrutando de la tenue luz que se filtra cálida a través de mis anaranjadas cortinas, me dejo llevar y siento que necesito muy poco.

Me gusta detenerme en esas sensaciones atemporales. Ahora por ejemplo, escribiendo, puedo degustar la maravilla de sentirme eterna. Dejarme llevar por mis pensamientos, poder escribirlos en mi Chromebook, tiende a acercarme, cada vez más a ser consciente de mi realidad. Y mi realidad en este instante es tener la seguridad de que escribir me ayuda a no olvidarme de las necesidades auténticas de mi alma.

El hecho de comenzar alguna de mis reflexiones describiendo el momento del día y el lugar, es para poder recordarlas con exactitud si las leo pasados unos años… ¿Seguiré siendo yo misma?, probablemente no.

Es como pensar en alto y poder utilizar estos pensamientos en un futuro, lejano o cercano, para no olvidar ciertas cosas sobre mí, o poder observar mi propia evolución.

Siempre encuentro cuestiones a mejorar, y pienso que si las cambio en mí, pueden servir de ejemplo para alguien más. Quizás en algún momento pueda alegrarme de esos cambios.

Por ejemplo, cuando camino por mi ciudad, intento ser buena peatona con respecto a los vehículos que circulan, y cuando voy conduciendo intento ser respetuosa con los peatones. ¿Por qué lo hago? Al menos lo intento. Y lo intento porque observo a algún peatón que no es bueno siéndolo, pero tampoco lo es cuando conduce y se encuentra en la situación inversa.

Siento como un egoísmo generalizado, una falta total de empatía en cuanto a observarse a uno mismo viviendo cualquier otra situación… desgana, falta de alegría.

Todo ello me lleva a percibir infinidad de vidas vacías, autoengaño para continuar, pero ¿en qué?, ¿qué quieren continuar con ese comportamiento?, ¡mentiras disfrazadas de honestidad!.

Percibo la oscuridad que emiten ciertas personas, como barreras propias que tienen que superar, como hondos abismos existenciales.

Supongo que resulta difícil salir de ellos, pero creo que es porque no los ven, así que no pueden escalar y salir.

Llevo parte de esta tarde en silencio, sin nada que me distraiga, solo escuchando el viento en las ventanas, y el viento me trae todos estos pensamientos.

Mi sensación es la de que estamos inmersos en una continua carrera de supervivencia. En ella no nos detenemos a pensar en que venimos totalmente preparados para sobrevivir incluso en casos muy extremos. Aun sabiendo esto, no debemos vivir nuestra vida solamente en estado de supervivencia.

Normalmente, se huye de la propia realidad, de lo que realmente importa, de lo que la vida nos ofrece porque realmente es lo que necesitamos superar o aprender.

Nos rodeamos de cosas innecesarias, consumiendo alimentos o bebidas poco saludables, todo ello voluntariamente. Es contradictorio y triste.

Hemos pasado de una sinceridad salvaje y viva, a una domesticación encubierta de mentiras con las que autoengañarnos para llegar a la meta de esta supuesta carrera de supervivencia.

Casi a diario, hay ciertas horas en las que siento una gran necesidad de comunicar, y de disfrutar del silencio.

Y de un tiempo a esta parte el silencio me susurra que estamos viviendo en un tiempo raro. Los últimos años están siendo realmente anómalos, si lo piensas detenidamente, incluso surrealistas para lo anteriormente vivido.

Muchas épocas anteriores han tenido también años nefastos, pero estos son los que yo he vivido, no los he leído, los he experimentado.

Son cambios que han alterado de nuevo la historia de la humanidad, cambios reales que nos han afectado y nos afectan. Espero no acostumbrarme hasta el punto de ver el sufrimiento como algo normal.

Estoy segura de que muchos habéis pensado lo mismo, nadie esperaba vivir muchas de las cosas que nos ha tocado. La pena es que muchos otros ni siquiera se pararán a pensarlo.

Pienso que, aunque los últimos sucesos han sido duros para todos, está siendo una oportunidad única para la humanidad de reinventarse. Para que cada uno tome las riendas de su vida e intentar, entre todos, labrar un lugar mejor donde vivir.

Este menú que nos está ofreciendo la vida, quizás no es el más recomendable, pero es el que hay actualmente.

Y me hace pensar en que si no se nos brinda otra alternativa, debemos transformarnos en rebeldes supervivientes capaces de superar los contratiempos.

Tenemos que ser fuertes frente a posibles situaciones y aceptar ser llamados para presentarnos a militar en las formaciones de la disidencia, de la insurgencia contra lo inadecuado. Aunque en alguna ocasión tengamos que acostumbrarnos a ser llamados las manzanas podridas.¡Nunca llueve a gusto de todos!

Pienso que las personas que tienen la capacidad de observar la vida a través de esos cristales únicos, con colores desconocidos, a los que llaman también ovejas negras, en realidad transforman todo mediante su propia transformación en vigorosos lobos.

No me gusta observar el mundo a través de un cristal rayado de tanto uso, por muy bonito que parezca su color.

No puedo evitar que en mi vida se den situaciones que alteren mi tranquilidad más que otras, y a pesar de aparentar estar bien, me influyen. Sin embargo, he aprendido a utilizar alguna historia que me ayude a disimular y superar dolores que puedan afectar a las personas que amo.

Es similar a tener que ir al gimnasio cuando te da pereza hacerlo, en mi caso, casi a diario, je, je, je. Pero este disimulo cotidiano, si se utiliza habitualmente, puede ser mal usado y servir para justificar actitudes inconvenientes o para echar balones fuera… ¡La culpa es del destino!…

Cada vez es más constante la rutina de escuchar vivencias infelices, se oye tan habitualmente que se justifica diciendo que es lo normal en la actualidad.

Me opongo a creer esto.

O por lo menos a aceptarlo, quiero luchar contra esos pensamientos sin sentido, contra la infelicidad normalizada por todos.

Me gustaría brindar mi sentir y ayudar a percibir que la vida no es eso, no deseo ver como la juventud vive en una continua depresión y que todo se intente resolver con medicaciones o automedicaciones.

Por cuestiones similares me gusta mirar al pasado, explorar los ejemplos que me han dejado. Escuchar a mis antepasados en mi mente, esas bonitas enseñanzas que iluminan siempre mis decisiones.

Ejemplos que residen en mis células: La tierra está viva, todo en ella está conectado, somos lo que somos por esa interconexión, como una red infinita que nos devolverá lo que nosotros ofrezcamos.

Del equilibrio que formemos entre todos dependerá nuestra vida. Y aunque unos pocos se lucren con los sucesos actuales, no les pertenece y la vida se lo demostrará, reclamándolo antes o después.

En ocasiones, lo que sirve para otros no sirve para uno, pero tenemos que utilizar cualquier recurso a nuestro alcance para percibir que cada vida es totalmente insustituible y necesaria. Aunque esta vida sea egoísta y malintencionada.

No debemos dejarnos llevar por el propio dolor si el futuro de alguien depende de nuestras “razonables” decisiones.

Todo lo que ocurre en la vida, sucede por alguna razón, al menos es lo que esa vocecita que siempre me susurra, me suele decir.

Supongo que quiere ayudarme y conducirme a buscar lo necesario, ya sean bonitos pensamientos o rituales que permitan ver lo trascendental de cada situación. Quiere que observe las partes de cada vivencia que me sirvan para crecer y para crear.

Creo en lo sagrado que lleva impreso cada vida, si no fuese así, supongo que no estaríamos vivos.

Y realmente pienso que el objetivo no es sufrir, aunque a veces el sufrimiento aparezca en nuestra vida. Quizás deberíamos aprender a ver a través de él, para retornar a esa parte sagrada que nos quiere mostrar, o para ayudarnos a nosotros a regresar a ella.

Quizás debemos embarcarnos mirando de frente cada sentimiento.

Dejarnos llevar por el delirio multifacético en el que cada pensamiento, cada silencio o cada conversación, nos puedan ayudar conscientemente a llegar a la siguiente etapa en esta carrera.

 

Hay misterios que no conocemos y que no se nos mostrarán hasta el momento en que sean absolutamente necesarios.

De cualquier forma, hay vivencias que inevitablemente tenemos que experimentar y debemos estar siempre disponibles para vivir.

 

¡Namasté!

 

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