¿Soledad? Es algo ambiguo. Se puede sentir la soledad independientemente de la compañía.
En ocasiones se hace presente en mi vida aunque esté en medio de una gran multitud de personas, seguro que también te ocurre.
Actualmente además, es muy intenso. Percibo un mundo cada vez más egoísta, más enfocado en la individualidad.
Creo que mi sensación con respecto a la soledad ha sido comprobada por casi todo el mundo en algún momento de su vida.
Habitamos un mundo de mentiras, vemos falsedades en cualquier ámbito y no me satisface lo que observo absolutamente nada, no me gusta porque es el ejemplo que se brinda a seguir.
Dar este ejemplo es como ofrecer el permiso a todo el mundo para poder hacerlo, y afecta sobre todo a los que están en proceso de aprendizaje, los niños, los adolescentes, los jóvenes; pero también a personas adultas con poca personalidad o poco criterio…
En cualquier asunto, y eso es perjudicial, porque hay cuestiones que tienen difícil comprobación, están fuera de nuestro control. Creo que no quiero entrar en ese juego, sus reglas son trampas.
Sin siquiera seguir estos metodos generalizados, en ocasiones siento soledad.
Se tiene que tener muy buena memoria o tener todo apuntado… Ya resulta dificil recordar todas y cada una de las cosas que se dicen, y personalmente en esta situación, si mintiera, no podría sentirme representada por lo que digo, precisamente por que no lo recordaría. Entonces, ¿Para qué lo digo?
¿Cuestión de autoestima, de poder? No lo logro entender.
Por eso me apasiona viajar a mi imaginación y rescatar de ella situaciones, aunque no hayan sido reales… el cerebro no lo sabe y puede sentir felicidad a través de ellas. Llamalo como quieras, imaginación, ingenio, creatividad, fantasía, intuición, clarividencia, iniciativa, agudeza, chispa, figuración, invención, ilusión, ficción, mito, utopía …
Es un ejercicio que practico de vez en cuando, y con él han crecido mis hijos, ellos también lo utilizan… y después me quejo de que tienen una imaginación demasiado desbordante y desmedida…
… Cuando la soledad me envuelve, me dejo arropar, la siento como un gran cobertor que cubre mi cuerpo, la dejo dormir a mi lado, y en su compañía viajo a lugares más concurridos.
¿Nos desplazamos a ellos?.
En alguno de mis viajes hay bastantes seres.
Hoy estoy en una velada en la que las personas están reunidas por grupos. Son bastantes personas, y a pesar de ello no es un lugar ruidoso.
Aquí, cada grupo habla sobre cosas importantes para todos los participantes… es algo que se advierte por la expresión de sus semblantes.
Todos los presentes están satisfechos, tranquilos y de buen talante. Están cómodos. Por lo tanto, yo también lo estoy. El lugar es muy confortable.
En él la temperatura es perfecta, el aroma es indefinible, huele a tierra mojada, a alimentos especiados cocinándose en algun lugar cercano, a café, a vino, a jazmin y azahar, a canela y limón, a zumos naturales… a calor y alegría.
Este paraje evoca intimidad, amistad, familiaridad, franqueza y sencillez; y me hace sentir integrada.
Paso la tarde conversando, riendo, compartiendo ideas y opiniones, festejando la vida. Todos sonríen y es muy gratificante estar entre ellos. Son conversaciones inteligentes, sin valoraciones.
Tengo una impresión atemporal, me siento libre, puedo hablar de lo que necesite sin advertir ninguna evaluación, ni critica, ni juicio. Me siento escuchada y comprendida. Totalmente atendida.
Miro a mi alrededor de nuevo y alguno de los corrillos se dirigen hacia la izquierda, comienzan a entrar en una casita situada en una esquina, justo al fondo, entre los enormes árboles.
La temperatura ha descendido un poco, pero no hace frío, es un tiempo agradable que permite continuar disfrutando de esta hermosa oportunidad.
Nos circunda una cantidad inmensa de vegetación, está en torno nuestro y gracias a ella se mantiene esta temperatura tan espectacular, además de un silencio muy elocuente.
De ella llega hasta nosotros una sensación de acogimiento, un efluvio amoroso, su bonita energía natural nos hace comprender que somos bienvenidos.
También nos envían silenciosos mensajes.
De entre sus ramas llegan hasta nosotros algunos sonidos, sonidos originados por multitud de amigos peludos y por otras tantas avecillas. Todos ellos se alojan allí, esas enormes y frondosas ramas son su hogar.
Nos distrae un poco el comienzo de un repetitivo sonido, es como un insistente golpeteo, y cuando detenemos nuestra conversación para escuchar y observar qué lo origina, se detiene.
Para alegría de los presentes, comprobamos que es un pájaro carpintero. Él detiene su cadencia, nos observa al percibir nuestro momentáneo silencio y admira como lo estamos observando también.
Qué sincronicidad se siente en el ambiente. Todo en él esta integrado a la perfección con el lugar.
Que encantadoras sensaciones.
La verdad es que tan interesantes y profundas son nuestras conversaciones, que no nos habíamos percatado de la cantidad de sonidos que nos envuelven. Son sonidos de la naturaleza, y son tan «naturales» que nos sentimos como acunados por ellos.
Voy percibiendo que mi cuerpo no pesa, que comenzamos a flotar para ser transportados a ese bendecido lugar llamado felicidad.
En esta compañía bonita y amigable, advierto que estoy en casa. No necesito nada más que a estos seres amorosos y comprensivos para ser feliz, y a la salvaje pero respetuosa naturaleza que nos rodea.
Todo ello me hace pensar que pocas cosas son tan importantes como lo que estoy sintiendo en estos instantes, que se perciben eternos.
No hay distracciones, no hay teléfonos, ni nada más que nos desvíe de la bonita conversación que estamos compartiendo.
Todos continúan sonriendo… es contagioso, y cuando observas alrededor, a los árboles y arbustos, sientes que su energía sonríe también.
Que maravilla, se advierte una sensación de expansión, como si la energía que nos envuelve, fuese aumentando por momentos, como si todo tomase otro sentido.
Los árboles adquieren un potente color y un brillo intenso los rodea. Ese destello va aumentando y deslizando su resplandor como tiernos brazos en nuestra dirección.
Todo es mágico, y yo me dejo envolver por esta magia.
Cierro mis ojos y me dispongo a enviar el regalo de esta maravillosa energía al resto del mundo. Solicito un permiso que considero indispensable. Y la protección necesaria.
Esperando y pretendiendo que llegue a cada rincón del planeta, a cada corazón solitario.
También a los no desamparados pero tristes, a los ricos pero vacios. Igualmente a las personas enfermas y a sus seres queridos.
A los que han fallecido y a sus familias.
A los niños, a los adolescentes incomprendidos y a los ancianos.
Pero sobre todo a las personas poderosas que eligen los cambios, a los que deciden por todos. A los que tienen la verdadera capacidad de crear nuestra realidad.
Y regreso cada noche a este lugar, a acumular la suficiente energía para poder enviarla a mi pequeño y querido planeta.
Demasiadas veces he percibido, en muchas personas, la necesidad de un contacto físico, de unas palabras amigas, de compartir tiempo de calidad, de sentirse comprendidas y vistas. Por ello mi necesidad de enviarles la más pura y saludable energía.
… Pequeños grupos van dirigiéndose a diferentes partes, y el mío comienza a caminar.
Sigo sus pasos, no quiero que termine la sensación alojada en mis profundidades. Solamente con pensar en dejar de estar en su compañía, mi corazón comienza a sentir su ausencia.
Algo profundo que habita en cada célula de mi cuerpo me ayuda a mantenerme con ellos.
Caminamos hasta llegar a un pequeño calvero, en el que los árboles forman un perimetro no excesivamente grande e irregular, en forma circular.
Es similar a una plazoleta situada bajo una linda cúpula exuberante. Las frondosas ramas se abrazan formando un gran claro en su centro.
También en el centro, pero esta vez en el suelo, se observan los restos de una hoguera.
A lo lejos se oye cantar.
Es una voz embrujadora, ¡no!, son varias voces, pero su sincronicidad es tal que parece una.
A esta bella melodía se van uniendo otros sonidos, son sonidos que se van adaptando sincrónicamente a la perfeccion del resto de voces.
Entre ellas creo distinguir el crepitar de una hoguera, fuego purificador que acerca a nosotros aromas antiguos, resinas y esencias.
Se unen a la hermosa música el siseo de las diferentes hojas de tantos árboles.
Y si escucho con atención, también puedo percibir distintos aleteos… mariposas, colibrís, infinidad de insectos, además de otros aleteos más intensos, entiendo que de aves más grandes.
Oigo el vuelo de una enorme cigüeña y ese sonido que hacen sus picos «como haciendo gazpacho en un lebrillo», se une al resto formando una espectacular orquesta. Y en medio de todo ello y para completar mi felicidad, el aullido de mi lobo.
El aullido de mi lobo me hace sentir en mi hogar.
Y comienzo a escuchar como mi manada se me acerca y me rodea. Suben sus cabezas al cielo y de cada una de sus entrañas parten esos sonidos particulares hacia él. Entro en éxtasis.
Pero he reconocido a uno entre todos ellos, él es mi compañero, y aunque sea el único que ahora se encuentra lejos, me llega su saludo, su llamada. Es un aullido amoroso y cómplice.
Mi corazón se une a esta melodía y comienza a cantar.
De mis labios no sale ningún sonido, pero siento que estoy participando en esta preciosa melodía común.
Voluntariamente dirijo mi atención sobre mi corazón y aumenta esa indescriptible sensación en él, provocando que el sonido aumente de volumen. Las notas van definiendo tonos cada vez más altos, sin ser por ello molestos.
Todos los seres que crean esta hermosa melodía van conformando una constelación de corazones que cantan esperando ver el anochecer.
Y mi interior parece estallar, cada uno de mis órganos internos se une al canto y resuena, ellos vibran, cantan, sienten, sanan.
El color del cielo va pasando por todas sus tonalidades posibles, detiene esta danza cuando el tono se oscurecerse completamente.
Esta oscuridad nos hace percibir cientos de ojitos observándonos desde la oscuridad entre los árboles. También son ojos amorosos, ojos que no nos temen y aceptan nuestra presencia.
Son sensaciones indescriptibles.
La temperatura ha vuelto a descender un poco, es algo más fresca, pero ideal para observar como la luna va navegando por la gran cúpula que nos cubre.
Su viaje nocturno continúa hasta situarse en el centro perfecto de nuestro claro.
El tiempo se detiene, o eso parece, porque la luna se enamora de lo que observa desde la distancia.
Nos ofrece ese brillo divino, esa luz que ilumina nuestro íntimo rincón, creando sombras a nuestro alrededor.
Se siente plenitud en esta hora vespertina, el cielo se torna más oscuro y con el transitar de la luna saliendo de nuestro íntimo círculo, da paso a sus eternas compañeras de camino.
Cada corazón da la bienvenida a la infinidad de luciérnagas nocturnas. Ellas nos observan desde la maleza y es tal su número que se confunden con las lejanas estrellas. Ellas también participan de nuestra reunión e igualmente nos observan.
Entre todas nos visten de luz, observamos nuestras ropas, y se han transformado, son luminosas y evocan un bienestar difícil de definir.
Es como estar desnuda, no se aprecia el contacto de la ropa sobre la piel, y la percepción es de que el viento la acaricia directamente, provocando leves estremecimientos en todos los presentes.
Es un momento mágico.
Alguien silencioso, sin que nadie perciba ningún cambio, se ha acercado y ha prendido una hoguera.
Las sensaciones son cada vez más intensas, y los aromas que nos envuelven más hipnóticos.
Observo de nuevo lo que me rodea y comienzo a ver que entre los árboles hay arbustos llenos de flores, flores nocturnas pque se han abierto para recibirnos. Nos dan la bienvenida y nos regalan sus intensos aromas.
Son aromas que embrujan, que transportan a otros infinitos lugares mágicos.
Son efluvios antiguos, dulces, agrios, picantes, intensos. Nos embriagan y transportan. Siento como si mis pies dejasen de tocar el suelo…
Y me pregunto, ¿como con tan poco se puede sentir tanto?.
La vida es esto, sentir… y yo me siento afortunada por poder comprobarlo.
Y desde esta celebración, vestidos de la más intensa luz, disfruto del gran placer de compartir estos momentos.
No hay nada más, solo el tiempo va pasando, ¿o no? Realmente no percibo su paso.
Experimento un eterno presente que me sumerge en la profundidad de estas emociones.
Sin ser esperada, una lágrima surca mis mejillas, la siento caliento sobre mi piel y dejo que caiga al suelo delante de mí.
Es una lágrima bienvenida, de emoción, de gratitud, de satisfacción por tener la oportunidad de vivir algo tan hermoso.
Me siento feliz, afortunada por poder dialogar con personas sobre temas profundos. Siento que pertenezco ap esta tribu entre la que he aparecido mágicamente, en ella que no se monopoliza el cariño.
En ella que no se juzga ni se discute.
Me hace pensar que me gustaría que todo fuese siempre así. Quisiera que esta noche no se extinga, que esta forma de hablar y de sentir no termine.
Percibo una profunda conexión, y en este instante me doy cuenta de que realmente no estamos hablando. Pero la conexión que hay entre todos es tan profunda que podemos comunicarnos, podemos ver lo que sentimos, lo que pensamos, y quizás por esa razón sea todo tan hermoso, tan perfectamente amoroso.
Los rostros no cambian, no se mueven, solo sonríen.
Y eso me hace pensar, ¿Si todo pudiese ser así? Creo que alguien que pueda ver dolor o pesar en otra persona, debería sentirlo y no causarlo a voluntad.
¿Quiénes somos? ¿Quiénes son ellos? Si me marcho, me sentiré desterrada.
Este pequeño círculo es mi familia, son mis amigos y ¿Quién soy sin ellos? No soy nada sin mis amores. No quiero continuar sin los míos.
Al entrar en mis pensamientos, percibo todos los ojos fijos en mí, y todos ellos me dicen sin palabras que siempre van a esta a mi lado.
Puede que esto que estoy experimentando sea en la materia o quizás es un viaje a después de ella, pero me ha aclarado que nunca más voy a sentir su ausencia.
Otra lágrima se desliza lentamente dejando otra huella salada en mi mejilla.
Los siento a todos, están a mi lado, están a mi alrededor, pero también están en mi interior, forman parte de mí, de mis pensamientos, de mi carne y de mi sangre.
Así que soy una con todos ellos, y ahora sé que lo seré siempre.
Ya nunca más me voy a preguntar por qué se han ido, por qué realmente nunca se fueron.
Personas, animales, árboles, distintos seres, todos ellos felices, aprendiendo y enseñando el amor. Somos privilegiados por habernos conocido en el inicio, por tenernos.
Y ya sé, que cuando la noche me encuentre abrazada a mi nostalgia, tengo un lugar al que regresar. En él seré aceptada, comprendida y amada incondicionalmente.
Todos ellos son mis almas maestras, especializadas en traer lo positivo que necesito en cada momento.
Seres libres, seres que no pueden dañar y a los que tampoco alcanzan los daños. Son dueños de las emociones.
No pienses que es un engaño, ¿Es mi imaginación? ¿Es mi realidad? Realmente no lo cuestiono, no busco convencer a nadie, solo experimento.
Todo ello existe porque yo lo siento. Su presencia es fundamental para mi crecimiento.
Todos van a hacer lo necesario instantáneamente y de la mejor manera posible para mi bienestar, sin el apego al que estamos acostumbrados.
En ese claro de bosque no son necesarios los apegos, porque siempre voy a encontrar a quien busco.
Son el apoyo emocional más profundo que pudiese desear.
No hay habitaciones, no hay dependencias, solo inteligencia, y emoción, solidaridad y reciprocidad.
Existe una comunicación sin interrupción, confianza, afecto, y en mi caso, lágrimas calientes de felicidad y emoción.
Sois míos, sois yo, somos una red inseparable y hacéis posible que no naufrague nuevamente mi felicidad.
Estas lágrimas que parecen no terminar, van desahogando la engañosa soledad que intentó convencerme de que su compañía era adecuada.
Las acepto y las recibo con amor. He comprobado que no se necesitan palabras aquí, aquí hablan los corazones, y hablan un idioma que debe volar a cada rincón, para poder hacer posible estos reencuentros que yo estoy viviendo, encuentros en esos planos que se superponen y logran que esta reunión sea posible.
No hay tiempo que perder, ponte en marcha, pon en marcha tu imaginación hasta lograr encontrar este precioso lugar. Aquí toda crítica, todo juicio y culpa es sustituido por salud, trabajo en equipo, herencia de amor.
Aunque cuando llegué me encontré con caras desconocidas, seres de diferentes procedencias, sé que están conectados conmigo e iré reconociéndolos a todos.
Quizás esa apariencia es otra a la que yo he conocido, pero es algo que aprenderé.
La noche está tocando a su fin, todo el cielo se ha ido deslizando sobre mi cabeza en un segundo ¿o en toda una vida? No lo sé.
Solo sé que alrededor de los que estamos, alrededor de los que puedo ver, siento varios círculos concéntricos de seresññ que no tengo capacidad de ver, pero sé que es mi familia invisible. Son todos los que de manera elegida o no, han dado lugar a mi entidad y mi identidad.
Mis más profundas raíces. Todo mi universo. Mis protectores, los que llenan cada uno de mis vacíos, los que me brindan la paz mental y la tranquilidad interior necesaria en muchas ocasiones.
No puedo por menos que dar las gracias al gran racimo que formamos. Gracias por la energía creadora y creativa que ponéis a mi disposición.
Es un palpitar al unísono que entierra cualquier egoísmo.
En ese contexto hermoso en el que un tímido amanecer va haciendo su aparición, me encuentra el día, y él me dice que ya no tendré miedo del compromiso que firmé con mi vida.
Ante la intensa luz que ha aparecido de pronto, he cerrado un momento mis ojos, y al abrirlos puedo ver mls plantas, mis macetas, mis flores, mi salón… mi vida, y todo ello tiene un color especial.
La gran energía que ha creado mi viaje me dice que el universo siempre estará a mi favor y también al tuyo.
Te invito a viajar la próxima vez. En ese lugar los encontrarás.
Un gran abrazo a todos ellos y a todos vosotros.
Nos encontramos una de esas noches. Namasté🙏
Donde quieras Bea, aquí o viajamos juntas, 😊😊 😘