¡Recobrando a tu niño interior!
Él es el que aúna las cualidades de nuestro yo más inocente y auténtico con nuestro yo adulto, así que vuelve a soñar.
Simbólicamente el niño interior representa las cualidades de inocencia, espontaneidad, fragilidad, pureza, amor incondicional, entusiasmo, alegría, vitalidad…
Los esquemas en nuestra conducta y nuestras creencias positivas o negativas quedan grabadas en nosotros desde los 3 a 5 años.
Por eso nuestro niño interno es muy importante.
Ponernos en contacto con él sirve de manera muy efectiva para crecer personalmente.
Su conocimiento y atención nos ayuda a aceptarnos y aumentar nuestro amor incondicional.
Como adultos tenemos que apoyarle, comprenderle y ayudarle a sanar.
¡Vuelve a soñar mientras recuperas a tu niño interior!
Si quieres recuperar al niño que todos tenemos dentro, debes dejar de seguir los prejuicios que aparecen con la edad.
Vuelve a soñar. Pregúntate: ¿Cuando dejé de perseguir mis sueños?
Si tu respuesta fuese nunca, eres afortunado, enhorabuena por tu ilusión y persistencia.
Pero si te cuesta contestar esta pregunta o no recuerdas cuales son tus sueños, te animo a que busques en tu memoria a tu yo niño, a que regreses a tus 5, 6 o 7 años.
¿Recuerdas tus sueños?.
Trae a tu memoria que querías ser cuando crecieras. ¿A qué ibas a dedicar tu vida?
Si alguno de estos sueños que tenías, han sido cumplidos, enhorabuena de nuevo.
Pero si todavía no los has cumplido y sigues deseándolo: ¡Ponte en marcha! ¿Hay algo que te lo impida? Regresa a tu niñez, siente que todo es posible, y desde ahí ¡A por todas!
Otra característica a recuperar de nuestro niño, es la capacidad de preguntar. Buscar e interesarte en los porqués.
No te conformes y no des por hecho cosas sin comprobar que sean ciertas.
Cuando eras pequeño no te conformabas, querías saber, buscabas y perseguías la verdad de todo lo que te rodeaba. Como funciona, porque funciona así… siempre teníamos inquietudes, éramos exploradores de la vida.
Recupera esta curiosidad, pregunta a quien te quiera responder. No te avergüences, busca respuestas y aprende de ellas.
Siempre. ¡Pregunta! Bendita curiosidad.
Uno de mis mejores recuerdos es mirar las estrellas con mi padre. ¿Ya no tienes tiempo de contemplarlas?. ¡Mira el cielo! No hace falta buscar un motivo.
Quién dice estrellas puede decir hormigas. Otro precioso recuerdo es, al pasar un día en el campo, ayudar a las hormigas a almacenar su comida… Mi padre me enseñó como tener siempre presente a mi niña interior…
No lo pienses. Vuelve a soñar.
¿Tienes ganas de ver a alguien que hace tiempo que no ves?. Llámalo. ¿Es tan importante lo que estás haciendo, que no puedes invertir un ratito en jugar?. Recuérdate de niño, tus amigos del alma, el amor incondicional a los abuelos, a los padres…
Las responsabilidades diarias, incluso alguna impuesta por nosotros mismos, nos hacen perder ingenuidad, ilusión y frescura, y nos alejan de nuestros sueños.
¡ Intenta mantener a tu niño interno siempre presente y activo, para que te acompañe aunque te hagas mayor !
Las personas mayores aman las cifras. Cuando les hablas de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: “¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas?”
En cambio, os preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Sólo entonces creen conocerle.
Si decís a las personas mayores: “He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo…”, no acertarán a imaginarse la casa.
Es necesario decirles: “He visto una casa de cien mil francos.” Entonces exclaman: “¡Qué hermosa es!”.
Si les decís: La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía, y que quería un cordero.
Querer un cordero es prueba de que existe, se encogerán de hombros y os tratarán como se trata a un niño.
Pero si les decís: El planeta de donde venía es el asteroide B 612, entonces quedarán convencidos y os dejarán tranquilos sin preguntaros más.
Son así.
Y no hay que reprocharles.
Los niños deben ser muy indulgentes con los mayores. -Saint-Exúpery. «El principito».
“El amor a uno mismo es el amor a nuestro niño interior, por esa parte natural de uno con la que nacemos antes de que nos metan la cultura en la cabeza. Es un deseo de felicidad instintivo”. -Claudio Naranjo-
¡Solo amando y sanando a nuestro niño interior podemos empezar a amarnos a nosotros mismos, y en consecuencia, a los demás!
¡También es una manera de empoderarnos y enfocar nuestra conciencia en el presente y no en el pasado!
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