Cierra los ojos

Escrito por Marié

6 de diciembre de 2021

El Amigo Invisible

 

Cierra los ojos.

¿Tienes buena memoria? ¿Recuerdas tu infancia más tierna?

Seguro que si investigas en tus recuerdos, entre la neblina que genera el tiempo, ves aparecer a alguien familiar para ti.

Alguien a quien únicamente tú conocías, un ser muy especial en tu vida.

Ese ser que existía para ayudarte, protegerte y acompañarte en tus primeros pasos, de nuevo, en este pequeño planeta.

Era alguien a quien no tenías la capacidad de poner nombre, por qué un nombre no podía contener a algo tan grandioso. Solamente le llamabas amigo, o amiga. Cierra los ojos.

Ya os conocéis de antes, así que por esa razón te hallabas tan a gusto en su compañía.

Os encontrasteis de nuevo aquí, y os volveréis a encontrar en el futuro.

Intenta escucharle siempre, aunque después lo olvides. Su enseñanza quedará grabada en tu inconsciente y vendrá a tu presente cuando sea preciso.

Todo lo que tiene que decirte y las cosas que unidos hacéis son decisivas para tu futuro, y también para el horizonte de todos.

¿No lo recuerdas? Cierra los ojos.

Seguro que él sí se acuerda de ti, es más, seguro que es tu guía, bautízalo como quieras.

Ese ser es quién te ayuda a decidir en momentos de incertidumbre. ¿A qué ya te van sonando un poco más mis palabras?

Ve con tu imaginación a ese rincón íntimo de la casa en la que creciste, y recupera el momento en el que apareció allí para ti.

Era un amigo, o una amiga invisible. Bueno, invisible para los demás. Cierra los ojos.

Es quién contribuye a que tu día tenga un brillo especial, se convirtió en el sol que ilumina tu camino.

¿No recuerdas esos primeros años, en los que tu imaginación se desbordaba?

Con él vivías aventuras maravillosas que hacían tu vida divertida, juntos podíais frenar tempestades y crear un mundo mágico a vuestro alrededor, lleno de animales, de cavernas fabulosas, de naturaleza y vida, existencias imperceptibles para los demás.

Con él te sentías a salvo y con el valor suficiente para enfrentar todo lo que la existencia te pudiese revelar.

Si tenías alguna dificultad fuera de casa, si no te sentías integrado ni aceptado, o incluso rechazado, sabías que en ella te esperaba tu amiga especial, la que te hacía ver que tú también eres singular y única. Lo admirabas, sin percibir que tú eras admirado también, eras su principal objetivo, y eres su causa y su efecto.

Sigue estando siempre presente para ayudarte a encontrar la salida y ahora, en tu edad adulta, aparece habitualmente en tus sueños para seguir acompañándote y escoltando tu viaje.

Quizás en alguna ocasión hablaste de él a otros, y percibiste varias reacciones. Alguno de tus espectadores seguro que también tenía sus amigos especiales, pero no sé arriesgaba a decirlo… otros quizás no lograba advertirlos o visualizarlos y al escucharte hacer referencia a ello sentía duda, celos, miedo, desconfianza, asombro o admiración.

Quizás también, esa fue una de las razones para su rechazo, para que gustaran atacarte por no comprenderte. Por advertir algo en el brillo de tus ojos que les hacía contemplar sus propias sombras.

Esa es nuestra historia, pequeños seres altaneros y orgullosos, cuando alguien se siente eclipsado por la luz que emites, tiene que enterrarla para que no se pueda comparar con su oscuridad… no accedas jamás a su maniobra, quiere llevarte a su lado sombrío.

Tú permanece, tengas la edad que tengas, atendiendo y escuchando las historias que te relate tu amigo, invítale a regresar a sentarse en tu sillón, en ese rincón especial bajo tu techo. Cierra los ojos.

Cuando ya lo percibas ahí sentado, te llegarán reminiscencias de la época infantil y comenzarás a entender su valiosa compañía. Comprenderás que viene de más allá de esta existencia, que ayudó y preparó tu llegada y tu nacimiento.

Yo creo que es un amigo o amiga omnipresente y omnisciente. Por eso no podías darle un nombre, no se puede dar nombre a un ser así. Quizás fuese el amigo invisible de todos y sigue siendo el guía de todos.

Cuando duermes y viajas a algún lugar oscuro, a determinado sitio profundo, a eso que llamas pesadilla y que te causa pánico, pero no sabes regresar; acude en tu socorro. Por eso despiertas de pronto y con un sobresalto. Y si no logras despertar, toma tu mano  y te acompaña a algún paraje tranquilo, la cima de una montaña soleada, una pradera llena de hierba fresca y flores, un acantilado a la luz de las estrellas, un claro de bosque o sencillamente al sofá que ambos habéis compartido.

Probablemente, mientras me lees, tu piel se haya erizado, hayas sentido tambores lejanos en tu corazón, ¿has notado acercarse una melodía que recorre tu sangre y se oye más allá de lo visible? ¡Lo recuerdas!

Quizás sin saberlo le tengas nostalgia. Cuando podías verlo y hablar con él, era una gran compañía, el mejor de los amigos. Y cuando comenzaste a entrar en la rutina de este sinsentido que llamamos existencia, él comenzó a hacerse invisible, pero no por ello menos presente.

Por eso de vez en cuando, de tu garganta parte un suspiro, ese suspiro es de añoranza y nostalgia.

 

Llega mi susurro a tus oídos:

¡Guarda ese sentimiento y vuela hacia mí!

¡Quizás así podrás encontrarme de nuevo en tus sueños y puedas recordarme al despertar!

¡Derriba los muros de la incredulidad, abraza de nuevo tu esperanza!

¡Abre un hueco en el espacio en el que estamos juntos y recobra la ilusión!

¡Cierra los ojos!

¡Allí estaré esperándote!

 

¡Namasté!

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