Siempre es tiempo de brujas

Escrito por Marié

18 de diciembre de 2023

Siempre es tiempo de brujas. Somos distintas, distintas de las demás y muy diferentes entre nosotras. Pero tenemos algo mágico en común. Y muy a pesar de muchos…

¿Quién te lo dice? Una mujer complicada, complicada sobre todo para sí misma, y te lo digo porque lo siento, porque cada vez somos más y más visibles. ¿Que quieres llamarnos brujas? Hazlo. Es algo que me da exactamente igual.

Siempre, siempre, ¡Siempre! Hemos sido representadas como seres escurridizos, odiosos, sobre todo por los pequeñajos… Nada más lejos de la realidad… Amamos a la infancia, amamos a la humanidad. Pero nos pintaron así.

Además, solo a nosotras, nada más tienes que pronunciar la palabra en femenino y en masculino, (como tantas otras), para ver la diferente connotación y la distinta imagen que aparece en tu mente.

Bruja: ¡Mujer! Figura escurridiza, fea, vieja, arrugada, encogida, con verrugas, sombrero puntiagudo pero medio cascarrioso, carcajadas agudas y siniestras, que causan rechazo y temor.

Brujo: ¡Hombre! Viejo pero elegante, alto, sabio, aspecto de protección, ropaje impecable, sombrero también puntiagudo pero de aspecto pulcro. Educado en su manera de hablar. Causa seguridad y confianza.

Los dos personajes son de ficción.

En la realidad no nos diferenciamos, aparentemente, ni entre sexos ni del resto de mortales, aunque estamos envueltos con cierto halo de misterio y poder.

Incluso en la actualidad nosotras, somos representadas en la ficción, como las encarnaciones del odio a los niños. ¡Incierto! Lo que representa la infancia nos fascina, denota pureza y la palabra odio no existe en nuestro vocabulario.

Para mí, como mujer, pero también como representación de esas mujeres rodeadas de “magia” (que, ciertamente, no es nada que no tengamos todos), es inaudito comprobar que poco se ha avanzado frente a este concepto inventado por una sociedad machista.

Personalmente, creo que todo ello deriva de la relación distorsionada de la sociedad con las mujeres inteligentes, o con capacidades sobresalientes.

Mujeres que sienten el poder de sus capacidades, (igual que hay hombres empoderados por sus capacidades), independientes, sin necesidad de nadie a su lado.

Pero también puede ser el desconocimiento hacia los “rituales”, la ayuda al prójimo (desinteresada…). La hechicería… sanación, imposición de manos, desinterés económico… ¡Eso da mucho miedo! Miedo real, miedo al no consumismo y a la falta de necesidades.

A mí, realmente, me hace un poco de gracia. Estas ideas no me someten, todo lo contrario, me hacen sentirme una fémina valiente, independientemente de lo que piensen o digan. Tenaz, con espacios muy blancos y también muy negros, pero totalmente adaptable y respetuosa con los grises.

¡Solamente somos! No me preguntes que somos. Es algo que no sé si descubriremos en su totalidad, porque pasamos la vida aprendiendo, siempre creciendo, siempre diferentes, en continua metamorfosis.

No encajamos en una sola descripción, no nos puedes etiquetar, no se han inventado, después de tantos siglos, etiquetas para definirnos.

Nos sentimos de cada paraje visitado, no somos extranjeras en ningún lugar. No hay fronteras.

No somos de ningún tiempo, nuestro origen es un ancestral sendero espiritual, de autococimiento profundo y continuo.

Si existe algo que nos sirve de guía, no son las personas, es la naturaleza, las estaciones, la luna y sus mareas, los ciclos continuos de la madre, su aroma, el universo. También nos guiamos y aprendemos entre nosotras.

Enraizamos al encontrar a más hermanas, entre todas empoderamos personalmente al conjunto.

Cada una tiene su fuente, y bebe de una cultura diferente, pero las energías son las mismas. Todas nos basamos en potencias individuales que se hacen más efectivas cuanto más personales. Nuestra alma individual siempre pone el toque único.

Mis orígenes son mágicos. Mi familia se comunicaba con el otro lado del velo desde años atrás. Todo comenzó con ellos. No depende de mí, ni de ellos, es algo que no elegimos, vive en nuestro ADN.

Quizás haber conocido este mundo desde antes mismo de aprender a hablar, es lo que dio lugar a mi obsesión con la espiritualidad. Más que obsesión yo diría que pasión.

Vivir rodeada de aventuras (porque eso representaba para mí en la infancia), fue lo que alentó mi extrema curiosidad por lo desconocido y por la magia espiritual. Videntes, sanadores, médiums, oyentes, herbolarios.

Meditaciones, reuniones, sesiones, ayuda de luz, gemas.

Pero fuera de esas aventuras, no se suele hablar de ello. Hay quien no está preparado, y siempre alguien nos mira con desaprobación o con miedo.

Para el mundo no es correcto, es un estigma no superado… las brujas son malas, los curanderos y curanderas, los videntes o profetas eran considerados fraudes (algo de razón hay, por la cantidad de mentiras que rodea también este mundo), con la consiguiente falta de respeto causada por ello.

Además, por parte de las religiones, con alguna excepción, también ha sido y es considerado de origen maligno.

Son las responsables de que algunas personas con mucha energía espiritual y dones muy desarrollados, pero con miedo o poca seguridad, no los hayan usado e incluso perdido.

Ahora me alegro de que no lo hayan logrado con muchas otras personas. Esto es muy positivo.

Ya he dicho que soy complicada, bastante difícil incluso para mí. Pero no pienso que sea algo negativo, hay veces que sumergirte en este mundo tan particular es una suerte.

Suerte sí, porque aún siendo complicadas somos como un intenso torrente que arrastra lo superfluo a su paso, dejando todo limpio, pulido, brillante. Hacemos mejores personas.

Cada una en su lugar. Divinidad femenina, magia sexual, hierbas, elementos, naturaleza, ciclos de la luna o estaciones, otros medios, tarot, astrología, terapias energéticas, imposición de manos, limpiezas, rituales, aromas, esencias, respiración, muerte, canalizaciones, espíritus, vigilantes, ángeles, guías, otros seres.

Todas desde un empoderamiento que está promoviendo que nuestro mundo sea, cada vez, más cotidiano.

Si somos más escuchadas, y escuchados, (tengo muchos hermanos), implica que el poder sanador que todos compartimos, pueda formar parte, en adelante, de una conciencia colectiva más sana, más inteligente y libre. Y cada día más grande.

Esta manera más complicada de vivir, nos muestra como inconformistas, porque lo somos, no aceptamos cualquier explicación, ni idea.

Quizás en alguna circunstancia parezcamos crueles, verdaders oscuridad. Porque ella vive también en nuestro interior, al igual que la luz. Son hermanas que tienen que aprender a convivir en el mismo espacio.

Ya habéis visto que en ocasiones huyo de mí misma, me insulto y no me reconozco. Me enfado, pierdo los papeles, genero caos, grito, pero nunca dejaré de mirarme en tus pupilas. En todas y cada una de las que observo.

Y a todos ofrezco mi mirada. ¡Siempre! Todos podeis reconoceros en ella. Podrás verme y podré verte. Juntos hacemos más que separados, tú también tienes dones que no te has detenido a buscar ni a reconocer.

Incluso así, siento que sigo teniendo partes incontrolables, consciente o inconscientemente, por ello considero inteligente estar abierta a seguir aprendiendo.

Pero soy “magneto” (como me dice mi compañero)con los cacharros electrónicos, móviles, tabletas, Chromebook, etc.

Mi magia es más natural, no forma parte de un estudio, no al menos de un estudio reglado, sino de un estudio profundo, un estudio interno, personal y continuado. Respetuoso, pero verídico, no se vende como verdad y luego hiere. Es verídico y sanador, amigable, amistoso y real.

En ocasiones, más de las que quisiera, me siento incomprendida, incluso por los más cercanos.

Pero, después de muchas decepciones, me puedes abandonar sin que yo mueva ni un parpado.

Suelen ser los demás los que se alejan, los que abandonan, y no saben que se alejan de lo que llena la vida.

No tengo como costumbre tirar la toalla, otros sí, y cuando lo hacéis, quedamos grabadas profundamente en vuestra memoria. Es una forma de conexión, mientras más quieres soltarnos, más profundamente vivimos en tu interior.

Mi abuela decía que tengo un alma bonita (no lo creo ni lo dejo de creer). Seguro que alguien lo podrá observar. Muy bonita, me decía, cuando, a veces, se asomaba desde mis ojos, ¡Lucero, ahí estás! Serás difícil de olvidar. ¡Como tú, abuela! ¡Inolvidable, imposible!

Somos representantes de las más altas capacidades, no conocidas.

Mi grito es para todas las que os sentís igual. Somos muchas, y muchos. Cada particularidad nos hace únicos.

Quizás si eres muy íntimo llegues a percibir mis muchos momentos tristes, pero también tengo la misma cantidad de momentos alegres. Que son los que percibirás con más intensidad, si no eres demasiado íntimo.

Mis ojos color castaño pueden parecer más grises por momentos, como los de mi abuela, porque ella me posee, y se ven felices, y otras veces me poseen otros seres y mis ojos mostrarán tristeza y oscuridad. Las dos energías habitan también en cada una de mis partes.

Seguro que si no me escuchas profundamente y solo te quedas en la superficialidad de lo que oyes, puedes pensar que soy incomprensible.

Pensarás que algo oscuro habita en mí, y es cierto, pero en ti también lo hace. Atrévete a abrazar mis locuras y vívelo en tí  ¡Siente!

Siempre es mi tiempo…

¿Hubiese sido más sencillo vivir sin conocerme? Seguro, pero más insípido, más lineal, sin sabor, sin miel, ni azúcar, ni tampoco sal, ni canela…

Mi forma de amar es intensa, no se detiene ante nada, es un trueno con su estallido de luz, con su ruido ensordecedor.

Cuando sola llego a la calma, si me has aceptado, allí seguiré eternamente, amándote con la pasión que me caracteriza. Con la fortaleza que me define.

Sin mí quizás la vida pierda esa adrenalina, esa alegría, después de mí nada queda, salvo desolación. Y al hablar de mi hablo de todas…

 

¡Porque siempre es tiempo de brujas!

 

 

¡Namasté!

 

 

 

 

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