Ser malentendida puede ser una bendición
Desde pequeña, me he sentido poco entendida, es más, en la mayoría de ocasiones, casi todo el mundo estaba en desacuerdo conmigo. En muchas otras me he encontrado con personas que querían ser como yo. Pero ellas tampoco me comprendían, así que mi camino ha sido difícil de seguir y un poco complicado de vivir, por eso entiendo que también ha sido complejo de entender. Sin embargo, siempre he preferido una crítica que una alabanza, encuentro en ellas más sinceridad y más aprendizajes.
Ejemplos de ello son las burlas e ignorancia de mis compañeros del colegio, desatención de los maestros, incomprensión de algún sanador o curandero y de alguna persona a la que he ayudado a sanar.
Vivía fuera de tiempo, fuera de lugar, no importaba cuanto lo intentase.
Hubo un tiempo en el que quería cambiar, me enfadaba, hacía contorsiones, retorcía mi personalidad hasta casi anularla, utilizaba lo que yo llamo mi magia para intentar ser exactamente como querían que fuese, o como necesitaban que fuese, y tampoco importaba, no importaba cuanta complacencia ofreciese, nunca era aceptada, nunca me sentía amada, ni aprobada, nadie me valoraba ni aprobaban mis elecciones.
Lo peor de todo, que entonces era pequeña y ello me importaba, me sentía totalmente no válida, no integrada, no aceptada. ¡Casi inexistente!
Pero nada les importaba, mis pequeños éxitos eran obviados, incluso despreciados, nadie lloraba conmigo, no me invitaban a sus reuniones, ni me ofrecían amistad ni intimidad.
En aquella época si me dolían estas críticas, no tenía recursos para protegerme y vivía en una mentira que incrustaron en mi vida a la fuerza.
Solamente era comprendida, valorada y totalmente aceptada en mis ambientes íntimos.
Para el resto del mundo era invisible, inválida, incomprendida.
Ellos tenían una versión distorsionada, su imagen de mí era una fantasía de su imaginación, una prueba de su pobreza mental o de su falta de educación y principios.
De alguna persona quizás lo fui hasta su partida al otro plano, y sé que nada de lo que hice o dejé de hacer podrá cambiar nunca esto.
Hubo un día en que el agotamiento era tan pesado que no me dejaba siquiera verme yo misma. Me costó mucho tiempo y mucho esfuerzo reconocerme.
Os voy a contar algún recurso del que me servía para intentar ser vista. Hacía recortes de revistas, me mostraba compasiva, generosa, empática y cada vez más agradable, esos eran mis pequeños regalos, pero eran ignorados, desoídos e incluso rehusados.
Una perdida de tiempo, energía y servicios. Un intento infructuoso de trabajo interno para ser buena para ellos, de estar disponible. Una pena de tiempo desperdiciado con quien no lo merecía.
Intentaba estar de acuerdo, porque no sabía que podía estar en desacuerdo, ni la manera de hacerlo.
Decía sí, cuando quería decir no y viceversa, hasta no saber ni mi propio criterio.
Perdí, creo que perdí días y años tratando de hacerme conocer, de explicar mi sentir, mi forma de caminar, y de mantener abierto mi profundo y hermoso corazón.
¡No me miraron, no me vieron, no me recordarán, no sufrieron!. Pero también puedo decir que yo tampoco los recuerdo, supongo que en algún momento desaparecieron, no recuero casi ninguna cara, casi ningún nombre, y tengo vaguísimos recuerdos de algunas vivencias que pudieron ser mejores de aquella época…
Más tarde, con el tiempo, he reconocido a alguien por la calle, y he podido ver claramente su dolor, su pequeñez, sus debilidades, su falta de autoestima, consecuencia directa de su poco valor.
Y comprendí que estaban llenos de basura, basura que volcaron en mí. Y esa basura, regresó a su lugar de origen, a ellos, y yo seguí mi camino, herida, pero limpia, y mis heridas tenían solución.
Con el tiempo sanaron y me enseñaron a reconocer que siempre puedo aprender más de una crítica que de una alabanza. Siempre y cuando tengas la suficiente madurez para entenderla y aceptarla. Y también siempre y cuando esta crítica sea constructiva y no ofensiva.
Si al menos hubiesen detenido un momento su vida para conocer mi verdadero yo.
Me provoca una pena tan profunda que sigan existiendo personas así, que por eso insisto tanto en escribir sobre estas cosas.
Espero que sirvan para provocar algún cambio positivo.
Eternamente seguiré intentando evitar sufrimientos innecesarios y creo que la responsabilidad casi siempre está en las casas, dentro de la propia familia.
En educaciones superficiales y faltas de responsabilidad. En ejemplos demasiado vacíos e indulgentes. O en ejemplos equivocados que provocan distorsión en la forma de enfrentar la vida y de mostrarse ante ella.
Considero que hay demasiado poco tiempo para educar y es más sencillo dejar pasar el tiempo y que se ocupen los demás de hacerlo… a la vista está… un joven no es sino la prolongación de los ejemplos que vive en su casa…
Recuerdo que con sus actitudes infantiles y egoístas perdieron la oportunidad también de conocerme profundamente, no supieron de esa parte que quería desesperadamente salir y mostrarse, afortunadamente y a su pasar, al fin pudo hacerlo.
No importa cuánto lo intentes, y no importa cuánto esperes y esperes, las personas sin valores ni educación nunca se moverán.
Se mantienen fijos en sus creencias, juicios, narrativas, opiniones, comportamientos.
Incluso pueden negarse a reflexionar sobre sí mismos, mirarse a sí mismos o incluso considerar la posibilidad de que los inválidos son ellos y, por lo tanto, de realizar un cambio.
Y todo ello me hace preguntarme:
¿Por qué no se dieron cuenta y cambiaron de actitud?
¿Realmente había algo mal en mi interior y ese algo se acostumbró a vivir conmigo?
¿Era culpa mía y solo mía que las cosas fuesen así, no supe enfrentarme y luchar por mi lugar?
¿Realmente era yo la responsable de esta falta de conexión, de cercanía?
Entonces, quizás:
¿Debería haberme esforzado aún más para que me entendiesen?
¿O haber sabido ser aún más amable, más empática, más comprensiva, más espiritual, aun sin recibir lo mismo, ni nada?
¿Quizás si les hubiese ofrecido más sonrisas, menos dolor, no habría provocado el morbo de sus actitudes?
¿No sabía llegar al amor puro e incondicional que encontré en mí con el tiempo?
Y si lo hubiese hecho, puede ser que si lo hubiese mostrado entonces, les hubiese ayudado a transformarse. Nunca lo sabré.
¿Si me hubiese esforzado en ser a sus ojos la mejor persona del mundo, la más comprensiva y desinteresada, la más generosa, hubiese logrado su aceptación hacia mí? O solamente es un hermoso sueño. Creo que lo que realmente fue, es una pesadilla.
Con el paso del tiempo, entendí que estaba luchando en una batalla perdida de antemano.
Estaba en guerra contra algo que no tenía solución, mi realidad. Mi realidad siempre fue distinta del resto y por mucho que hubiese hecho nada habría sido diferente de como fue.
Me hubiese convertido en ellos, porque habría mentido, habría controlado y manipulado el sentir de otro. Habría intervenido en sus pensamientos, en su propia realidad, en sus mundos y sus valores, y eso era algo que no me correspondía.
Si hubiese actuado de forma distinta a como lo hice, sería intentar arreglar algo sin remedio, alto que el tiempo ha demostrado que estaba roto inevitablemente y sin posibilidad de arreglo.
Ahora sé que no podía controlar los pensamientos ni los sentimientos… ellos me ayudaron a llegar donde tenía destinado llegar, sin alterar el camino que tenía que recorrer.
Honestamente, pienso que si hubiese hecho algo que no hice, realmente me lo hubiese hecho también a mí y no era el objetivo diseñado para mi vida.
Creo que todo sucedió como tenía que suceder, para que mi realidad se mostrase en todo su esplendor.
A pesar de mis enfados, de mis resentimientos, del agotamiento eterno que sentía y de la profunda ira que en ocasiones asomaba a mi vida, eran necesarios para formarme.
El eterno miedo, la desesperación de entonces, formaron parte del futuro proyecto de mi persona.
Descubrí una sensación más pesada que las demás, y ahora sé que era impotencia.
¿Dónde estaba entonces escondido mi verdadero poder? El tiempo me enseñó que ese poder se escondía en mi autenticidad, en mi presencia. En la verdad que mostraban mis sentimientos y mis deseos. En el valor que me enseñó a mirar dentro de mí misma.
Todas estas desesperanzas hicieron que siendo demasiado pequeña empezase a mirar en mi interior para buscar y arreglar lo malo que me mostraban.
Realmente tengo que darles las gracias por ayudarme a descubrir a esa niña perdida en mi interior, esa niña herida que solamente quería amor, pero que en su inocencia estaba buscando en los lugares equivocados.
Me hicieron fijarme y, sin darme siguiera cuenta, supe que no era la responsable de lo que los demás pensasen sobre mí.
Supe que el miedo era tan grande que tenía miedo hasta de ser amada de verdad, no tenía la suficiente confianza para creerlo, ni la capacidad de percibirlo fuera de los míos.
Pensé equivocadamente que fuera de mi mundo íntimo y familiar, el amor era una especie de enredo, y que la cercanía y la intimidad una forma de amenaza y de dolor.
Y mirando en dirección contraria, de ellos hacia mí, inseguridad e imposibilidad de ver.
Así que todo ello, al fin y al cabo me hizo encontrarme conmigo misma, me ayudó a observar mi herida.
Y al hacerlo, en un lugar en el fondo de mí misma percibí que el amor no es algo por lo que haya que luchar.
El amor es fluir, no es manipular a nadie ni a nada, no debe ganarse, ni pelear por él, no debes demostrar continuamente que eres digna de él.
Es algo que mereces desinteresadamente y por derecho.
Pero también entendí que de un pozo seco nunca se va a poder conseguir agua, y ellos lo estaban.
Y al comparar su pozo con el mio, vi que mi amor era sagrado e infinito y mucho mas valioso que el suyo.
Gracias a esta conclusión aprendí a reconocer otros pozos rebosantes de agua pura.
Y les solté.
Comprendi por fin que nadie tiene que estar de acuerdo con mi forma de sentir y vivir, soy muy compleja, muy diferente, y ellos se tomaron la libertad de juzgarme, de contarse las mas inverosimiles historias sobre mi persona.
Por fin les dí el permiso de desconfiar de mis vivencias, de mis motivaciones y la opción de ignorarme… al menos no me herian.
Comencé a sentir como la libertad, que dese entonces forma pate de mi, iba habriendose paso en mi vida. Y en lugar de continuar comprometida en convencerles de algo que no soy, decidí alejarme.
Dejaron de merecer mi respeto, ni mi autenticidad a la hora de mostrar mi verdad, ni siquiera la posibilidad de conocerme.
Ellos me enseñaron quien merecia la pena que estuviese en mi vida, mis verdaderos amigos, mi familia real, los que verdaderamente me quieren sin importarles quien soy.
Ellos son los que me ayudaron a encontrar mi verdadero lugar en este mundo. No eran necesarios limites.
Pero igualmente gracias, gracias a todos los que me hirieron, ellos no me querian como era, ni como lo que me esforzaba en ser, y me brindaron el maravilloso regalo de sentir la libertad de ser yo misma.
Aunque mi trabajo me costó, ahora lo agadezco.
Pero entonces al pensar en dejarme fluir, lo unico que conseguía era frustración y rabia.
Pensaba que soltar el control no podría ayudarme a conseguir mis sueños, a calmar mis inquietudes, además me daba miedo hacerlo.
Pero cuando solté, me ayudé a enterrar mi parte guerrera, y ahí comenzó mi entrenamiento para intentar sobrellevar cualquier situación.
Busqué hasta encontrar las habilidades necesarias para dirigir el rumbo de mi metafórico navío.
Las cosas pasaron a ser totalmente diferentes y comencé a verme realmente.
De nada es responsable el azar, todo comenzaba a ser perfecto.
Y esta perfección era peligrosa, el ego podía hacer su aparición e indudablemente lo hizo… cuando comenzaron a felicitarme por como soy.
Pero bueno, otra cosa mas que aparecía para mi aprendizaje, y de la que tuve que aprender.
Al menos dejé de viajar a la deriva, no quería morir de hambre, y aprendí a no soltar la toalla… surgió de mis profundidades una fuerza abrumadora muy dificil de vencer.
Actualmente me resulta muy complicado rendirme, no suelto hasta que no veo que es totalmente imposible, pero el gan peligro es que cuando suelto, es para siempre, por eso utilizo todos mis recursos para luchar.
Lo bueno, o lo malo, es que mi parte luchadora, está enfocada mas en resultados, en los míos y en los demás.
Los vientos cambiaron en mi beneficio, y desde entonces apoyo mi mejilla en los hacedores, en los creadores de universos.
Encontré mi alma inmortal, todo me guió a estudirarme hasta ese punto. Y ella vive en los cuatro vientos.
Mi confianza en la vida creció de manera confiada, mi fe y mi esperanza desde estonces han sido mis timones.
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