Un grito desgarrado de liberación ante la domesticación de siglos sobre lo femenino
Ante todo lo que nos impusieron, lo que nos dijeron que debíamos ser, provoca en mí dar un grito de ¡Basta ya! Y creo que hemos iniciado una transformación profunda. Siento que vuelve a renacer en mí con más fuerza la feminidad salvaje.
No esa feminidad que me separa de mi hombre, esa que separa y a la vez quiere hacernos iguales, esa no es la que grita en mis adentros.
Es cierto que cualquier persona cuenta con energía femenina y masculina, independientemente del género y del sexo, y ambas deben estar en equilibrio dado que forman parte del universo y la creación, lo cual permite crear un todo. Es por ello que conocer y entender ambas fuerzas te permite aumentar el equilibrio y el bienestar en todas las partes.
Cuando digo energía femenina me refiero a la energía creativa, receptiva, intuitiva y reflexiva, la que gesta e inspira, mientras que la masculina es más racional, competitiva e impulsiva, aquella que necesita hacer y dar, las dos son totalmente necesarias.
Soy feminista, quiero la igualdad pero esa igualdad real, no superioridad ni sustitución. Ese es mi grito. Somos fuertes, somos invencibles juntos, equiparando y utilizando igualmente ambos poderes.
Pero, ¡si!, alzo mi voz en un gran grito frente a la injusticia masculina obsoleta, mentirosa, asustada y acostumbrada a hacer berrinches a mamá.
En mi interior grita una mujer sexual, una diosa erótica y salvaje, eso que soy. Eso que muestra mi soberanía creativa, mis diferencias y engranajes que encajan perfectamente con los de mi hombre. Sintiéndome así puedo disfrutar plenamente de mis únicas características.
Ya han pasado demasiados siglos de limitaciones, de silencios, de atentados contra nuestra salud mental, emocional, espiritual y física, como féminas. Todas las afrentas recibidas hicieron crecer ciertas características que hay que barrer para que emerja nuestra parte salvaje y poderosa.
Cosas como la represión de nuestras emociones e instintos únicos, esa poderosa rabia femenina capaz de mover y aumentar la fuerza necesaria para los grandes cambios.
Alejaron de nuestro conocimiento las incomparables características de cada uno de nuestros ciclos, la sabiduría que aporta nuestra sangre menstrual.
Somos creadoras por naturaleza, y eso da miedo, mucho miedo, así que nos empujaron lejos del propio placer, y de la abundancia que este placer tiene el poder de manifestar.
Nos enseñaron a gestar, parir y crear desde el dolor en lugar del amor del que estamos hechas, inevitablemente.
Acallaron nuestra voz interna, nuestra intuición única que nos conecta con nuestra madre, la tierra y nuestra hermana la luna.
Lograron que nos avergonzásemos de nuestra manera intensa, multiorgásmica, salvaje e insustituible de vivir el sexo. Nos relegaron a la culpa y la vergüenza.
Nos obligaron a cerrar el corazón, nos pusimos una coraza insalvable y creamos un personaje ficticio por miedo a sentir de la manera intensa que sentimos y para poder sobrevivir ante las amenazas.
Ese miedo patriarcal, la idea de pecado, el temor a nuestro gran poder nos estigmatizó hasta hacernos creer que no teníamos ningún poder y ningún valor.
Convencieron a esas mujeres de todo ello, domesticaron hasta hacer casi imposible rescatar la parte salvaje de mis hermanas. A algunas le quedó todo tan incrustado que viven cómodas en esta domesticación. Lograron que relegaran su placer al lugar más oscuro de su sentir, y así consiguieron que perdiesen el poder, la capacidad de nutrirse y crear lo necesario para la vida propia y la de su entorno.
Encastraron a fuego esas ideas tan profundamente, que hoy todavía hay mujeres que defienden esta abominación, mujeres que creen ser una propiedad, mujeres a las que gusta la sensación de pertenencia a un hombre y la inferioridad frente a él.
No creo en el mundo que desea una separación, no quiero una separación. Mi grito es para recuperar la esencia femenina genuina y salvaje, engranada a la perfección con la energía masculina.
Llegar a un equilibrio nos complementa y manifiesta los deseos. Las dos son polaridades de una misma cosa y si queremos eliminar una de ellas eliminaremos también la otra, además del potencial al que se puede llegar… crecimiento profundo y aprendizaje conjunto.
Sí voy un poco más allá: hablando de la Sagrada Trinidad, suelo pedir su ayuda en muchas de mis terapias de limpieza, y siempre vienen en mi ayuda, ¡Siempre!.
Esto es para explicar mis trabajos con esa energía triple: del padre, la madre y el hijo (perfecta unión y consecuencia de esa unión). No concibo una energía que saca a la parte femenina, es una parte primordial como las demás. El espíritu para mí es el hijo traído a la vida por la unión de esas energías iguales.
¿Seguimos con lo salvaje?, para mí la parte femenina de cualquier persona es la que se encarga de la alquimia transformadora. Es la encargada de manejar la energía creadora, la energía que mediante el parto alumbra todo lo necesario, incluso toda la información cósmica del mundo, de cualquier mundo, del universo, de cualquier universo y la hace materia… chamana, bruja, sacerdotisa… mujer salvaje.
Estoy comenzando a ver los cambios, cambios escuchados de boca de bastantes personas gracias a mis terapias, a diferentes charlas con personas de distintas edades y géneros, y también gracias otras muchas personas con las que hablo sobre los cambios que están aconteciendo de un tiempo a esta parte, como por ejemplo con mi prima Lola.
He percibido que esos cambios comenzaron a gestarse atrás en el tiempo, pero están manifestándose más abiertamente con el comienzo de la Nueva era de Acuario; la mujer recupera su poder femenino… y este es un camino sin retorno… El aprendizaje empieza a ser diferente.
Creo que en los últimos años, hemos recibido una cantidad de información incomparable a cualquier otro periodo de la historia de la humanidad. Al menos de lo que ha quedado escrito. Es un caos y un bombardeo continuo que está acercando a la energía femenina hacia su olvidada maestría.
Estas guías recién estrenadas, son para todos no solo para la parte femenina, son para que aprendamos juntos, para mostrarnos que somos inseparables y debemos ser incondicionales del otro.
Esto sobre lo que estoy escribiendo no tiene nada que ver con los diferentes géneros o las diferentes maneras de sentir de las personas. Me refiero a las energías femeninas y a las masculinas, independientemente de donde esté cada persona. Todas son válidas, preciosas e infinitamente respetadas por mí.
Y regresando a la feminidad salvaje…
Creo que hemos abierto la caja de pandora y al llevar tanto tiempo cerrada ha sido como una sublevación silenciosa.
Porque aunque digo salvaje, no necesitamos dar voces, sentimos de forma íntima, privada, en nuestras habitaciones, en nuestros cuerpos, en los ritos sexuales que nadie ve. Es una feminidad silenciosa y salvaje ante lo que nos obligaron a creer. Ahora sentimos sin culpa, sin temor, sin remordimientos, y nadie nunca nos volverá a domar.
Somos el género más sexual por naturaleza, nuestra sexualidad no tiene límites, podemos vivir en continuo gozo sexual sin agotar nuestra energía, todo lo contrario, podemos aumentarla en cada éxtasis. Y eso es poderoso. Aumenta nuestro poder en cada subida y cada una de ellas nos lleva más alto.
Ya nadie nos puede parar, tenemos una brújula mágica y ella es nuestra sexualidad.
Sexualidad infinita e ilimitada.
Os voy a recomendar un libro que considero es de obligada lectura, lo he leído varias veces y la primera fue en el año que me casé: «Mujeres que corren con los lobos» En él, el alma de la mujer es comparada con el comportamiento de los lobos: salvaje pero crucial para el desarrollo de la personalidad humana en conjunto.
Para desarrollar la esencia femenina, la autora recomienda desarrollar la creatividad a través de la escritura, la danza, la pintura, y todas las artes que ayuden a sacar la feminidad profunda desde la oscuridad.
La depredación que ejercen sobre los lobos y las mujeres aquellos que no los comprenden es sorprendentemente similar.
En cada una de las páginas de este relato, se demuestra lo valioso que es entender la sexualidad desde una perspectiva feminista, donde reconectar con el cuerpo y las emociones es más necesario que nunca.
Las mujeres imperfectas aman sus cuerpos, sus ciclos y lunas, con todas sus peculiaridades, tesoros y misterios.
Cuando lo leí por primera vez me sentí enormemente identificada con su filosofía:
En lugar de las sillas y las mesas, prefería la tierra, los árboles y las cuevas, pues sentía que en aquellos lugares podía apoyarme contra la mejilla de Dios.
No se puede abordar la cuestión del alma femenina moldeando a la mujer de manera que se adapte a una forma más aceptable según la definición de la cultura que la ignora, y tampoco se puede doblegar a una mujer con el fin de que adopte una configuración intelectualmente aceptable para aquellos que afirman ser los portadores exclusivos del conocimiento.
«Mujer» y «salvaje» Cuando las mujeres oyen esas palabras, despierta y renace en ellas un recuerdo antiquísimo.
Es el recuerdo de nuestro absoluto, innegable e irrevocable parentesco con el femenino salvaje, una relación que puede haberse convertido en fantasmagórica como consecuencia del olvido, haber sido enterrada por un exceso de domesticación y proscrita por la cultura circundante, o incluso haberse vuelto ininteligible.
Puede que hayamos olvidado los nombres de la Mujer Salvaje, puede que ya no contestemos cuando ella nos llama por los nuestros, pero en lo más hondo de nuestro ser la conocemos, ansiamos acercarnos a ella; sabemos que nos pertenece y que nosotras le pertenecemos.
– Clarissa Pinkola Estés
Me ha encantado tu relato e invita a reflexionar, sigue así eres maravillosa.😘
Y a mí me encanta que te haya encantado!
Mi objetivo es ese.
Que algo se mueva en el interior de las personas.
Llegar a eso que tenemos olvidado.
Muchas gracias por tu deseo.
Besos
Está genial.
Hay muchos párrafos que te hacen reflexionar. En estos momentos
en los que nos movemos es bueno reivindicar ese concepto.
Ese es el objetivo, reflexión.
Besos.