Conexión álmica

Escrito por Marié

14 de julio de 2023

¿Suena raro? Supongo que ya os habéis acostumbrado a mis escritos. Como no voy a hablar del alma de vez en cuando. Es inevitable para mí. Y de la conexión álmica.

Mi vida, como habéis ido comprobando, se ha basado primordialmente en buscar respuestas. Sobre muchas cuestiones he encontrado alguna medianamente satisfactoria, pero de la gran mayoría continuo con mi incansable búsqueda.

No tengo claro, si en algún momento encontraré respuesta a todas mis peguntas. Espero que al menos para las más importantes tenga algún acercamiento a algo que satisfaga mis expectativas.

Creo que una pregunta que la mayoría de personas nos hacemos en la vida, sobre todo al entrar a la adolescencia y acercarnos poco a poco a la madurez, es el propósito de la existencia.

Por eso se titula así esta entrada, porque es algo que me inquietó desde muy joven, la manera de conectar con mi propia alma, que considero que es el ama de llaves de mi propósito en la vida, al menos en esta.

Hay cosas que me hacen pensar que tengo una conexión con algo inherente y trascendental, algo único y diferente que me hace ser distinta de cualquier otra persona o cosa en el universo. ¿Qué no es fácil llegar a percibir esa conexión?, pues no, no es fácil, o al menos no es algo que, yo al menos, pueda hacer de manera voluntaria y a propia demanda.

Pero sí es algo que me sucede muchas veces de manera involuntaria. Es como entrar en un trance, unas veces más ligero y otras más intenso, en el que sientes la eternidad en tu interior.

No sé si a todo el mundo le pasa, he hablado sobre ello con bastantes personas y he podido comprobar que nos suele pasar con más intensidad a los artistas, a los que tenemos más desarrollada esa parte del cerebro encargada de la creatividad y el arte.

Tampoco sé si es lo normal, pero veo que es lo habitual.

Y algo que también nos caracteriza es la duda que tenemos, en ocasiones, sobre que es eso con lo que conectamos cuando, pintamos, componemos, escribimos, diseñamos… Muchas veces nos queda la duda de si eso que nos hace detenernos en el tiempo, eso que saca de nosotros cosas, a veces irreconocibles, como propias, es realmente nuestra alma o es otra cosa a la que tampoco sabemos dar un nombre o una explicación.

Y si es el alma ¿por qué está disponible solo en algunas ocasiones? ¿Por qué en otras en las que queremos echar mano de esa capacidad, parece que huye de nuestro lado? ¿Formará parte del aprendizaje? ¿Podremos alguna vez demandar su ayuda cuando queramos?

La verdad es una pregunta usual en mi día a día, sobre todo cuando tengo días vacíos y añoro esa sensación de compañía, de pasión en mi interior, de necesidad de mostrar. Sentir que eso que me posee sale de alguna forma y en alguna forma de ahí donde se aloja.

Y de nuevo me lleva a pensar que es la conexión álmica, pero no logro terminar de entenderlo…

Lo que si pienso, es que esa forma individual superior que nos conforma es más sencilla de lo que yo creo, y supongo que el quid de la cuestión es dejarme fluir sin hacerme tantas preguntas. Normalmente, cuando lo hago así, esa parte mía se hace más presente y viene a rescatarme de mi preocupación.

Pero en ocasiones, es difícil dejar que las cosas fluyan, dejar que lleguen en el tiempo que deben llegar, es difícil apartar mi impaciencia. Será por las sensaciones gratificantes que me trae entrar en ese proceso de contacto con lo inmaterial y eterno.

Sobre todo por qué en algunas épocas de mi vida sucedía con más intensidad y más habitualmente ¿Será que me hago mayor?, pero, no me siento mayor.

Quizás es que la edad va cambiando ciertas percepciones, hace ver las cosas con otros ojos, con las perspectivas de más experiencias vividas, y puede que con cierto cansancio. No lo sé, seguiré profundizando y persiguiendo lo que busco. Es algo que hoy por hoy tengo bastante claro, nunca dejaré de buscar.

Son cosas que me hacen sentirme viva, tener siempre algo que investigar, llegar en cada ocasión a respuestas similares, pero con ciertas diferencias… por eso pienso que es la misma cosa observada desde diferentes edades, pero realmente, tampoco lo sé.

Ya sabéis que habitualmente digo que no creo en verdades absolutas, pienso que eso no existe, al menos en nuestro plano de la materia. Considero que solo existen montones de verdades individuales, y que no tenemos la seguridad de que realmente lo sean. Supongo que cada uno debe sacar sus propias conclusiones.

Al menos para intentar tener una vida más completa, para experimentar lo que pensamos que es nuestra verdad. Y creo que finalmente es lo que a cada uno nos puede parecer como lo único válido en esta vida.

Así que os invito a no dejar de buscar esa preciosa conexión con vuestra alma, intentando acercaros a vuestra propia verdad. Para ensayar a traerla a nuestro día a día, al menos lo que esté en nuestra mano.

Por qué, para mí, es la sensación más estremecedora e indescriptible y la que me hace sentir más cerca de lo divino.

Lo mismo de siempre, esa vocecita sin sonido que habla en mi cabeza… Esa voz familiar que lleva hablando ahí desde mi más tierna infancia…

Háztelo mirar, me decían muchas veces, y me lo hice mirar… tanto física como psicológicamente… No por mí, por qué se quedasen tranquilos… Respuesta, no me ocurría ni me ocurre absolutamente nada… no es enfermedad, soy así, es una preciosa capacidad de conexión. Es algo tan difícil de explicar y tan sencillo de sentir, que no se puede entender si no es desde la experiencia.

Pero que, como he explicado, antes me hablaba más a menudo. Ponía en mi mente infinidad de ideas, de sentimientos, de sensaciones… unas veces me enfadaba, porque me hacia ver cosas dolorosas que por mis propios medios no llegaba a ver… y en muchas de ellas prefería permanecer en la ignorancia. Traía consigo ciertas sensaciones en mi interior, sobre todo en la boca del estómago, en el plexo solar, como un poco de desazón, incertidumbre o algo de miedo.

Otras veces era como una dulce voz, esa si me gustaba y me sigue gustando, es la que me acompaña en ciertas ocasiones cuando escribo, o cuando pinto, o cuando confecciono algo original. Y desde la infancia es la que me ayuda a reconocer a las personas, a verlas y saber ciertas cosas sobre ellas. Yo creo que esto es heredado, porque mi padre me decía estas cosas también, igualmente su madre, mi querida abuela Carmen.

Son situaciones cuanto menos, curiosas, son voces personales, es una cuestión de intimidad y en alguna ocasión mi ego me ha hecho sentir especial, cuando en realidad no lo soy. Soy igual que cualquier otra persona.

Esa voz es mia, y cada persona tiene la suya, la mia solo yo soy capaz de escucharla, y es precisamente por eso, porque ella es mía, ¿Quizás mi alma?

Y esa conexión fue creciendo junto conmigo, en muchas ocasiones me ayudó en difíciles decisiones. Me mostró qué cosas debía dejar marchar y qué cosas atender.

A pesar de que en ocasiones he sentido pesar por muchas cosas que marcharon, he visto que las que atendí eran mucho más importantes. Mi voz siempre tuvo razón. Aunque no siempre fue fácil. Esas cosas que a veces no me gustaban, y que me costaba cumplir al pie de la letra, son las que me han traído a donde hoy estoy, y me siento orgullosa de lo que he hecho y de no contradecir sus argumentos maternales. Aunque en otros momentos me pareciese injusto.

En mi vida es normal, que mientras más conectada esté con mis cuestiones invisibles mejor salga todo a mi alrededor. Con su ayuda todo vuelve a su orden natural, así que no puedo por menos que darle las gracias a diario.

Pero supongo que la voz es personal, y cada una de ellas se comunica con cada uno de nosotros… solo hay que aprender a escucharla. Quizás algunas personas tenemos una predisposición especial para estas cosas, algo que nos define, como cada característica personal. Y todos tenemos alguna caracteristica que nos hace excepcionales.

Así que, piénsalo, eres un ser maravilloso e inimitable, además de totalmente imprescindible aquí y ahora, así que deja de pensar en cosas negativas y aprovecha el don único de la vida.

¿Dolores?, todos tenemos, si no tuviésemos dolor estaríamos muertos… Lo importante es que no sirva de freno a nuestra vida.

He pasado mi vida, desde los 16 años con intensos dolores físicos, en alguna ocasión ha sido un poco deprimente, pero aprendí a vivir con ellos, y hoy puedo decir que mis dolores son bastante menos intensos que anteriormente, (extraño pero cierto, mayor pero mejor), ja, ja, ja.

Por ello te aconsejo, que vivas la vida a pesar de los frenos que se pongan a ella. Tienes un papel que representar, que nadie puede hacer por ti.

Actualmente, creo conocer que la visión de mi alma sobre mí, es totalmente diferente y más benevolente que la que yo tengo sobre mí misma. La siento más extensa, amplia y sosegada. Es la que trae un poco de tranquilidad a mi visceralidad. Y la que me acerca a mi parte divina alejándome de mi naturaleza más oscura e inferior.

Mi conexión con ella forma parte de nuestra relación indestructible. Formo parte de ella, o ella de mí, no lo sé seguro, y aunque no puedo sentir si tiene o no tiene una forma, para mí es muy familiar. Ella es yo, aunque sea un yo a veces inaccesible. Mueve mis pensamientos, mi sentir, mi cuerpo. Me hace advertir que ella es sabia, aunque nunca se lo digo.

Aunque creo que lo sabe, siente la admiración que provoca en mí, y en esas ocasiones en las que no espero su presencia, ella aparece con sus certeras predicciones.

Creo que es un aprendizaje, y cada persona debe comenzar en la parte del camino en que se encuentre. Pero no deberíamos obviar esas voces que todos tenemos. Es una manera de canalizar mensajes que tienen que venir de algún sitio superior a nosotros…

Si en alguna ocasión te ha sucedido algo de lo que hablo y no sabes qué hacer con ello, te puedo ayudar, cuéntame y podemos avanzar juntas o juntos en el proceso. Para mí es un placer ayudar a llegar a los mensajes únicos, intentando esclarecer lo que intentan mostrar a cada persona.

Estoy totalmente segura de que tu alma te envía mensajes diariamente, te servirán de ayuda y te encantará descubrirlos.

 

Déjame acompañar ese bello camino.

Sin nombres.

 

¡Namasté!

 

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