Condenada al fracaso

Escrito por Marié

9 de septiembre de 2024

Hay cosas que me parecen inaceptables, aunque no significa que lo sean, lo son para mí. Por eso, si cedo el control a algo en lo que no creo, me veo condenada al fracaso.

Me veo condenada a vivir en una mentira, a quedarme a solas con mis pensamientos y saber qué me van a regañar. Sé a ciencia cierta qué mis reflexiones no me van a dejar descansar hasta sentirme volver de nuevo a mi senda.

¿Quién olvida su pasado? No podemos olvidar el pasado, aunque no debamos vivir en él. La evolución nos obliga a seguir adelante, pero eso no significa olvido.

Olvidarlo sería olvidarnos a nosotros mismos, destruirnos, alienarnos, vivir como drogados, colocados, o como quieras llamarlo. Todo para olvidar que nos hemos olvidado.

Olvidar las raíces, olvidar a nuestros predecesores, independientemente de como hayan sido, es llenarnos de vacío.

Suena mal ¿No? ¿Cómo nos vamos a llevar de vacío? Pues esa sensación es la que me produce si tuviese que pasar por encima de lo que soy, de lo que me ha precedido.

No puedo obviar las afrentas a mis ancestros, sus sufrimientos, sus luchas, sus vidas, sus ejemplos, ni las quiero olvidar.

Yo soy ellos. No quiero estar sola, ellos están conmigo, siempre, ayer mismo todos me visitaron, nos visitaron y estaban contentos, solo faltaban dos o tres, que no están tranquilos, su experiencia está siendo dura precisamente por el olvido.

Un olvido hacia sus valores, hacia sus luchas, de sus actitudes, mejores o peores.

Quien se permite olvidar su pasado vive sinsentido, una vida superficial y un teatrillo elegido.

Hay cosas que no cambian, bueno, no estoy segura del todo, pero parecen no cambiar; sin embargo, otras deben hacerlo para que la vida pueda ser vivida satisfactoriamente.

Realmente hay cosas que debemos decidir, porque no están escritas en ningún sitio y realmente pienso que las personas que necesitan de algo escrito por otros, sin valorar, ni preocuparse de autoevaluarse, no tienen personalidad.

La verdad está en el interior de cada uno, en casa, solo hay que buscarla.

Por mucho que se rían, por mucho que me juzguen, no voy a dejar de abrazar árboles, ni de tumbarme en las rocas a escuchar sus profundos secretos. Todo ello me llena de energía, igual que la visita de mis ancestros.

Tampoco dejaré de caminar descalza, a pesar de manchar mis pies y adoquinarme con durezas, no me importa que se vean endurecidos si me permite sentir a la madre tierra en mí, energizándome igualmente.

¿Cómo es posible que olvide la manera de venir a la vida de lo que me alimentaba en la infancia? No es posible que olvide mis paseos entre los chopos, el canto casi inaudible de algunas aves, el tintineo de las hojas con el viento o los relámpagos en la oscuridad prematura de un atardecer de otoño.

Todo ello acrecentaba mi sensibilidad, una sinfonía sin fin de sensaciones que ponía de relieve todos mis sentidos. Y eso se lo debo a ellos, gracias. Nunca me olvidaré de mis raíces.

Nada de ello lo encontré en ningún libro, ni biblioteca, ni exposición. Tampoco en ningún programa, documental ni charla, mucho menos en ninguna asamblea. Todo ello fue regalado, escuchando, percibiendo, sintiendo, amando.

Y eso no se encuentra en todas partes.

Solo nos separa algo, la muerte, por eso no tengo miedo, su itinerario es fijo, aunque indefinible.

Lo sé porque he viajado a su lado, y no es mala compañía, es descanso de muchas cosas cuando la conciencia no tiene trabas.

También es oscuridad y miedo cuando si las tiene.

Así que no enturbies tu conciencia desligándote de tus raíces.

Sigue buscando cada noche su encuentro, ellos te pueden ayudar si se lo permites, pero si las cortas, cada día será más vacío.

Siento que ellos, mis raíces, están profundamente enroscadas en mí. Siento como si me acurrucasen y me frotasen para calentar mi cuerpo. Él responde brillando cada vez más intensamente, cuál piedra preciosa cuando es pulida hasta sacar su mejor imagen.

Pero todo eso duele, esos roces, esas sorpresas inesperadas, esos aprendizajes, escalones altos o torcidos, todo estremece pero conforma.

Considero que desde que comienza nuestra vida embrionaria, la debemos, comienza la magia.

Desde que comenzamos a vivir, comienza lo imposible, lo mágico es cotidiano, los invisibles están siempre presentes. Y aunque parezcan silenciosos nos hablan de múltiples maneras, lo creas o no, es lo de menos.

Nunca me condenaré al fracaso que significa dar la espalda a lo que creo. Siento que si me olvido de sus dolores, de sus ejemplos y vivencias, perderé el pasaporte para ir a su encuentro cuando toque.

Si olvido por lo que vivieron, ellos no me esperarán, continuarán su camino y yo tendré que seguir aprendiendo.

Ellos han vivido, seguirán siendo mi magia más trascendental y con ellos seguiré eternamente.

Algunas experiencias dolieron, otras no, pero todas me forman.

Mi espíritu los encuentra cada vez que los necesita y disfruta aprendiendo en esa convivencia común.

Nuestras conciencias se expanden juntas, mostrándose lo sagrado de tener un alma en evolución, que eligen seguir el camino trazado sin dar valor a pensamientos ajenos.

Todos, absolutamente todos, incluso los incrédulos o los que piensan que son tonterías, sienten la intuición en algún momento.

Es desde la sabiduría que nos dejaron que aprendimos de las oportunidades, aunque fuesen duras.

Ellos escuchaban a sus almas, seguían sus potenciales, no eran frívolos, no dejaban marchitar sus vidas evadiéndose de ella, ni se aprovechaban de los demás en su propio beneficio, eso aprendí y eso sigo.

Y lo mejor de todo, esperaban su muerte sin miedo, con aceptación. Su conciencia estaba tranquila y la mía también porque no corté sus raíces.

 

No me condené al fracaso.

 

 

¡Namasté!

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

También te puede gustar…

Proyectos vitales como guia

Proyectos vitales como guia

Como mujer y como sanadora, curandera, mística, me gustaría lograr que me sientan como yo me siento. Mi objetivo...

Una vez me preguntó

Una vez me preguntó

Hay preguntas dolorosas, preguntas que muchas veces no sabemos responder, o por mucho que busquemos una respuesta no...

¿Misticismo mundano?

¿Misticismo mundano?

Cuanta crítica cuando se asocia lo místico con lo mundano. Con caras y mohines preguntan: ¿Misticismo mundano? Pues...