Hoy voy a escribir de los niños, pero los niños de verdad, no de las mentes infantiles. Voy a escribir de alguien muy especial. Bueno realmente de dos, tres o unas poquitas personillas más, muy importantes en mi vida.

Son mis superhéroes, son mis pequeños amores, que hoy ya son grandes.

Y el amor creció con ellos. Se hizo enorme también.

La primera que llegó a mi vida, mi Verónica, una bebé de rizos negros risueña y preciosa.

Después vinieron Nerea, otra bebé de grandes y expresivos ojos, también muy risueña y Álvaro, un niño supertranquilito y cariñoso.

Luego Alejandro, morenito de pelo ondulado, el primer gran amigo de mi hijo Iván.

Un poquito más adelante, la primera bebé más cercana a mi vida, mi preciosa ahijada Cande, los ojos más bonitos que he conocido en mi vida, y la niña más intensa.

Seguida de cerca por otro bebé tranquilo y de ricitos hermosos, su hermanito Joaquín con muy poco tiempo de diferencia.

Y por fin el primer gran Amor, Iván, el primer superhéroe de mi casa. Seguido de cerca por mis otros grandes amores, David, Paz y la pequeñaja, Gloria, mi rubio de pelo rizado, y mis rubias también de pelo rizado, David, mi otro yo, otro superhéroe con quien compartir techo.

Y Dani, mi precioso pequeñajo que se ha convertido en un hermoso joven.

Los dos últimos de esta tanda fueron Juanma, y Ariel, el cariño personificado.

Después vino mi hermosísimo Borja, el que me reconoció nada más verme. Con él he crecido como persona, como alma y como espíritu.

Antes de conocerlos a ellos no sabía que los superhéroes existían en la vida real.

Ellos han alegrado cada uno de los días compartidos. Realmente son superhéroes superespeciales, no vuelan, no levantan tractores, pero han vivido acompañando mi vida desde hace unos cuantos años.

Con sus ocurrencias, con sus medias lenguas de pequeños, con sus travesuras, con sus penas y alegrías, pero sobre todo con sus sonrisas y carcajadas han hecho de mi vida algo superespecial.

Todos diferentes, todos parecidos, han ido creciendo y me han ido enseñando que el amor nunca es igual, siempre va aumentando, se va haciendo grande como ellos.

Mis pequeños grandes superhéroes.

Cada uno a su modo me ha enseñado que todo se puede lograr, cada uno de maneras diferentes, con vivencias y pruebas fáciles o difíciles, pero con constancia y esfuerzo.

Estoy orgullosa de todos y cada uno de ellos. Antes de su aparición la vida era más lineal, después más intensa, más alegre, más llena de acontecimientos.

Mis pequeños guerreros se transformaron en los mejores luchadores. Todos hermosos y dignos de ser escuchados. En todos encuentro una complicidad especial, igual que con sus padres.

Y ahora que digo padres, una de ellos, mi amiga Mari Ramirez, mi amiga más veterana (desde pequeñas), también trajo a mi vida a tres preciosos superhéroes, los divertidos y guapísimos, Rocío, Lucia y Quisco, sin duda se nota que son andaluces.

Sí se caían volvían a levantarse, todos ellos. Unos caminando, otros gateando, otros en andadores, otros en triciclos, alguno de ellos me asustaba con sus derrapes, ja, ja, ja y otros con su geniecillo si no le gustaba lo que tocaba hacer… Haciendo escalada de sillones, escondite detrás de los cojines, sentados junto al gato Isidoro, o llorando porque preferían la leche materna en lugar del silencioso biberón.

Para vosotros no existían las excusas, solo la realidad, los adultos necesitamos engañarnos con algo, pero vosotros no os deteníais a pensar en nada de esto.

Y hoy cuando os observo me encanta ver en vuestros ojos esa chispa de diversión que siempre ha existido, sintiéndome totalmente a gusto con todos y cada uno de vosotros. Hacéis de mi alma vieja un alma con ganas de seguir jugando, de seguir riendo, de seguir divirtiendo.

Cuantas cosas se aprende de ellos si realmente te detienes a observarlos, te enseñan a vivir en realidad. Ellos no se rinden, si el resultado no es el esperado, pues se vuelve a comenzar, riendo, sin tiempo, sin espacio, sin expectativas, viviendo.

Existen todas las perspectivas y opciones, no hay vencedores ni vencidos, solo compañeros. Infinitas posibilidades e intentos. No existe la rendición.

Todos ellos enseñan algo insustituible, con sus exploraciones, con sus pequeñas aventuras, con sus decisiones, con su persistencia, con sus sueños, sus esperanzas y sus bonitos logros.

¿Se va notando que no es alguien? Son muchos.

Los niños de mi vida, que hoy todos son mujeres y hombres especiales.

No dejéis de creer que realmente sois superhéroes, nacidos de otros superhéroes especiales, que han sabido hacer de cada uno lo que hoy sois.

En otras reflexiones, si me permitís, hablare de cada uno de vosotros, porque cada uno ha dejado una huella especial en mi alma.

Siempre os recuerdo, de todos recuerdo cosas especiales, vuestros espíritus libres y especiales me enseñan que no existen los límites, así que siguiendo muchas de vuestras enseñanzas, aquí estoy, soñando nuevos sueños cada día, elevando plegarias por lo que me parece más difícil y dando gracias por lo conseguido.

Si me paro un poquito a pensar en cada uno, todos me habéis mostrado que los saltos se tienen que dar siempre hacia delante, paso a paso, pero hacia delante, sin excusas, sin pausas, sin prisas, con ganas.

Y los sueños siempre en mente, sin dejarlos jamás, ilusiones, nuevos proyectos, nuevas ilusiones, nuevas recompensas, más ganas, más esperanza, más amor.

Y si vosotros sois así para mí, imaginad para vuestros padres. Aunque mis hijos están incluidos, ellos saben perfectamente lo que son para mí, espejos donde mirarme día a día. Resultados de un trabajo conjunto y enamorado.

Nos enseñáis a saber que si vosotros habéis podido con todo, nosotros también podemos con lo que tenga que venir.

 

¡Namasté!